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Gregorio Mayans y Siscar -... > Epistolario > Volumen XI : Mayans y Jover... > Un magistrado regalista en el reinado de Felipe V

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UN MAGISTRADO REGALISTA EN EL REINADO DE FELIPE V

UN HOMBRE DE NUEVA PLANTA

Blas Jover Alcázar constituye un caso muy destacado entre los miembros de la Audiencia valenciana que mantuvieron relación epistolar con Mayans. Jover representa uno de los escasos ejemplos de ascenso desde los puestos inferiores del tribunal hasta una plaza de magistrado. Habiendo empezado su carrera jurídica desde la base, Jover alcanzó el máximo nivel a que podía aspirar un letrado en la España del siglo XVIII: la Cámara de Castilla.

Según los documentos aportados para la concesión de un hábito de la orden de Santiago, 1 Jover era un murciano de ascendencia valenciana. Su bisabuelo había sido jurado en la población de Ibi. Su abuelo había estado insaculado en bolsa de caballeros en el municipio de Alicante. A mediados del siglo XVII la familia se había establecido en Murcia, donde su abuelo ejerció en 1658 como alcalde de Hermandad. Su padre, nacido en 1654, sirvió el mismo cargo en 1700. Hijo de José Jover y de Jerónima Alcázar, nuestro personaje nació en 1689. Siguió la carrera de derecho, y tras la pasantía correspondiente con un abogado de la Corte fue aprobado como abogado por el Consejo de Castilla.

Los primeros pasos de Blas Jover en la administración los dio en las etapas finales de la guerra de Sucesión. 2 En 1712 el obispo Belluga le nombró para la administración de bienes confiscados a austracistas en Cartagena, Lorca y Mazarrón. Jover llegó a Valencia en la estela de su paisano José Martínez Talón, nombrado fiscal del crimen de la Audiencia en 1715. Este personaje era un abogado de tendencia regalista, protegido de Macanaz. 3 En la Biblioteca Universitaria de Valencia se conserva un "Memorial en derecho por la real jurisdicción en la ciudad y reino de Valencia" y otro sobre el obispado de Orihuela. 4 En un escrito posterior Jover se reconocía discípulo de Talón en cuestiones de regalismo. Parece que Talón y el presidente del tribunal, el también murciano Valcárcel Dato, lograron que Jover obtuviera una plaza de relator en el tribunal, que ocupó hasta 1719. 5 Talón le tenía en su casa "por camarada o comensal".

El intendente Rodrigo Caballero le nombró en 1717 abogado de las rentas de la Diputación. La Audiencia le encomendó diversas pesquisas, una de las cuales llevó a la detención del miquelete Vicente Espinós. También colaboró Jover con el oidor Alcedo Campuzano en la investigación sobre el asesinato del alcalde del crimen Dionisio Rogerio, acaecido en 1713.

Dos rasgos caracterizan la carrera inicial de Jover: sus connotaciones regalistas y su faceta dura de hombre de orden público, muy pronto controvertida. Su actuación en Monóvar en una misión encomendada por la Audiencia en 1716 suscitó una fuerte oposición. Un incidente con el secretario del Real Acuerdo, a fines del mismo año, produjo una temporal suspensión de funciones. Comienzan a llover sobre Jover adjetivos fuertes: "insolente", "pícaro", "desvergonzado", "osado" e "infiel". Las acusaciones de cohecho y de "un obrar tan tirano como injusto" no dejarán de formularse en el futuro. El propio capitán general, marqués de Valdecañas, confirmó las denuncias por excesos y atropellamientos, así como el carácter "sumamente altivo" del relator, protegido por sus colegas murcianos. 6

Los rasgos del carácter de Jover fueron recogidos de manera laudatoria en la dedicatoria de la Física del médico Andrés Piquer, publicada en 1745. Dado que Mayans aportó información para la redacción de la misma, podemos pensar que aquel texto refleja la idea pública que don Gregorio quería dar de Jover en aquel momento.

Un ingenio vivo, agudo y claro... un espíritu fuerte... pronto en las decisiones, desembarazado en las cosas difíciles, activo en las perentorias. 7

Actividad y resolución eran cualidades apreciadas por los superiores de Jover, que también coincidían con Mayans en utilizar el adjetivo "temible". Cuando murió, en 1754, se le definió acertadamente como "un letrado de armas tomar". Un hombre que en principio le apreciaba, como era el jesuita Burriel, reconocía en carta a Mayans la primavera de 1746 el egoísmo radical de don Blas: "hombre que se tenía a sí mismo por centro de todas sus ideas"; pero que podía adoptar una apariencia exterior de simpatía: "llaneza y dignación tan poco vista en los de su esfera".

La correspondencia revela bien a las claras la personalidad del magistrado. Él mismo se consideraba impaciente y enemigo de toda clase de ceremonias. "No hay cosa que tanto me aflija como la dilación." Con frecuencia muestra su propensión al enfrentamiento: "que vaya todo por la barca al mar", "se empeñará la prenda por todo lo que vale", "nos veremos las caras", "el tiempo no está para cumplimientos". En una situación especialmente dificil para él, en 1735, afirmaba: "el mal no puede curarse con lenitivos, sino con cauterios". Muestra también su desdén con los que de una u otra forma considera inferiores; manifestar la erudición de Mayans a los consejeros de Castilla es "echar margaritas a pollos". Pero al mismo tiempo era precavido ante los más fuertes ("entre dos piedras mollares un hombre cuerdo no debe poner sus pulgares") y por lo tanto escéptico. En 1734 escribía a Mayans: "el mundo siempre será uno, porque si no manda el señor Patiño, mandará otro". Y once años más tarde manifestaba que el amor platónico, es decir, el desinterés, ya no estaba de moda. Le gustaba utilizar refranes y frases populares: arrancar la junquera de junco en junco, en casa llena presto se guisa la cena, hacienda hecha no da prisa, la ocasión es calva, etc.

Jover estuvo vinculado y protegido por el duque de Berwick, el cual le encomendó en 1716 la administración de sus señoríos de Liria y Jérica. 8 En 1734 manifestó a Mayans su pesar especial por la muerte del duque durante la guerra de Sucesión de Polonia. En 1735 se valió de la protección de la duquesa de Liria y de la colaboración de un regidor de Jérica.

Se movía bien en el mundo de los funcionarios castellanos establecidos en el reino de Valencia después de Almansa. Casó con Francisca Valdenoches, hija de un hidalgo de Guadalajara que ejercía como contador de la Intendencia.

La carrera de Jover dio un gran paso adelante cuando fue nombrado alcalde mayor de la ciudad de Valencia por el corregidor Antonio del Valle (1716). Jover fue hombre de confianza del corregidor y también del capitán general duque de San Pedro.

En 1725 volvió a ser nombrado alcalde mayor. Esta vez ejerció el cargo durante ocho años a las órdenes de dos corregidores e intendentes: Clemente de Aguilar y Francisco Salvador de Pineda. Tuvo diferencias con el primero, el cual denunció en 1727 la existencia de un triunvirato compuesto por el capitán general príncipe de Campoflorido, el auditor de guerra Alcedo Campuzano y el propio Jover. Este era presentado por Aguilar como "órgano del demonio y raíz turbulenta e inagotable de robo, injusticia y maldad". 9 Su compañero Alcedo era pintado también como un personaje inquieto, altivo y bullicioso.

En cambio Jover formaba un perfecto equipo con el corregidor Francisco Salvador de Pineda, el cual le confirmó como alcalde mayor y en 1733 nombró para el mismo cargo al abogado Agustín de Valdenoches, el cuñado de Jover. 10 En su relación de méritos (vid. Apéndice  I) Jover se presentaba como un eficaz colaborador de la política municipal de Pineda en Valencia. El corregidor, que en 1730 había nombrado al murciano como asesor de la intendencia, apoyó su nombramiento como alcalde del crimen de la Audiencia, subrayando su carácter enérgico y autoritario, sin poder disimular el odio que suscitaba entre la población: "este pueblo le teme sin aborrecerle". Por su parte, el capitán general Campoflorido le calificaba de "terror de la gente de mal vivir".

Jover ejerció durante este período numerosas jurisdicciones especiales subdelegadas: juez conservador del asiento de plomo y municiones (1726), de la renta de azogüe, de la renta y estanco de pólvora, de estafetas y postas. También desempeñó la jurisdicción de la renta del tabaco, de la sal y la inspección de moneda. En estos tres ámbitos se distinguió en la persecución y castigo de los defraudadores, como hizo constar en sus memoriales de méritos. En su correspondencia con Mayans se refiere en varias ocasiones a la pesquisa sobre la falsificación de moneda. 11

El control por el desempeño de subdelegaciones y asesorías produjo la rivalidad de su colega de tribunal el marqués del Risco. En 1731 el nombramiento de juez de diezmos le granjeó un grupo de enemigos entre los que se encontraban el inquisidor Cepeda y Castro 12 y el valenciano Francisco Pascual Solsona, abogado del mismo tribunal.

Como alcalde mayor o teniente de corregidor Jover intervino en la vida universitaria valenciana. En 1729 por orden del capitán general impidió la publicación del manifiesto contra los jesuitas en la cuestión de las aulas de gramática. Hay otros indicios de la inclinación de Jover hacia la Compañía de Jesús. En 1724 había publicado en Valencia un informe sobre el colegio de la orden en Vergara. Y posteriormente Mayans se refirió a él como un "hermano de la Compañía". 13

En funciones de alcalde mayor y en representación del corregidor Pineda, Jover presidió en 1730 la votación de la pabordía de leyes que Mayans no obtuvo. Jover, que votó en último lugar, dio su voto a don Gregorio, aunque este descubrió, mucho más tarde, que el magistrado había practicado un doble juego 14. Posteriormente impulsó un acuerdo para evitar desórdenes estudiantiles, y en 1733 presidió en claustro mayor la aprobación de las nuevas constituciones de la Universidad. 15 Cuando estas se imprimieron, don Blas ya había conseguido el nombramiento para la plaza superior de alcalde del crimen de la Audiencia. El Ayuntamiento de la ciudad le costeó los gastos de toma de posesión. 16

LA HISTORIA DEL PADRE MARIANA

Las primeras cartas conservadas entre Mayans y Jover se refieren a la colaboración mantenida con motivo de editar la continuación de la Historia del Padre Mariana, escrita por el trinitario valenciano José Miñana. Este, que había muerto en julio de 1730, había intentado que el ministro general de su orden le publicase la obra, en París o en otro lugar. Mayans también deseaba que se publicara y consiguió interesar al impresor holandés Pedro de Hondt. La intervención de Jover en el proceso tomaba pie del hecho de que Miñana había sido profesor de latín de Jacinto Jover, hijo único de don Blas, en Liria. De hecho la correspondencia se inicia en agosto de 1730, apenas un mes después de la muerte del fraile, cuando Jacinto Jover se encontraba todavía "aturdidillo" por la pérdida de su "venerado maestro". Jover comienza a pensar entonces en reimprimir la obra de Mariana o incluso en traducirla.

Tras vencer algunas dificultades, don Blas consiguió del provincial de la orden (que temía la pérdida del original) el manuscrito de Miñana, e invirtió 1.300 pesos para costear una nueva edición de la obra de Mariana, con la continuación de Miñana en La Haya, con la condición de que su hijo figurase como autor de la edición. En realidad fue Mayans quien realizó esta tarea, y escribió todas las piezas preliminares: la dedicatoria al Príncipe de Asturias, la censura por orden del Consejo de Castilla y la advertencia al lector. 17 Jacinto Jover tenía entonces solamente doce años. Posteriormente Mayans resumió el proceso de la edición de la obra en su famosa Carta a Patiño de 1734.

Mayans había escrito su dedicatoria en julio de 1731, pero la impresión no estuvo concluida hasta fines de 1733. Hubo problemas económicos entre Jover y Hondt, sobre la interpretación del contrato de edición, 18 en los cuales el primero hizo intervenir a don Gregorio. La larga espera puso a prueba el impaciente carácter de Jover, a quien la picardía de los holandeses, según expresión propia, tenía quemada la sangre.

Cuando los cuidados volúmenes llegaron a España, a principios de 1734, Jover encargó a Mayans de organizar su distribución en la corte. La falta de respuesta del Príncipe de Asturias, a quien iba dedicada la obra, dejó cabizbajo a Jover. Tampoco se logró respuesta de Patiño, pero sí de otros personajes de la vida política y cultural de la Corte, muchos de ellos amigos o conocidos de Mayans. El avisado político que era Jover se dio cuenta, con disgusto, de que no había dispuesto ningún ejemplar especial para el infante don Felipe. Sí que había pensado en el cronista de Indias y entonces famoso historiador Luis de Salazar y Castro (que murió pronto). Se interesaron en disponer de la obra el marqués de Villena y el historiador y bibliotecario real Juan de Ferreras. Mayans era opuesto a entregar un ejemplar a este personaje, pero Jover insistió porfiadamente en que lo hiciera, sin perjuicio de expresar en sus cartas conceptos sobre la "impertinencia" del viejo Ferreras. Este tipo de actuación fue corriente en la correspondencia entre Jover y Mayans.

