Buscar: en esta colección | en esta obra
Gregorio Mayans y Siscar -... > Bibliografía > Tesis Doctorales - Las... > Capítulo XI. Conclusiones finales

Datos del fragmento

Pag. Inicio 437 Pag. Fin 444

Texto

[Pg. 437] CAPÍTULO XI

CONCLUSIONES FINALES

1.  A lo largo del presente estudio hemos elaborado unas conclusiones parciales sobre cada uno de los aspectos tratados en los sucesivos capítulos. A partir de los datos obtenidos, ofrecemos a continuación las conclusiones finales de nuestro trabajo.

La reforma de las letras españolas pasaba, para Mayans, por la recuperación del prestigio internacional de nuestra lengua, ya que el español debía ser el vehículo que facilitara el triunfo de los planteamientos ilustrados. Para conseguir este objetivo, propone don Gregorio un amplio programa de publicaciones de las obras de los mejores autores españoles y la elaboración de nuevas obras en nuestra lengua sobre todo tipo de disciplinas científicas y humanísticas, incluyendo tratados para su enseñanza que él mismo se proponía elaborar. Su confianza, muy ilustrada, en las ventajas que habrían de resultar de esta enseñanza por medio de métodos adecuados, se situó por encima del desprestigio intelectual que rodeaba tradicionalmente la labor del "gramático". Sin embargo, la falta de apoyo oficial y la dificultad para publicar este tipo de obras limitaron el alcance de su actividad, que fue, sin embargo, importante, sobre todo en la recuperación de los autores españoles que se habían ocupado del tema en siglos anteriores.

2.  Mayans se enfrenta al estudio de la lengua con el bagaje cultural de su formación clásica como latinista, por un lado, y, por otro, con la herencia de los novatores, de los que había recibido las nociones fundamentales de un método que aplicaba la Razón y el rigor de la crítica por encima de la obediencia a escuelas filosóficas concretas. A través de estos últimos llega a don Gregorio la herencia del humanismo español, en cuya tradición anclará unos proyectos reformistas basados en la superación de una doble carencia: el mal aprendizaje del latín y el desconocimiento de los autores [Pg. 438] clásicos, por un lado, y, por otro, el mal conocimiento y mal uso del español por falta del estudio y de la lectura de sus mejores autores.

Sus ediciones de las Reglas de Ortografía de Nebrija y de los autores recogidos en los Orígenes, son, en gran medida, el modelo para la superación de estas carencias. En ellas, Mayans difunde unas obras sobre la lengua española que eran desconocidas o de difícil acceso para, a partir de su consideración crítica, ofrecer su propia opinión sobre el asunto tratado en cada caso. Facilitaba así, tanto el conocimiento directo de las fuentes como el método para analizarlas y situaba sus propuestas en una tradición cultural contrastada.

3.  El análisis racional de los datos objetivos y de las fuentes documentales está siempre presente en las consideraciones de Mayans sobre los orígenes de la lengua española, en cuyo estudio sigue a Aldrete. Pero nuestro autor es un ilustrado cristiano para el que no hay contradicción entre Razón y Revelación, sobre todo cuando a esta última sólo se le pueden oponer suposiciones sin base cierta, como sucede en el caso del origen del lenguaje humano, para el que la Biblia le ofrece una explicación que don Gregorio acepta como suficiente desde una posición de fe. Sin embargo, la reflexión racional se impone cuando se trata de describir las características de la lengua en general. El testimonio bíblico no aporta ninguna información sobre las lenguas actuales, ya que la evidencia es que éstas son, por naturaleza, cambiantes, y en ningún caso cabe suponer conservaciones milagrosas. Aunque don Gregorio acepta la perfección de las lenguas bíblicas, en las que se daría una supuesta adecuación natural entre nombres y cosas, lo cierto es que en las lenguas conocidas describe tal relación como producto de una convención. Por lo demás, las glosas en torno al carácter social y articulado de la lengua muestran una reflexión sobre el objeto de su estudio que está al margen de suposiciones alejadas de la realidad observable.

Por otra parte, el fin de la lengua, la comunicación, aparece ligado en Mayans a consideraciones pedagógicas y religiosas que insisten en su carácter de instrumento de transmisión del conocimiento y de la fe. Así, la antigua unidad lingüística se convierte en un motivo de añoranza para nuestro autor, que se plantea en algún momento la posibilidad de elaborar una lengua universal basada en una ordenación racional de los elementos del mundo. Las noticias del proyecto son, sin embargo, demasiado confusas y sólo remiten a los principios generales de los trabajos de este tipo, frecuentes, por otra parte, en una época dada a utopías.

