Juan Luis Vives Digital

Fundación Ignacio Larramendi Generalitat Valenciana


Juan Luis Vives. Joach. Fabregat inc.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Pedro Mexía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Antonio de Nebrija.

 

 

 


Mapa de París trazado por Fr. Richard J. Blinn, S.J. Siglo XVI.

 

 

 


Colegio de Montaigu.

 


Erasmo de Rotterdam.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Guillermo de Croÿ.

 

 

 


Tomás Moro.

 


Opera, de Erasmo. Estampado en Basilea por Johann Froben.

 

 



Adriano VI.



Catalina de Aragón.



Colegio Corpus Christi, Oxford.



María Tudor.



Enrique VIII.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Juan III de Portugal.

 


Doña Mencía de Mendoza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Francisco I de Francia.

 

 

 

 


Hendrik Brugmans (1906-1997) fue rector del Colegio de Europa, en Brujas, desde 1950 hasta 1972.

 


Antonio Fontán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Solimán.

 


Lutero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Dominios de Carlos V: en amarillo el Sacro Imperio Germánico, en verde los territorios de los Habsburgo. Fuente: Fundación Academia Europea de Yuste.

 


Carlos V.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Francisco I, hecho prisionero en la batalla de Pavía, llega a Valencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Lutero durante una de las sesiones de la Dieta de Worms, ante Carlos V.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


En 1781 Benito de Monfort edita en castellano, por primera vez, el libro de Vives De subventione pauperum.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Adolfo Bonilla, biógrafo de Vives.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Ayuntamiento gótico (1376) de Brujas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Aristóteles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Francis Bacon.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Galeno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Santo Tomás.

 

 


Examen de ingenios, de Huarte de San Juan.


Huarte de San Juan.

 

 

 

 


Michel de Montaigne.


Baruch Spinoza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


René Descartes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Oxford.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Marcelino Menéndez Pelayo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Platón.


Séneca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Rufino Blanco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Isócrates.


Lord Mountjoy.

 

 

 

 

 

 

 

 


Ovidio.


Lucrecio.


Cicerón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Tito Livio.


Tucídides.

 

 

 

 

 


Universidad de Coimbra.


Johannes Sturm.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


El Brocense.


Melchor Cano.


Virgilio.

 

 
ESTUDIO INTRODUCTORIO
Valentín Moreno y Francisco Calero
 
 
A. CIRCUNSTANCIA DE VIDA Y ESCRITURA DE JUAN LUIS VIVES
 
B. POLÍTICA Y PAZ
 
C. SOCIEDAD
 
D. PSICOLOGÍA
   
E. FILOSOFÍA
   
F. PEDAGOGÍA
   
G. BIBLIOGRAFÍA
 
 
 
LA CIRCUNSTANCIA DE VIDA Y ESCRITURA DE JUAN LUIS VIVES
 
• Los primeros años (1493-1509)   La proyección de los años ingleses (1523-1528)
. .
La formación parisina (1509-1514) El período brujense (1528-1537)
. .
El encuentro con Brujas y la vida universitaria de Lovaina (1514-1523) Los últimos años (1537-1540)
 

La aproximación histórica a la vida del humanista valenciano (1492/3-1540) tiene su razón de ser en la importancia de sus escritos, los cuales suman una sesentena. Esta aportación textual, apreciada en su tiempo y en épocas posteriores gracias al uso que produjeron, ha estado en general clara para los estudiosos alemanes, ingleses o italianos, pero conviene subrayarla pues son numerosas las valoraciones en función de episodios de vida y aspectos de imagen de su personalidad. Con relación a su obra, a buen seguro es un autor más citado que leído debido a realidades de la misma. Así, aunque en diversos momentos creativos se sirve de la fórmula del diálogo, más atractiva al lector, hay que observar que la extensión de sus obras mayores y el tono reflexivo a veces profundo, la naturaleza de las cuestiones abordadas en las mismas y en los otros escritos, la prosa latina y su tardía traducción con frecuencia, y otras consideraciones como el trato con autoridades poco conocidas para una cultura media, hacen que su nombre sea más fácil pronunciarse con respeto y no tanto con conocimiento. Por otra parte, hasta el momento en que se publica el proceso inquisitorial a su madre, Blanquina March, en 1964, se le observa por lo común -al menos en España- en función del marco político de la Monarquía Hispánica en expansión que a su vez presenta a Europa un pensador de talla acorde con uno de los caracteres de la propia Monarquía carolina, el ser cosmopolita. En esta valoración se dieron perspectivas ideológicas, a veces interesadas, y en cualquier caso se supeditaba la textualidad, ahora recuperada científicamente, a la dimensión europea de la persona.

Tras  el conocimiento de los procesos inquisitoriales a los padres, la clave de interpretación judeoconversa se hace presente y asimismo resta relieve a la aportación de su escritura o se ve ésta en función de la primera realidad. Sin embargo, desde hace unos veinte años el proceso recuperador del texto vivesiano ha ido avanzando gracias a traducciones fieles y a ediciones críticas más correctas que las anteriores en muchos casos, y ello ha ido en paralelo a la mayor calidad de los estudios. Una de las mejores fuentes para analizar la vida del pensador es igualmente textual, su epistolario, enriquecido en la última década con el descubrimiento de nuevas cartas a su amigo el jurisconsulto Francisco Cranevelt. Hay ya un corpus epistolar de consideración que aquí se reproduce y que permite contemplar su trayectoria vital y sus problemas, pese a la pérdida de correspondencia que existió como por ejemplo la mantenida con los españoles Juan Maldonado y Pedro Mexía. El objeto de este proyecto es precisamente mostrar la textualidad vivesiana en toda su manifestación, incluyendo una selección de las interpretaciones que ha causado. A continuación presentamos un esbozo de la vida de Vives haciendo cumplida mención de sus escritos, los cuales justifican la dimensión histórica del humanista.

Los primeros años (1493-1509). Era tradición aceptar la fecha de nacimiento del seis de marzo de 1492 pero según se deduce de ciertos datos contenidos en las actuaciones inquisitoriales, habría que retrasarla meses, tal vez incluso un año. En efecto, el clima inquisitorial marca la vida de esta familia de mercaderes y la infancia del luego humanista. Los Vives se habían convertido al catolicismo hacía un siglo cuando nace Juan Luis, hacia 1391, pero las sospechas eran grandes en general hacia toda la comunidad de conversos y en 1500 fue preso el padre, Luis Vives Valeriola, mercader de paños. A finales del siglo XV Valencia es una ciudad de gran proyección demográfica y económica, pues de los doscientos mil habitantes que tiene el Reino de Valencia la urbe acoge más de cincuenta mil. En lo económico, las exportaciones se centraban en el azúcar, el arroz y la seda pero el verdadero poder estaba en la capacidad mercantil y financiera que mostraba esta capital. La economía agraria era señorial pero la urbana estaba en buena parte en manos de grupos mesocráticos como el de los conversos. Esta pujanza social convivía con una mentalidad religiosa unitarista, propia de una Corona que quería implantar una homogeneidad religiosa y hasta 1530 hubo así más de dos mil cien procesos inquisitoriales en el Reino de Valencia.

Hasta el otoño de 1509 el adolescente Vives permanece en la ciudad y recibe las primeras letras. En los años iniciales del XVI las tres escuelas de gramática existentes se fundieron en el nuevo Estudio General, por lo que estuvo Vives entre sus primeros alumnos al integrarse en 1499 la antigua escuela del maestro Antoni Tristany, de linaje converso, muerto en 1488 tras tortura judicial, y a la que pertenecía Juan Luis. La regentaba entonces Bernat de Vilanova siguiendo el mismo modelo tradicional. En el Estudio debió cursar gramática y luego artes, y, de hecho, dice haber pasado por el “gymnasio novo” en su Christi Iesu triumphus (1514). Aunque no nos han llegado matrículas ni registros de grados, es factible calcular que en 1504 ingresó en el Estudi y tras dos años de gramática cursó tres de artes, hasta los 16-17 años. Pero aunque en los últimos años se ha acrecentado el conocimiento de la enseñanza en la Valencia de entonces no es mucho lo que se sabe con certeza sobre la de Vives en concreto y su contacto con el mundo universitario se podría retrasar dos o tres años, sin cursar artes, teniendo entonces maestros no vinvulados al Estudi, caso de Jeroni Amiguet, que le enseñaría como profesor libre, y el cual protagonizó, según es tradición, el sucedido de quererle inculcar un rechazo a Nebrija. De lo que no hay dudas es que Daniel Sisó y Partheni Tovar, más novedosos que otros en algunos aspectos, enseñaron gramática al joven. La enseñanza de la gramática latina en el Estudi estaba bastante más avanzada que en las escuelas anteriores y Vives lo asimila. En cambio, la lógica o dialéctica se presentaba pobre y en general no había prácticas humanistas. Pero en estos años primeros lo que adquiere Vives es una visión de la vida que es civil, incluso laica, de comunidad urbana, y que es más importante que los rudimentos aprendidos. Nunca olvidará su patria como se comprueba por sus escritos y aparece de modo muy significativo en uno de los últimos, Linguae latinae exercitatio (1539), los populares Diálogos.

La formación parisina (1509-1514). No era raro en los siglos XIV y XV que los estudiantes valencianos fueran a París o a Bolonia a graduarse por lo que existía una dinámica de costumbre cuando Vives parte a París en 1509. Además y sobre todo, hay que tener presente que la presión inquisitorial no decaía y su padre ya había sido objeto de ella, y que la madre, Blanquina, había muerto el año anterior, facilitándose emocionalmente en el muchacho la partida. Hasta fines de 1514 permanece en la ciudad del Sena y allí contacta con la escolástica universitaria y publica sus primeros escritos. París era una gran urbe universitaria y en la parte sur de la ciudad, a la orilla izquierda del Sena, estaba, sobre la colina de santa Genoveva, el barrio universitario con los colegios, pensiones, librerías y mesones. En lo alto del mismo estaba el convento de Santiago, el de los dominicos, donde enseñaron antaño san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino. Lo más probable es que al llegar se incorporara al grupo hispano que en el colegio de Lisieux tenía Juan Dolz de Castellar, también procedente de la Corona de Aragón, como expone Enrique González. En este grupo conoce a Juan Fuertes, a quien unos años después, en 1514, dedica Vives su edición del Poeticon astronomicon de Higino y en 1519 el In pseudodialecticos, que es una crítica a los sistemas ergotistas con los que convive en estos años parisinos, y texto de repercusión momentánea y posterior.

En noviembre de 1512 ya vemos al valenciano en el célebre colegio de Montaigu, donde impartía docencia Gaspar Lax, aragonés al igual y regente del mismo, y el flamenco Jean Dullaert, exponentes del escolasticismo terminista. Vives escribirá un perfil biográfico del último para la edición de mayo de 1514, con el comentario de Dullaert, a los primeros Metheoros de Aristóteles. Los cursos de artes -lógica, filosofía natural y moral- eran trienales y al acabar Vives el de Dolz -esto tal vez demostraría que no estudió artes en Valencia o al menos ello no se le reconocía- es cuando contactaría con estos últimos, Lax y Dullaert, al ingresar en Montaigu, donde los colegiales llevaban una vida austera, casi monacal. En esas largas horas de estudio y trato con las autoridades es cuando se fragua su concepto de saber en cuanto a fuentes: antigüedad (autores grecolatinos) y cristianismo (padres de la Iglesia), prefiriendo los autores-fuente a los comentadores, por grandes que fuesen. Montaigu era un colegio potente pues aparte del profesorado contaba con una cincuentena de pensionistas plenos y ciento treinta a pensión parcial. Otros colegios con los que contactó fueron al menos los de Beauvais y “La Marche”, donde aprendió griego hacia 1512, el mismo año en que fue a Brujas por vez primera. El mundo universitario parisino que Vives conoció estaba a las puertas de dos acontecimientos históricos que marcarán la vida intelectual: el éxito de la interpretación erasmiana de la Biblia a través del Novum Instrumentum (1516) y la difusión de las tesis luteranas desde 1517.

En el otoño de 1514 viaja a Brujas iniciando un nuevo período, pero antes en París escribe el Triumphus aludido, en el que parte de los triunfos de César para alegorizar sobre los de Cristo en la Cruz. La expresión alegórica era del gusto del valenciano y se manifiesta incluso al final de su obra, en 1537, con los comentarios a los Bucolica de Virgilio. Al Triumphus acompañaba la Virginis Dei Parentis Ovatio, donde sitúa a María Madre como triunfadora del pecado. La publicación de estos dos textos tuvo que ver con la relación con un profesor que sí era humanista, Nicolás Bérault, que solía llevar sus trabajos a Thomas Kees, impresor que se ocupó del Poeticon astronomicon y que también lo hizo de estos opúsculos, los cuales se imprimieron en junio de ese 1514 en unión de Clypei Christi descriptio, un resumen de historia bíblica imitando a Virgilio cuando describe el escudo de Vulcano y una carta dedicatoria a Bernardo de Mesa, embajador en París. En octubre se reimprimen los tres por Guillaume Huyon acompañados de otros, que eran un diálogo y cuatro prelecciones más, una sobre las Leyes de Cicerón, otra sobre los Convivia de Filelfo, otra sobre el libro IV de la Rhetorica a Herenio, otra llamada Veritas fucata sobre Cristo y otra más como presentación del referido diálogo que se incluye, el Sapiens, donde critica la educación recibida en París. Algunos de estos opúsculos se reimprimen en Lovaina en 1519. En el París de 1514 consta que el valenciano ya tuvo experiencia docente.

El encuentro con Brujas y la vida universitaria de Lovaina (1514-1523). Hasta 1516 Vives permanece en Brujas, una de las ciudades flamencas más activas y de notable curso económico por su intensidad comercial. Allí contacta con la comunidad hispana, tan destacada, en la que abundaban mercaderes con raíces burgalesas y valencianas, no pocos conversos. Con los Valldaura entabla relación y en mayo de 1524 se casará con una de las hijas de Bernardo y Clara, Margarita, que le sobrevivirá una docena de años. Brujas se convertirá con el tiempo en su verdadera patria, como revela la dedicatoria a los burgomaestres del De subventione pauperum (1529) y el que pasara en la ciudad sus últimos meses. En 1517 ya está en Lovaina como preceptor del joven Guillermo de Croÿ, obispo de Cambrai, sobrino del poderoso señor de Chièvres, factotum político en esos momentos en la corte de Carlos de Austria. Al ser nombrado Croÿ por León X titular de la sede primada de España, la de Toledo, la fama del preceptor se fue extendiendo. Pero en febrero de 1521 muere de repente el prelado, por lo que tuvo que hacer uso Vives del nombre adquirido para incorporarse a la Universidad lovaniense, donde se consolida su cimiento intelectual humanista. En Lovaina ejerce a la vez la docencia privada a españoles con inquietudes y que se convierten en discípulos con proyección posterior. Son Honorato Juan, futuro maestro de Felipe II y de su hijo Don Carlos, Pedro de Maluenda, capellán imperial de Carlos V y teólogo de fama en Trento, y Diego Gracián de Alderete, intérprete de lenguas del César Carlos y traductor al español de los clásicos griegos. Pero es en la Universidad donde la relación con personalidades como Martin Dorp, el vicerrector Jean Briard y otros le facilita el asentamiento profesional. En Lovaina sigue con textos de trasfondo cristológico que da a la luz, Genethliacon Iesu Christi y De tempore quo, id est, de pace in qua natus est Christus. También publica unas Meditationes in septem Psalmos poenitentiae dedicadas a su discípulo Croÿ, y en las que destacaba el salmo V, su favorito. En 1518 compuso la Fabula de homine, sobre la representacion del hombre en la Naturaleza y una prelección a las Geórgicas de Virgilio, y en 1519 esboza una historia crítica de la filosofía en De initiis, sectis, et laudibus philosophiae y una nueva versión de Veritas fucata, donde hay duras palabras para la literatura liviana, especialmente la poesía. Anima senis es una prelección de este período, basada en el texto Ad Catonem Maiorem de Cicerón donde se trata de la vejez. Pero de entre todos estos opúsculos sobresale el In pseudodialecticos ya mencionado, recomendado por Erasmo a Tomás Moro, donde se destaca la ausencia de conocimiento verdadero en la Universidad de París. Los años lovanienses ya pusieron de manifiesto la facilidad de Vives para la composición pues debemos mencionar el Pompeius fugiens (1519), donde se aprecia la atracción por el género declamativo al igual que en las Declamationes sex, comentario a las cinco declamaciones silanas más la de Lépido, según Salustio, a las que añadió una contestación a una de Quintiliano (1520) tras la propia quintilianea; de entonces es el comento al ciceroniano Somnium scipionis, una prefación al mismo, la Vigilia, y otros breves escritos paralelos (1520) donde ya se observa su descontento con la Universidad lovaniense aunque en realidad es una doctrina para príncipes; de las mismas fechas es el Aedes legum (1520), que refleja su gusto por la filosofía del Derecho, plasmado en una nueva versión de la praelectio a las Leyes ciceronianas (1520). Asimismo escribió con estilo salustianeo un comentario a la vida de César escrita por Suetonio (1522). De todos estos escritos, parte fueron impresos en Lovaina en 1519 y 1523, por Teodorico Martens, y parte ya en Amberes en 1520 por Michel Hillenio, su impresor en la ciudad antuerpiense en el futuro.