LOS ESTUDIOS DE JACINTO

La edición de Mariana había sido planeada por Jover como una inversión en la futura carrera de su único hijo. Mayans hizo constar este extremo en la Carta a Patiño de 1734: "mi discípulo y amigo don Jacinto Jover con tal obsequio se labró para con su Alteza un gran mérito". A lo largo de todo el período Mayans actuó como una especie de director de estudios de Jacinto. La correspondencia del padre está llena de comentarios a obras jurídicas para el joven estudiante de derecho: obras de autores extranjeros, conocidos por sus nombres latinizados, como Vinio (Vinnen), Donelo (Donneau), Bacovio (Bachow von Echt), Duareno; 19 o juristas castellanos, como el magistrado del siglo  XVII Juan B. Larrea, 20 cuyas obras adquirió don Blas en la primavera de 1734.

El propio Mayans obsequió al muchacho con una edición de la Instituta. En ausencia de Mayans los estudios de Jacinto fueron dirigidos por un primo de aquel, Francisco Pasqual. 21

En la censura de la Historia de Miñana, Mayans había presentado a Jacinto Jover como un muchacho "optima spe atque indole", buen conocedor del latín (véase la carta núm. 2). La misma idea reaparece en la dedicatoria de la Física de Piquer, que había sido condiscípulo de Jacinto. Después de sus estudios latinos, el muchacho se había graduado en artes en la Universidad de Valencia en 1733, y había iniciado sus estudios de derecho.

Pero Jacinto Jover no era precisamente un intelectual. En 1735 su padre bosquejaba su formación humanística, musical y física, destacando precisamente este último aspecto. En cuanto a carácter su padre le reprochaba continuamente su "cortedad" y "encogimiento". Aunque llegó a tener una buena biblioteca y Jover le califica en una ocasión de "hurón de libros", 22 parece que a veces los apreciaba por el forro y perdió o le robaron la Instituta regalada por Mayans. En julio de 1734 sostuvo un acto de conclusiones para cuya preparación contó con la colaboración de Mayans. El acto fue lastimoso a pesar de las seguridades dadas por Francisco Pascual. Una vez más Jover encargó a don Gregorio que "se tomase la pena" de distribuir en la Corte las conclusiones impresas. En un informe posterior, debido quizás a un consejero hostil a los Jover, se decía que Jacinto había estudiado leyes en Valencia con poca aplicación.

Jover hacía estudiar a su hijo para situarle en la magistratura. Por esta razón intentó, en mayo de 1734, hacerle ingresar en alguno de los colegios mayores de Salamanca, concretamente en el del Arzobispo, mediante la intervención de magistrados colegiales de la Audiencia de Valencia. Contaba con la ayuda de José de Montiano, que era el jefe de la "bandera" o nación vizcaína en el colegio, y esperaba contar con el antiguo miembro de la Audiencia y consejero de Castilla Antonio Francisco Aguado, que era la "cabeza" de la nación manchega. 23 Para conseguirlo escribió a otro consejero de Castilla que había formado parte, como Aguado, de la Chancillería valenciana en 1707, Tomás de Melgarejo, cuya respuesta no debió ser muy halagadora.

Cuando el magistrado comunicó sus aspiraciones a Mayans, éste le manifestó su rotunda animadversión hacia los colegios. 24 Jover, como solía, se plegó aparentemente a las opiniones de don Gregorio. Declaró que él no era un "idólatra" de los colegios; en estas instituciones se pierde el tiempo inútilmente en "etiquetas y vanidad". Pero los colegios tenían la posición privilegiada que es bien conocida en el reclutamiento de la magistratura española. Formaban "banda maior en todos los tribunales de España" y constituían un "destinatorio de caballeros con menosprecio de los manteístas". A pesar de la reprimenda de Mayans ("discretíssimos desengaños" los llama) Jover seguía hablando con el erudito de los posibles contactos con Aguado. Sobre todo no renunciaba a las posibilidades de mejor promoción que proporcionaban los estudios realizados en Salamanca. Con su realismo cínico afirmaba que "los grados en Salamanca no dan más ciencia, pero sí más opinión". En Salamanca los actos universitarios eran más "visibles" y en ella se establecían mejores relaciones, que podían ser más útiles en el futuro. La carrera de Jacinto no fue tan lineal. En 1736 se graduó en derecho por Orihuela, con la intención de matricularse posteriormente en Salamanca o en Alcalá.

MAYANS EN LA CORTE

Otros temas aparecen en la primera fase de la correspondencia entre Mayans, bibliotecario real en Madrid desde 1733, y el alcalde del crimen de la Audiencia de Valencia. En primer lugar, la propia familia del erudito. Jover le da el pésame por la muerte de su hermano Vicente en 1731, 25 se preocupa de que su padre reciba regularmente la correspondencia y le da el pésame también por la muerte de su abuela en 1735, añadiendo con su brutal realismo: "celebro que le haya dejado con qué enjugarse las lágrimas".

Por otra parte, ambos personajes tenían en Madrid amigos y conocidos comunes. Jover había sido pasante de abogado de José Bermúdez, íntimo amigo de Mayans, y desde 1728 fiscal de la Sala de Alcaldes de Corte. 26 También lo era del genovés Bustanzo. En la Corte Mayans estaba en relación con personas que podían ayudar a Jover en su carrera; el arzobispo de Valencia Orbe y Larreátegui, que en 1733 había dejado la presidencia del Consejo de Castilla por la plaza de Inquisidor general 27 y al que Jover alude siempre como su protector; el consejero González de Barcia, famoso por su faceta de hombre de letras, 28 y el secretario de gracia y justicia marqués de la Compuesta 29, con el cual Mayans mantenía buenas relaciones.

Jover también da noticias a Mayans sobre los viajes de lord Keith, "milord mariscal de Escocia", otro amigo común, 30 y su afición a las antigüedades, con relación a un hallazgo en Onteniente en el verano de 1734.

Otro tema de la correspondencia es la propia obra de Mayans, a la que el interesado Jover llena de las más exageradas alabanzas. Don Gregorio le envía en 1734 el Espejo Moral. 31 La primera reacción de Jover, y la más concorde con su carácter, es considerar que la obra constituía una pérdida de tiempo. Pero en la carta siguiente, sin duda tras haber conocido la opinión de Mayans, pasa a alabarla. También recibe y loa la Carta a Patiño y el Diálogo de las Armas y las Letras de Antonio Agustín. Más adelante hará lo mismo con los Orígenes de la lengua castellana (1737) y con la obra del marqués de Mondéjar (1744). Era muy propio de su actitud que estimulase a Mayans en la polémica jurídica mantenida con el catedrático colegial de Alcalá José Joaquín Vázquez, 32 y que manifestara su interés por ver cómo don Gregorio "carda la lana al colegialito" (15-IX-1734).

Por su parte Mayans utilizó la influencia de Jover, como subdelegado de estafetas en Valencia, para averiguar quién era el autor de la sátira anónima que bajo el nombre de Ignacio García y el título de El Cuco, se intentaba publicar contra el Orador Cristiano: resultó ser Fernández Marmanillo, secretario del tribunal de la Inquisición de Valencia, un personaje que en 1739 se convirtió en regidor de la ciudad. 33 La carta enviada por Mayans a Jover contiene toda una declaración de principios sobre la naturaleza y los límites de la polémica, y marca claramente la diferencia entre el nivel moral de Mayans, aunque cuando defienda posiciones e intereses propios, y el pragmatismo a ras de tierra y sin escrúpulos de su corresponsal.

A lo largo de los años 1731-1734 son frecuentes las alusiones a la edición preparada por Mayans de la obra del jurisconsulto y magistrado castellano del siglo XVII Juan de Puga y Feijoo, 34 que se imprimió en Lyon en 1735.

En toda la correspondencia Jover está siempre pidiendo favores a Mayans, por ejemplo, la compra de libros, y poniendo inconvenientes cuando es el erudito quien le solicita alguna gestión.

LA BORRASCA

En 1735 un incidente estuvo a punto de arruinar la carrera de Jover. El equipo municipal del corregidor Pineda, con sus dos alcaldes mayores, fue sometido a un proceso de inspección o visita. Todos ellos, y también Jover, como antiguo alcalde mayor, fueron suspendidos en sus empleos y se les obligó a fijar su residencia fuera de la capital. El visitador o inspector era el ya citado marqués del Risco. 35

La correspondencia de Jover con Mayans permite seguir la situación y el estado de ánimo del personaje en aquellas circunstancias. En un primer momento se le ordenó pasar a Jérica,36 lo que hizo pasando previamente por la hacienda que había adquirido en Alaquàs. Pero pronto se le ordenó que fijara su residencia de Ademuz, en "lo que verdaderamente puede llamarse el rincón del reino". Tanto la correspondencia como los escritos de exculpación están llenos de críticas contra aquella apartada población: "aquel maldito rincón", "el último y más infeliz rincón del reino", un "parage extraviado del comercio humano y del trato racional de las gentes", donde sólo se podía comer pan de centeno". 37

En Ademuz sufrió Jover cierta depresión (las "melancolías" de Ademuz), pero sin perder su espíritu combativo. En sus cartas a Mayans manifiesta su voluntad de luchar hasta el final, de "perderse por la vida y el honor", así como su deseo de venganza; "ha de llegar el día en que mis enemigos se arrepientan".

En estas circunstancias Jover movilizó cuantos apoyos pudo encontrar en la Corte, entre ellos el religioso alicantino fray Nicolás de Jesús Belando, el cual no siempre actuaba tan deprisa como deseaba el impaciente Jover: "la lentitud del fraile me tiene quemada la sangre" escribía a principios de octubre.

Desde su confinamiento Jover utilizó a Mayans en primer lugar como distribuidor de memoriales enviados a personajes de la Corte, en especial al confesor del Rey y al inquisidor general Orbe Larreátegui. En cambio se mostraba receloso hacia el marqués de la Compuesta y sobre todo hacia Barcia, el cual había protegido a alguno de los enemigos de don Blas.

El magistrado caído necesitaba la ayuda de Mayans para la redacción de sus pliegos de descargo. En Ademuz redactó un primer texto, un "borrón instructivo" en el que Mayans encontró numerosos errores. Jover se excusó en las circunstancias materiales y psicológicas de la redacción. La había escrito "a tientas y sin libros, entre melancolías", "de priessa, enfadado y de mal humor", "sin las herramientas del oficio", "con más enfado que gusto".

El 22 de junio, cuando ya tenía permiso para trasladarse a Alicante, Jover encargó al bibliotecario todas las gestiones de impresión en Madrid, desde el tipo de letra ("convendrá tenga cuerpo porque la han de leer viejos") y la encuadernación, hasta el secreto que debía rodear el hecho. El enlace entre Ademuz y Madrid era un regidor de la población de Liria, hombre de confianza de Jover, pero que "ni sabe leer ni lo que lleva". Además de la impresión, Mayans llevó a cabo una labor de revisión intelectual o "lima". Jover, que conocía sus limitaciones, le había encargado de "moderar alguna cláusula impropia o malsonante".

La defensa de Jover comenzó con una recusación del marqués del Risco. 38 Al mismo tiempo identificaba otros posibles enemigos: el inquisidor Cepeda, la facción "tomista", que no le perdonaba la cesión de las aulas de gramática a los jesuitas, el canónigo Jerónimo Monsoriu, el regidor conde de Carlet, los franciscanos, tachados de austracistas, etc. Además manifestaba una animosidad general contra los valencianos, "pueblo fácil y mal intencionado", que soportaba mal verse mandado por ministros castellanos, sobre todo en cuestiones de rentas, quintas y delitos, que eran los principales cargos contra Jover. Estas expresiones pueden ser la respuesta a la lluvia de sátiras que se había desatado en Valencia contra el anterior equipo de gobierno, y que concretamente acusaba a Jover de enriquecimiento ilícito, ascenso social demasiado rápido y abusos sexuales. A la pregunta y respuesta de "¿Quién pintó en Valencia más? / Don Blas" seguían las supuestas lamentaciones de Jover porque su Alcázar se había desplomado y las críticas de dos labradores de Vinalesa: "aquell jutge que li deien don Blas... buidabosses afamat".

Jover se quejaba de estar procesado mediante un sistema, el de la "visita", que intentaba descalificar como "fruta nueva, irregular y extraña, tan repugnante como desconocida en el Derecho". En realidad, Jover intentaba vincular el proceso de visita, típico de la administración hispanoamericana, 39 con el origen peruano del marqués del Risco, que había nacido en Huancavélica, aunque de padre aragonés, y de su amigo y protector don Nicolás Manrique de Lara, marqués de Lara, a la sazón miembro del Consejo de Guerra. 40 Desde esta perspectiva se explican las malévolas alusiones, en la correspondencia y en los memoriales, a las "indianas máximas" o "trazas", a la "doctrina americana" o a la "tintura que tiene este ministro del Pirú". En general Mayans le recomendaba que evitara la violencia contenida en los escritos temiendo que pudiera ser contraproducente.