4.  Si los orígenes del lenguaje humano, en general, pueden resolverse para Mayans acudiendo al testimonio bíblico, los de la lengua española cuentan sólo con testimonios históricos, y su rigor como historiador rodea [Pg. 439] de precaución sus consideraciones, sobre todo cuando se enfrenta a las fantasías en torno a los primitivos habitantes de la Península y sus lenguas, y, concretamente, en torno a una "primitiva lengua española" desconocida. Frente a las conjeturas de otros autores, Mayans opone los testimonios históricos, siempre íntimamente ligados a las consideraciones lingüísticas. Siguiendo las propuestas de Aldrete y el resultado de sus propias reflexiones, plantea don Gregorio la relación entre lengua y dominación política, que, unida al testimonio, cautelosamente considerado, de los autores griegos, le lleva a propugnar una variedad lingüística prerromana más que la existencia de una lengua única de la que, en todo caso, no se conservaría ningún testimonio cierto.

Desde su observación de la lengua como realidad fundamentalmente dinámica y especialmente sensible en su evolución a las circunstancias externas, rechaza Mayans, como hemos señalado, la pervivencia en el hebreo de la lengua del Paraíso. Del mismo modo, y en este caso con testimonios históricos que avalan su posición, se opone a las pretensiones de hacer del vasco la primitiva lengua española, como defendía, en su propio siglo, Larramendi. Con este mismo espíritu crítico se opone también, en un momento de revitalización de las supersticiones en torno a las Láminas de Granada, a la milagrosa conservación del castellano que había planteado Madera, y que ya fue rechazada por Aldrete. Frente a estas fantasías, Mayans acepta sin reservas la procedencia latina de nuestra lengua, como era, por otra parte, habitual en su época.

5.  Junto a la preocupación por el método y el rigor en la crítica, un tercer aspecto marca las obras de Mayans dedicadas al estudio de la lengua: un interés pedagógico que se hace especialmente patente en el método etimológico que constituye el núcleo de los Orígenes.

Dentro de este método, el mayor motivo de orgullo de Mayans son los cánones, en los que recoge un amplísimo inventario de cambios de letras en su paso del latín al español. Los inventarios de este tipo contaban con una larga tradición, y en este sentido su originalidad era escasa. Sin embargo, frente a aplicaciones anteriores de este modelo a la lengua española, Mayans pretende facilitar un inventario práctico destinado a guiar la tarea del etimologista, cuyo fin sería remontarse a la matriz primera. No se trata, según su exposición, de reconstruir la historia de la palabra, sino de llegar a esa palabra original en cuya imposición se presume una cierta adecuación a lo nombrado. En este sentido, dentro de la innovación que suponen la exhaustividad de los cánones y las interesantes observaciones sobre transformaciones semánticas y formales de las palabras que se recogen en los principios, Mayans expone un concepto tradicional tanto de la búsqueda etimológica como de los propios cambios formales, que se conciben de una manera mecanicista como transformaciones de unas letras en otras. Por otra [Pg. 440] parte, el deseo de sistematicidad, la voluntad de seguir un orden alfabético estricto en el que el etimologista pueda encontrar fácilmente la letra buscada desvirtúa la realidad fonética de estas transformaciones. Más que un anticipo de las leyes fonéticas del XIX, que no parece darse como tal, y que se podría observar más fácilmente en Sarmiento, o en las mismas críticas a los Orígenes de Cobo de la Torre, destaca la voluntad de sistematización, de ofrecer un sistema etimológico funcional y que sirva como modelo para la realización de estudios relativos a todas las "matrices" del español.

También dentro del sistema etimológico, en los que denomina orígenes generales, recoge nuestro autor una clasificación de las lenguas "matrices" de la española, ordenadas por su aportación al léxico. Sin embargo, la falta de datos reales sobre la cuantía de esa aportación hace que puedan observarse otros criterios en el establecimiento de la jerarquía. En el caso de la posición privilegiada que ocupan el griego y, sobre todo, el hebreo, estos criterios tienen que ver con cuestiones de prestigio, que favorecen a las lenguas con una importante tradición cultural escrita y relegan al vasco a la última posición por no tener una producción literaria que lo coloque entre las lenguas "eruditas".

6.  Las consideraciones ligadas al prestigio literario aparecen también cuando Mayans se refiere a las características del resto de las lenguas españolas. Al tratar sobre su origen, don Gregorio expone la situación lingüística creada por la invasión árabe, sumándose a la idea, habitual en los escritores de su época, de la erradicación total del romance de los territorios ocupados, y explica el papel de los distintos núcleos de la Reconquista como origen de las lenguas peninsulares actuales. Sin embargo, prescinde explícita y voluntariamente de las consideraciones históricas e, incluso, estrictamente lingüísticas, en sus observaciones en torno a la lengua portuguesa como origen de la gallega basándose sólo en una pretendida superioridad de la producción literaria del portugués. Los prejuicios filológicos de raigambre clásica se sitúan así por encima de otras consideraciones objetivas.