Pero de los textos lovanienses hay dos de especial repercusión. El primero es el conjunto de comentarios a los XXII libros que forman De Civitate Dei, de san Agustín, para el proyecto erasmiano de Opera que estampa en Basilea Johann Froben. En julio de 1522 los dedicaba a Enrique VIII pero hasta entonces realizó Vives un esfuerzo intelectual tan notable, reflejado en la importancia de los propios comentarios, que le lleva al decaimiento físico y la saturación anímica de Lovaina. El trabajo no agradó del todo a Erasmo y ya no volvieron a colaborar, además, se granjeó la animadversión de los dominicos lovanienses. Diversos lugares de estos comentarios, no incluidos en los Opera vivesianos de Basilea de 1555 ni en la que preparó Gregorio Mayans en Valencia, publicados desde 1781, serán objeto de censura por parte de la Inquisición romana y desde 1571 por parte de la hispana, ya que figuran en el índice que preparó Arias Montano en los Países Bajos. Estando todavía en Lovaina, escribe en octubre de ese año, 1522, una carta política a Adriano VI, De Europae statu ac tumultibus, donde ya se ve su preocupación por la concordia entre las naciones cristianas. De esos meses es el ofrecimiento de la Universidad de Alcalá de Henares de la cátedra vacante tras la muerte de Nebrija. Llegaba en buen momento por el hastío docente del humanista en Lovaina pero la realidad inquisitorial era más fuerte que nunca con relación a su familia y debía estar al cabo del nuevo arresto al padre, producido el seis de octubre. Finalmente, el seis de septiembre de 1524 sería llevado al brasero. Y en 1528, tras veinte años muerta, se le hace proceso a la madre y se desenterrarán los restos para ser quemados en diciembre de 1529, por lo que la situación no era la apropiada. De hecho, a quien se le adjudica la cátedra complutense, Juan Ramírez, se le hará información de limpieza unos años después. Aunque a tenor del epistolario parece que en algún momento pensó en viajar a España en 1522, se decanta por la protección real que como patronos le brindaban Enrique VIII y su mujer, la española Catalina de Aragón.

La proyección de los años ingleses (1523-1528). Ya en julio de 1522 escribía Vives a su amigo Cranevelt que a su alrededor sentía todo desapacible. La protección de Catalina, de la que ya gozaba antes de partir a las Islas en otoño de 1523, y fuertes contactos como el que mantenía con Tomás Moro, le deciden a partir a la corte inglesa. Pronto se incorpora a la vida académica de Oxford en el colegio de Corpus Christi y a la vez es consejero de la reina y preceptor de la princesa María. En Oxford impartía autores familiares ya en Lovaina, como Cicerón, Lucano, Virgilio, Salustio y otros pero a diferencia del período lovaniense la producción de este quinquenio no tiene su origen en la Universidad. Ahora está en su actividad al lado de la Familia Real como preceptor y consejero, con contenidos no académicos sino de vida. Es el caso de De institutione feminae christianae, escrita en Brujas pero pensando en la reina Catalina, según se deduce de la dedicatoria fechada en abril de 1523, con vistas a la formación de la princesa María. Hasta el año siguiente no se estampa en el taller antuerpiense de Hillenio pero será uno de los textos de mayor fortuna y éxito editorial. Pronto será traducida al inglés por Richard Hyrde y el propio Moro pensó hacerlo. En ella se trata de los tres estados civiles de la mujer en sociedad, doncella, casada y viuda. Igualmente pensando en María Tudor compone De ratione studii puerilis, con una carta a la reina y otra a Carlos Mountjoy dedicándole la segunda parte. Es un breve plan de estudios donde se aconsejan lecturas formativas de autoridades clásicas y santos padres además de algún texto moderno de Erasmo y la Utopía de Moro. Ese 1523 escribe De consultatione, sobre el género deliberativo y a petición del embajador de Carlos V Luis de Flandes, señor de Präet, y dos oraciones de Isócrates, que traduce del griego al latín, Nicocles y Aeropagitica, en las que se trata de las relaciones monarca-súbdito y de la labor de gobierno de la realeza. Las dedica al cardenal Wolsey, que le había apoyado.

El año siguiente redacta dos obras que irán asociadas en las sucesivas impresiones, el Satellitium animi, sive symbola, conjunto de máximas sapienciales acabadas en Brujas, donde fue y vino en estos años ingleses, y que endereza a la princesa María. En el futuro serán del gusto de María Tudor, que las leerá a menudo y empleará en diversas ocasiones como lemas. Y la Introductio ad sapientiam, otro texto de fuerte repercusión en cuanto a lectura y número de ediciones. Fue escrita en el verano, en Brujas igualmente. Richard Morison la traduce al inglés y aunque el planteamiento inicial parece que era un curso de filosofía moral en Oxford, tendrá un eco extra-académico. A mediados de los años veinte le preocupa particularmente a Vives la cuestión de la guerra y la paz entre los cristianos y consecuencia de ello es un grupo textual formado por dos cartas de 1525 y un diálogo del año siguiente. La primera carta, de marzo, fue dirigida a Enrique VIII, De Francisco Galliae rege a Caesare capto, a raíz de la captura del monarca galo por el César Carlos. La segunda, de octubre, asimismo se dedica al rey Enrique, De pace inter Caesarem et Franciscum Galliarum regem, y le pide que influya en Carlos para lograr la paz. El diálogo de 1526 es la pieza más importante, De Europae dissidiis et bello turcico y se imprime en diciembre, en unión al resto de estos textos que comentamos bajo el título de De Europae dissidiis et Republica además de Nicocles y Areopagitica y la carta a Adriano VI, De tumultibus Europae. Se debe el diálogo De Europae dissidiis et bello turcico, en gran parte, al impacto que le había producido al humanista la toma de gran parte de Hungría por los turcos y la necesidad de concordia entre los cristianos. Es un diálogo de relevante interés literario con inspiración en Luciano de Samósata y su estilo dialógico. Al empezar 1526 dedica a la ciudad de Brujas otro tratado de repercusión histórica, De subventione pauperum, a petición también de Luis de Flandes. En él hace propuestas sobre lo urbano y el tratamiento de la pobreza que serán de consecuencias teóricas en otros autores y también prácticas. Entretanto, no olvidaba a sus amigos lovanienses y en 1526 escribió un epitafio a Martín Dorp.

El año 1527 no publica nada nuevo pero sigue escribiendo y en 1528 redacta un opúsculo que complementa a De institutione feminae... pues trata del marido, De officio mariti, tal vez pensando en Enrique VIII y sus carencias matrimoniales. Cuando llega a Brujas en julio, ya para no volver a Inglaterra a causa del divorcio regio, lo dedica al duque de Gandía, Juan de Borja, con el que mantenía relación pues un tío suyo era criado del mismo y en su corte había personas de letras conectadas con el valenciano, como Bernardo Pérez de Chinchón.

El período brujense (1528-1537). Al volver a Brujas, Vives irá trabajando en textos concebidos en Inglaterra. Unos son políticos, de trasfondo pacifista, pero en su cabeza cobraba forma una gran obra enciclopédica de carácter pedagógico, De disciplinis, impresa en Amberes por Hillenio en 1531. Los primeros son de 1529, igualmente de publicación antuerpiense en ese año, y sobresale por su altura y poso de pensamiento que va más allá de las circunstancias el De concordia et discordia in humano genere, de génesis anterior pero concluido por entonces. De 1528 a 1531 pasa momentos difíciles económicamente pues pierde la pensión inglesa pero dedica De concordia al Emperador y desde el mismo 1531 es agraciado con una pensión imperial que suponía la mitad de sus gastos anuales. Complemento de De concordia es De pacificatione, en el que el autor parece jugar con el concepto de paz pues lo dedica al Inquisidor General Alfonso Manrique cuando en España los restos de su madre estaban siendo exhumados para quemarse. En 1529 publica además en Brujas, en el taller de Croock, una meditación sobre el salmo XXXVII, que trata de la Pasión de Cristo, y un comentario al sudor de Cristo en el calvario. Ambos textos se justifican por la peste de la ciudad y la extensión del llamado entonces sudor angelicus. Pero la obra más importante de esa época y una de las más destacadas en la producción vivesiana es el tratado De disciplinis, compuesto de tres partes, una primera de siete libros, De causis corruptarum artium, otra de cinco, De tradendis disciplinis y una tercera de ocho, concebidos aparte por lo que en algunas ediciones no aparecen, De artibus. Por las aportaciones sustantivas de este conjunto de libros Vives ha sido llamado por los viejos estudiosos “padre de la pedagogía moderna”, ya que otros relevantes teóricos le siguieron. Es todo un programa de educación con pasajes fundamentales. La dedicatoria a Juan III de Portugal tuvo tanto eco, o más incluso, que la dirigida a Carlos V, al frente de De concordia. Con el De ratione dicendi, de 1532, vuelve a la escritura de textos menos ambiciosos pero que a la larga se conforman en tratados que no son de circunstancias. Tras dos años de pausa en la aparición de escritos, publica en 1535 De communione rerum ad Germanos inferiores como réplica a la comunidad de bienes que se propugnaba en ese momento por los revolucionarios anabaptistas de Munster. Y en agosto ya había concluido una agrupación devocional con preces, meditaciones y un comentario al Padre Nuestro, titulada Excitationes animi in Deum e impresa por Hillenio en Amberes. De poco después, en 1536, es el tratado sobre la redacción epistolar, De conscribendis epistolis, dedicado a Juan de Idiáquez, secretario del Emperador. Pronto se hizo de referencia y se publicó junto al de Erasmo.

Los últimos años (1537-1540). En 1537 Vives debía necesitar un cambio de aires tras casi una década en Brujas y además nuevos ingresos, por lo que decide aceptar la preceptura privada de Doña Mencía de Mendoza, marquesa de Cenete, casada con Enrique de Nassau, cortesano del César y de su mayor confianza pues formó parte de los primeros consejeros de Estado. Con vistas a esta docencia impartida en la fortaleza de Breda, propiedad del conde de Nassau, escribe entonces unos comentarios alegóricos a los Bucolica virgilianos y en este contexto compone Linguae latinae excercitatio, los célebres Diálogos, que sin embargo, y dado el nivel de latinidad de la Mendoza, parecen escritos pensando más en un adolescente, a buen seguro el príncipe Felipe de Austria, a quien los dedica y al que los hace llegar enviándoselos al Emperador. Tal vez quería compensar la pensión percibida durante estos años o simplemente contribuir a la formación principesca. Aparecen en marzo de 1539 en Basilea, en las prensas de Roberti Winter. En estos años finales de la vida del valenciano hay una reconciliación con la imprenta de Basilea, tan difusora del humanismo, desde las consecuencias de la mala venta de los comentarii a san Agustín de 1522 y la contrariedad erasmiana. Tal vez, en la no impresión de Vives en Basilea durante estos largos años esté la sombra de Erasmo, muerto en 1536, y su influjo en los impresores de la ciudad. Las relaciones entre ambos se fueron enfriando desde mediados de los años veinte, más a medida que pasó el tiempo.

En 1538, el humanista Grynaeo solicitó del valenciano una Censura a las obras de Aristóteles para unos Opera del mismo de la que se ocupaba y que su amigo le remitió para publicarse de seguido. Pero entonces estaba azacaneado con dos textos mayores, dos tratados de aliento. El primero, De anima et vita, lo culminó y lo ve impreso a fines de ese año por Winter. Dedicado al duque de Béjar, trata en él de las emociones, de las cualidades del alma humana y su manifestación en la vida y de otros singulares aspectos antropológicos del interior humano. La proyección de la obra es histórica, al igual que otras indicadas, y tuvo especial eco en la filosofía del siglo XVII. El otro tratado que no pudo acabar en vida y que se publicó póstumamente por su amigo Cranevelt, que lo retocó, es De veritate fidei christianae, obra extensa, apologética de la fe cristiana frente a la musulmana y a la judía, que rebate mediante diálogo en el libro V, y que tuvo aceptación tanto en el campo católico como en el protestante. Parece que data el inicio de su redacción de 1535 y fue costosa de elaborar por sus miras y sus otras ocupaciones. En 1539, muerto el conde de Nassau, regresa a Brujas gastado por el esfuerzo intelectual y docente de tantos años y fallece al año siguiente en mayo. Las palabras huecas con que alguna vez se ve acompañado el nombre del humanista se cimentan en esta sesentena de escritos y su significación.

 
 
B. POLÍTICA Y PAZ Arriba.
 
La unidad de Europa   Actuación de Vives como pacifista
. .
Pacifismo  
 

El pensamiento político y pacifista de Vives se encuentra en diversos tratados, publicados en lo que se ha llamado la summa política y la summa pacifista. La primera lleva el título colectivo de De Europae dissidiis et Republica (1526). Se trata de una recopilación de trabajos escritos los años precedentes y probablemente publicados por separado algunos de ellos. Los títulos que encierra son: Ad Adrianum VI de tumultibus Europae, Ad Henricum VIII de rege Galliae capto, Ad Henricum VIII de regni administratione, bello et pace, De Europae dissidiis et bello turcico, Isocrates Areopagitica oratio, Eiusdem Isocratis adiutoria oratio, I.L. Vives D. Ioanni episcopo Lincolniensi. A su vez, la summa pacifista (1529) está integrada por: De concordia et discordia in humano genere, De pacificatione y Quam misera esset vita christianorum  sub Turca.

Como se puede comprobar por los nombres de las personalidades que aparecen en los títulos y en las dedicatorias, Vives, a pesar de ser un humilde humanista, se relacionó con los máximos dignatarios de la época, a los que escribió extensas cartas ofreciéndoles consejos para sus difíciles tareas. Entre esos personajes se encontraban Carlos V, Francisco I, Enrique VIII, Adriano VI, etc. Su mensaje era, como tendremos ocasión de comprobar, fundamentalmente pacifista y, por desgracia, lo que predominó en esos años fueron las guerras.Si las reflexiones y los consejos de nuestro autor no lograron la finalidad a la que iban dirigidos, por lo menos su esfuerzo no resultó inútil ya que incluso sus ideas hoy siguen teniendo vigencia. Concretaremos en tres puntos sus aportaciones en estos campos: la unidad de Europa, el pacifismo y las actuaciones de Vives como pacifista.