A principios de julio Jover llegó a Alicante "aporreado y maltratado". Allí tuvo ocasión de tratar personalmente al deán Martí. Con anterioridad don Blas había actuado de enlace entre Mayans y Martí, haciendo llegar al uno obras del otro. Pero el deán había mostrado ya su contrariedad por el hecho de que don Gregorio hubiera regalado obras suyas a Jover. El conocimiento personal confirmó la opinión negativa del deán sobre el magistrado: "es una cabeza muy mala y muy ligera y ha descubierto aquí su flaqueza de talento". 41 Jover tuvo que permanecer en Alicante más tiempo del que pensaba. No se le admitió la recusación de Risco y este prosiguió la sumaria. 42 Jover no esconde su molestia, su enfado por la duración de la que llama "borrasca" o "maldito enfadoso negocio". A principios de 1736 el Rey nombró una junta para examinar el caso. Uno de los vocales era precisamente el marqués de Lara; otro, José de Bustamante, era amigo de Mayans, 43 el cual realizó las gestiones pertinentes. Lentamente el asunto fue perdiendo dureza. Risco fue ascendido a regente de la Audiencia de Asturias y separado del caso. En julio de 1736 Jover estaba de nuevo en Valencia. En 1737 la causa se dio por concluida con el indulto de los implicados. 44 La carrera de Jover no quedó truncada, ni mucho menos. Su filiación pro-jesuítica y la vinculación con el príncipe de Campoflorido, protegido de Isabel de Farnesio, pueden explicar sus ulteriores ascensos.

También puede pensarse que la visita hubiera estado impulsada desde la secretaría de guerra, y que cesara tras la muerte de Patiño. En realidad la orden de suspensión de Pineda y sus colaboradores había sido comunicada por la vía reservada. El propio Jover había escrito: "la raíz del mal está en el sistema crítico de nuestro ministerio". Y el marqués de Lara era miembro del Consejo de Guerra.

Durante su estancia en Alicante, Jover siguió interesándose por la política universitaria valenciana. En primer lugar por la posible obtención de una cátedra por don Francisco Pascual. Por otra parte, en 1736 el claustro tomó una decisión que impedía a Mayans conservar la cátedra ganada en 1721 y servida por un sustituto desde su marcha a la biblioteca real. 45 Jover acusó ante Mayans a los abogados de la ciudad Juan B. Borrull y Salvador Llop, que como él habían votado a don Gregorio en 1730. Ahora los calificaba de "verdaderos lobos carniceros con piel de oveja" y atacaba también a Vicente Borrull, hermano del primero, el cual había motivado la cuestión al intentar retener su cátedra tras su nombramiento como alcalde del crimen de la Audiencia.

EL ASCENSO FULGURANTE

En 1737, Jover, que ya era el alcalde del crimen más antiguo del tribunal de Valencia, fue trasladado a la Audiencia de Asturias. Allí se hubiera encontrado a las órdenes de su enemigo Risco, pero no llegó a incorporarse. En marzo de 1738 recibió el nombramiento de alcalde de casa y corte supernumerario y fiscal honorario del Consejo de Hacienda, para que sirviera de fiscal en la Junta de Baldíos que se acababa de crear. Esto significaba su incorporación a uno de los organismos preferidos de la política económica del momento. El decreto de nombramiento hacía referencia a los méritos adquiridos en la famosa causa de los monederos falsos. 46

Durante un año y medio Jover y Mayans coincidieron en Madrid. La correspondencia durante este tiempo es limitada, pero el político no deja de requerir la ayuda intelectual de Mayans siempre que la necesita. Jover se encontraba en su elemento, a pesar de sus falsas declamaciones contre el "golfo de piratas y sentina de vicios" de la Villa y Corte, que contraponía al "paraíso terrenal" de Oliva, al que Mayans se había retirado en 1739.

Mientras tanto proseguía la ascensión de don Blas, relacionado con los intereses de la reina Farnesio. Martínez Pingarrón comunicó a Mayans que se había asignado a Jover una misión secreta. 47 Intervino en la testamentaría de los bienes de la reina Mariana de Neoburgo, y fue comisionado para recibir en la frontera a Madama Infanta, la hija de Luis XV que debía casar con el infante don Felipe. En 1740 Jover fue nombrado miembro del Consejo de Hacienda, sin dejar por ello la fiscalía de la Junta de Baldíos. 48

La labor en la mencionada Junta llevó a Jover a solicitar una vez más en 1742 la colaboración de Mayans. "Bajo nuestra reservada confianza" le pidió que redactase para él un dictamen de importancia. Por cierto que formaban parte de la Junta dos consejeros que iban a tener su importancia en la vida de Mayans: Juan de la Cueva Cepero y Gabriel de Olmeda.

Mientras Jover no cesa de solicitar continuamente la ayuda de Mayans, en cambio los pequeños favores que Mayans solicitaba para terceras personas quedaban con frecuencia en buenas palabras, como puede verse en el caso de un indulto solicitado por el erudito para su ahijado.

En 1739 el magistrado había conseguido por fin que su hijo fuera admitido en el colegio del Arzobispo. 49 Jacinto no era un estudiante aplicado. Según el consejero de Castilla Cristóbal de Monsoriu, hostil a Jover, Jacinto había vuelto a la Corte tras haber cumplido en Salamanca el año llamado de noviciado,

y siendo su aplicación e ingenio limitado, se le nota inclinado a las diversiones propias de su edad. 50

Bailes de moda, instrumento y "mesas de truco en las casas públicas" eran la ocupación del colegial Jover, malcriado por su madre. A instancias de don Blas, Mayans redactó la dedicatoria al cardenal Molina, gobernador del Consejo de Castilla, del acto de conclusiones de Jacinto.

A pesar de su juventud, nula experiencia y limitada estancia en el colegio mayor, Jacinto fue seleccionado en diciembre de 1740 en terna para una plaza de oidor de la Audiencia de Valencia. La beligerancia de don Blas para colocar a su hijo fue absoluta, según explicaba Pingarrón a Mayans. 51 Contaba con la protección del cardenal Molina y la del primer secretario de estado, marqués de Villarias, que recordaba los servicios realizados en favor de la familia real. La maniobra sorprendió al propio Mayans, que por una vez se había decidido a presentar su candidatura. La plaza fue para Vicente Borrull, quien ya pertenecía a la Audiencia corno alcalde del crimen, y la vacante de este se concedió, tras una espera, a Jacinto. 52 Este había ingresado en la magistratura a los 22 años. Además se rumoreaba ya en octubre de 1741 que iba a ser ascendido pronto a alcalde de Casa y Corte.

En los primeros meses de 1741 el nombre de Jover sonó en los círculos ministeriales como posible sucesor del ministro de hacienda, Verdes Montenegro, 53 "molestas voces que sólo me servían de perjuicio", escribía el interesado a Mayans.

El designado fue, como sabemos, José del Campillo, contra el cual Jover había escrito un durísimo informe. 54 El nuevo ministro logró tras un tiempo enviar a Jover al extranjero (se había rumoreado a Indias), concretamente como enviado extraordinario a los Cantones Suizos; puede pensarse que el nombramiento se hiciera a petición del propio Jover, puesto que durante la "borrasca" de 1735 el enviado de los Cantones había sido uno de sus hombres de confianza financieros. Don Blas supo obtener, en contrapartida a su alejamiento, sustanciales condiciones económicas, la concesión del hábito de caballero de Santiago para él y para su hijo, el nombramiento honorario de consejero de Castilla y el de alcalde de obras y bosques para Jacinto. 55

La estancia de dos años en Lucerna impresionó a Jover, que en su correspondencia posterior hace alusión a la dureza del clima, especialmente perceptible, decía, a un murciano que había vivido en Valencia. Tuvo un conflicto de etiqueta con el nuncio pontificio 56 y entró en relación, por indicación de Mayans, con el erudito de Basilea Rodolfo Iselin.

La correspondencia entre Mayans y Jover es escasa durante la legación helvética de don Blas. A principio de 1744, bastante tiempo después de transcurridos los hechos, don Gregorio expuso a su corresponsal la persecución de que había sido objeto por la publicación de la Censura de historias fabulosas. 57 El tema reaparece en la correspondencia en 1745, en relación con el papel que jugaron don Francisco Pasqual y su padre, al entregar los manuscritos que tenían guardados. Mayans no oculta su desprecio hacia los autores de su persecución: el canónigo granadino Heredia, al que califica de "furioso ignorante", el consejero de Castilla Juan Francisco de la Cueva Cepero 58 y el cardenal Gaspar de Molina, 59 los dos últimos calificados como "un par de supersticiosos".

En cartas posteriores, tras la muerte del cardenal (verano de 1744), Mayans incrementó sus críticas hacia aquel prelado, a quien había conocido durante su estancia en la Corte. En julio de 1746 lo describía de la siguiente manera al confesor real: un obispo absentista de su sede (Málaga), despilfarrador de las rentas de sus distintos cargos eclesiásticos y civiles, hombre fastuoso, reñido con la economía. Mayans despreciaba su limitado nivel de conocimientos ("hombre de pocas letras y de menos ciencia") y su carácter autoritario:

Abusaba de la autoridad de sus empleos para atropellar a otros y facilitar sus ambiciosos designios, velándolos con el pretexto del bien público.

Campillo había muerto en la Semana Santa de 1743. En febrero de 1744 Jover recibió el nombramiento de fiscal de la Cámara de Castilla, con opción a la primera plaza de consejero. No pudo incorporarse con rapidez a su nuevo destino por la tardanza en llegar su sucesor en Lucerna. Pero en el otoño de 1744 se hallaba de nuevo en Madrid.

Sucedía en el cargo a su antiguo colega del Consejo de Hacienda y de la Junta de Baldíos, Gabriel de Olmeda, que había sido ascendido a consejero de la Cámara y acababa de obtener el título de marqués de los Llanos de Alguazas. 60 El cargo de fiscal de la Cámara, separado del  Consejo de Castilla, había sido creado en 1735 para que se ocupase precisamente de las materias y negocios del Real Patronato, es decir regalías de la Corona en materia eclesiástica. 61 El presidente de la Cámara era el mismo gobernador del Consejo. A la muerte de Molina en el verano de 1744 el cargo no fue cubierto en propiedad. Hasta el fin del reinado lo ejerció interinamente el marqués de Lara, el viejo enemigo de Jover. Los otros miembros de la institución eran José de Bustamante, corresponsal de Mayans, los anteriores fiscales José Ventura Güell 62 y Olmeda, y el consejero Quincoces, que murió en noviembre de 1745. 63

EL EQUIPO JOVER-MAYANS

Jover volvía a sus orígenes regalistas. Pero el cargo le venía algo grande, sobre todo en la tarea de fundamentar y justificar los derechos del Patronato Real; por lo menos en las circunstancias concretas en que se hallaba. Se trataba nada menos que de polemizar con el Papa Benedicto XIV. 64 Jover no era un intelectual y lo sabía; incluso alardeaba falsamente de ello. Estrenarse en el cargo contestando al Papa era todo un reto. Una vez más pensó en valerse de la colaboración de Mayans. Su ideal hubiera sido que el erudito residiera en Madrid, para contar con una colaboración inmediata. En la felicitación navideña de 1744 le manifiesta su deseo de poder hacerlo en persona, "para aprovecharme mejor de sus habilidades". En los meses siguientes menudean las invitaciones a que don Gregorio abandone su retiro de Oliva. Incluso le amenaza con una posible orden real. Pero ante las reiteradas y decididas negativas de Mayans, Jover le propone en la primavera de 1745 una colaboración a distancia.

El 17 de abril, el fiscal de la Cámara, su Señoría Ilustrísima, presenta el tema. La colaboración se realizará "en secreto y sin salir de casa", "bajo el secreto de nuestra reservada confianza". Mayans se muestra de acuerdo. Al presentar a Jover la persona de su hermano Juan Antonio, observa en relación con el tema: "nadie lo sabrá sino los tres, que es lo mismo que no saberse enteramente". Y ante la tardanza en obtener el premio anunciado comenta con cierta amargura: "trabajamos in silentio et spe".

Mayans aceptó en seguida el ofrecimiento de Jover. Antonio Mestre observa acertadamente la parte que el orgullo intelectual tuvo en la actitud del erudito. Quería dar una muestra de su valía, concretamente en un tema sobre el que tenía ideas muy claras y definidas. A lo largo de la correspondencia se trasluce perfectamente el convencimiento de Mayans de ser la persona adecuada, la única, capacitada para dar la respuesta a un pontífice de fama intelectual como era Próspero Lambertini. Ahora tenía la ocasión de trabajar en pro de la Ilustración y la reforma de la Iglesia y de defender los derechos históricos de la corona española.

Pero la rápida aceptación va unida a la presentación de Juan Antonio Mayans como el colaborador inexcusable del equipo, y la lógica petición de una recompensa para el mismo. Juan Antonio Mayans tenía entonces 27 años. Había seguido a su hermano a la Corte. Además de los consabidos estudios de filosofía y derecho, conocía idiomas modernos. Mayans presentó a su hermano como el hombre más instruido "en las cosas de nuestra nación", como el primer historiador de España. Alaba tanto su amplio conocimiento de la historia de España como su laboriosidad y su espíritu crítico. Juan Antonio estaba acostumbrado a leer seis o siete horas diarias desde la edad de nueve años. Su aplicación infatigable le proporciona "recónditas noticias". En el equipo que se constituye, Juan Antonio era el hombre de los "apuntamientos", el que verifica las citas y prepara los materiales, trabajando "valientemente". Don Gregorio manifiesta también el cariño que siente por la bondad y la "grandeza de juicio" de su hermano.