Al referirse a otras lenguas peninsulares, aventura, además, Mayans, afirmaciones en torno al aragonés como un español imperfecto y a su identificación original con el antiguo "lemosín" que provocarán las correspondientes polémicas. Las razones aducidas por nuestro autor para defender la primera de estas afirmaciones se basan en su lectura de obras de autores aragoneses que, en opinión de don Gregorio, muestran, e incluso reconocen, en ocasiones, la imperfección a la que alude. En la identificación del antiguo aragonés con el lemosín, toma Mayans como referencia un Vocabulario cuyos términos interpreta desde su conocimiento de la lengua valenciana. En ambos casos, sus observaciones ponen de manifesto la situación del español como lengua de prestigio. Es, también, este prestigio el que se [Pg. 441] hace patente en sus alabanzas de la variedad valenciana entre las lenguas "lemosinas" por ser la más parecida al castellano, al mismo tiempo que rechaza en ella la influencia aragonesa.

En todo caso, las afirmaciones públicas de nuestro autor sobre estas lenguas no son muy extensas, ya que el asunto queda reservado, según indica, para su nunca elaborada Gramática Española.

7.  A pesar de las consideraciones sobre la necesidad de que la lengua española ocupara el lugar que le correspondía entre las modernas lenguas eruditas europeas, las lenguas clásicas tienen, para Mayans, una consideración preferente y, entre ellas, el latín sigue siendo la lengua de cultura por excelencia, la heredera de la primitiva unidad lingüística, que le permite comunicarse con sus corresponsales europeos.

Mantiene Mayans, en gran parte, el reparto de funciones tradicional entre latín y español, que hacía que el uso nuestra lengua se relacionara sobre todo con la pedagogía, la predicación y, en general, con la divulgación. Hay que entender, sin embargo, que para nuestro autor la divulgación sólo se debía hacer desde el rigor, y este rigor pasaba por el conocimiento de las fuentes clásicas.

En la consideración de don Gregorio a favor del latín está, ante todo, su prestigio cultural; pero también su mantenimiento al margen de los procesos de corrupción, frente a las lenguas modernas, que, en su opinión, podrían desaparecer a lo largo de los años, por lo que se justificaría el papel de la latina como tesorera de la cultura.

Por otra parte, los testimonios de Mayans en sus cartas muestran una progresiva decantación hacia el español, al que había que defender no tanto del latín como de la influencia francesa.

8.  Mayans mantiene el doble propósito que había animado a los humanistas: por un lado, el estudio de las letras clásicas, y, por otro, la defensa y exaltación de la lengua española. Esta última era una lucha de siglos que no había acabado y que pasaba por una codificación adecuada de la lengua, para la que él mismo propone sus obras sobre gramática y ortografía.

Desgraciadamente, don Gregorio, hasta donde sabemos, nunca escribió su anunciada Gramática Española, que parecía concebir, en principio, como una obra destinada a la enseñanza elemental, y que, si atendemos a los propios testimonios de nuestro autor, fue evolucionando hasta convertirse en un ambicioso proyecto para el que acumuló ejemplos durante toda su vida, pero sin ponerse a redactar.

La falta de esta obra hace que las observaciones gramaticales de Mayans se caractericen por la dispersión. En ellas aparece, sin embargo, de forma explícita, su voluntad de elaborar una gramática "racional", en la línea que [Pg. 442] habían abierto para el latín J. C. Escalígero y el Brocense y que no es la que se considera habitual en los tratados que se ocupaban las lenguas vulgares. Las afirmaciones de Mayans sobre la gramática del español que hemos tenido ocasión de analizar, muestran, a pesar de su carácter fragmentario, la adscripción de Mayans a algunas de las ideas expuestas por estos autores. Alaba también nuestro autor a Nebrija (aunque acusa a su gramática española de ser demasiado deudora del latín) y, sobre todo, a los autores próximos a la línea racionalista del Brocense: Jiménez Patón y Correas. Sin olvidar a Villalón, citado en las Anotaciones a la Gramática Académica de 1771. Con estos tres últimos autores coincide don Gregorio en una de sus propuestas más claras: la consideración del artículo como determinante, frente al tradicional valor de señalador del género que le adjudicaba la Academia Española siguiendo a Nebrija.

En todo caso, la falta de una exposición sistemática de las ideas gramaticales de Mayans obliga a la prudencia: las afirmaciones sin fechar o en cartas privadas, muestran planteamientos que podrían haber sido objeto de una posterior reflexión en la elaboración de la obra definitiva sobre este asunto. Por otra parte, su posible intervención en el Arte de Benito de San Pedro, denunciada por Gómez Gayoso, quien llega a atribuirle la autoría de la obra, queda desmentida en la correspondencia, donde Mayans, sin embargo, alude a ciertas correcciones a la obra del escolapio, correcciones que tampoco conocemos. Sus Anotaciones a la gramática de la Academia no presentan tampoco un discurso coherente, aunque resultan útiles para conocer algunas de las posiciones de Mayans.