La unidad de Europa. De todos los humanistas fue Vives el que tuvo una conciencia más clara de Europa y es el que más veces emplea tal nombre en sentido no geográfico. Piénsese, por hacer una comparación llamativa, en que en toda la extensa obra de Erasmo no aparece Europa con ese significado ni una sola vez. Y, sin embargo, es un lugar común considerar a Erasmo como el prototipo del hombre europeo. Pero uno de los grandes especialistas en la historia del humanismo, el belga Joseph Ijsewijn, puso las cosas en su sitio al reconocer en Vives un espíritu europeo superior al de Erasmo:

“Además es en Brujas, donde se encuentra hoy el Colegio de Europa, donde son educados jóvenes en ese espíritu europeo que dominó también el pensamiento de Vives, todavía más que el de Erasmo”.También el filósofo italiano Mario Sancipriano descubrió esta faceta en la obra vivesiana: “y de tal sentido de equilibrio es máximo intérprete un filósofo español, Juan Luis Vives, que por su carácter y su propia biografía de ciudadano europeo puede constituir el mejor intérprete de esa política real que no desdeña una inspiración ideal”.

La idea de la unidad de Europa no nace en el siglo XX, sino que es muy anterior, ya que hay que considerar unidad europea cualquier consideración unitiva que se haya dado a lo largo de la historia, como reconoció magistralmente Hendrik Brugmans:

“Lo que, por el contrario es capital, es un substrato que ha permanecido común a todos nuestros pueblos incluso en la era de los nacionalismos, así como una serie de experiencias vividas en común. En fin, es un conjunto de aspiraciones de las que ninguna, ciertamente, es exclusivamente europea (todo valor espiritual tiene siempre el alcance de un mensaje universal), pero cuya convergencia y dosificación particulares caracterizaron nuestra parte del globo, distinguiéndola de todas las demás.

Gracias a ese substrato, a esas experiencias y a esas aspiraciones, Europa existe y ha podido extenderse a través del mundo desde la época de las exploraciones”.

Ya hemos aludido al frecuente empleo de la palabra “Europa” en la obra de Vives, y esto constituye un indicio de cuán intensamente sentía la realidad de Europa. Por esta razón, Antonio Fontán, que se ha destacado en el análisis del pensamiento político de Vives, afirma:

“Quizá quepa al valenciano el honor de haber empleado por primera vez, o con más énfasis que nadie al principio de la edad moderna, la voz Europa con la significación de una entidad humana colectiva de bien diferenciada personalidad”.

Ciertamente no fue Vives el primero en identificar Europa y cristiandad, pero sí fue el pensador que con más frecuencia en esa época utilizó el viejo nombre. En varios textos aparece clara la identificación por parte de Vives entre Europa y cristiandad. Así en la carta a Adriano VI expresa su preocupación por los problemas que acuciaban a Europa en aquellas fechas: las guerras entre los reyes cristianos y las disensiones religiosas:

“Pero mi preocupación nacía de que la cristiandad, tanto por las guerras como por las perturbaciones provocadas por hombres de malos sentimientos, había llegado a una situación tal que restituirla a su anterior estado era algo tan arduo y difícil como hermoso y dignísimo de toda alabanza”

Ante esos peligros Vives insitió en numerosas ocasiones en la necesidad de la unidad europea, amenazada, además, por el avance turco, como en estas líneas de su obra De concordia (lib. III):

“Desde Cádiz hasta el Danubio inferior, en el espacio que media entre ambos mares, tenemos una fortísima y muy poderosa europa, a la que, estando en concordia, no sólo no puedan cruzarse los turcos sino que con ella unida seríamos superiores en Asia, como lo demuestran tanto la naturaleza y el espíritu de los pueblos como los relatos de sus hazañas”

Pacifismo. Vives ha sido uno de los grandes pacifistas en la historia de la humanidad. Su mensaje de paz llegó a los reyes y a los papas de su tiempo, y sigue vigente para los hombres de hoy porque perduran las guerras y también porque subsiste un perenne anhelo de paz. Vives era un apasionado por la paz y por eso no se detiene en los razonamientos sobre la guerra justa e injusta sino que se preocupa solamente de resaltar los males de las guerras y los bienes de la paz. Podemos profundizar en algunos aspectos de su pacisfismo:

a) Pacifismo de corazón. El problema de las guerras se puede afrontar desde una actitud racionalista, discutiendo cuándo una guerra es justa y cuándo injusta, y desde una perspectiva vital, según la cual toda guerra lleva consigo grandes males para las personas de ambos bandos. La primera es propia de los escolásticos y la segunda de los humanistas. Vives se mostró reticente ante la teoría de la guerra justa por considerar que siempre es fácil encontrar una causa justa para quien está inclinado a hacer la guerra. Con muchos ejemplos podríamos confirmar esta idea de Vives. La inclinación visceral por la paz aparece reflejada en esta frase dirigida a Enrique VIII:

“¡Cuántos se han arrepentido de una guerra, incluso iniciada favorablemente, y ninguno de la paz conquistada con alguna desventaja o incluso injusticia!"

b) ¿Pacifismo absoluto?. Es este el punto central y más discutido del pacifismo de Vives, sobre el que se han formulado posiciones antitéticas, y nada menos que por parte de dos grandes especialistas, que son Alain Guy y Carlos G. Noreña. Guy titula un apartado de su exposición “Un pacifismo integral”, y a continuación afirma:

“Se ve que, el pacifismo de Vives, aunque siempre matizado, es total y sin rodeos”.

Con anterioridad había defendido el pacifismo absoluto de Vives Carlos Riba. Por su parte, Noreña ha escrito frases laudatorias al pacifismo de Vives, pero junto a ellas ha escrito también frases muy duras, como las que siguen:

“Probablemente a causa de su fuerte sentimiento contra un estado musulmán, Vives no llegó a ver la necesidad de una política de acomodación y convivencia con el imperio otomano. Al contrario: se convirtió en uno de los cruzados idealistas y profetas alarmistas que continuamente exigían una alianza europea contra «las hordas invasoras de Asia». Su pacifismo cristiano no era lo bastante extenso como para abarcar a los soldados de Solimán, a quien consideraba como el azote de Dios y la perdición de la cristiandad europea”.

Con estas palabras, no demuestra que Vives tuviera sentimientos antimusulmanes, y mucho menos que fuera un cruzado idealista  y un profeta alarmista. Ante un imperialismo como el turco, que en aquellos años había avanzado por Europa de manera alarmante, parece razonable que se intentara ponerle freno. Y no fue solo Vives el que lo hizo, sino también Erasmo e incluso Lutero, nada sospechoso de antipacifismo o de connivencia con la política imperial de Carlos V.

Con el pacifismo de Vives hay que hacer una distinción entre guerras entre príncipes cristianos, por una parte, y, por otra, la guerra contra los turcos en aquellos años de su avance imperialista. Respecto a las primeras, Vives muestra un pacifismo absoluto y sin fisuras, ya que, según él, los conflictos entre los príncipes cristianos debían resolverse mediante la caridad cristiano, sin entrar a distinguir entre guerra justa e injusta. Por lo que se refiere a la guerra contra los turcos se produce en Vives una evolución en los años que median entre la publicación de las dos summas (1526-1529). En efecto, mientras en la primera anima a los príncipes cristianos a unirse para impedir el avance turco, en la segunda recomienda el amor hacia ellos y el tratar de elevarlos a la verdad mediante una vida recta y ejemplar.

c) Pacifismo como forma de concordia. La originalidad de Vives en el tratamiento del pacifismo consiste en encuadrarlo dentro de un marco más general, como es la concordia. La concordia empieza en cada persona y continúa en la familia y en la sociedad, y sólo así habrá concordia y paz  entre las naciones. Lo contrario de la concordia es la discordia, y la guerra es una forma de discordia. En efecto, las guerras continuas entre las naciones no son más que el reflejo de la discordia existente en la sociedad, incluso entre las personas que la deberían rechazar con mayores motivos, como son los eruditos, los filosóficos, los teólogos y los hombres de religión.

d) Fundamentación del pacifismo. El fundamento último del pacifismo de Vives es la naturaleza misma del hombre, hecha para la concordia y la paz; es cierto que esa naturaleza se encuentra degenerada por el pecado, pero también lo es que fue restablecida por Cristo a su forma original. Vives no se limita a decir que la naturaleza humana es la base en la que radica el pacifismo, sino que descubre en el hombre muchos indicios o señales de que está hecho para la sociabilidad y para la concordia. Entre estos indicios está la inteligencia, por la que el hombre hace descubrimientos útiles a toda la sociedad. Duespués la razón, la voluntad, la memoria, el habla, la escritura, el rostro, la debilidad humana y, finalmente, el odio a la soledad.

e) Contra los militares, contra los imperios y contra las armas. En varios pasajes de su extensa obra dejó Vives constancia de su mala opinión acerca de la forma de ser y de la conducta de los soldados, especialmente los españoles, así como sobre la de los jefes, que se suelen atribuir injustamente el mérito de las victorias. Por lo que se refiere a los imperios su opinión no puede ser más negativa, y de ahí su interés en poner de relieve que los extensos dominios de Carlos V no se debían a la conquista sino a la herencia. Como no podía ser de otra forma, Vives estaba profundamente preocupado por el poder destructivo de las armas, cada vez mayor debido al constante esfuerzo de la inteligencia humana por superar las de los enemigos.

f) Causas de las guerras.  El análisis de las causas de las guerras es llevado a cabo para que su conocimiento sirva de freno a los principios, en cuyas manos está el declararlas. Para Vives la causa más profunda de las guerras y de las discordias en general es la soberbia, que ataca sirviéndose de la envidia y de la cólera. En la superficie aparecen otras causas como el honor herido, las mujeres (Guerra de Troya), las ofensas recibidas y las disputas por posesiones.

g) Consecuencias de las guerras. Con la misma intención de apartar de las guerras describe Vives las terribles consecuencias de las mismas, tanto el orden material como en el del espíritu, con el agravante de que permanecen generaciones. Especialmente interesante en este apartado resulta la reflexión de Vives sobre las consecuencias económicas de la guerra, entre las que señala la interrupción del comercio, el incumplimiento de los contratos en los negocios y la inflación, con la añadidura de que se enriquecen los más indeseables.

h) Educación para la paz. Vives no se contentó con ser pacifista sino que además quiso enseñar a todos serlo, y a ello va encaminado su tratadito De pacificatione. Nada menos que al Inquisidor General Alfonso Manrique se atrevió a decirle:

“... de modo que, si deseas ser tal como se dice y se cree, conviene que pongas todo tu afán en la paz y la concordia públicas, y que tu persona se despoje de cualquier ornamento y honor que no sea el de pacificador”

A lo largo del tratado va animando a la pacificación activa a los diversos grupos de personas: reyes, magistrados y sus consejos, maestros, maridos, soldados, eruditos, sacerdotes, pontífices y, de forma general, a todos:

“Nadie debe eximirse de la tarea de la pacificación. Conviene que todos sean pacificadores, porque conviene que todos sean partícipes de esta gran adopción y que sean hasta tal punto hombres”

Actuación de Vives como pacifista. Nuestro autor no se limitó a dar consejos teóricos sobre la paz sino que se implicó de forma muy activa en conseguirla en casos muy concretos, como el de las continuas guerras entre Carlos V y Francisco I, así como en el de las desavenencias entre católicos y protestantes.

a) Paz entre Carlos V y Francisco I. Vives sentía un profundo amor por España (donde había nacido) y por Francia (donde se había formado intelectualmente), y por eso, ante las continuadas guerras protagonizadas por sus reyes su corazón estuvo desganado. Antes de la batalla de Pavía, en una carta dirigida al obispo de Lincoln, Vives veía en la fatalidad la causa de la guerra ya que todos querían la paz y, sin embargo, se imponía la guerra. Su preocupación llegó al máximo durante dicha batalla, tal como se expresa en una carta a su amigo Cranevelt. Tan pronto como se produjo la victoria de Carlos y ante la captura de Francisco Vives intentó una solución por medio de Enrique VIII. Por segunda vez, en la carta que dirigió a Enrique en octubre de 1525, volvió a reclamar su cooperación en la concordia entre Carlos y Francisco. Unos años más tarde, en la Dedicatoria a Carlos contenida en De concordia y después de exponerle las esperanzas que tiene depositadas en sus empresas toda la cristiandad, le anima a conseguir la paz con estas palabras:

“Nadie duda de que en tu espíritu te has propuesto algo la verdad insólito, una empresa consistente y duradera en la posteridad, una empresa como la desea el mundo, por estar muy necesitado de ella: sin duda la paz entre los príncipes, en la medida de lo posible firme y perdurable”

b) Pacificación entre católicos y protestantes. Si difícil fue la situación política que le tocó vivir a Vives, no lo fue menos la religiosa, con la terrible consecuencia de la división de la cristiandad. Los orígenes del problema religioso hay que situarlos en el final de la Edad Media con el cisma de occidente, con la venta de las indulgencias, la escasez e incultura del clero, etc. El movimiento humanista cristiano dio muestras inequívocas de anhelo de renovación, criticando con espíritu reformista ciertas prácticas y corruptelas de la Iglesia. No de otra forma han de ser interpretadas las críticas al papado por parte de Erasmo, Moro y Vives. Más allá fue la rebelión de Martín Lutero en 1517, cuyas ideas encontraron amplia resonancia rn las gentes del pueblo y en algunos poderosos.

Las primeras impresiones de Vives ante el conflicto planteado por Lutero, de las que tenemos testimonio en una carta a Cranevelt, reflejan desinterés e indiferencia. Sin embargo, algo debió ocurrir en el tiempo inmediato para que el problema luterano pasase a ser en él motivo de honda preocupación, tal como aparece reflejado en la carta a Adriano VI el 12 de octubre de 1522. Tal cambio estuvo motivado no por el interés teológico de Vives sino por la gran repercusión social y política suscitada. Téngase presente que Carlos V había convocado un poco antes a Lutero a la dieta de Worms, finalizada con la radicalización de las posturas. Es en este contexto donde se inscribe la lúcida visión de los hechos por parte de Vives, quien apuntó de forma certera los principios en los que debía basarse la solución. Ya otros habían señalado la necesidad de un concilio general y él mismo insistirá repetidas veces, pero lo más importante de su contribución no radica ahí sino en el fino análisis de las posturas enfrentadas, en la distición de lo que era esencial y accesorio, así como en la necesidad de concesiones mutuas. Sus propuestas tienen vigencia incluso en la actualidad en una hipotética unificación de las diversas confesiones cristianas.

Las propuestas de Vives para la convocatoria de un concilio que fuese capaz de poner fin a las discrepancias luteranas puden ser resumidas en los siguientes puntos:

a) Cuidar la solución de las personas intervinientes en atención a su doctrina y moderación.

b) No cede a presiones externas.

c) Determinar con precisión qué era lo esencial y qué lo discutible en todo el litigio.

d) Encontrar fórmulas adecuadas a los elementos esenciales.

e) Dejar lo restante en la discusión de las escuelas y universidades.

f) No atacar a las personas sino los errores.

 
 
C. SOCIEDAD Arriba.
 
Origen de la pobreza   Municipalización de la beneficiencia
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Concepto de pobreza El trabajo de los pobres
. .
La herencia  
 

Las ideas de carácter social de Vives se encuentran fundamentalmente en De subventione pauperum (1526) y De communione rerum (1535), dos obras muy diferentes tanto por su origen como por su finalidad. La primera fue emprendida por insinuación de Luis de Praët, a la sazón embajador de Brujas en Inglaterra, y tiene como finalidad solucionar el problema de la mendicidad en Brujas; la segunda tuvo su origen en los gravísimos problemas ocasionados por los anabaptistas, y pretende hacer cambiar de parecer a los que de buena fe se habían adherido a tal movimiento.