El 17 de julio, a petición de Jover, Mayans le envía un breve curriculum de su hermano y concreta el "premio" que desea conseguir. Dada su inclinación a la vida eclesiástica, deseaba una plaza de canónigo en Valencia, o quizás del tribunal de la Inquisición en la misma ciudad. Esto es una ración de hambre, destinada para colegiales tontos, responde Jover. Es verdad que una plaza de inquisidor no es carrera para gente erudita, reconoce Mayans; pero en realidad lo que quería éste era el equivalente a una pensión que permitiera a Juan Antonio vivir en Oliva, o cerca de ella, para poder proseguir su colaboración intelectual. Juan Antonio no quería hacer carrera política: "su genio es el más a propósito para la vida contemplativa de los estudios".

La "satisfacción" de Juan Antonio es tema recurrente en la correspondencia que se cruza durante año y medio entre Madrid y Oliva. Jover nunca deja de prometer y de suscitar esperanzas. Nunca faltan en sus cartas las alusiones al "amigo don Juan Antonio". A medida que pasaba el tiempo y que Mayans le insistía, hablándole de la pensión, Jover tendía a escudarse tras la figura del padre confesor, de quien dependía en última instancia la concesión de las prebendas eclesiásticas. Mayans le recordaba el "mérito oculto" de su hermano y que no tenía otro defensor que el propio Jover. No faltaban buenas palabras por parte de éste cuando escribía, por ejemplo: "Nada deseo tanto como que coja algún fruto de su trabajo y prueba de mi amistad" (4-XII-1745); o cuando manifestaba su deseo de que "no quede la remuneración en esperanzas vanas" (25-VI-1746). Pero en definitiva pasó más de un año sin que Juan Antonio obtuviera ninguna pensión ni beneficio simple, "de tantos que vacan frequentemente". Todavía en junio de 1746, Jover, tras exclamar que se cuidaría del futuro de Juan Antonio como del de su propio hijo, indicaba que se debía esperar que se produjeran vacantes. Tras tan dilatada espera, la muerte de Felipe V en julio de 1746, con la posibilidad de cambio en el confesionario real, hizo presente Mayans que los dos "perpetuos servidores" de Jover, como denominaba a veces a sí mismo y a su hermano, habían trabajado en vano. En su correspondencia posterior con terceras personas manifestó el sentimiento de haber sido engañado por el fiscal de la Cámara. 65

La comunicación entre Mayans y Jover se basaba en un correo de frecuencia semanal. Ambos estaban pendientes de la llegada de las cartas. Este día coincidía para Jover con el sábado, jornada que tenía ocupada por sesiones del Consejo y de la Cámara, así como por la inspección o visita de cárcel. Por esta razón el fiscal solía comenzar su respuesta antes de recibir la carta de Mayans. Las dificultades aumentaron por el mal tiempo de otoño e invierno de 1745-1746, un "mal tiempo furioso de aguas y nieves", que a Jover le parecía tan frío y nebuloso como el de los Alpes; "a dos meses que no para de llover a cántaros", escribía el 27 de noviembre. El mal tiempo prosiguió durante el mes de abril de 1746, con lluvias incesantes y "fríos inmensos y más sensibles que en el Norte" (9 de abril). Los dos corresponsales intercambiaban bromas sobre el mal servicio postal (correos borrachos, correos de pie quebrado).

En su carta de 24 de mayo de 1745 Mayans exponía el método de trabajo a distancia: "puede V. S. enviarme los materiales que tiene recogidos y yo le diré los que faltan". Constantemente Jover le iba enviando "materiales e instrumentos", documentos "buenos y malos", "apuntamientos" sacados de "mamotretos", privilegios y un incesante flujo de libros cuyas características y contenidos se comentan. Con un falso sentido del humor Jover apostillaba a veces que los enviaba para que Mayans "entretenga su ociosidad", luzca su habilidad y ejercite su ingenio.

No fue precisamente la ociosidad la característica de los hermanos Mayans. El primer informe pedido por Jover esuvo listo en quince días. Trabajando de diez a doce horas diarias, redactaron en septiembre 150 hojas sobre el pleito de Mondoñedo, y al terminarlo, para descansar, don Gregorio se puso a escribir su carta semanal a Jover. El dictamen sobre expolios, redactado en junio de 1746, lo fue en doce días.

Los trabajos de Mayans provocaban las alabanzas continuas, desmesuradas e interesadas de Jover. Cada una de las aportaciones de Mayans le parecía inimitable, lo mejor que había visto en su vida; prometía seguirlas al pie de la letra, aunque por supuesto no lo hizo. Más adelante Mayans se quejó de que el fiscal había desfigurado sus textos con las "bachillerías de sus pasantes". 66

Mayans correspondía a veces con alabanzas desmesuradas a la figura de Jover, al que elogiaba como un nuevo Hércules o el gigante Briareo. Alaba su estilo de escritura, y sobre todo su capacidad de trabajo. En varias ocasiones le recomienda que modere su esfuerzo, puesto que al fin y al cabo no es de bronce, sino "solamente es un hombre" aunque trabaje por cien.

Pero la mayor valoración del trabajo de Mayans la realizaba él mismo. Don Gregorio consideraba que ningún letrado en España podía competir con él; y en junio de 1746 añadía que ni siquiera en Europa. En su opinión la respuesta al nuncio era "la consulta de mayor y más sólida erudición que hasta ahora se haya hecho en España".

Valoraba especialmente su decisión de responder al Papa:  "será una empresa hercúlea que pondrá en expectación a toda Europa". Sólo los hermanos Mayans eran capaces de hacer "lo que ningún romano se atreverá a deshacer". Toda Europa admiraría la información aportada ("cosas ignoradas de toda la nación") y el método utilizado, un "medio inopinado".

Mayans tenía un fuerte sentimiento de superioridad intelectual hacia los intelectuales españoles, que en su mayor parte se habían limitado a la formación ofrecida por las facultades universitarias. La inteligencia natural de los españoles resultaba estéril por la falta de disciplina.

No le faltaba, sin embargo, a don Gregorio la capacidad de ironizar sobre su propia situación de aislamiento ante las redes del poder cultural, cuando escribía el 13 de noviembre: "Las gentes piensan que mi hermano es un ente de razón, que no existe, y yo un hombre que sólo habla en latín". Jover participaba de una opinión similar cuando escribía que los libros eran lo que más quería Mayans en el mundo, o cuando enviaba a los hermanos de Oliva unos documentos medievales, sabiendo que eran "tan golosos de estos papelillos".

Por su parte Jover alardeaba falsamente de su incapacidad intelectual. Se presenta como poco erudito, poco versado en asuntos de antigüedades. Habla de su erudición macarrónica; sus escritos son majaderías, borrones, especies confusas y mal digeridas, sus informaciones superficiales y vulgares, sus reflexiones impertinentes. Realmente Jover era un político con escaso sentido por la cultura. En sus escritos Mayans detecta errores de bulto, como el utilizar citas de Cicerón y de Plinio para situaciones del mundo cristiano. Los misales mozárabes que se le piden en 1746 eran para él un "vejestorio". Burriel supo ver con acierto que "quiere más el cortejo de los sabios que los sabios mismos". Sin embargo había constituido una notable biblioteca, especializada en temas jurídicos, como recordaba en diversas ocasiones el propio Mayans.

Don Gregorio consideraba que el estilo de Jover era bueno cuando se expresaba con naturalidad y sin pretensiones. Al principio de su colaboración le orienta en este campo (junio de 1745). Le alecciona también acerca de la naturaleza del trabajo intelectual como trabajo en equipo, poniéndole el ejemplo de diversos hermanos, célebres en las humanidades. A lo largo de su relación con Jover, se evidencia el cuidado que Mayans (y también el propio don Blas) tuvieron por los detalles de edición: desde la Historia de Mariana y los memoriales de 1735, hasta la impresión de los informes regalistas.

CRITERIOS Y MÉTODO

Ambos corresponsales compartían, por lo menos en teoría, sus ideas sobre las relaciones con la Santa Sede. No dudaban de la "debida subordinación y obediencia" a la autoridad religiosa del Papa. Mayans y Jover se consideraban "obedientíssimos hijos de la Iglesia". El fiscal manifestaba su intención de no atentar en lo más mínimo a los "justos derechos de la Santa Sede". Pero don Gregorio distinguía muy bien entre el dogma y las cuestiones de disciplina eclesiástica; estas estaban "sugetas a la diversidad y variedad según las provincias y los tiempos".67 Más aún, si las pruebas de los derechos del Rey dependían de la investigación histórica, la verdad no podía ser opuesta a la verdadera piedad (10-VII-1745). No necesitamos ocultar la verdad, escribía a Jover, antes bien nos hará fuertes. Trabajaba "con espíritu de verdad", razón por la cual el Papa no podía darse por ofendido.

Quizás en la pluma del fiscal aparece la contradicción o la cuadratura del círculo en la práctica de la política regalista, como "justificar los derechos reales sin ofensa de la Santa Sede", "mantener las regalías sin que el Papa se dé por ofendido", "sin tocar a la potestad de las llaves".

A lo largo de su correspondencia Jover es el eco que comenta las ideas de Mayans. La disciplina eclesiástica está relajada "a fuerza de usurpaciones", por los "infinitos abusos" de la Curia romana. Era preciso restablecer la disciplina y fijar los "justos límites de la libertad eclesiástica".

El pensamiento de Mayans aparece sintetizado en el informe reservado que escribió, en nombre de Jover, para el secretario de estado, marqués de Villarias, en la primavera de 1746. En él expuso don Gregorio su idea de que las regalías eran derechos inabrogables, inherentes a la corona, anteriores a cualquier concesión pontificia, y por tanto no sujetos a controversia, porque procedían de una autoridad canónica anterior.

Pero dentro de su firme anticurialismo, Mayans rechazaba también el regalismo extremo, sobre todo si no estaba bien probado. En este sentido criticó un "papel cismático, lleno de espíritu infernal", que resultó ser la famosa consulta del abad de Vivanco, antiguo secretario del Patronato Real; y se burló del regalismo acrítico del consejero Juan de Samaniego 68 y del bibliotecario real Nasarre, en la Junta del Patronato de 1 735; capaces de decir el uno que no había Papa, y el otro de quererlo probar.

Los justos derechos de la corona de España estaban justificados por una existencia histórica de más de diez siglos (Mayans, 23-X-1745). Por esta razón, la defensa del Patronato Real debía realizarse siguiendo el camino de una rigurosa crítica. En este punto el método mayansiano se diferenciaba radicalmente de los procedimientos utilizados por los anteriores defensores del Real Patronato. Un método, como decía el mismo Mayans, distinto y distante. Como Jover seguía el sistema tradicional en el primer escrito que envió a la opinión de Mayans, el erudito lo rehizo totalmente. El 29 de mayo de 1745 escribía al fiscal que la verdadera erudición no consistía en acumular citas, sino en seleccionar

las razones más fuertes y las noticias más verídicas i puntuales, sacadas de las verdaderas fuentes de la Historia.

Por el contrario, esforzarse en reunir fuentes insuficientes sólo servía para debilitar las eficaces.

Los fundamentos del derecho de Patronato son repetidos por Mayans hasta la saciedad. En primer lugar, las Sagradas Escrituras y los Santos Padres, los textos de las "divinas letras". Seguía el derecho canónico, y de una manera muy especial las decisiones de los concilios. En tercer lugar, la legislación. En todos los casos se primaban los elementos hispánicos: leyes patrias, Santos Padres españoles, concilios de España.

Junto a estos elementos, la historia jugaba un papel fundamental, puesto que se trataba de establecer una serie cronológica de pruebas. Cánones, leyes e historias de todos los siglos formaban una "máquina inexpugnable", que hacía superfluas otra clase de pruebas, por ejemplo las bulas pontificias. El propio Jover lo había expuesto el 22 de mayo de 1745: "la Historia es la que ha de dar luces sólidas"; y el 2 de agosto el fiscal reiteraba el valor de los "antiguos concilios y leyes fundamentales del reino, observadas de tiempo inmemorial".

La dimensión histórica del programa mayansiano obligaba a afinar el rigor metodológico. Las pruebas debían obtenerse siempre de historiadores fidedignos, coetáneos a los hechos o lo más aproximados posible. "Esta manera de tratar las cosas -escribía Mayans el 11 de septiembre- exige una exacta cronología." El 10 de julio había expuesto un programa de actuación. El asunto en cuestión debía ser estudiado de forma progresiva, mostrando su origen, su evolución, es decir, "la variedad y estado de derechos... teniendo presentes las costumbres de cada siglo".

El método histórico exigía una labor de investigación que no podía improvisarse, sino que se fundamentaba, como en el caso de los Mayans, en una sólida formación erudita (19-VII-1745). Los dos hermanos poseían un "grande caudal de erudición, recogida por espacio de muchos años". Juan Antonio procedía a revisar la historia de España, sacando de los textos los datos de interés "como con pinzas", y después ordenándolos reduciendo a un método claro millares de noticias contenidos en los diferentes tipos de fuentes históricas: 69 las colecciones de concilios, las leyes y la historiografía coetánea. La idea de Mayans era repetida por el confesor real, padre Fevbre, en su carta de 12 de noviembre:

La Historia secular y eclesiástica y leyes del Reino son las fuentes de donde se deven sacar nuestras defensas.

