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Juan Luís Vives - Índice... > El Alma y la vida > Libro I > Libro I. Capítulo III: Los sentidos / Cap. III. De sensibus

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[Texto latino en imágenes]

[Pg. 59] CAPÍTULO III

LOS SENTIDOS 24

1. Esta clase de vida es común a las plantas y a los animales; pero en los animales vemos que existe algo de lo que carecen las plantas, es decir, el conocer, el ver, el oír, el tocar, el gustar, el oler, que se refieren a las cosas externas, mientras que toda la vida de las plantas converge hacia el interior, desprovista del conocimiento de lo externo. Tres son las clases de conocimiento: el primero el que percibe solamente los cuerpos presentes, el segundo que también alcanza a los ausentes, y el tercero que se aplica además a las cosas incorpóreas. El conocimiento primero se llama «sensación» o «sentido», aunque con nombre poco idóneo ya que tiene una amplitud no menor que el propio conocimiento. Mas debemos utilizar los términos consagrados no sea que resulte más claro hablar de «sensación corporal», lo que, sin duda, no puedo impedir. De hecho éste es el conocimiento del alma a través del instrumento externo del cuerpo.

2. Constatamos que en el animal hay ojos para ver, oído para oír, narices para oler, el paladar para distinguir los sabores y un cierto sentido, difundido por todo el cuerpo que percibe el calor y el frío, la humedad y la aridez. Éstos son llamados «sensorios» como órganos e instrumentos del sentir o receptáculos de las sensaciones, en [Pg. 60] los cuales aquella fuerza artífice y productora del sentir se llama sentido y lo que es percibido objeto sensible. 25 De este modo en la sensación existen dos primeros componentes: un vigor y un sensorio, uno y otro, sin duda, por la fuerza de la naturaleza; mas para que esta actividad se manifieste se debe añadir alguna cosa sobre la que ejercitarse, es decir, el objeto que es como la materia de la sensación. Por consiguiente, se juntan el sentido y el objeto a percibir para constituir la sensación. 26 Además, en la naturaleza las cosas diversas que se juntan, quedan asociadas por un medio adecuado a ambas, como sucede cuando el hueso se adhiere a la carne por los cartílagos. Así, pues, medio es lo que se adecua al objeto sensible y al sentido, como son el aire y el agua en la vista y el oído.

3. El medio tiene además otra función, la de hacer que el objeto sensible se debilite de algún modo por la distancia y llegue menos material al órgano del sentido y más conforme a la naturaleza del propio sentido que es más espiritual que el objeto sensible. Mas se requiere una distancia adecuada, porque si es excesiva, se atenúa o bien la imagen emitida por el objeto sensible, o bien la fuerza que imprime en el sentido el propio objeto, de modo que ya no pueda producirse sensación alguna. De esto puede verse una semejanza en el sello impreso en la cera, ya que si ésta es compacta en medio de ella la forma no se plasmará con tanta hondura como en la superficie próxima al anillo. Mas la distancia no es única, ni la misma en todas partes, sino que de hecho es diferente en cada caso, en proporción con el sentido, con el objeto sensible y con la cualidad del medio. Es preciso también que exista alguna analogía y proporción entre la fuerza sensitiva y su objeto sensible de modo que éste se halle comprendido entre los límites de aquélla y que, sin embargo, no sea tan tenue que pase desapercibido, como los diminutos granos escapan en el molino a la piedra molar.

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24 . Si bien en la doctrina sobre la percepción Vives se mantiene fiel al orden, método y conceptos desarrollados por Aristóteles en el libro II De anima, con todo Noreña previene al lector de que tales coincidencias en la estructura y en el contenido entre Vives y Aristóteles no le deben «inducir equivocadamente... a subestimar las importantes diferencias entre ambos pensadores»: cf. J. L. Vives y las emociones, p. 86.

25 . Vives precisa debidamente entre sensus = «sentido», que es la capacidad o poder de sentir y la sensio = «sensación» o acto de sentir. Ésta, como dice poco después, es el resultado del encuentro entre el sentido y el objeto sensible (sensile).

26 . Véase la nota anterior. Ahora bien, en el proceso de la sensación además de la capacidad de sentir imprescindible y del objeto a percibir, intervienen el órgano del sentido (sensorium) o receptáculo de la sensación y el medio transmisor entre órgano y objeto. Así el órgano puede inducirnos a engaño, según Vives, si está enfermo; el medio si obstaculiza, como en el caso de la niebla, del humo, etc...; el objeto sensible, si se encuentra en posición desfavorable.

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