Las ideas sociales de De subventione pauperum son, sin ninguna duda, muy avanzadas, hasta el punto de haber sido interpretadas como socialistas por Alain Guy y como comunistas por Víctor Sanz. Por el contrario De communione rerum fue alabada como la primera obra anticomunista por Wenceslao Fernández Oliveros. Hasta tal punto son diferentes dichas obras que Joaquín Costa escribió que costaba trabajo pensar que ambas hubiesen salido de la misma pluma. Es comprensible, por tanto, que hayan podido ser tomadas como bandera de posiciones antitéticas

La solución entrevista por Vives tenía su base en la distinción de beneficiencia privada  y beneficiencia pública; por la primera conectaba con solución tradicional de la pobreza, mientras con la segunda se ponía a la cabeza de las ideas renovadoras que iban tomando cuerpo por aquellos años.

La beneficiencia privada tiene su último fundamento, según Vives, en la propia naturaleza caída, ya que en ese estado es natural que los hombres se hagan beneficios entre sí a fin de que la sociedad no desaparezca. No debe apartarnos de la beneficiencia el pensar que es mala la persona a la que favorecemos o que no se muestra agradecida, porque Cristo es garante de los pobres y recompensa en su lugar. Por otra parte, si los pobres son malos y desagradecidos es porque no los socorremos a tiempo. Tampoco debe apartarnos de la beneficiencia el deseo de dejar a los herederos más fortuna.

Pero lo verdaderamente innovador en De subventione radica en poner de relieve la obligación de las autoridades de la ciudad en la solución de la pobreza, hasta el punto de ser comparada a la de los padres con respecto a sus hijos dentro de la familia.

Además de tratar de solucionar el problema de la pobreza, Vives ofrece reflexiones sobre algunos temas relacionados con la idea central, como son: origen de la pobreza, concepto de pobreza, la propiedad, la herencia, municipalización de la beneficiencia y el trabajo de los pobres.

Origen de la pobreza. En su estado original el hombre podía satisfacer con facilidad sus necesidades sin tener que competir con los demás hombres, ya que había abundancia de alimentos que cualquiera podía conseguir. Esa situación idílica la perdió el hombre por la soberbia, por la que quiso ser igual a Dios, haciéndole caer del estado de felicidad a otro de escasez y dificultades. De ahí que la soberbia sea la última causa de las necesidades y de la miseria de los hombres. Una de las consecuencias del pecado de soberbia fue la repartición de las tierras colindantes a las poblaciones como medio de conseguir el sustento. El reparto de las tierras y del dinero  no consiguió su finalidad, que consistía en que todos los hombres tuviesen lo suficiente para cubrir las necesidades vitales, sino que se fueran produciendo desigualdades, originadas por las enfermedades, las guerras, las calamidades naturales, el derroche del patrimonio, la holgazanería, etc. Todo esto hizo que las diferencias entre unos y otros se fueran acentuando, hasta llegar a ser abismales en muchos casos.

Concepto de pobreza. Vives tenía un concepto muy amplio de la pobreza, ya que bajo ella incluía no sólo a los tradicionalmente considerados como pobres sino también a aquellos sobre los que sobreviene una desgracia súbita como cautiverio por guerras, prisión por deudas, incendio, naufragio, inundación, enfermedades y otras desgracias fortuitas; a todos ellos hay que prestar ayuda, y de una forma especial a los que sufren necesidades y no se atreven a exponerlas por proceder de una situación acomodada. Ahora bien, Vives no sólo considera pobres a los que carecen de dinero sino también a los que están privados de fuerzas corporales, de salud, de inteligencia o de juicio.

La concepción de la pobreza de Vives está muy alejada de la medieval, que la consideraba como una incitación a la caridad; por el contrario, Vives la concibe como una calamidad y una plaga. Por lo que se refiere a los pobres en concreto, nuestro autor da testimonio de conocer a la perfección sus miserias corporales y morales, entre las que abundan los vicios.

La propiedad: su función social. Para algunos estudiosos del pensamiento social de Vives, existe una diferencia insalvable entre lo defendido en De subventione y en De communione, ya que en la primera obra se muestra comunista y en la segunda claramente anticomunista. Por eso han tratado de encontrar una explicación a este cambio y la han encontrado en los terribles acontecimientos provocados por los anabaptistas, que trastocaron el pensamiento de un hombre tan sensato como Vives. Ahora bien, a pesar de que a primera vista da la impresión de que en De subventione Vives está en contra de la propiedad privada, si se hace un análisis profundo de la obra, se llega a la conclusión de que no es así. Que Vives admite la propiedad privada se deduce del título del capítulo nueve del libro primero: “Los bienes que a cada uno le da Dios no le son dados sólo por sí mismo”, donde claramente admite que Dios da determinados bienes a cada persona. En el mismo título sugiere en forma negativa lo que se ha llamado “función social” de la propiedad, esto es, que los bienes de cada uno son en parte propios y en parte ajenos. La propiedad y su función social aparecen íntimamente unidos en estos dos textos de De subventione (lib. I, cap. IX):

“Así, pues, que nadie ignore este hecho, que él no ha recibido su cuerpo, su alma, su vida y su dinero para su uso y utilidad exclusivos, sino que es administrador de todos esos bienes y que no los ha recibido de Dios con otro fin”

“Finalmente es ladrón quien no reparte a los pobres lo que le sobra de las necesidades naturales, y, si no es castigado por las leyes humanas, aunque también lo hicieran algunas, con seguridad será castigado por las divinas”

Las palabras de Vives son lo suficientemente claras como para haber demostrado con ellas que admite la propiedad privada, así como que esa propiedad tiene que cumplir con una función social de reparto de lo sobrante si quiere ser legítima.

De acuerdo con la anterior demostración el paso a loa defendido en De communione no resulta tan brusco. Es evidente que entre ambos tratados existen profundas diferencias, surgidas de la diferente finalidad de los mismos. En De subventione, destinado a poner de relieve la obligación de ayudar a los pobres tanto privada como públicamente, el peso de la argumentación se vuelca en los aspectos sociales de la propiedad; por el contrario, en De communione, surgido de los excesos del movimiento anabaptista, Vives insistirá en la defensa de la propiedad privada. ¿Se puede hablar de un cambio radical en el pensamiento de nuestro autor?. La respuesta es que no, puesto que hemos demostrado que en De subventione admite también la propiedad privada. Lo que sí debió de producirse es una gran preocupación en Vives por el temor de que se interpretaran mal sus palabras y pudieran servir incluso de apoyo a los anabaptistas.

El pensamiento de Vives sobre la propiedad ha sido interpretado de diversas formas. En el último tercio del siglo XIX Joaquín Costa, defensor del colectivismo agrario, vio en algunas frases de Vives el germen de dicho colectivismo, pero ello es debido a una inexacta interpretación de los textos vivesianos. Hay que notar que, si bien es cirto que en Costa predomina la interpretación colectivista del pensamiento de Vives, también lo es que entremezcla otra, la de la función social de la propiedad, a la que ya hemos aludido.

De ideología opuesta  a la de Costa, Adolfo Bonilla y San Martín admitió un cierto socialismo en Vives, al que trató de encontrar una explicación atenuante. Lo extraño es que este autor católico no aluda a la función social de la propiedad, señalada claramente por Costa.

Juan de Mata Carriazo, discípulo de Costa, realizó su tesis doctoral sobre las ideas sociales en Vives. En la introducción alabó decididamente a su maestro, pero no recogió de él la defensa de la interpretación colectivista, sino la de la función social de la propiedad.

El año 1937, en plena guerra civil española, aparecía la primera traducción castellana de De communione, debido a Wenceslao González Oliveros, quien no sólo acentúa la visión anticomunista de Vives sino que lo hace precursor de las ideas falangistas. Una tergiversación tan grosera no merece siquiera refutación.

Tres años después de la aparición del libro de Oliveros y con una ideología parecida publicaba, publicaba Mariano Puigdollers La filosofía española de Luis Vives, en la que resaltaba su anticomunismo y ponía también de relieve que Vives se había adelantado a la doctrina social de la Iglesia.

En 1946 el franciscano Juan Bautista Gomis publicaba su Criterio social de Juan Luis Vives en la que insiste en la defensa de la propiedad por parte de Vives así como en el rechazo del comunismo. También alude a la comunicación de bienes como medio de legitimar la propiedad.

En contraste con los tres últimos autores, Víctor Sanz en su obra Vigencia social de Juan Luis Vives no sólo se muestra claramente partidario de la interpretación comunista de Vives, sino que considera a los que no lo hacen así como faltos de ecuanimidad o apasionados. A la defensa del comunismo vivesiano por parte de Sanz hay que objetar que no son las frases aisladas las que dan la solución a las valoraciones de las obras sino el conjunto de las mismas. En efecto, algunas frases aisladas de De subventione pueden interpretarse como comunistas, pero la interpretación totalizadora va a favor de la admisión de la propiedad privada, eso sí, con una pronunciada función social.

La intepretación socialista de las ideas de Vives en De subventione se debe al filósofo francés Alain Guy, quien a pesar de utilizar el término “socialismo”, más bien tiende hacia el comunismo. En 1970 Carlos G. Noreña defiende la función social de la propiedad en De subventione, y lo mismo hacía en 1975 Antonio Fontán.

Después de haber examinado todas las interpretaciones sobre la concepción de la propiedad por parte de Vives, podemos establecer las siguientes conclusiones: 1ª. Vives muestra cierta añoranza por el comunismo en el estado de gracia original de nuestros primeros padres. También lo admite en la práctica de los primeros cristianos como algo excepcional; 2ª. En el estado de pecado original defiende la propiedad privada, con la obligación de cumplir con su función social; 3ª. No existe contradicción entre lo defendido en De subventione y en De communione, sino solamente variación del énfasis de acuerdo con las circunstancias: en la primera predomina lo social y en la segunda lo individual.

La herencia. Lo defendido por Vives acerca de la herencia puede considerarse consecuencia de su doctrina sobre la propiedad, que debe seguir cumpliendo con su función social en el paso a los herederos. Hasta tal punto estaba convencido Vives de que los bienes, incluso los recibidos por herencia, tienen que cumplir una función social que consideraba indigna de recibirlos a quienes no la iban a llevar a cabo: en este caso lo mejor que pueden hacer los padres es no dejar los bienes a tales hijos.

El pensamiento de Vives sobre la herencia puede sintetizarse en esta frase lapidaria de De subventione (lib. I, cap. VIII):

“Dejarás a los hijos abundantemente ricos si han sido instruidos en un buen oficio y en espíritu religioso”

Municipalización de la beneficiencia. Lo que distingue al sistema tradicional en el socorro de la pobreza del propuesto por Vives es el protagonismo del municipio en la organización de la beneficiencia. Para ayudar a los numerosos pobres de Brujas, Vives empieza por establecer sus diversas formas de vida: unos residían en hospitales, otros mendigaban públicamente y otros, por fin, soportaban la pobreza como podían en sus casas. Vives afirma taxativamente que el cuidado de todos ellos corresponde a las autoridades municipales, que establecerán un control sobre todos los pobres.

Por la abundancia de casos de falsos pobres Vives consideraba necesario que las autoridades tuviesen conocimiento preciso de los nombres de los pobres verdaderos y de la causa de su mendicidad. Por el entusiasmo con que se expresa Vives no puede caber ninguna duda de que estaba plenamente convencido de la bondad y eficacia de su sistema de beneficiencia, pero también lo estaba de que habría personas que se opondrían al mismo, ya que se enfrentaba al concepto tradicional de la pobreza en el cristianismo, que descansaba en la frase evangélica: “A los pobres siempre los tendréis con vosotros”. De acuerdo con ella, los comentaristas del evangelio sostenían que siempre habría pobres y que, por tanto, no se podía pretender erradicar la pobreza por ir en contra de las palabras de Cristo. Vives no estaba de acuerdo con esa interpretación pero tuvo que hacer verdadero malabarismo intelectual para, por una parte, no aparecer contrario a la sentencia evangélica y, por otra, seguir lo que le dictaba su inteligencia y sus sentimientos, que no eran otra cosa más que había que tratar de eliminar la pobreza.

El sistema municipal de beneficiencia propuesto por Vives no sólo iba a encontrar la oposición de los teólogos sino también la de los propios pobres y la de los administradores de los hospitales. A pesar de todas esas oposiciones, Vives estaba tan convencido de su proyecto que pensaba que nada debía impedir su realización. Este sistema no sólo ofrecía alojamiento y sustento a los pobres, sino que también procuraba el tratamiento médico de los que estaban enfermos. De forma especial se detiene Vives en el tratamiento de la locura, para la que ofrece cuidados avanzados para su tiempo. Al cuidado de los niños dedica un capítulo, en el que primeramente se ocupa de los niños expósitos; para ellos reclama un hospicio donde sean alimentados hasta los seis años; después pasarán a la escuela de pobres, para la que Vives exige maestros de educación esmerada y buenas costumbres. Allí se les enseñará a leer y escribir, así como la religión cristiana y los juicios rectos sobre las cosas. Educación parecida recibirán las niñas, a las que se les enseñará también a hilar, coser, tejer, bordar, cocinar y a llevar una casa.

El trabajo de los pobres. En el sistema de municipalización de la beneficiencia el trabajo ocupa un lugar importantísimo, tanto para cumplir con el precepto bíblico de comer el pan con el sudor de la frente como para contribuir a las necesidades económicas de los hospitales, teniendo siempre en cuenta, eso sí, la salud y la edad. La mejor forma de favorecer el trabajo de los pobres es la enseñanza de un oficio, a cada uno aquel para el que tenga mayor facilidad. De entre los pobres, los que normalmente encuentran mayor impedimento para el trabajo son los ciegos y, sin embargo, Vives quiere que todos ellos ejerzan algún trabajo, cada uno el que pueda. La misma exigencia muestra respecto a los enfermos y viejos.Las ideas ocupacionales de Vives han sido interpretadas recientemente desde los conceptos actuales de discapacidad y rehabilitación, lo que pone de manifiesto la extraordinaria riqueza en contenidos de esa obra pionera en muchos aspectos que fue De subventione pauperum.

 
 
D. PSICOLOGÍA Arriba.
 
1. Libro primero   3. Libro tercero
. .
2. Libro segundo  
 

Las aportaciones de Vives a la psicología se encuentran en De anima et vita (1538), una obra de plena madurez considerada por muchos especialistas como la más importante de su producción. Es evidente que resultará instructivo poner en relación el tratado de Vives con el De anima (en traducción latina) de Aristóteles, a pesar de que están separados por aproximadamente 1860 años. A primera vista hay más diferencias que parecidos, pero, si se estudian en profundidad ambas obras salen a la luz notables coincidencias. La primera es que ni Aristóteles ni Vives se plantean el problema de si el alma existe o no existe: ambos dan por supuesta su existencia. Si nos fijamos en los títulos aparece una diferencia evidente y es que Vives ha añadido et vita. Sin embargo, esta diferencia formal no responde a una concepción distinta, ya que Aristóteles en realidad estudia las manifestaciones de la vida, y será también lo que haga Vives. Por tanto, lo que hace nuestro humanista es explicitar en el título lo quee stá en la obra aristotélica.

Algo parecido puede decirse en relación con el estudio de las pasiones, a las que Vives dedica todo el libro tercero miestras están ausentes en el tratado aristotélico, pero hay que tener en cuenta que el estagirita se ocupa de ellas en su Retórica. Sí hay diferencia en relación a otros contenidos, ya que Vives incluye el tratamiento de la voluntad, de la memoria, del lenguaje, de la enseñanza y del sueño, ausentes en Aristóteles. También la hay en cuanto a la atención prestada a las observaciones de carácter experimental, en lo que se pone de manifiesto el interés de Vives por los conocimientos científicos. Así, por ejemplo, la observación de que los ciegos y los sordos tienen una especial sensibilidad en el tacto, o la afirmación de que las distintas facultades tienen distinta localización en el cerebro.