En consecuencia, con la elección del método histórico, Mayans relegaba a un lugar secundario las fuentes utilizadas por otros defensores del Real Patronato, y en primer lugar las bulas. En esta actitud podía haber algo de oportunismo, puesto que la autenticidad de algunas bulas presentadas por parte española podía ser rechazada con mucha facilidad por la Curia romana. Pero había una razón más profunda, pues para Mayans las regalías de la corona no dimanaban de la concesión pontificia, sino que eran anteriores. Mientras que Jover le insinuaba de entrada la necesidad de aumentar el arsenal de bulas, Mayans le manifestaba su opinión de que "buscar bulas para todo es ocioso" y de que sin ellas podía defenderse perfectamente la causa española. El ejemplo de los visigodos y del reino de Asturias es aducido constantemente, y en los informes redactados por Mayans reaparece la idea: la defensa del Real Patronato no requiere que las bulas sean verdaderas. 70 Esto no era óbice para que Mayans alabara en principio la elaboración de un bulario español por parte del marqués de los Llanos (19-XII-1745).

El segundo argumento tradicional era la autoridad de juristas y comentadores del derecho, los prácticos e intérpretes. Mayans rechaza de plano, desde sus primeras cartas, la "mal introducida corriente de los pragmáticos". No sirven en cuestiones de hecho, como son las históricas. Sólo pueden aceptarse como complementos o "adornillos". Su utilización quita fuerza al discurso: "este modo de defender las regalías las desautoriza". En principio Jover queda desconcertado cuando Mayans le insiste en la debilidad de los  intérpretes (2-X-1745). Pero el padre confesor reconoce la validez del método mayansiano. Las bulas pontificias convierten las regalías en meras concesiones pontificias. Los comentaristas españoles no son reconocidos por la Santa Sede como autoridades legales. Algunos incluso han sido condenados por la Inquisición romana. Mayans sistematiza su crítica a bulas e intérpretes en el informe escrito para el marqués de Villarias, y le añade las sentencias del tribunal de la Rota, como argumento de escaso valor. Mayans sintetiza de la siguiente manera la diferencia entre sus informes y los del anterior fiscal, marqués de los Llanos. Olmeda se funda en intérpretes y bulas, Mayans en cánones y leyes.

CALATAYUD Y MONDOÑEDO

Estos criterios metodológicos inspiraron la acción de Mayans en los informes que redactó para Jover entre la primavera de 1745 y finales de 1746. El primero de ellos se refería a la discusión del Patronato Real sobre la iglesia del Santo Sepulcro de Calatayud. 71 Se trataba del primer informe que Jover debía emitir como fiscal de la Cámara, y se encontraba un tanto inseguro. El 22 de mayo envió su borrador a Mayans. El erudito aplicó al texto de Jover el rigor de la crítica. Era preciso rehacer todo el informe, no sólo por cuestiones de método sino también por la existencia de más de 100 errores históricos, que se detallan en cartas posteriores. El 12 de junio don Gregorio tenía terminado el texto, y dedicó las cartas posteriores a dar a Jover lecciones de método y a comentar los detalles de la impresión.

Mayans había probado el derecho de Patronato por títulos de protección y derecho de conquista (concepto al que daba una interpretación novedosa).

Como era necesario probar la nulidad del testamento de Alfonso I el Batallador en favor de las órdenes militares (entre las que se contaba la del Santo Sepulcro), la ocasión se prestaba para que Mayans impartiera una lección sobre historiografía aragonesa, al paso que fundamentaba el Patronato Real. Jover prometió que no variaría ni una coma del texto recibido, aunque poco después confesaba haberle añadido "un poco de hipocresía".

La redacción del informe de Calatayud fue una buena demostración práctica de aplicación del método mayansiano. Jover lo supo sintetizar bien en una de sus cartas. Mayans había expuesto el origen y evolución de la regalía basándose en los concilios españoles, incorporados en el derecho canónico, en el derecho de conquista y en la legislación aragonesa, que invalidaba el testamento del Batallador, así como en la historiografia de mayor garantía.

Durante los meses de julio y agosto de 1745 Jover y Mayans siguieron examinando documentos relativos al texto: el del propio prior de Calatayud, Tomás de Arizcun, que era favorable al Patronato Real, y el de Juan Antonio de los Herreros, que le era contrario. El análisis de una bula de Gregorio VII, de cronología dudosa, dio pie a que Mayans diera al fiscal lecciones de cronología, aunque Jover, según confesión propia, no estaba especialmente interesado en cuestiones históricas.

Durante el otoño de 1745 Jover y Mayans siguieron tratando cuestiones relativas al Real Patronato en Aragón. En este caso se trataba de las siete iglesias parroquiales de Teruel, en un pleito iniciado por el antecesor de Jover. Una vez más el fiscal pidió al erudito que se tomara "el gusto de divertirse", redactando por él el informe. Mayans consideraba que el memorial ajustado del pleito no contenía la información adecuada: "tan estéril de noticias y tan impertinentes". En cambio Juan Antonio iba a aportar "noticias no vulgares". Ante esta situación, Jover intentó reunir nuevas evidencias en forma de privilegios (los siguió enviando a Mayans hasta marzo de 1746), mientras éste leía las Disertaciones fiscales del jurista aragonés del siglo XVII Egea Talayero. Mayans redactó un informe que no llegó a imprimirse. 72

El segundo gran texto mayansiano se refería al Patronato Real en la diócesis de Mondoñedo. 73 Se trataba de un pleito iniciado en 1735 por el primer fiscal de la Cámara, José Ventura Güell. Tras la consulta dela Cámara, favorable a la existencia del Patronato en el priorato de Mondoñedo (24-II-1745), el Rey mandó a su fiscal que pusiera demanda a "el todo de la mencionada iglesia", basándose en los derechos de fundación, dotación, edificación y conquista, los requeridos por la doctrina para justificar el Patronato. Jover planteó el tema a Mayans el 21 de agosto. En las cartas siguientes se perfiló el programa de acción y el envío de los libros necesarios por parte de Jover. El fiscal estaba impaciente y recomendaba brevedad en el trabajo, mientras enviaba a Oliva abundante documentación. Entre esta se encontraban las respuestas del obispo (Antonio Alejandro Sarmiento) y del cabildo de Mondoñedo, a los que Mayans calificó de "papelones oscurísimos". Para dar prisa a Mayans, Jover le indicaba que ya tenía minutada la respuesta y debería entregarla al confesor si el erudito no le enviaba pronto su texto. El 18 de septiembre don Gregorio envió a Jover el esquema de su respuesta, y el día 30 había terminado su redacción.

El tema se prestaba a que Mayans hiciera gala de su erudición en historia eclesiástica de la Alta Edad Media, y en concreto de la diócesis minduniense (25-IX-1745, 15-I-1746). En enero de 1746 Jover remitió nuevos privilegios, procedentes de Lugo y de León, para fortalecer la prueba del Patronato Real. El 29 de enero de 1746 el pleito de Mondoñedo estaba visto para sentencia en la Cámara, pero la decisión final y la impresión del informe redactado por Mayans no fueron tan rápidas. Porque en realidad el caso de la diócesis de Mondoñedo se hallaba situado en el mismo centro de la polémica con la Santa Sede.

RESPONDER AL PAPA

En efecto, lo que daba su importancia al caso 74 era el oficio presentado el 6 de julio por el nuncio pontificio, Enrico Enríquez, arzobispo titular de Nacianzo, a la secretaría de estado, contra la intervención de la Cámara de Castilla en el pleito de Mondoñedo. La queja del nuncio se centraba en dos puntos, En primer lugar, afirmaba que la intervención de la Cámara era contraria al artículo 23 del Concordato de 1737. En segundo lugar, el nuncio achacaba el mal estado de las relaciones hispano-romanas al hecho de que el gobierno español no había podido dar respuesta a un documento redactado por el propio Papa. El tema era de la mayor enjundia. La respuesta al nuncio no podía ceñirse estrictamente al caso de Mondoñedo, aunque esta fue la posición adoptada a la larga por el gobierno español.

En su respuesta a la carta de Jover de 21 de agosto, Mayans concretaba el objetivo del trabajo que se le proponía, en dos puntos: 1) clarificar el Patronato Real de Mondoñedo, y 2) dar satisfacción al oficio del nuncio. Como hemos indicado, Mayans tenía listo su esquema el 18 de septiembre, y terminó de redactar el escrito a fines del mismo mes. Pero la resolución de los círculos gubernamentales españoles sobre el texto mayansiano tardó más de medio año en perfilarse.

La respuesta al oficio del nuncio envolvía dos textos de alto nivel: el Concordato de 1737 y la "Rimostranza" o Demostración del Papa Benedicto XIV. Tanto Mayans corno Jover compartían una valoración negativa del acuerdo hispano-romano de 1737. Jover hablaba del "perjudicial Concordato", en el cual

nada nos da la Corte de Rorna y nos quita lo que en justicia y derecho nos compete. (28-VIII-1745)

Por su parte, Mayans consideraba el Concordato de 1737 como "uno de los mayores desatinos de nuestros tiempos". Don Gregorio había asistido, desde su puesto de bibliotecario real, a la dirección de las negociaciones por el cardenal Molina. Mayans valoraba el acuerdo a que había llegado en 1714 el futuro marqués de la Compuesta con el nuncio Aldobrandi. 75 En cambio, era muy crítico con la actuación de Molina, el cual, en su opinión, "solamente tiró a ser cardenal". Mayans criticaba la formación por el cardenal de la Junta de Patronato, 76 creada para "tener las cosas más a su arbitrio, con desautoridad y sentimiento de los tribunales". En diversos momentos de la correspondencia hace patente el erudito su desacuerdo con el cardenal, por ejemplo en el asunto de la edición limitada del informe de Melchor Cano. 77 Su crítica se hace más amplia en el informe al marqués de Villarias. En el mismo descalifica completamente la conducta del cardenal como opuesta al bien común. En su opinión el Concordato era nulo porque se oponía a las leyes de España.

La posible revisión del Concordato era una opción política de gran aliento, un "asunto terrible", que no se podía emprender sin especial orden del Rey y dentro de una reforma general. Sin embargo, y mientras llegaba la hora de "batir en brecha el Concordato", Jover sugería que se podía iniciar la anotación crítica de los artículos del mismo, idea a la que Mayans prestó su asentimiento (2-X-1745).

Pero si el examen del Concordato podía aplazarse, no sucedía lo mismo con la Demostración del Papa, sobre todo después del oficio del nuncio. El documento pontificio se insertaba en una polémica iniciada después del Concordato por la actitud revisionista del cardenal Molina, y en concreto por el "Apuntamiento" redactado en 1741 por el entonces fiscal de la Cámara, Gabriel de Olmeda, como instrucción para los cardenales hispánicos Belluga y Acquaviva. 78 El documento papal, que refutaba con amplitud el Apuntamiento, estaba redactado en 1742; pero hasta 1745 los gobernantes españoles no habían sabido presentar una respuesta concluyente.

Ante la intimación del nuncio, Jover puso el tema en conocimiento de Mayans, envolviéndolo con los conceptos de que

Vm. se divertirá mucho y podrá exercer su havilidad crítica. (31-VII-1745)

Le comunicó que el Papa había escrito una obra en la que impugnaba el Patronato Real y la jurisdicción de la Cámara. En lo sucesivo la respuesta al Papa y el rechazo del Concordato se convierten en un tema recurrente y casi obsesivo de la correspondencia. Es la gran empresa, la gran idea, la obra mayor, la grande obra venidera, "la más útil que pueda hacerse en España", cuya preparación no debe dejarse sospechar al adversario.

Aunque Mayans no leyó completamente la Demostración hasta mediados de octubre, desde el principio se mostró muy combativo contra el Papa. Hablaba de derribar sus falsos presupuestos, que se desharían como la sal en el agua, y declaraba: "haremos que le pese haber tomado la pluma".

Mayans partía de un teórico respeto a la suprema dignidad del Papa, pero precisaba que no se trataba de una polémica dogmática. Le criticaba como historiador, y más precisamente por ocuparse de la historia de España sin la debida formación ni información. Próspero Lambertini había sido un letrado de fama, un "letradazo", en todo caso un célebre práctico, pero no un erudito. Su información sobre la historia española no era satisfactoria.

Don Gregorio insiste en diversas ocasiones en que Benedicto XIV no era un especialista de la historia hispánica y que estaba "muy mal informado de los hechos", por lo que no sería difícil encontrar en su argumentación errores notables. Una crítica abierta y pública del texto papal descubriría su ignorancia. Sólo tenía razón en la descalificación de alguna de las bulas presentadas por Olmeda, pero ya sabemos que Mayans concedía un valor relativo a estos documentos en la defensa de las regalías. 79

El texto pontificio no sólo era, en opinión de Mayans, criticable por sus errores históricos, sino sobre todo porque su doctrina en relación con las regalías era errónea, y contenía proposiciones contrarias a los derechos justos y ciertos del rey de España. Por esta razón merecía una respuesta.