9.  En el caso de la ortografía española, Mayans sigue la línea de los autores que habían propugnado un sistema basado en el reflejo fiel de la pronunciación, haciendo corresponder a cada sonido una letra distinta, con lo que se hacía imposible el error. Su modelo fue Nebrija, junto con Mateo Alemán y Gonzalo Correas, en los que admiraba la coherencia en el desarrollo de un sistema de este tipo; pero, frente a estos dos últimos autores Mayans no propugnaba nuevas grafías ni reglas excesivamente extrañas al uso común, ya que comprometían el éxito del sistema, y lo esencial, era, en su opinión, la fijación de unas normas que fueran aceptadas por todos y que acabasen con el caos de la ortografía española.

A pesar de sus fervientes protestas contra la etimología como criterio ordenador en esta materia, el análisis de sus propuestas ortográficas muestra un mayor apego al origen latino del que él mismo reconoce. Mayans justifica los casos de conservación de grafías etimológicas acudiendo, como en el caso de la QU y de la H, a unas supuestas diferencias de pronunciación de difícil defensa. Intenta conseguir así, según su manifestación explícita en el caso de la QU, una ortografía que, respetando la pronunciación, cree las menores diferencias posibles entre las formas del español y [Pg. 443] del latín para evitar los errores. Esta es, precisamente, la diferencia con la Ortografía Española de Bordazar, que asume el mantenimiento de ciertas grafías por razones etimológicas y de respeto al uso común.

Al margen de los casos citados, Mayans plantea una ortografía fiel al principio fonetista. Rechaza, por ejemplo, por inútil, la Ç, utiliza sin excepciones la G para representar el sonido ge (velar fricativo sordo) ante E, I y rechaza la utilización de X con este mismo valor.

La falta de criterios claros en las normas y la concesión a la etimología serán los argumentos de sus ataques a la ortografía académica. Mayans mantuvo siempre ante las obras de la Academia una actitud de rechazo que le impidió considerar las ventajas de la posición de esta institución para conseguir una unificación de criterios, unificación que él mismo consideraba primordial, tanto en materia gramatical como ortográfica.

10.  Don Gregorio asume, a lo largo de su vida, el riesgo que supone su propio modelo de reforma de las letras. Del mismo modo que lucha para mantener sus ideas de rigor y crítica en materias históricas, religiosas y jurídicas, defiende la importancia de sus trabajos sobre cuestiones lingüísticas, aun sabiendo que pueden poner en peligro su prestigio intelectual, marcándole con la ignominiosa calificación de "mero gramático". Con la idea de que cualquier reforma de las letras pasa por la lengua que le ha de servir de vehículo y con el convencimiento de la calidad excepcional de este vehículo, Mayans emprende la redacción de obras en español, aunque esto suponía una limitación de su difusión en el extranjero, donde tenía sus mayores admiradores. Puede achacársele todavía un excesivo apego al latín como lengua destinada a las más altas empresas culturales; pero, por otra parte, el latín como lengua internacional le ofrecía la posibilidad de dar a conocer en Europa no sólo sus propias obras, sino las de sus contemporáneos y las de los mejores autores españoles de siglos anteriores. Y Mayans aprovechó cuantas oportunidades se le ofrecieron en este sentido: el conocimiento de los gramáticos y retóricos españoles en Europa gracias al Specimen y la magnifica edición, todavía no superada, de las obras completas del Brocense son dos ejemplos claros de esta actitud.

Las obras dedicadas por Mayans al estudio de la la lengua son, ante todo y al margen de errores, de limitaciones y de actitudes intransigentes, una propuesta metodológica, un modelo destinado a ilustrar a futuros investigadores en el aprovechamiento de una tradición brillante y fecunda. Su reforma de las letras españolas se basa en el conocimiento y crítica racional de las fuentes. En este sentido, sus ediciones de autores que habrían escrito sobre nuestra lengua están en la esencia de su propio proyecto reformista en esta materia: avanzar a partir de una tradición, la de los autores clásicos y los humanistas españoles, que conoce y que sabe fecunda, frente a la alabanza ingenua y acrítica de modelos ajenos que conocía y valoraba, pero cuyas novedades nada aportaban en muchos casos a las propuestas de estos autores. De este convencimiento habla claramente su preferencia por el Brocense como modelo de actitud racionalista e innovadora en materia gramatical, frente a las propuestas de Port-Royal y de autores posteriores, que conocía, pero que, en su opinión, eran sólo una aplicación de los principios de estudio que hubiera deseado llevar él mismo a la lengua española.

Volver Arriba