Otra diferencia importante es que Aristóteles estudia el alma desde un punto de vista naturalista, sin apenas tener en cuenta las connotaciones religiosas, que desde antiguo aparecían asociadas al alma. En Vives, en cambio, la perspectiva cristiana tiene importancia, como se pone de manifiesto al tratar de la inmortalidad del alma, que prácticamente está ausente en Aristóteles.

Tal vez la diferencia más llamativa resida en el distinto interés de uno y otro en definir qué es el alma. Para Aristóteles es algo fundamental y por eso enuncia y rebate las distintas opiniones de sus predecesores antes de dar su definición (412, b):

“La entelequia primera de un cuerpo natural organizado”

En cambio, para Vives es algo sin importancia, hasta tal punto que llegó a escribir esta frase casi lapidaria (lib. I, cap. XII):

“No nos interesa nada saber qué es el alma”

E incluso llega casi a identificarla con la nada:

“Pero tan poco puede procurar tan grandes fuerzas un componente accidental, toda vez que el alma es la más profunda y tenue de todas las cosas de la naturaleza, próxima a la nada, y ella misma casi nada, incluso a menudo nada en absoluto, que consiste en el solo conocimiento de nuestra mente”

Pero tal vez este desinterés no sea tan absoluto, por que el capítulo XII del libro I de la obra de Vives lleva precisamente el significativo título de “Qué es el alma”, y hasta llega a dar una definición (lib. I, cap. XII):

“El alma es el agente principal en un cuerpo apto para la vida”

en la que se percibe la influencia aristotélica. Parece como si Vives tuviera que cumplir con el expediente de dar una definición para pasar inmediatamente después al foco de su interés; así es, en efecto, como se demuestra con lo que dice a continuación de la polémica frase antes citada (lib. I, cap. XII):

“en cambio, nos interesa muchísimo conocer cómo es ella y cuáles son sus operaciones; tampoco el que ordenó que nos conociéramos a nosotros mismos, pensó en la esencia del alma, sino en las acciones para regular las costumbres, de suerte que, una vez expulsados los vicios, secundemos la virtud”

Claramente aparece aquí el moralismo de Vives, ya que la finalidad última del conocimiento de las facultades humanas y de sus actos es la práctica de la virtud, pasando, eso sí, por el intermedio de la educcación, como lo ha señalado Noreña en Luis Vives y las emociones:

De anima et vita, el trabajo más maduro de Vives, se escribió con la noble intención de sentar las bases de toda la reforma educativa: conocimiento total de la naturaleza humana en sus manifestaciones individuales, ricas, complejas, únicas y hasta cierto punto misteriosas”.

Una vez examinadas las características generales de la obra, resulta conveniente traer a colación algunas valoraciones de la misma, emitidas por grandes especialistas en la obra de Vives, como han sido Lange, Watson, Noreña y Sancipriano. Ya en el siglo XIX, A. Lange percibió con claridad el carácter innovador del De anima al afirmar:

“entra abiertamente por el camino de la experiencia, y en ciertos puntos con decidido éxito... Podemos, en tanto, tener a Vives sin reparo alguno tener a Vives por padre de la nueva psicología empírica”.

Por su parte, el inglés Foster Watson, entusiasta defensor del pensamiento de Vives, escribió un importante artículo con el significativo título de “El padre de la psicología moderna”, en el que justifica de este modo tal denominación: “Hemos visto anteriormente que Vives pone la finalidad de los estudios psicológicos en la observación de las manifestaciones del alma al exteriorizar sus actividades. Y de este modo, cuando observamos los resultados de la actividad psíquica en la fenomenología numerosa de los conocmientos, de los sentimientos y de los deseos, tanto en nosotros como en los demás, nos situamos en el punto de vista de la psicología empírica. Por esta razón, debe ser considerado Vives como el mantenedor de la defensa de este método antes que Francisco Bacon y que Renato Descartes”.

Carlos G. Noreña, en su excelente monografía Juan Luis Vives, afirma:

“La importancia y la originalidad de este libro, su significación para la historia del pensamiento, residen en que Vives, en lugar de trabajar con recursos y bagatelas metafísicas, observa y describe el mecanismo de las acciones humanas a partir de su origen en el conocimiento sensitivo hasta su plenitud en las decisiones de la voluntad”.

Finalmente, Mario Sancipriano, el mejor especialista en De anima et vita, acepta la taxativa afirmación de Watson de que Vives es el padre de la psicología modernay lo razona así:

“porque sugirió al Renacimiento el método de la observación y de la experiencia, desbordando los temas propios del humanismo; pero hizo esto guardando la unidad del ego, que permanece idéntico, mientras que sus actos y sus operaciones cambian”.

El De anima está compuesto de tres libros, cada uno con su correspondiente introducción : el primero está dedicado al alma de los animales, el segundo al alma racional y el tercero a las emociones.

1. Libro primero. Al principio del examen detenido del contenido es conveniente poner de relieve que, a pesar de que normalmente se acepta que Vives es el padre d ela psicología moderna, no todo en él es moderno y original. Él toma como base y acepta la terminología y conceptos antiguos y medievales (fundamentalmente de Aristóteles, Galeno y santo Tomás), pero también trata de evitar las discusiones estériles de los escolásticos, al tiempo que añade observaciones propias basadas en el razonamiento y en la experiencia. Por esta razón no se puede esperar un tratado sistemático y ordenado. Tal vez lo más notable de este desorden es que relegue al final del libro I (capítulo XII) la definición del alma, cuando lo lógico es que hubiera sido puesta al principio del libro.

Los dos primeros capítulos están dedicados a las operaciones vegetativas, comunes a plantes, animales y hombres: facultad nutritiva, en cuya explicación se sirve de los conceptos médico-filosóficos de calor y humedad, fundamentalmente de Galeno; facultad acrecentadora, concebida como una segunda creación, y facultad generadora, donde aparecen ideas falsas tradicionales como la de la generación espontánea de los insectos y la de que la hembra es un macho incompleto por falta del calor adecuado.

En los capítulos tercero a décimo se ocupa de los sentidos externos, sobre los que no muestra demasiado interés por no ser objeto de educación. En su tratamiento acepta la doctrina tradicional aristotélico-medieval de la correspondencia de los sentidos y los cuatro elementos (la vista es ígnea, el olfato y el oido de aire, el gusto acuoso y el tacto térreo, pero también añade conceptos nuevos como la distinción entre órgano sensorial, medio transmisor y objeto sensible, sugiriendo una teoría corpuscular de la sensación. Al lado de éste tratamiento teóricose encuentran observaciones empíricas como la compensación dada por la naturaleza a los ciegos y sordos, otorgándoles una especial sensibilidad al tacto, memoria rápida e inteligencia sutil. Vives se plantea una cuestión debatida por estoicos, epicúreos y académicos sobre si los sentidos pueden engañarnos. Defiende con los epicúreos que no pueden engañarnospero sí inducir a error, como la visión se ve obstaculizada por el hecho de haber niebla.

Los sentidos internos se diferencian de los externos en que no necesitan tener presente el objeto. La imaginación recibe las imágenes impresas a través de los sentidos, la memoria las retiene, la fantasía las elabora, la estimativa engendra la fuerza del juicio a través de los espacios sensibles, y finalmente, el sentido común hace que se distingan las especies que corresponden a varios sentidos. Estos sentidos internos tienen una localización precisa en el cerebro, lo que Vives aceptó de la medicina de su tiempo según se desprende de la forma impersonal “dicen” en el correspondiente pasaje (lib. I, cap. X):

“En efecto, dicen que en la parte superior de los sentidos está la sede y el origen de los sentidos, y que allí se forja la imaginacón; que en el medio reside la fantasía y la facultad estimativa y en la parte occipital la memoria. Esto lo deducen de este modo: cuando una de estas partes se lesiona, también su correspondiente función, sin que los demás se vean afectados”

En su preocupación moralizante y educativa lo que más preocupa a Vives era el control de la fantasía (lib. I, cap. X):

“Ésta actúa, expedita y libre, de forma sorprendente: inventa, reinventa, combina, desvincula y disuelve cuanto le place; junta las imágenes más separadas y separa muy lejos las más unidas. Así, pues, si la razón no la gobierna y reprime, sacude la mente lo mismo que la tempestad al mar”

El capítulo XI, muy breve, lleva por título “La vida racional”, pero sólo es para poner de relieve la diferencia entre los animales y el hombre. Finalmente, en el capítulo XII se pregunta “¿Qué es el alma?”. Ya nos hemos referido tanto al contenido de dicho capítulo, que es esencial en la concepción psicológica de Vives, como a su mejor localización al principio de la obra.

2. Libro segundo. El libro segundo, dedicado a la vida racional, consta de una introducción y diecinueve capítulos. La introducción tiene interés porque desde el principio aparece la preocupación de Vives, que no es otra que la de iluminar la voluntad por medio de la inteligencia. En los cinco primeros capítulos (conexcepción del segundo dedicado a la memoria y al recuerdo) se contiene todo el proceso del conocimiento intelectual. En él Vives se muestra original y prescinde de los problemas debatidos por los escolásticos, sobre todo de la distinción entre entendimiento agente y paciente. Hace una distinción entre inteligencia simple e inteligencia compuesta. La primera sólo comprende los objetos que se le ofrecen aun cuando sean variados y complejos, y no empiezan por una abstracción sino por una captación de lo singular. La inteligencia compuesta compara esas aprehensiones singulares y añade componentes no conocidos por los sentidos o, con otras palabras, se pone en marcha el proceso razonante, con la particularidad de que más allá de las experiencias sensoriales se hace muy problemático poder llegar a ideas universales debiendo contentarnos con aproximaciones, pero sin caer de ninguna forma en el empirismo. De ahí que concluya Noreña:

“Probabilidad, verosimilitud, conjetura, suposición, aproximación, son las mejores palabras para descubrir nuestro conocmiento de lo universal”.

Establece también la división en razón especulativa,  que tiene como objeto la verdad, y razón práctica, cuyo fin es la bondad, división ya conocida desde santo Tomás. El proceso cognitivo termina con el juicio, en el que se produce la aprobación o desaprobación de los argumentos presentados por la razón.

El capítulo segundo está dedicado a la memoria, y en él hace Vives numerosas aportaciones originales. Existen diferentes tipos de memoria, según se retengan mejor las palabras o los hechos, lo normal o lo extraordinario, lo antiguo o lo reciente. Es más fácil entender una lengua extranjera que hablarla. Unos memorizan rápidamente y otros retienen durante más tiempo. Puso también de relieve la importancia de la atención en la memorización, así como la posibilidad de mejorarla mediante el ejercicio y mediante la mnemotecnia. Particularmente interesante es la doctrina de la asociación de ideas, a la que hizo decisivas aportaciones, como reconoció W. Hamilton:

“En las observaciones de Vives está compendiado y resumido casi todo lo más importante de cuanto se ha dicho sobre el problema de la asociación mental, lo mismo antes que después”.

El capítulo sexto, dedicado al ingenio, es el que abre más perspectivas innovadoras y a su vez el que más ha influido en tratados posteriores. Baste pensar en el Examen de ingenios para las ciencias de nuestro Huarte de San Juan. El punto de origen de su tratamiento reside en la importancia de la individualidad para el hombre renacentista.  El concepto de ingenio es bastante complejo y nada mejor que dar la definición de Vives (lib. II, cap. VI):

“Se ha convenido llamar ingenio a la fuerza total de nuestra muerte... el cual se ejercita y manifiesta mediante la ayuda de sus instrumentos”

Queda claro, por tanto, que se trata de un intento original de comprender la relación entre mente y cuerpo, y de las diversas posibilidades en esa relación se originan los diversos ingenios. Por otra parte, es evidente que lo que predomina en el ingenio es la mente, la inteligencia, pero la “inteligencia global” en palabras de M. Sancipriano. La clasificación de los ingenios está basada en la fisiología de Galeno  (espíritus, bilis, flema, etc), pero esto no es obstáculo a la originalidad de las discripciones (lib. II, cap. VI):

“Algunos tienen energías de ingenio capaces de soportar el esfuerzo y persisten en el trabajo... por ello tales ingenios son idóneos para las artes manuales. Otros poseen fuerzas escasas y débiles, y no pueden permanecer largo tiempo trabajando... Unos rehúyen el esfuerzo de poner atención, a causa de la materia pesada y densa... Otros no sufren que se les obligue... Algunos corren rápidamente, pero no largo trecho... Otros avanzan más lentos, así llegan también más lejos... Muchos necesitan descansar a menudo para tomar nuevo impulso... Hay ciertos caracteres impertérritos y concordes consigo mismos... Algunos son muy agudos en una sola cosa... Otros, cualquier objeto al que se aplican directamente, lo examinan con agudeza, penetración y sutileza... Ciertos ingenios cambian a mejor, como los coléricos cuando se han apaciguado; otros se mudan a peor como los flemáticos”

Aun sin ser de la trascendencia de los capítulos anteriores, los temas tratados en los restantes capítulos del libro segundo son interesantes y sobre ellos hace aportaciones originales, como sobre el lenguaje (capítulo VII), el método para aprender (capítulo VIII), la voluntad (capítulo XI), la mente en general (capítulo XII), el sueño (capítulo XIII), el hábito (capítulo XV), la vejez (capítulo XVI), la muerte (capítulo XVIII), la inmortalidad del alma (capítulo XX).

3. Libro tercero. El libro tercero es bastante más extenso que los dos primeros y, sin duda, es el más importante en la concepción general de Vives sobre el alma. El autor se vanagloria de haber sido el primero en haber estudiado de forma conveniente la problemática de las pasiones y de las emociones en general, pero resulta evidente que se basa en lo escrito por Aristóteles, los estoicos y Santo Tomás. Con todo, el mejor conocedor de esta sección del De anima, Noreña, ha podido emitir este autorizado juicio:

“A pesar de su profunda deuda con la tradición, el tratado de Vives sobre las emociones consigue ofrecer un enfoque personal que es único en la literatura sobre el tema”.

Por lo demás, resulto curiosos que otros dos grandes filósofos, Descartes y Spinoza, pretendieran ser también los primeros en estudiar las pasiones, no tanto al definirlas como al hacer agudas observaciones sobre las mismas. Por ello su tratamiento debe ocupar un lugar destacado en la historia de la comprensión de esta parte del alma, siendo claro precedente de Montaigne, Descartes y Spinoza.

En la introducción del libro define así las emociones (lib. III, Intr.):

“... los actos de estas facultades de los que nuestro espíritu está naturalmente dotado para recaudar el bien y evitar el mal se llaman afectos o emociones, por los cuales somos impulsados hacia el bien o contra el mal, o nos alejamos de éste”

Aristóteles consideraba que las emociones formaban parte de la naturaleza humana y, por otra parte, Vives pensaba que Dios concedió al hombre estas facultades para hacerlo partícipe de la felicidad divina al poder buscar el bien y evitar el mal. De ahí que afirme Noreña:

“La teleología aristotélica y la teología cristiana son los fundamentos del pensamiento de Vives sobre las emociones”.

A lo largo de los veinticuatro capítulos del libro estudia la naturaleza de cada una de las pasiones, apoyándose en la tradición (clásica, patrística y medieval) y haciendo notables consideraciones originales. Al ser numerosas las pasiones estudiadas no es posible hacer en esta breve síntesis un resumen de lo tratado en cada una. Por esta razón terminaremos con un juicio de conjunto de Noreña:

De anima et vita de Vives dio los primeros pasos para una descripción de las reacciones emocionales, una descripción que permaneció cercana a la vida real y estuvo guiada por la introspección y la observación, más que dirigida por conceptos y principios metafísicos como había intentado el pensamiento escolástico con poco éxito”.