La respuesta al Papa debía ser reverente y respetuosa en la forma, pero firme en el fondo. Benedicto XIV había escrito pensando que el gobierno español no podría ofrecer una contraargumentación o "satisfacción" válida. En efecto, decía Mayans, "la respuesta no es para cualquiera"; pero él se sentía capacitado para darla y orgulloso de poder hacerlo.

Con todo, Mayans no dejaba de mostrarse prudente. Una crítica detallada a la Demostración del Papa significaba una mácula para el crédito intelectual del padre espiritual de los fieles. Progresivamente don Gregorio se inclina por dar una respuesta indirecta. Más precavido se mostraba Jover, quien expuso las "prudentes razones" para no responder formalmente al Papa. Ambos corresponsales reconocían lo "grave y delicado del asunto". Durante el otoño de 1745 las referencias al tema se plantean siempre en el futuro: si llegase el caso de analizar la Demostración, si se tratase de dar a su Santidad alguna respuesta. Sin embargo, Mayans había redactado la contestación al nuncio como un avance de lo que podía ser 1a gran obra, la "muestra del paño" que debía examinar el confesor, para darse cuenta de la capacidad de los Mayans. Don Gregorio había utilizado el "artificio" de ir rechazando indirectamente la Demostración, siempre que se ofrecía la ocasión, sin buscarla (2-X-1745). Jover, que en principio se había mostrado partidario de responder directamente al Papa, cuando recibió el texto de Mayans consideró "reducir la respuesta a lo que la secretaría de estado hace presente", y el 9-10 propone ceñir la respuesta a la Cámara a la narración histórica del caso de Mondoñedo.

LOS PAPELES DE OLMEDA

La situación se complicaba en el seno de la Cárnara de Castilla por la existencia de los dos textos elaborados por el consejero, y antiguo fiscal, Olmeda, por orden del cardenal Molina. En primer lugar el Apuntamiento de 1741, que desde la perspectiva oficial española no había sido remitido al Papa, sino que era un documento interno para uso de los dos cardenales citados. Pero Olmeda había redactado, también por orden de Molina, una respuesta a la Demostración del Papa. El texto, titulado "Satisfacción histórico canónico legal", había chocado con la oposición del camarista Andrés González de Barcia, el amigo de Mayans. Barcia había muerto en 1743, y Molina en 1744. Y el documento de Olmeda había quedado en hibernación.

En junio de 1745 Jover anunciaba a Mayans el envío, para su examen, de lo que califica de "ponderados papeles" de sus antecesores, aunque cuando supo la opinión de Mayans sobre los mismos comenzó a hablar de errores, deficiencias, citas falsas, etc.

La crítica de Mayans a los papeles de Olmeda fue total y pronta, incluso antes de haber efectuado una lectura completa de los mismos. Para el erudito se trata de desatinos chabacanos, llenos de vulgaridades. La "Satisfacción" es ignorante y mal fundada, "fantástica y flaca" (5-XI-1745). Cita a historiadores poco fiables (Argaiz, Tamayo), y utiliza una evidencia documental escasa, poco adecuada y sin garantías críticas. También era Olmeda el responsable del mal enfoque dado al pleito de Teruel.

Don Gregorio expone en su carta de 20 de noviembre la diferencia de método que le separaba de Olmeda, y lo repite de manera más orgánica en su informe al marqués de Villarias. Olmeda se fundaba en las bulas, los intérpretes y las decisiones de Rota, tres clases de fuentes que Mayans consideraba netamente inferiores a las preferidas por él: los antiguos cánones y los historiadores coetáneos de los hechos.

En consecuencia de la valoración negativa de la obra del marqués de los Llanos, Mayans aconseja radicalmente (ya el 2 de octubre) que su Satisfacción no debe darse a conocer a la Corte de Roma. En mayo de 1746 comunica francamente su opinión a Villarias. Olmeda "no tiene literatura para responder a un hombre corno el Papa". Una respuesta insuficiente, en vez de convencer al Papa todavía le irritaría más.

Pero Olmeda estaba en la Cámara y se debía evitar ofenderle; por esta causa en el informe de Mondoñedo Mayans habla de él "con gran artificio", aunque preveía que "tirará a contraminar la consulta". En efecto, cuando por fin el informe presentado por Jover fue aprobado por la Cámara, en febrero de 1746, Olmeda se ofreció voluntariamente a redactar la correspondiente consulta. Lo que hizo fue redactar un texto alternativo, en el que reivindicaba la actuación del cardenal Molina y sus propias obras. Esta actitud provocó la ira de Jover, que no ahorró los dicterios: picardía, malicia, envidia descarada, presunción, osadía, avilantez. Mayans responde con conceptos parecidos: depravada intención y perjudicial ignorancia. Cuando por fin se decidió, en junio de 1746, que el informe de Jover sobre Mondoñedo sirviera de respuesta indirecta al Papa, se autorizó a Olmeda a que imprimiera sus obras a su costa, si así lo deseaba. Mayans pensaba que esta decisión del padre confesor era un error, porque ofrecería a la Curia un texto fácil de rebatir. Jover, más a ras de tierra, creía que Olmeda no haría Liso de la autorización, porque la Satisfacción. era muy extensa y el consejero no muy amigo de gastos.

Criticas similares alcanzaron a otro de los colaboradores del cardenal Molina: Pedro de Hontalba y Arce. Este magistrado había publicado en 1737 un Manifiesto canónico-legal sobre el derecho del monarca a disponer de las vacantes eclesiásticas en Indias, obra que le valió el título de consejero de hacienda honorario. Molina le escogió en 1738 para que le ayudase en las negociaciones y polémicas subsiguientes a la firma del Concordato. Aquel mismo año publicó una Disertación sobre la jurisdicción de los Reyes de Castilla y Consejo de la Real Cámara 80 y obtuvo la plaza plena de consejero de Hacienda. Para Mayans, que le consideraba una "hechura del cardenal", la obra de Hontalba era un "fárrago de noticias mal examinadas", una muestra de la forma de trabajar que el erudito aborrecía, sin el fundamento histórico apropiado (11-IX-1745).

Jover añadía a la crítica la obra del consejero de Indias, Alvárez de Abreu, cuya Víctima Real Legal (1726) le había valido precisamente el título de marqués de la Regalía, 81 junto con una pensión de mil ducados. Jover pensaba que una pensión similar era el objetivo del bulario en el que estaba trabajando Olmeda.

ESTRATEGIA Y DOCTRINA

Aunque uno de los objetivos de la respuesta al nuncio era la defensa de la jurisdicción de la Cámara de Castilla en los asuntos del Patronato Real, parece que los propios camaristas tenían dudas acerca de sus derechos, sobre todo si esto implicaba oponerse al Sumo Pontífice. Tanto Mayans como Jover aluden al hecho de que los miembros de la Cámara tenían hijos con aspiraciones a alguna prebenda eclesiástica, y por ello no querían arrostrar la enemistad de la Santa Sede. El 28 de agosto manifiesta al erudito que ante las dudas de los camaristas se veía obligado una vez más a solicitar ayuda. Mayans se declara "pasmado" de que los camaristas duden de su autoridad, cuando él tenía "admirables apuntamientos" para demostrar los derechos de la institución en los casos de Patronato. Él y el fiscal escriben despreciativamente sobre "estos señores" que no están acostumbrados a la crítica histórica, que siguen una política acomodaticia entre el Rey y el Papa y que están celosos de los éxitos de Jover. Mayans era especialmente duro con los anteriores fiscales (Güell y Olmeda), que, en su opinión, habían llevado los asuntos del Patronato "con ignorancia y escándalo". Jover le hacía el coro burlándose de la incapacidad de sus émulos para comprender el escrito mayansiano: "alguno lo entenderá como mi abuela", "no tienen hecho el paladar a este modo de decir". La burla cedió el paso a la indignación cuando la Cámara aprobó la consulta de Olmeda sobre la respuesta al nuncio. Connivencia, descuido, inconsecuencia, contemplación y miedo son las palabras que surgen de la pluma de Jover. En realidad el fiscal confiaba poco en sus compañeros de Cámara, y desde el 28 de agosto manifestaba a Mayans que sus apoyos eran otros: el confesor real, padre Fevbre, y el secretario de estado, Sebastián de la Cuadra, marqués de Villarias, 82 los "consabidos amigos".

El confesor de Felipe V tenía un papel de primer orden en la formulación de la política regalista. Jover le describía como "un francés muy erudito e instruido en la historia eclesiástica". Todos los informes de Jover pasaban por la mano e inspección, "alambique" o "aduana" del padre confesor. Este se había alarmado ante las dudas de los carnaristas, pero quedó complacido al leer la respuesta de Mayans, cuyos criterios compartía, como puede verse en la carta escrita a Jover el 12 de noviembre y enviada por el fiscal a Oliva.

Cuando Jover hubo recibido el texto mayansiano permaneció a la espera de la decisión de sus dos protectores, que se encontraban con la corte en los Reales Sitios. La espera se prolongó un mes largo. La segunda semana de noviembre Jover envió al Escorial a uno de sus pasantes para que se entrevistase con el confesor. El resultado fue la citada carta de Fevbre. A fines de mes el fiscal pasó un domingo en el Pardo, para conocer los aires dominantes en la Corte. A mediados de diciembre el confesor se mostraba de acuerdo con la "gran obra", pero faltaba que Villarias terminase de leer la "muestra del paño". Las ocupaciones religiosas de Fevbre y las políticas de Villarias dilataron la decisión, que Mayans quedaba esperando. En enero de 1746, después de una entrevista de Jover con ambos personajes, el rey pidió a la Cámara que le presentara una consulta sobre el oficio del nuncio. El 9 de febrero la Cámara examinó el informe de Mayans junto con el oficio del nuncio, y aunque lo aprobó con admiración (según Jover), encontró que "excedía los términos" del oficio.

Cuando Jover vio que la redacción de la consulta había quedado en manos de Olmeda, el cual daba largas al asunto, volvió al Pardo a mediados de marzo. Para desbloquear la situación los "amigos" le pidieron un informe reservado. El escrito, decía Jover, necesita "mucha modestia, solidez y doctrina", por lo que pedía la colaboración del erudito, con la "brevedad y primor" que le caracterizaban. Al mismo tiempo le informaba de que los "amigos" le habían prometido la primera vacante para Juan Antonio.

Este fue el texto que redactó Mayans, dirigido a Villarias 83 a principios de mayo. Cuando hubo recibido el informe, Jover siguió la corte a Aranjuez. En esta ocasión el correo jugó una de sus malas pasadas. La carta en que el fiscal exponía a Mayans el resultado de sus gestiones se extravió, produciendo la natural alarma en el preocupado ánimo de don Blas.

En marzo de 1746 corrió la especie de que sería conveniente enviar a Roma una embajada extraordinaria, de la que formaría parte Jover. Este incluso llegó a pensar en llevarse a los hermanos Mayans consigo. Pero don Gregorio desaconsejó vivamente el proyecto. Él tenía una pobre idea de los resultados de la famosa embajada de Chumacero y Pimentel en 1632. La tal embajada sería infructuosa. En realidad se trataría de un ardid para apartar a Jover de la posición clave que estaba ocupando, y de la labor que en ella desempeñaba. Don Gregorio aprovechó la ocasión para dibujar un retrato ideal del posible embajador: entereza, conocimientos y capacidad de comunicación. El erudito confesaba abiertamente que en otras circunstancias familiares él hubiera podido ser el personaje indicado (2-IV-1746).

Hasta junio de 1746 el confesor no tomó una decisión sobre la forma de dar respuesta al oficio del nuncio. El texto sería publicado cono una disertación fiscal de Jover. 84 Mayans llevaba ya un mes largo interesado en la publicación. En el informe a Villarias había aconsejado que debería darse difusión al documento para influir en la opinión pública sin estridencias, "insensiblemente y sin afectación", "por un medio suavíssimo". La publicación debía preparar la opinión pública a "otra más extensa defensa", a otro mayor trabajo.

El propio Mayans se ofrecía a "limar" el texto y redactar el prólogo o "prefación". Esta debía ser una "piececilla de gusto y muy del caso", "una prefacioncilla sencilla, pero de mucho arte". A principios de julio había revisado el informe y lo había copiado de nuevo. Había releído seis veces el prólogo o prefación, que era en su opinión "simplicísima y bellísima" y al mismo tiempo aguda, puesto que "cada palabra es una saeta". Mayans se preocupaba por los detalles editoriales, incluyendo el formato de la obra, y su difusión entre los intelectuales europeos.

El prólogo o advertencia a los lectores, que no fue impreso por Jover, 85 era una refutación indirecta de la Demostración papal, "sin decir contra quién se escribe, para no causar escándalo a los supersticiosos". El Papa quedaba rebatido, no en contienda directa, sino como una necesaria consecuencia de la defensa de las regalías (9-VII-1746). El erudito también argumentaba que, siendo las regalías inabrogables, el monarca no podía someterlas a una discusión abierta con la Santa Sede.

La publicación se vio obstaculizada una vez más por la muerte del Rey, en julio de 1746, y también por la reciente condena por la Inquisición española, a instancias de Roma, de la obra regalista del padre Garrido, abad de San Benito de Valladolid. Ante la nueva situación, Jover se preguntaba el 16 de julio "si nos conviene publicar la obra y en qué terminos".