 
 
E. FILOSOFÍA Arriba.
 
1. La filosofía en el primer Vives   3. De disciplinis y el pensamiento posteriorp
. .
2. La Introductio ad sapientiam 4. Referencias filosóficas
 

El pensamiento filosófico de Vives tiene como contexto el Humanismo renacentista como fenómeno de ideas, el cual alcanza su última realidad en el siglo XVI tras las manifestaciones anteriores. Es una perspectiva del mundo, como dijo Eugenio Garín, sub specie hominis, es decir, bajo el hombre como consideración capital, y para ello hay una búsqueda de la perfectibilidad humana partiendo de lo natural. Hay por tanto, dentro de esta corriente de pensamiento, una concepción del saber ajustada al hombre y no tanto a las estructuras que le rodean. De este espíritu bebe el valenciano y así, en lo filosófico, pronto denosta el saber imperante en la vida universitaria propugnando el conocimiento desde el interior de uno mismo, no desde organizaciones sociales, para a través de su idea de sabiduría alcanzar el mayor conocimiento de sí mismo e intentar llegar a la noción de Dios.

La filosofía, en tiempos de Vives, es todavía un panorama unitario en el que los principios de la ciencia moderna y de la metafísica, aún y por muy poco tiempo, tenían las mismas referencias cognoscitivas. Por ello los planteamientos filosóficos no atañían solo a las ideas sino que eran concepción de vida en un marco de protagonismo del hombre, de lo antropológico, en sociedad. No era nuestro humanista un pensador de sistema filosófico, al modo luego de Bacon o Descartes, y a los que precisamente se ha visto influidos por él a causa de determinados aspectos de su pensar, pero a lo largo de su extensa producción hay claves de reflexión que forman un conjunto de ideas filosóficas.

1. La filosofía en el primer Vives. Durante la estancia en París, en su afamada Universidad (1509-1514), Vives contactó con los criterios de saber imperantes en los ambientes académicos. Allí observó la importancia de las disputas escolares basadas más en los procedimientos que en los contenidos y el peso de la escolástica terminista, tan oscura para los ajenos a la vida docente. A causa de la influencia determinante de la escolástica medieval y de la tradición de los comentadores a los comentadores de Aristóteles, la transmisión filosófica era hierática en gran medida, cimentada en lo dialéctico. Esta es la justificación de un escrito que le procuró nombre pronto, In pseudodialecticos, publicado ya en Lovaina en 1519, donde esta dialéctica ergotista, con sus simbolismos lógicos, es objeto de sus críticas. No está en contra de la dialéctica, entendida como saber expresado a través del lenguaje, sino de la futilidad de los esquemas ideológicos que la sustentaban. Como trasfondo está la pugna entre lo natural y lo no natural en la formación de la persona, cuestión que se repetirá en su producción, y el criterio de instrumento y no de fin, con respecto a la lógica, que enlaza directamente con Aristóteles y no con sus comentadores medievales. Este opúsculo le dio fama de crítico no sólo en esos momentos sino en la posteriedad. El tono crítico está presente también en la temprana prelección Sapiens (1514) y en Veritas fucata y su versión posterior de 1523. En estos años ya se expresa una de las ideas más fuertes en toda la reflexión vivesiana, la de verdad, que es una constante en sus escritos posteriores. Una de sus facetas críticas más citadas es por ejemplo la que mantuvo con respecto a los libros de caballerías, precisamente tachados por ser falsos, en una crítica de significativa aceptación en España, nación donde tanto se leyeron. Estas críticas se pueden leer en De institutione feminae christianae (1524), lib. I, cap. V, y en De tradendis disciplinis, segunda parte de De disciplinis (1531), en el lib. II, cap. VI. Llega a tratar específicamente de lo verdadero y lo falso en De censura veri, también una parte de De disciplinis.

La conciencia de lo necesario de la reflexión filosófica es temprana en el pensador y la valoración de conjunto que tiene su perspectiva es histórica en una primera época. Tras su experiencia parisina publica asimismo en Lovaina un opúsculo donde trata de los orígenes de la filosofía, De initiis, sectis, et laudibus philosophiae (1519) y en él escribe aludiendo a los primeros filósofos, que éstos estimaban con razón que “está bien claro que sólo la Filosofía es el don que los dioses inmortales nos concedieron extraordinario y óptimo”. Gracias a esta actitud de “conocimiento histórico” adquiere en pocos años una fuerte erudición sobre muchos aspectos de todos los filósofos y pensadores anteriores. Esta cuestión conecta con su perspectiva de “curso histórico” en la que juega un aspecto importante el influjo agustiniano. En los comentarios a De Civitate Dei (1522), de san Agustín, está ya la idea de sapientia christiana de que el saber humano lleva al divino, partiéndose del respeto al orden natural. En estos años ya hay así conceptos de fundamentación agustiniana que se desarrolan en la Introductio ad sapientiam (1524) y luego en De anima et vita (1538) y De veritate fidei christianae (1543), especialmente el de la “universalidad de la iluminación” desde una vida de virtud.

2. La Introductio ad sapientiam.p Durante los años veinte, en Inglaterra, tiene Vives una actividad donde lo pedagógico es sustantivo tanto en su pensar como en su hacer cotidiano en Oxford y en la preceptura de la princesa María Tudor. En este contexto redacta en Lovaina, en 1524, un compendio de máximas sapienciales de enorme repercusión en cuanto a número de ediciones y de lectura tanto en la Europa católica como en la protestante. En esta obra la asociación del concepto de sabiduría al de virtud y juicio es permanente para poder conocerse uno a sí mismo y pretender alcanzar esa meta para la que está hecho el hombre, que es el conocimiento de Dios, lo cual repetirá en De prima philosophia, parte de De disciplinis (1531). Para ello el hombre dispone de los instrumentos del saber, particularmente de la inteligencia, la memoria y la aplicación. Sobre el ingenio hace diversas consideraciones en la Introductio... que profundizará en De disciplinis y en De anima a partir del triple criterio de que inteligencia es agudeza para intuir, capacidad para comprender y facultad para juzgar a través de la comparación (punto 145 de la edición del Ayuntamiento), lo cual vemos en el epígrafe siguiente.

En la Introductio... se desarrolla una filosofía del vivir ético basado en la autoconciencia del bien y el mal. En general, en toda la obra flotan los principios antagónicos como vía de selección por parte del hombre en su conducta (virtud/vicio, saber/ignorancia, etc). Se observa un programa de cualidades de humanidad, entendida ésta moralmente. No en vano se publica en unión del Satellitium sive symbola y de las dos cartas que conforman De ratione studii puerilis, en una agrupación textual que se mantendrá desde 1524 y especialmente a raíz de la edición-tipo de París de 1527, impresa por Simón Colines. La Introductio... y el Satellitium esán escritos en estilo sapiencial a modo de reflexiones sentenciosas numeradas que resultaban de fácil memorización, como de hecho se ha comprobado que ocurrió. Los tres textos están dirigidos a estudiantes preuniversitarios y más que tener un carácter normativo de educación suponen un conjunto de premisas que compendian la reflexión vivesiana de forma representativa en lo relativo a la antropología, psicología, teología y otras notables disciplinas. De hecho se parte de la unión entre alma y cuerpo y las circunstancias de ello en la vida cotidiana, como la relevancia en las costumbres saludables, la cual repercute en la sanidad de la propia vida del alma, y que es lo que realmente ocupa el centro de la atención vivesiana. En la Introductio... hay un tratamiento inicial de la idea de alma que se desarrollará en De anima (1538) pero queda manifiesto, así, dice Vives en el punto 125:

“Este es el orden de la naturaleza: que la sabiduría rija todas las cosas, que obedezcan al hombre los demás seres que vemos; mas en el hombre, el cuerpo a la mente y la mente a Dios”

La consideración de la vida humana está en conexión con la perspectiva espiritualista pues opina que el ánima, parte inferior del alma en conexión con las pasiones, debe estar educada para llegar al juicio recto mediante el modelo de virtud, modelo que se puede imitar en los sabios (puntos 172, 521-37), ya que virtud es la más excelente de todas las cosas y sólo los mejores sirven para ello (punto 206-207). Con relación a los bienes materiales, son necesarios en cuanto que precisamente cubren necesidades pero por ello las riquezas son merecedoras de denostación pese al gusto del hombre por ellas (puntos 42-61). Para saber distinguir bien el vicio de la virud, lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, la educación del ánimo debe hacerse con un correcto proceso de aprendizaje que dura toda la vida y en el que además de la vida cotidiana virtuosa es relevante la religión, que es el modo de conocimiento de Dios (punto 261). La religión es tan importante en el prograna vivesiano que dedica un apartado a ella en la Introductio..., considerándola vía de saber más allá de lo material que suponía lo eclesial y lo litúrgico en ese momento, aspectos entonces objeto de debate tan intenso entre protestantes y católicos. En este sentido es la Introductio... germen de De veritate fidei christianae. Pero también hay pensamientos sobre la convivencia entre los hombres que están en la base de De concordia et discordia (1529), véanse los puntos 361 y siguientes.

La conciencia introspectiva de la obra forma el texto como una filosofía moral que resume y esboza el pensar de Vives.  La parte final de la Introductio... se centra en el conocimiento propio, como base del auténtico saber, y para ello se debe ejercitar la conciencia de uno mismo pues nos dará claridad ante Dios (punto 570). Vuelve sobre el alma como la parte más preciada del hombre (punto 576) para que el lector nunca olvide la relevancia de su cuidado, que empieza por nuestros actos, de ahí la atención que se presta en la obra a la ética de vida que nos conduce a la verdadera sabiduría, la que une lo humano al acceso de lo divino.

3. De disciplinis y el pensamiento posterior. Consecuencia de sus vivencias pedagógicas en Inglaterra Vives hace una reflexión detallada sobre las artes y disciplinas. Por ello va madurando la elaboración de una ambiciosa obra, De disciplinis (1531) formada por varias partes, donde iba a abordar por extenso el estado de las disciplinas y las reformas que proponía. Su perspectiva de las letras humanas y su adquisición va más allá de lo formativo en sociedad y tiene conexión en relación a su pensamiento filosófico. La primera parte precisamente lleva por título De corruptis artibus, y es que en su idea de saber es notable el relieve de las disciplinas y su correcta adquisición como vía de conocimiento. La idea de juicio recto que expresa en la Introductio ad sapientiam se complementa con el programa de adquisición de saberes que desarrolla en De disciplinis, conectando ambas inquietudes con el criterio de sabiduría basado en la virtud y la ética. En esta época se afianza en Vives el criterio de asentamiento en la persona de los conceptos de argumento y autoridad, su examen y validez, y la necesidad que de ellos tiene el hombre para ejercer un juicio correcto. Esto se comprueba en De instrumento probabilitatis, una de las partes de De artibus, el tercer grupo textual de De disciplinis. También se repiten, bajo nuevas elaboraciones, los conceptos de verdad, como se ve en De tradendis disciplinis, la segunda parte de esta obra. En De tradendis... se consolida la perspectiva de la experiencia como razón en el hombre que busca la verdad. Este gusto por la experiencia y la razón ha hecho que sea llamado el “filósofo del sentido común” por Menéndez Pelayo. Pero si la percepción exacta de lo exterior en el hombre es la vía adecuada para el entendimiento por parte de éste, las condiciones de lo interior en él, de lo introspectivo, suponen un aspecto fundamental en su idea de la persona como ser pensante. El estudio de ese lado introspectivo de la personalidad, como las pasiones y otras realidades, que desarrolla en De anima et vita (1538), es clave para entender la visión del hombre en el mundo, partiendo del alma y sus conductas, que tenía Vives. Lo psicológico no está separado de lo filosófico en el valenciano.

Su planteamiento de las artes en la sociedad va unido al sentido de finalidad que tiene el hombre con respecto a la Naturaleza. La capacidad racional posibilita el entendimiento de las cosas partiendo del aprendizaje por las disciplinas y de la vida en general como fuente de conducta moral, que enaltece a la propia dignidad humana. Esto ya esta en la Fabula de homine (1519), donde se destaca el singular lugar del hombre en la Naturaleza; es tal vez el escrito de Vives que más enlaza con los textos de los humanistas italianos del XV. Pero, al contrario que en ciertas corrientes de la filosofía italiana anterior, no se puede disociar en Vives la concepción del hombre como ser de la concepción de Dios como realidad. Por eso el póstumo De veritate fidei christianae (1543) es, además de un elaborado tratado apologético, una de las obras del humanista donde se plasma a la postre el sentido no sólo religioso sino filosófico que tenía de la existencia humana. Por eso al empezar el lib. I de esta obra escribe que todo sabio tiene un fin. Cabe recordar que la última reflexión que hace en la Introductio ad sapientiam es la de indicar que el conocimiento de uno mismo lleva al de Dios y concluye la obra con una admonición al “Dios sabio”, en una concepción filosófica no exenta de teleología. En De prima philosophia, una de las partes de De artibus, repite el mismo criterio de unir sabiduría, suma sabiduría, a idea de Dios a través de lo verdadero:

“Lo que es natural no puede originarse a partir de lo falso, y en efecto, Dios no ha dotado al hombre con opiniones falsas sobre las cosas, y no puede haber ningún argumento más verdadero que el hecho de que todo el mundo siente de una determinada manera... ¿Qué ignora Dios, o qué hay en que nos quiera equivocados?. Él quiere que nosotros, su obra, tengamos opiniones verdaderas sobre Él y sobre todas las cosas, y nuestra ignorancia no le puede aprovechar de ninguna manera. [...]. Por lo tanto, es evidente que por naturaleza se ha inspirado en nosotros la idea de que Dios existe, ya que no se encuentra gente tan bárbara ni nación tan monstruosa a cuya alma no penetre la inteligencia y la concepción de Dios. Quien dirige sus ojos hacia lo sublime y hacia una visión tan grande y tan admirable, y examina el orden y la regularidad del cielo y del tiempo, de hecho no puede dudar de que todo aquello lo dirige alguna sabiduría superior”

Dejando a un lado la idea de Dios, su planteamiento naturalista, de razón práctica aplicada al conocimiento, le hace vincular en el hombre lo psicológico a lo fisiológico, en un todo cognoscitivo de originalidad filosófica que se ha visto precedente de Bacon y Descartes. No le preocupa tanto a Vives qué es el alma sino sus fenómenos que producen los mecanismos de funcionamiento que conducen a la física corporal, como explica en el lib. I, cap. XII, del De anima. Esto da idea de la metodología filosófica del humanista. Tras la Introductio... abunda en la teoría del ingenio, el cual es imprescindible para un pensamiento intelectual, reflexivo sobre la realidad de las cosas, siendo una idea de ingenio donde predomina la prudencia para evitar los peligros que acechan al hombre pensante, como la soberbia, la ira, el odio y la envidia, lo que expone en De tradendis disciplinis. Para acceder a la sabiduría, no basta el ingenio y su correcta aplicación, sino la memoria. En lib. II de De anima ofrece una definición sencilla y clara de ella, como facultad activa por la cual se conserva en la mente lo percibido por los sentidos. En ella se dan la mano entendimiento y erudición por el proceso discursivo. Para la memoria es elemental lo imitativo pues se sirve de modelos que fija para servirse de ellos en el futuro, de ahí el interés de Vives por que nuestros modelos de aprendizaje sean buenos y verdaderos, no malos y falsos. Del concepto de imitación trata en el lib. IV del De tradendis disciplinis. Los primeros maestros son los sentidos, dice en De anima (lib. I, cap. XII), y por eso no considera la redacción de una gramática para los rudimentos del latín sino unos diálogos vitalistas y cotidianos, aplicando él mismo sus teorías sobre la adquisición del saber, que debe ser efectivo y práctico. Esto conecta con la idea de aplicación, necesaria para el camino de la sabiduría. Es decir, la corrección de los dispositivos de conocimiento ayuda sin duda a adquirirle, por eso lo retórico como medio, con todas sus implicaciones como el bien hablar, conduce al bien pensar. Cuando en diversos lugares de su obra se trata del lenguaje, como en De recte dicendi, se va más allá de lo lingüístico y su marco implica una filosofía. En Vives hay una unión conceptual de fondo y forma y así lo expresado se justifica por cómo se expresa, al igual que la virtud va en consonancia con lo virtuoso, en un sentido grave de la existencia humana expuesto en el lib. I de De veritate fidei christianae. La idea de fin en la que cree el valenciano se desarrolla en su misma concepción filosófica de lo humano como itinerario que va de las cosas a Dios.

4. Referencias filosóficas. El valenciano percibe la Filosofía como un cuerpo de transmisión formado por auctoritas. Su relación con estas autoridades es más relevante de lo que se ha solido creer al atribuírsele con mucha frecuencia la característica de ser un pensador eminentemente crítico y de acusada originalidad. Por ejemplo, su denostación de la escolástica pseudoaristotélica ha hecho pensar en su escasa conexión con el pensamiento del estagirita cuando no es así. Se pueden indicar diversas cuestiones importantes cuyo marco es la filosofía aristotélica pero por ejemplo podemos decir que le sigue en el concepto de Filosofía Primera que desarrolla el griego en la Metafísica. La idea de que el hombre tiende a la sabiduría está en Platón y Aristóteles pero ambos perciben, al igual que el valenciano, que la verdadera sabiduría está en la divinidad. De Platón toma el humanista el concepto de sabiduría como ciencia que preside la acción virtuosa (República, IV, 443) y el sentimiento de armonía civil en una vida urbana también es de base platónica (Banquete, 209), de hecho, muchos lectores de la Introductio... eran burgueses urbanos.

También es perceptible Séneca en sus Epístolas morales, especialmente en el Satellitium, como mostró Bühler, donde hay un trasfondo estoico y prudencial de raíz senequiana precedente de aforismos y máximas de ese estilo que se dieron con posterioridad, caso de los de Baltasar Gracián en España. La unión entre lo humano y lo divino dentro de la sabiduría se halla en san Agustín (Contra Academicos) pero donde bebe el valenciano al santo de Hipona es sobre todo en De Civitate Dei, la gran obra que comentó y dio a la luz en 1522. Este Padre de la Iglesia dedica el libro VIII a la idea de sabiduría y conluye que es a la vez acción y contemplación, en una perspectiva que retoma Vives al entender las acciones de la vida como camino del saber y la contemplación de lo propio y lo divino como complemento imprescindible para ello. San Agustín conceptúa a la auténtica sabiduría como a la divina, mientras que la humana es ciencia y conocimiento. También santo Tomás de Aquino es referente. Coincide éste con Aristóteles en que el conocimiento de las primeras causas de las cosas es sabiduría. En la Summa teológica se observa que teología y metafísica aúnan revelación y razón natural, lo que enlaza con la actitud de Vives de unidad postrera entre fe y razón. Se pueden encontrar otras referencias pero estas son las más relevantes para hacer una aproximación básica a la filosofía de Juan Luis Vives.

 
 
F. PEDAGOGÍA Arriba.
 
Los escritos de los años veinte   Las obras de los años treinta
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De disciplinis  
 

La parcela de conocimiento en la que el pensar del humanista valenciano ha recibido mayor número de apreciaciones por su aportación es la de la pedagogía. Prácticamente, a lo largo de toda su extensa producción se puede percibir la preocupación pedagógica. Su idea del recto actuar en la vida tiene la mejor manera de profundizarse en las disciplinas y su correcta adquisición. En efecto, en obras de diversa base conceptual, ya sea crítica, moral, sapiencial, teológica, se encuentra la consideración pedagógica. Caben mencionarse In pseudodialecticos (1519), De institutione feminae christianae (1524), Satellitium sive symbola (1524), De ratione studii puerilis (1524), Introductio ad sapientiam (1525), De Officio mariti (1529), Introductio ad sapientiam (1524), De subventione pauperum (1526), De disciplinis (1531), De anima et vita (1538), y Linguae latinae exercitatio (1539), es decir, un alto y representativo grupo de escritos. Y se podrían añadir De concordia et discordia (1529) y De recte dicendi (1533). Pero cuando se cimenta la perspectiva de Vives en lo pedagógico es en los años veinte y culmina con una de sus obras mayores, De disciplinis.

Han sido diversos los estudiosos que se han aproximado al Vives pedagogo, baste citar entre los primeros por ejemplo a Namèche, Foster Watson, Parmentier y Peynaud, los tres últimos con tres acercamientos en un mismo volumen (Madrid, 1923) y en España, específicamente, se puede mencionar a Rufino Blanco (Madrid, 1935). Estos estudiosos y otros posteriores han definido las corrientes que inciden en la reflexión vivesiana al efecto, señalando la filosófica, con elementos clásicos que son socráticos, platónicos y estoicos y también cristianos, sobre todo patrísticos; otra línea es retórica y acoge a los grandes autores de ella, Isócrates, Cicerón, Quintiliano y la otra es la aristotélico-tomista que aporta el sustrato medieval de las teorías vivesianas en pedagogía. Aparte de esta herencia intelectual, buena parte de su criterio tiene referencias prácticas por su actuación docente. El eco de los juicios de Vives fue grande ya en su tiempo y luego se ha rastreado su presencia en importantes autores, que menciona Friedrich August Lange (Madrid, 1894), baste solamente indicar que la primera edición del Novum Organon de Bacon es de 1620 y que en 1612 se había publicado en Oxford De disciplinis, hecho sin duda conectado al texto baconiano.

Con relación a las disciplinas y su estado, su actitud intelectual es crítica, lo cual se mantiene con el tiempo, pero su sentido, denostativo al principio, se hace constructivo, como se ve por las directrices de De disciplinis, cuando tras observar las causas de corrupción en la primera parte, en la segunda se centra en la enseñanza de las disciplinas.  Hay que partir aludiendo a esta realidad en cuanto a su metodología, lo cual ha sido uno de los aspectos por los que se le ha adjudicado originalidad, pero en los fundamentos de esta postura subyace un sentido de dirección hacia la sabiduría, esbozado en el apartado filosófico de esta “Introducción”, por el cual todo lo que el hombre adquiere en cuanto a conocimientos debe ir orientado al supremo conocimiento, no el de las cosas sino el de Dios, a través de uno mismo; así, la referencia de su esquema pedagógico es teleológico. La glosa al primer emblema del Satellitium, “Scopus vitae, Christus”, es elocuente. Pero no por ello deja de mostrar las ventajas de la finalidad práctica del saber en una nueva sociedad, dinámica, como era la de la primera mitad del XVI. Aúna entonces finalidad espiritual y ética. En el fondo es una concepción socrática de saber como guía de lo moral y a la vez camino ideal para el buen obrar. Este buen obrar nace de la adquisición pedagógica y sus instrumentos, por ello es tan impotante la retórica en diferentes escritos de Vives y tiene tanto interés por las declamaciones, ya que el bien decir lleva al bien pensar. Este es un saber vital, para la vida, de normas morales cristianas donde lo importante es cómo saber bien, cómo hablar bien y cómo obrar bien, estando todo ello conectado.

Los escritos de los años veinte. El contacto con la Universidad parisina pronto impacta al joven Vives por observar una metodología de enseñanza caduca, hierática y teorética, lo que provoca en él una reacción crítica de primer orden que plasma en Adversus pseudodialecticos (1519), escrito que tuvo resonancia. Sin hacer las aportaciones que luego haría, entonces ya se muestra en el valenciano una idea de saber por contraste, es decir, no debía ser lo que se denunciaba. Pero es en Inglaterra cuando, por su docencia en Oxford y en los círculos personales de preceptura, van tomando cuerpo la mayor parte de sus criterios pedagógicos, tan atentos a lo práctico.

En esta década Vives se centró en la llamada pedagogía diferencial, es decir, en la dirigida a diferentes grupos sociales según los mismos. Abordó así la educación del gobernante, la de la mujer, la del hombre como protagonista social y la del desfavorecido. La traducción de las dos oraciones de Isócrates, Nicocles y Aeropagitica, tienen un trasfondo moral en el sentido de que el buen gobernante viene dado por su formación, que puede repercutir en su pueblo. En De concordia et discordia y De pacificatione estas bases morales de la educación del príncipe son más sólidas. De institutione feminae christianae tiene un marco moral más acusado aún, en el que la educación femenina debe estar guiada por la virtud, en sus tres estados de doncella, casada y viuda. No obstante, no descuida la faceta intelectual y trata de mujeres versadas en letras y aconseja lecturas que no podían dañar las costumbres femeninas, al contrario de otras que sí, como los libros de amores y caballerías. Una de las cartas de De ratione studii puerilis, donde se indican diversos consejos didácticos, la dirigió a la princesa María Tudor, y la otra a lord Mountjoy. La atención de Vives por la vida política en los años veinte hace que considere lo relevante de la formación del hombre público y del noble, tan destacado en ella, pero no ofreciendo normas sino que, en estilo y fondo sapiencial, prefiere dar máximas que sean guías formativas de conducta, caso de la Introductio ad sapientiam y Satellitium, que asimismo tuvieron gran acogida del hombre urbano en general, en concreto por parte de cierta mesocracia mercantil. Al hombre, en matrimonio, está dirigido De officio mariti, que complementa De institutione... pese a no tener su relieve. Al escribir del marido, denosta a los que creen que la mujer buena es la ignorante y cree al contrario que las más decorosas son las que tienen letras, aunque no llega a considerar la posibilidad de su protagonismo público en política y otras esferas, el cual debe ceñirse a la importante tarea social del hogar. En De subventione pauperum entiende que la educación del pobre debe estar orientada a la formación en un trabajo productivo, en un concepto de formación profesional que seguramente es el primer precedente de lo que hoy se tiene por tal.

De disciplinis. Esta obra se publica en Amberes, en el taller de Hillenio, en 1531, y es fruto de su experiencia docente universitaria y privada en Inglaterra. Es amplia y una primera parte, De causis corruptarum artium, consta de siete libros en los que se analizan los factores de declive de las disciplinas, como su nombre indica. Una segunda parte es más positiva y práctica, De tradendis disciplinis, y tiene cinco libros. La concepción original de la obra era así en dos partes, pero como tenía más escrito sobre las artes añadió una última parte, De artibus, que tiene foliación propia en la edición príncipe y que cuenta con ocho libros. Los tres iniciales son De prima philosophia, sigue De explanatione cuiusque essentiae, luego dos libros De censura veri, otro De instrumento probabilitatis y un último De disputatione.

 Las bases teóricas de De disciplinis están en tres referencias. El criterio filológico, de tradición grecorromana, es una de ellas y es uno de los puntos del humanismo pedagógico. Otra referencia es la búsqueda de un mayor cientifismo real, no verbalista, sino centrado en la significación de las cosas y en la correcta aprehensión de ellas según fines de mejora de uno mismo. El pensamiento tradicional cristiano y la nueva realidad de lo científico son dos ámbitos que une el valenciano mediante una filosofía del conocimiento de raíz teológica, y que es la tercera referencia. Con este marco, Vives se introduce en lo cotidiano del aprendizaje, sus problemas y sus soluciones de modo práctico. La perspectiva practicista de Vives queda manifiesta en el desarrollo de sus criterios sobre las capacidades del alumno. No plantea un sistema educativo ideal que deba implantarse al mismo sino que según las cualidades del propio alumno, debe orientarse determinada dirección pedagógica, como hace en De tradendis... (lib. II, cap. II). Indica autores según el carácter, y afirma que el que es sensual debe alejarse de Ovidio, el que es maledicente de Luciano, el que es irreligioso de Lucrecio, y el vanidoso de Cicerón, autores que potenciarían por su estilo esta inclinación (De tradendis..., lib. III, cap. V). El que sea quieto, paciente, y memorioso tendrá habilidad para las matemáticas y el sosegado y agudo para la dialéctica y retórica, dice en otro lugar. El experimentalismo se muestra cuando dice que al niño hay que darle materias para ver cómo reacciona ante ellas y observar su ingenio. Como se sabe, estos planteamientos para el ingenio y su examen están en la base del programa intelectual que en torno al mismo hace Juan Huarte de San Juan en España (1575), donde igualmente hay una fundamentación psicológica de lo pedagógico. La idea de “ingenio” está bien presente en el primer párrafo del prefacio de De disciplinis y a lo largo de la obra deja claro (De tradendis..., lib. II, caps. III-IV) que la entiende más allá del concepto de “inteligencia”; escribe en el prefacio:

"Envuelto en el pensamiento de que nada hay en la vida más hermoso y excelente que el cultivo del ingenio, cosa que denominamos “disciplinas”, y en la idea de que es esto lo que nos separa del modo de vida y de los comportamientos de los animales, que es lo que nos restituye a la condición de hombres y lo que nos eleva al mismo Dios, concluí poner por escrito [...], en consonancia con la naturaleza de los hechos, hasta llegar donde pueda, con el fin de que el ingenio se deleite en aprender movido por algún placer, y también de que reporte a los estudiantes el provecho más amplio. Así pues, adapté las disciplinas a lo práctico, para que los ingenios se sintieran llamados a este género de estudios. [...]"

Asimismo, para ver concretas habilidades o inhabilidades, el valenciano propone ejercicios, así, para la agudeza mental el hacer cuentas (De tradendis..., lib. II, cap. IV). Trata de cuestiones que hoy todavía son cotidianas, como la toma de apuntes, la realización de resúmenes y el uso de diccionarios, dando relieve así a la práctica del saber. La visión natural en Vives le hace comprender que cada alumno tiene su ritmo propio. Todo esto se debe a uno de los motores de su reflexión en este sentido, que es la metodología adecuada y su aplicación. De hecho, la crítica real de De causis... es por lo ineficaz de la metodología de las artes que contempla.  Lo innovador de las cuestiones metodológicas que va exponiendo enriquecieron perspectivas en el estudio de la historia, por ejemplo, donde observa instrumentos no muy atendidos hasta entonces, lo cual ha merecido la atención de los especialistas, como la cronología minuciosa o la geografía. En De causis..., lib. II, caps. V-VI, se trata no solo de la historia y el modo de estudiarla sino del historiador y asimismo en De tradendis..., lib. V, caps. I-II. En estos capítulos vierte su concepción de que la historia de los pueblos es la de su civilización, no la de sus guerras y su políticos, en una opinión civilizista. En los primeros fundamentos de la crítica histórica, se plantea por qué algunos hechos narrados por los historiadores carecen de total credibilidad, reflejándose una vez más su preocupación por la idea de verdad. Considera negativa la tendencia a exaltar la historia nacional, recogiendo la conceptuación renacentista de homo universalis, y aunque critica a Herodoto, observa que algunos de los historiadores antiguos son superiores a los modernos, como Tito Livio, Tucídides o Tácito, el cual tuvo mucho predicamento en la España de los Austrias. Debe enseñarse la historia civil y no la militar pues de la primera nace el Derecho y el discurso de las artes. Su criterio también es sapiencial pues la historia enseña prudencia, una de las vías de la vida que lleva a la sabiduría. Su orientación será seguida en España por ejemplo por Sebastián Fox Morcillo, autor de proyección europea, que en Historiae institutione dialogi (Amberes, 1557) y en De imitatione (Amberes, 1554) atribuye los mismos defectos que el valenciano a historiadores pasados y tiene la misma idea de honestidad para el historiador. Vives realza la naturaleza pedagógica del saber histórico.