La actitud de Jover a lo largo de toda la polémica regalista fue de suma cautela, temeroso de caer en desgracia por la acción de los "parciales de Roma". Sabía que España era un país "tan católico como escrupuloso". Había que proceder de manera "que ni con pinzas puedan asirnos". Por otra parte, don Blas también compartía la confianza en las fuentes tradicionales (bulas e intérpretes) y quedó transtornado por el duro criticismo de Mayans. En el informe de Calatayud temía que la novedad del método mayansiano, al que no estaban acostumbrados los camaristas, no fuese comprendida ni valorada (fruta nueva, les parecerá griego); en verdad echaron en falta citas de intérpretes.

Mayans tenía, o aparentaba tener, una gran confianza en la capacidad intelectual y de decisión de Felipe V. Para él todo estribaba en informar al Rey correctamente (13-XI-1745), para que se decidiera a defender sus propios derechos. En la primavera del año siguiente deseaba que el informe reservado fuera leído directamente por Villarias al Rey, como solución de los obstáculos que se presentaban.

La prudencia política es comentada en la correspondencia con relación a Macanaz. Mayans considera que al antiguo fiscal general le faltó la prudencia en la ejecución y la elección de buenos colaboradores, una condición sin la cual no hay acción posible (23-IV-1746). Meses antes ya había escrito a Jover: "la reforma pública no se ha de intentar todo de una vez, porque así se hace imposible" (24-VII-1745).

Es curiosa, y a la vez significativa, la frecuencia con que la correspondencia aparece esmaltada por metáforas bélicas para referirse a la confrontación con la Curia romana: hacer la guerra viva, empuñar el estoque, romper la cabeza, dar un buen latigazo, usar de las garras, municiones para mayores batallas, señal de disparar, el gozo de irnos armando, batalla campal, reñir la pendencia de una vez, de vela estamos y con la pica en las manos. Se trataba, como decía Mayans, de "combatir fuertemente con moderación de ánimo" (30-IV-1746).

En la primavera de 1746 Mayans tuvo ocasión de redactar otro informe en nombre de Jover, esta vez dirigido al confesor real. Se trataba de informar al personaje sobre la disputa en la sucesión de los bienes del cardenal Molina, entre los parientes del difunto y la Cámara apostólica, que reivindicaba el derecho de expolios. Jover comunicó el caso el 28 de mayo, diciendo que aunque podía utilizar algunos prácticos catalanes, la obra saldría mejor si la redactaba Mayans. Este aceptó y la terminó con la ayuda de Juan Antonio, y la utilización de datos y argumentos preparados para la "gran obra". 86.

Para Mayans fue una especie de ajuste de cuentas póstumo con su antiguo perseguidor, del que trazó un retrato implacable, aunque seguramente exacto. Pero también fue la ocasión de desplegar de manera sistemática su conocimiento de la historia eclesiástica, aplicando su laborioso método de ordenar las noticias encontradas en muy diversas fuentes. La vastedad de su erudición en derecho canónico es patente en sus documentadas citas, que van desde san Agustín y san Gregorio Magno hasta Gravina y Muratori, dando un lugar de honor a juristas y teólogos españoles del siglo XVI: especialmente Álava Esquivel y Melchor Cano. El esquema del razonamiento de Mayans es impecable. Distingue la calidad de los bienes poseídos por los eclesiásticos y la calidad de estos: seculares y religiosos. Analiza la práctica tradicional de España en la Edad Media y la introducción de los expolios después del Cisma de Occidente. El derecho de expolios era, para Mayans, contrario a la legislación canónica, a los derechos de la diócesis y de los pobres. En consecuencia, la Cámara apostólica no podía presentarse como heredera del cardenal. Pero tampoco sus parientes (en esto Mayans discrepaba del confesor) podían hacerlo, porque como miembro de la orden de san Agustín, el cardenal no poseía bienes propios, según apunta Mayans con mal disimulada satisfacción: "obispo y cardenal sí, pero fraile".

Otros temas disciplinares aparecen en distintos momentos de la correspondencia. A fines de julio de 1745 Jover informaba a Mayans de la próxima promulgación de un "buen decreto", que prohibiría las coadjutorías con futura sucesión, en todas las prebendas eclesiásticas. El decreto fue promulgado el 24 de agosto. El tema se había iniciado antes de la incorporación de Jover a la Cámara y debía tener una importante prolongación. La alarma del nuncio ante una medida "que barrena el Concordato en una parte esencial y dolorosa para la Dataría", dio lugar, después de la muerte de Felipe V, a una queja formal, y ésta al último trabajo de Mayans para Jover: el Informe canónico-legal.

En relación con el pleito de Teruel, Mayans informó a su corresponsal sobre las oblaciones (19-II-1746). Por último, en mayo de 1746, Jover avisaba del decreto que reservaba a la jurisdicción de la Cámara las causas de pensionistas reales. 87 FUENTES Y AUTORES

La naturaleza de las fuentes utilizadas en la polémica queda detallada en la carta de Jover de 17 de julio de 1745, en la que indica el envío de obras de legistas y canonistas que tratan de la materia, cronicones, historias generales y particulares. Libros prácticos, documentos y noticias completaban el acervo de información utilizada.

Las autoridades legales utilizadas comienzan en la Alta Edad Media, o mejor dicho en el Bajo Imperio romano: el Código Teodosiano y su posterior resumen en el Breviario de Aniano. La legislación visigótica está representada por el Fuero Juzgo. Tanto Jover como Mayans se interesan por la localización de legislación medieval española. En noviembre de 1745 Jover encuentra unos "manuscritos en lengua antiquísima", que resultan ser una copia del Fuero Real. Al mismo tiempo busca, por encargo de Mayans, el Fuero de Sepúlveda. Lógicamente se hace uso de las Partidas, de la Nueva Recopilación y de los Autos Acordados, que Jover considera como un Alcorán. La edición en 1745 de la Nueva Recopilación, con notas del magistrado García Alesón, es bien valorada por Mayans (11-XII-1745).

El regalismo castellano del siglo XVI está representado por el consejero de Castilla Palacios Rubios, por el célebre dictamen de Melchor Cano, tan apreciado por Mayans, 88 por la instrucción de Felipe II a don Luis de Requesens, su embajador ante la Santa Sede. En enero de 1746 Jover y Mayans celebran el hallazgo de la obra del magistrado y obispo Diego de Álava y Esquivel, De conciliis universalibus. 89

En julio de 1745 Jover anuncia el envío del "librote" manuscrito de Fernando del Águila, sobre la jurisdicción de la Cámara y los derechos del Patronato en el reino de Granada. La obra había sido muy usada por los anteriores fiscales. Jover rodea el envío de toda especie de precauciones, puesto que el libro pertenecía "a lo más reservado del archivo de la Cámara". Mayans lo consideró "libro de grandísimo trabajo, en el que hay recogido muchísimo, bueno y malo" (25-IX-1745).

La mayor parte de juristas castellanos del siglo XVII citados habían pertenecido al Consejo de Castilla. Mayans no apreciaba mucho a Chumacero, un clásico del regalismo, cuya obra consideraba "bala floja", de "ruidosa apariencia". 90 Peor era su concepto de otro clásico del regalismo, Salgado de Somoza, 91 muy utilizado por Olmeda. En su opinión era "un practicón farragoso", condenado además por el índice romano, y por tanto inutilizable para la respuesta al Papa (9-IV-1746). Tampoco eran muy apreciados otros dos consejeros de Carlos II: Alfonso de Olea, catedrático de prima de cánones de la universidad de Valladolid, y Pedro González de Salcedo. 92

Juan B. Velázquez Valenzuela, consejero de Castilla y en 1641 obispo de Salamanca, era un autor antirregalista. En el dictamen sobre los expolios es citado varias veces el doctor Gregorio López Madera, nombrado consejero de Castilla en 1619. 93

Mayans agradeció a Jover que le hubiera dado a conocer la obra manuscrita de José de Ledesma, un brillante abogado que sirvió en el reino de Nápoles, antes de ser nombrado consejero de Castilla. 94 Ledesma había escrito una obra sobre las regalías en Navarra, con la ayuda del jurista aragonés J. L. López.

Más conocida es la admiración de Mayans hacia el catedrático de Salamanca y consejero de Castilla, Francisco Ramos del Manzano, al que sigue en el asunto de la jurisdicción de la Cámara. 95 Don Gregorio aprueba a Ramos en su crítica de Salgado, aunque reconoce a Jover que no era un autor de fácil lectura, observación que ya había hecho en Salamanca su maestro, el catedrático valenciano José Borrull (18-IX-1745). Muy brevemente alude Mayans a otro autor muy apreciado por él: el fiscal y consejero de Castilla, José Fernandez de Retes. 96

Entre los autores del primer tercio del siglo XVIII, destaca el famoso informe del obispo Solís, "tan libre como docto" en expresión de Jover. Mayans quedó agradablemente sorprendido por el firme regalismo del escrito,  97 pero consideró que él lo hubiera hecho mejor: "con más modestia y mayor fortaleza".

A medida que avanzaban en el asunto, planeaba sobre los dos corresponsales la sombra de Macanaz. En serio o en broma Mayans comentaba la posibilidad de que Jover fuera criticado como un segundo Macanaz (2-X-1745). La suerte del antiguo fiscal general no dejaba de inquietar a Jover. Sólo en la primavera de 1746 se decidió a utilizar los escritos de Macanaz, en un momento en que se gestionaba su traslado a Nápoles, para impedir que en caso de fallecimiento sus escritos pasaran a poder del rey de Francia. 98

En sus cartas Jover denominaba a Macanaz el "amigo ausente", entre protestas de obediencia a la doctrina de la Iglesia. También Mayans insistía en la necesidad de utilizarlo, "bajo la corrección de nuestra Santa Madre Iglesia", y con la debida cautela, para no causar "escándalo farisaico".

La opinión que tenía don Gregorio de Macanaz era globalmente positiva. Como intelectual consideraba que no era "crítico refinado", pero alababa su capacidad de lectura y su laboriosidad. Como político le consideraba "uno de los mejores ministros que ha tenido el rey", aunque con las reservas ya expresadas sobre su falta de prudencia.

Mayans deseaba que se enviara a Macanaz una copia de la respuesta al nuncio. En 1748, cuando su colaboración con Jover ya había terminado, le escribió exponiéndole el resumen del asunto. En Roma se habían reído de los papeles de Olmeda; la instrucción elaborada por este estaba llena de ignorancia; el Papa había tomado la pluma agriamente; los camaristas no sabían cómo responder a la Demostración de Benedicto XIV; en cambio él lo había conseguido, por un "método no practicado de los nuestros": cánones, leyes e historia. Esta muestra de orgullo intelectual mayansiano no fue bien recibida por Macanaz. 99

Uno de los documentos enviados por el fiscal a Mayans era el famoso informe de Santiago Agustín Riol a Felípe V, que fue publicado posteriormente en el Semanario Erudito. La opinión de don Gregorio sobre Riol era de que "fue un hombre muy ignorante, pero disfrutó excelentes papeles"; a lo que respondía Jover que no había conocido personalmente al personaje, pero que había oído decir que "mentía mucho y sabía poco".

Mayans hizo un uso especial de los juristas y canonistas de la corona de Aragón, comenzando por el valenciano Pedro Juan Belluga, el autor del Speculum Principis en el siglo XV. Cita al canonista mallorquín Thomás de Taixaquet, discípulo de Antonio Agustín, cuya obra se conservaba manuscrita en El Escorial. 100 No concedía mucho crédito a Pedro Jerónimo Cenedo, canonista aragonés de fines del siglo XVI.

Entre los autores del siglo XVII cita, sin gran énfasis, a los juristas catalanes Cortiada y Calderó, ambos miembros de la Audiencia en tiempos de Carlos II, 101 y a los valencianos Silverio Bernat y Lorenzo Matheu i Sans. El primero, fiscal en el reinado de Felipe III, fue muy elogiado por los autores posteriores. 102 No era buena la opinión que tenía Mayans de Matheu i Sans, que había sido muy utilizado por Olmeda. Para él era un "docto pragmático", pero no estaba versado en la historia eclesiástica, y ni siquiera dominaba el uso de la indicción. 103

Especial valoración merecieron a Mayans dos juristas aragoneses de finales del siglo XVII: Luis Ejea Talayero, consejero de Aragón (1660) y justicia mayor del reino (1677-1687), y Juan Luis López. 104 Este personaje desarrolló su principal obra regalista en el Perú, como asesor del virrey aragonés Melchor de Navarra y Rocafull en los años 80 del siglo, en colaboración con otro célebre regalista, Pedro Frasso, autor de la obra De regio Patronatu Indianorum. 105 Jover tenía a López por más docto que José de Ledesma, pero no tan culto. De regreso a España López fue nombrado miembro del Consejo de Aragón y recibió el título de marqués del Risco. Fue el padre del enemigo de Jover.