Pero además de a las materias que se han de impartir y al alumno y sus perfiles, asimismo presta atención al profesor, capital en toda teoría pedagógica, y al que pide que nunca pierda su gravedad. En De tradendis... (lib. III, cap. II) opina que:

"El maestro de la escuela elemental será ajeno de aquellos vicios que suele traer consigo el ejercicio prolongado de la instrucción gramatical. Ciertamente, los preceptores, pues degeneran en la escuela por el roce con los niños, son arrastrados como por contagio a necedades y puerilidades, pierden por entero su gravedad y templanza, y, al verse obligados a prestar atención a los vicios de los niños, que son sin cuento y rebrotan incesantemente y que no puede digerir el estómago de ningún hombre, es casi inevitable que se vuelvan crueles y feroces"

Las condiciones ideales que establece para los docentes son las que se han mantenido luego durante siglos pero que en esos momentos no se daban del todo, competencia científica, capacidad pedagógica y vida personal ordenada que permita la función docente, sobre la que vierte opiniones jugosas. El maestro no debe ser mercantilista de su trabajo, ni ambicioso de honras o vanaglorias y otros vicios en los que se puede caer al ejercer el magisterio. Aparte de los sujetos de enseñanza trata del lugar, de la escuela, y su emplazamiento, condiciones, organización, y relación de ella con su comunidad. Este punto es uno de los más originales de Vives (De tradendis..., lib. II, cap. I) y tuvo tal eco en su día que se ha creído que buena parte del hecho de la fundación de la Universidad de Coimbra por parte de Juan III de Portugal se debió a las ideas que se ofrecen en este sentido y que tomó el monarca lusitano, a quien va dedicado De disciplinis, en dedicatoria de relieve. Vives es partidario de la educación pública pues la privada sólo debe ser ejercida para personalidades notorias y que su status impedía acudir a centros escolares. Platón y Quintiliano pensaban igual y el valenciano enlaza con ellos. Pero lo detallado de su programa al efecto le otorgó nombre en este sentido y varios pedagogos posteriores de talla, como Johannes Sturm, le siguen. Vives observa el establecimiento geográfico, la financiación pública, la selección de maestros, el rechazo a los internados, la importancia de la gimansia y las vacaciones y, en fin, aspectos hoy día básicos en la organización escolar y que entonces no lo eran tanto.

Las obras de los años treinta. Pero tras las notables aportaciones de De disciplinis, nuestro humanista hace más consideraciones en dos escritos, uno de elevado nivel teórico y el otro puramente práctico. De anima (1538) desarrolla en diversos pasajes el fundamento psicológico de su pedagogía. Cuando en De disciplinis expone la cuestión de los ingenios, muestra una primera reflexión desde la psicología empírica que elabora en el amplio friso de teoría introspectiva que es De anima. La base psicológica en la que cree para la correcta tarea educadora le ha hecho ser llamado el padre de la psicología pedagógica. En De anima dedica un capítulo al proceso de adquisición o aprendizaje (lib. II, cap. VIII) y en él se plasma su estilo naturalista en los procesos, como cuando escribe que el que enseña es como el sol que da calor a la semilla, que luego rendirá frutos por sí misma. En ese capítulo de De anima permanece la visión practicista al afirmar que más que lo que observamos, lo que se aprende es lo adquirido mediante ejercicio y uso. Las normas naturales que Vives contempla en los procedimientos adquieren plena categoría pedagógica años después, cuando el naturalismo se instale en las teorías de importantes sistemas pedagógicos, caso del de Comenio con su didáctica. La unión de perspectiva de lo psicológico y lo pedagógico que tiene Vives ha sido estudiada desde hace décadas, y se puede mencionar en España el estudio de Fermín de Urmeneta (Barcelona, 1949). Con frecuencia es Vives gráfico en sus opiniones y escribe en De anima que todo lo que hay en las artes estuvo primero en la Naturaleza, al igual que las perlas se encuentran en las conchas y  las piedras entre la arena. Por ello preconiza el método inductivo, conectado a su visión psicologista. También vuelve en De anima sobre el ingenio y las dotes de cada uno; al acabar el cap. VI del lib. II señala las cualidades de cada uno y no sólo en los estudios, ya que otros destacan en la conducción de negocios y otros son artistas, con dominio de lo manual, y las tres circunstancias son válidas. En las tres los sentidos juegan un papel clave y precisamente la ponderación de los sentidos en la pedagogía vivesiana es una de sus características. En De anima (lib. II, cap. VIII), al comienzo, escribe que la marcha del aprendizaje va de los sentidos a la imaginación y de ésta a la mente, que todo lo ordena, yendo el proceso de lo simple a lo compuesto. Se detiene así en la vista y el oído como puertas del conocimiento pero también en las manos y los pies. Este es el contexto que otorga a la lengua una función pedagógica capital. El lib. III de De tradendis... ya está dedicado a ella y parte de la vernácula para el progresivo aprendizaje del latín.

A lo largo de 1538 Vives escribe también unos diálogos, Exercitatio linguae latinae, para el aprendizaje de los rudimentos del latín y suponen una viva muestra de su concepción práctica del saber y su adquisición. A través de cuadros de situaciones cotidianas quiere que el niño se vaya introduciendo en el latín y no se le ocurre escribir una gramática, teórica, sino que prefiere unos diálogos de logrado efecto. Se publicaron en 1539 y es una de las obras de mayor éxito editorial de las del autor, desde el mismo instante de su aparición. Está dedicada al príncipe Felipe de Austria y parece que más pensando en él que en quien en esos momentos recibía su preceptura, doña Mencía de Mendoza, más adentrada en el conocimiento del latín. En los diálogos Vives incorporó neologismos latinos, en su percepción viva de las lenguas, para una mejor comprensión de los episodios narrados por parte del joven lector y ello fue criticado en España por el Brocense y Melchor Cano, los cuales fueron buenos conocedores de otros escritos de Vives, como los comentarios alegóricos a Virgilio y De disciplinis, respectivamente.

La gran cualidad de la pedagogía vivesiana es que se sustenta en diversos aspectos de modernidad, de originalidad, sobre todo si pensamos en las propuestas que hace y la realidad de unas décadas anteriores, cuando él nace. Subyace en su criterio pedagógico una llamada a la razón clara y a la metodología inductiva, de lo particular a lo general y basada en la observación, ajena a la sistematización medieval. Hay una búsqueda continua de unir rectitud moral y utilidad social, en un civilismo ético de base espiritual, cristiana, y que lo mismo tenía aplicaciones en el mundo católico que en el protestante. Con su teología cristológica ocurre en buena parte lo mismo y su base cristiana es tan trascendente que va más allá de lo estrictamente católico y lo protestante. Es una pedagogía que se dirige a la formación integral en un desarrollo del hombre como personalidad en sociedad, es decir, el ser humano tiene capacidades dadas por Dios que debe plasmar en la convivencia con los otros hombres para perfeccionarse a sí mismo y mejorar la sociedad, en una aspiración hacia lo divino desde lo humano. La educación es entendida como el itinerario del que se sirve el individuo en el conocimiento de sí mismo.

 
 
G. BIBLIOGRAFÍA Arriba.
 
1. Recopilaciones de textos y de parte del epistolario   5. Ediciones críticas latín-inglés 
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2. Textos-fuente en sus ediciones ideales 6. Estudios
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3. Epistolarios 7. Bibliografía general 
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4. Ediciones con traducción fiel  
 

Ediciones-tipo para el proyecto Vives-digital

Esta relación bibliográfica supone un corpus de distintas referencias que conforman en su agrupación la disponibilidad textual más rigurosa de la escritura de Juan Luis Vives y los estudios en torno a ella.

1. Recopilaciones de textos y de parte del epistolario

Opera. Basilea : Episcopio, 1555, dos vols.

Opera omnia. Valencia : Benito Monfort, 1782-1790. 8 vols.

2. Textos-fuente en sus ediciones ideales

(Pseudo-)Higino, Poeticon Astronomicon [París : Lambert et Kees, 1514].

Dullaert, J., Librorum metheorum Aristotelis... París : Kees, 1514.

Opuscula varia. Lovaina : T. Martens, [1519].

Adversus pseudodialecticos / Pompeius fugiens. Sélestat : L. Schürer, 1520.

Somnium et vigilia in somnium Scipionis. Basilea : Froben, 1521.

Declamationes sex. Basilea : Winter, 1538.

Sacrum diurnum de sudore... Lyon : Trechel frates, 1532.

Comentarii in XXII libros De Civitate Dei [de san Agustín]. Basilea : Episcopio et Frobenius, 1542.

Veritas fucata.> Lovaina : T. Martens, 1523.

Declamationes duae. Lovaina : T. Martens, 1523.

De institutione feminae christianae. Basilea : Winter, 1538.

Introductio ad sapientiam/ Satellitium/ De ratione studii puerilis/ Addita Suetonio. Basilea : Winter, 1537.

De subventione pauperum. Lyon : Trechel frates, 1532.

De Europae disidiis et Republica. Brujas : Crook, 1526.

De officio mariti. Basilea : Winter, 1538.

De anima et vita. Basilea : Winter, 1538.

De concordia et discordia/ De pacificatione/ De conditione vitae... Lyon : Trechel frates, 1532.

De communione rerum. Amberes : Keysere, 1535.

De disciplinis. Amberes : Hillenio, 1531.

In philosophicos aliquot M.T. Ciceronis libros doctissimorum virorum annotationes... [J.L. Vives, In somnium Scipionis Enarratio, siue vigilia]. Basileae : I. Oporinus, 1544.

De ratione dicendi/ De consultatione. Basilea : Lasio et Platter, 1537.

De epistolis conscribendis. Venecia : Nicolis di Sabio, 1537.

Aristotelis Stagiritae, philosophorum omnium facile principis, opera quae quidem extant omnia,... Item Io. Lodovici Vivis Valentini, de libris Aristotelicis censura, nunc recens et nata et edita. Basileae : [I. Oporinus], 1538.

In Bucolica Vergilii interpretatio. Basilea : Winter, 1539.

Linguae latinae exercitatio. París : Foucher et Gualtherot,1539.

Ad animi excitationem in Deum. Basilea : Winter, 1539.

De veritate fidei christianae. Basilea : Oporinus, 1543.

3. Epistolarios

Epistolarum farrago. Amberes : Simon, 1556.

Budé, Epistolae. París : Bade, 1520.

Bonilla y San Martín, A. (Edit.): “Clarorum Hispaniensium Epistolae ineditae”, en Revue Hispanique, VIII (1901) 181-308,

Allen, P.S./ Allen, M.H./Garrod, H.W.: Opus epistolarum Erasmi Roterodami. Oxford Clarendon Press, 1906-1958, 12 vols

Jiménez Delgado, José (Edit.): Epistolario de Juan Luis Vives. Madrid : Editora Nacional, 1978.

Ijsewijn, J. et alii: “Litterae ad Craneveldium Balduniae”, en Humanistica Lovaniensia, vol. XLI (1992) 1-85, así como en números sucesivos.

4. Ediciones con traducción fiel

En español las obras publicadas en la “colección Luis Vives” del Ayuntamiento de Valencia destacan por su calidad textual en la traducción y por los estudios anejos que las acompañan. Se trata de las ediciones más solventes, pero todavía no suponen la producción total del valenciano. Es la más representativa por la entidad de los textos, pese a quedar aún fuera alguna obra mayor, como De veritate fidei christianae.

Roca, Ismae/G[arcía] Noreña, Carlos (Edits.): De anima et vita, con Juan Luis Vives y las emociones. 1992

Calero, Francisco/Echarte, María José/Fontán, María José (Edits): De Europae disidiis et Republica, con Juan Luis Vives humanista,... 1992

Beltrán, Joaquín/Bernal, Carmen/Esteban, León (Edits): De institutione feminae christianae/ De oficii mariti, con Hombre-mujer en Vives. 1994

Calero, Francisco/Echarte, María José (Edits.): Linguae latinae exercitatio, con Los Diálogos. 1997

Roca, Ismael/Esteban, León (Edits): De disciplinis. 1997

Calero, Francisco et alii (Edits): De concordia et discordia con estudio de José Luis Abellán, El pacifismo... 1997

José Esteve (Edit.): Interpretatio in Bucolica... 1997

Roca, Ismael/Cabrera, Rafael (Edits.): Commentaria in XXII libros De Civitate Dei. 2000

Roca, Ismael (Edit.): Introductio ad sapientiam. 2001

Calero, Francisco (edit.): De subventione pauperum ; De comunione rerum ; 2004

5. Ediciones críticas latín-inglés

En inglés se han publicado los siguientes textos, con la particularidad de ser ediciones confrontadas latín-inglés.

C. Matheeussen (General editor) et alii:

Early writings. Leiden : Brill, 1987

Declamationes sullanae. Leiden : Brill, 1989

De conscribendis epistolis. Leiden : Brill, 1989

Early writings. Leiden : Brill, 1991

De Institutione feminae christianae. 1996 y vol. II en 1998

6. Estudios

Se trata de una selección no muy amplia, pero muy representativa. Son sin duda los mejores estudios. La exhaustividad la encontrará el lector en el estudio bibliográfico de Francisco Calero.

Bonilla y San Martín, A.: Luis Vives y la filosofía del Renacimiento. Madrid, 1929. Tres vols.

Mateu y Llopis, F.: Catálogo de la Exposición Bibliográfica...1940. Barcelona, 1940.

Estelrich, J.: Vives. Exposition... Dijon, 1942.

Pinta Llorente, M. /Palacio, J.M. (Edits.): Procesos inquisitoriales contra la familia judía de Joan Luis Vives. Proceso... Madrid, 1964.

Ijsewijn: “J.L. Vives: Reconsideration of a evidence..., 1512-1517”, en Humanistica Lovaniensia (1977)

G[arcía] Noreña, Carlos: Juan Luis Vives. Madrid : Ediciones Paulinas, 1978.

González González, E.: Joan Lluís Vives. De la escolastica al humanisme. Valencia, 1988.

González González, E. et alii: Vives. Edicions princeps. Valencia, 1992.

Gómez-Hortigüela, Á.: El pensamiento filosófico de Juan Luis Vives. Valencia : Institució Alfons El Magnànim, 1998.

Buck, A. (Edit.): Juan Luis Vives. Arbeitsgespräch in der Herzog August Bibliothek Wolfenbüttel vom 6. bis. 8. November 1980. Hamburg, 1981.

Fernández Nieto, J.M. et alii: Luis Vives y el humanismo europeo. Curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de 1991. Valencia : Universitat, 1998.

Moreno Gallego, Valentín: La recepción hispana de Juan Luis Vives. Valencia: Generalitat Valenciana, Conselleria de Cultura, Educació i Esport, 2006.

Mourelle de Lema, M. (Edit.) : Juan Luis Vives. Actas del Simposio de Valencia, octubre de 1992. Madrid : Grugalma, 1993.

Strosetzki, Ch. (Edit.): Juan Luis Vives. Sein Werk und seine Bedeutung für Spanien und Deutschland. Akten der internationalen Tagung von 14-15 Dezember 1992 in Münster. Frankfurt : Veronert, 1995.

Opera omnia. Valencia : Alfons El Magnánim, 1992. Solo el vol. I, de estudios introductorios.

González, Enrique / Gutiérrez, Víctor: Los Diálogos de Vives y la imprenta. Fortuna de un manual renacentista. Valencia : Alfons El Magnánim, 1999.

7. Bibliografía general

Calero, Francisco: Bibliografía sobre Juan Luis Vives. Valencia, Ayuntamiento, 1999. Se recogen cientos de entradas bibliográficas ordenadas temáticamente y por materias.

 
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