La apelación a autores regalistas extranjeros, franceses e italianos, no es muy extensa, sobre todo en el momento inicial de la polémica. Con relación al pleito de Calatayud se cita a Natal Alexandre, 106 al que Mayans considera un "crítico temerario, enemigo de España" (17-VII-1745). Al hablar de Solís se refiere a la influencia en su obra de Claudio Fleury, 107 "tan aborrecido de los romanos". En noviembre Jover envió a Mayans una obra del abogado general del Parlamento de París, el conocido regalista Omer Talon. En estos momentos Mayans no disponía de la obra de Pedro Coustant 108 sobre las epístolas de los pontífices. Jover le va enviando libros franceses, como el de Febret, Tratado del abuso (30-1V-1746), y cuatro tomos de las Libertades del clero galicano (19-III-1746). Otro autor citado es Tomasino.109

Especial atención merece a Mayans la obra de Bossuet, 110 profundíssimo teólogo y obispo verdaderamente católico". Mayans se declara uno de sus mayores apasionados, y lo coloca en una tríada de autores preferidos, junto a Antonio Agustín y Arias Montano (12-II-1746).

La opinión global de Mayans no era muy favorable a los regalistas franceses. Omer Talon, por ejemplo, podía mejorarse. Sus doctrinas tenían que adaptarse a la realidad española. Mayans se proponía decir las cosas, no a la francesa, "con tanta libertad", sino a la española, "con mayor tiento y no menor fuerza".

La atención a los italianos es menor. Las Instituciones Canónicas de Gravina son consideradas por Mayans elegantísimas en cuanto a su estilo, pero favorables a la Curia romana y discordes con la "disciplina eclesiástica" de España. Muratori es citado solamente un par de veces, sobre todo como historiador. Jover envía en septiembre de 1745 cuatro tomos relativos al Concordato de Cerdeña, que interesaba a los gobernantes españoles, por su posterior anulación y modificación. Mayans se refiere despectivamente a la poco afortunada intervención de Blas Nasarre en la polémica regalista diez años antes, publicando documentos relativos al Concordato sardo, bajo el nombre de Amadeo de Amadeis. 111 LECCIONES DE HISTORIA

Para Jover la historia es sólo un instrumento para su construcción jurídica. En cambio para Mayans constituye un valor en sí. Durante los meses de junio y julio de 1745 no se cansa de impartir a su corresponsal lecciones de método, que desbordan el interés del fiscal de la Cámara, aunque eran de interés para la crítica de los documentos utilizados en aquel momento para el pleito de Calatayud. Para que el fiscal "se haga dueño de las fuentes de la Historia", Mayans le instruye en el uso de las indicciones y de la letra dominical (17-VII-1745) y le expone su idea de la Era Hispánica. Más adelante Jover se sorprende al comprobar la discrepancia de Burriel con don Gregorio a este respecto, 112 pero huye de las explicaciones eruditas al respecto. En cada uno de los pleitos (Calatayud, Mondoñedo, Teruel), Mayans realiza una pequeña síntesis de historia eclesiástica y esclarece los orígenes de cada diócesis.

A través de la correspondencia puede seguirse el dominio que poseía Mayans de las fuentes de la historiografía española. En mayo de 1746, y a petición del embajador francés, mariscal de Noailles, demuestra un gran conocimiento de la localización concreta de una serie de misales mozárabes o "libros góticos" (del "rezo mosaico" había escrito Jover). Con esta ocasión, da una lección de defensa de las bibliotecas frente a los deseos de personajes prestigiosos de llevarse libros de valor.

Anteriormente ya había hablado de la falsedad de la división de Vamba, demostrada por Juan Antonio, 113 que cita los autores que deben utilizarse para el estudio de la historia visigótica, entre ellos la obra del cardenal Saénz de Aguirre.

En la carta de 29 de junio de 1745 incluyó una completa relación de fuentes medievales, desde Paulo Orosio hasta el siglo XIV, con indicación de su publicación o recopilación: por ejemplo los cronicones recopilados en el siglo XVI por el obispo de Segorbe Juan Bta. Pérez, 114 la Hispania illustrada del padre Scoto, la obra del bibliotecario Juan de Ferreras, y la de su antagonista, fray Francisco Berganza: las Antigüedades de España de 1719/1721 y el Ferreras convencido de 1729. 115 Recomendaba la consulta de esta última obra, debido a los errores de edición que había cometido Ferreras. Mayans explicó al fiscal el interés de disponer de tales recopilaciones, que permitían una consulta cómoda de textos dispersos, si estaban realizadas con garantías críticas. "En estos pocos libros y en los concilios", escribe don Gregorio, está sintetizada la historia de España.

Entre las crónicas catalanas Mayans prefiere la del rey don Jaime (también muy apreciada por lord Keith, amigo de los Jover) a la de Muntaner. En cuanto a las castellanas, se citan desde Alfonso el Sabio hasta los cronistas del reinado de Enrique IV.

Entre los autores de la corona de Aragón en el siglo XVI, Mayans valora a Pere Miquel Carbonell, el qual "como escrivió en catalán es poco citado", y algo a Diago, en su Historia de los Condes de Barcelona, pero el gran modelo al que cita elogiosamente y utiliza con confianza es Zurita. Entre los castellanos, conoce la obra de Ambrosio de Morales (el Viaje Santo) y encuentra defectos en Florián de Ocampo, que imprimió mal la Crónica general de España. Por descontado admira a Mariana y recomienda a Jover sus tablas cronológicas, pero discrepa de él en puntos concretos en cuestiones de contenido y de método. Mariana no ha verificado las fuentes relativas al reinado de Ervigio, lo que ha dado pie a que el Papa descalifique el concilio presidido por aquel rey visigodo, al que considera como tirano.

En cuanto a la historiografía barroca, 116 utiliza con provecho la obra de Gil González Dávila, desprecia a los falsarios como Tamayo de Salazar, envidia, quizás, el éxito intelectual y económico de Salazar y Castro como genealogista de la nobleza. Aprecia a Pellicer, "erudítissimo, aunque muy dado a congeturas". Este autor es utilizado, en el pleito de Calatayud, para establecer el texto de los supuestos fueros de Sobrarbe, según su obra póstuma de 1681, Anales de la Monarquía de   España. Jover adquirió muchas obras de este historiador aragonés en la almoneda del duque de Arcos. La Marca Hispánica de Pedro de Marca y los Concilios del cardenal Aguirre forman parte del instrumental básico de trabajo que don Blas remite a Oliva para preparar la "gran obra".

No es ninguna sorpresa que Mayans alabe a los historiadores críticos de 1680, a Nicolás Antonio, a Juan Lucas Cortés, 117 el "único letrado perfectamente erudito" de su época, y que sobre todo su modelo histórico sea el marqués de Mondéjar, a quien seguía en el tema de la Era Hispánica.

El pleito de Mondoñedo llevó a la consulta de historiadores portugueses, a los que Mayans estimaba particularmente, porque considera que se habían dedicado más que los españoles a la edición de fuentes. Especialmente aprecia a Contador de Argote. 118

FAMILIA Y AMIGOS

Además del tema principal, la correspondencia de Mayans con el fiscal de la Cámara recoge numerosas referencias sobre el entorno de los personajes, sobre su vida privada y pública, sobre sus amigos y sobre la situación internacional.

Jover comunica a Mayans las incidencias que la guerra de Sucesión de Austria tiene sobre las prioridades del gobierno español, en relación con la "gran obra". Durante el verano de 1745 se especula sobre las repercusiones que una victoria española en Italia podría tener sobre la conducta de la Santa Sede. En enero de 1746 la firma de una paz separada por el rey de Prusia concentra la atención del ministerio, con olvido de otros temas. En marzo, el embajador español en Francia, que era el antiguo protector de Jover, el príncipe de Campoflorido, 119 comunica la gran victoria borbónica de la toma de Bruselas.

Durante un año la vida familiar de Jover estuvo dominada por la salud de su mujer, Francisca Valdenoches, a partir de octubre de 1745. Mayans se interesa solícito por su salud y por la del propio don Blas, sugiere médicos y métodos curativos, etc. A pesar de una aparente mejoría, la señora doña Francisca murió en otoño de 1746.

En febrero de 1746 tuvo lugar el repentino enlace de Jacinto con Joaquina de Loyola, hija del marqués de la Olmeda, procurador general de la orden de Santiago. 120 A pesar de la categoría social de la novia, don Blas no estaba complacido por el enlace (la intempestiva boda, la llama), porque el nivel de riqueza del marqués no estaba a la altura de su titulación: "tan ilustre como pobre". La boda fue rápida y coincidió con una enfermedad del propio Jover debida al frío clima.

En la pluma de Mayans se encuentran alusiones a posibles ascensos de Jover. Le recomienda a veces que procure ponerse "en estado de mejor fortuna" y que piense en el futuro de su hijo. El lógico ascenso era el de consejero de la Cámara, dejando el laborioso cargo de fiscal, que según el propio Jover era un "molino de sangre"; "no habrá fiscal para mucho, me falta el tiempo para respirar", escribía el 3 de julio. Mayans le deseaba que tuviera "vida más sosegada y autorizada", mediante el ascenso a "plaza más descansada". En diciembre de 1745 corrió la noticia de que don Blas había sido nombrado camarista, lo que no resultó cierto. En diversas ocasiones menciona Mayans la posibilidad de que su corresponsal fuese nombrado presidente de Castilla o de hacienda, 121 lo que no era muy probable.

En mayo de 1746 Jover se vio asignada una función política de alto nivel: la recepción del embajador extraordinario francés duque de NoaiIles, "cuya autorizada legacía -escribía el propio fiscal- tiene en expectativa toda la Europa". Este encargo confirmaría las informaciones de que Jover era un agente francés, pensionado por Luis XV. 122

Por otra parte, la amistad de Jover con Noailles dio pábulo a la idea de que el fiscal pudiera ser nombrado primer ministro. Burriel lo comunicó alborozado a Mayans. Es revelador de la opinión de don Gregorio sobre su corresponsal, ya antes de la muerte de Felipe V, que no compartiera la alegría del joven jesuita. Mayans se mostró desconfiado ante la posibilidad del nombramiento y según parece manifestó un concepto no del todo favorable de la preparación jurídica del fiscal. 123 Por su parte Jover insiste en su falsa humildad, diciendo que estudia el modo de encogerse para que nadie se acuerde de él (11-VI-1746).

De cuando en cuando aparecen en la correspondencia los problemas familiares y personales del propio Mayans. Este se queja de la situación económica en que ha quedado tras la muerte de su padre y las particiones de bienes que se han debido llevar a cabo. 124 También se refiere a las posibilidades de enriquecimiento que le hubiera valido el dedicarse al ejercicio de la abogacía. "Si no hubiera seguido la escuela y puéstome en el entresuelo de algún letrado... y puéstome a escribir papeles en derecho, hubiera paleado los doblones" (30-X-1745). En cambio reafirma su negativa a seguir la carrera de togado, debido al escaso sueldo y muchos gastos que representaba.

Mayans insiste en especial en el excesivo gravamen del impuesto del equivalente que le asignan los regidores de Oliva. 125

Mayans no dejó de recomendar de manera genérica a sus amigos. Véase la carta de 3 de julio de 1745 en que acude al fiscal para lograr la libertad del catedrático de Cervera José Finestres, 126 al que llama "el gran theórico de España". La ocasión sirve para trazar un panegírico de los valores intelectuales del jurista catalán: latinista, poeta, filósofo, especialista en ambos derechos, "universalmente erudito y tan modesto que verdaderamente merece el nombre de sabio".

Con mayor frecuencia aparecen mencionados en la pluma de Mayans los intelectuales valencianos. Don Gregorio se atribuye la elevación del nivel intelectual del jurista Nebot 127 y del catedrático Asensio Sales. "Después que trata conmigo escrive de otra manera", decía del primero, al que consideraba el primer abogado de Valencia, sobre todo después de aceptar la guía crítica de Mayans pleitos de mayorazgos. De Sales 128 afirmaba que "se ha hecho el primer hombre de Valencia". Mayans intentaba reforzar la imagen de Sales encargándole la oración anual de la Academia valenciana, que envía a Jover a principios de 1746. El fiscal ya conocía a Sales, al que consideraba un "diamante en bruto".

Era lógico que don Gregorio y su corresponsal hablaran de Andrés Piquer, 129 puesto que el médico quería dedicar su Física moderna al fiscal de la Cámara y había pedido información sobre don Blas a Mayans, "que le conoce tanto". Piquer había sido condiscípulo de Jacinto Jover en sus primeros estudios. Don Gregorio en abril de 1745 presenta la figura de Piquer a su corresponsal madrileño: "es un buen filósofo y médico". Mayans dice que ha orientado la dedicatoria para evitar aspectos que pudieran molestar a Jover. El juicio que tenía Mayans de la obra era de aprobación, aunque "hablando entre los dos dista cien leguas de la profundidad de Tosca i Corachán" (julio de 1745). Piquer tuvo buenas relaciones con Jover. Entregó seis ejemplares de la obra a su cuñado Valdenoches. Ya establecido en Madrid gozó de la protección del fiscal, fue su médico y le asistió en su última enfermedad.

En junio de 1746 Mayans medió ante el fiscal y otros personajes madrileños en favor del joven Francisco Pérez Bayer, a quien presenta como el restaurador de la enseñanza del hebreo (la "lengua santa") en la Universidad de Valencia. 130

Aunque poco citado en la correspondencia, quizás por su mayor relación con José de Carvajal, Mayans tenía en gran aprecio a su antiguo profesor y amigo en Salamanca, José Borrull y Ramón, a la sazón fiscal del Consejo de Indias. 131 El 24 de julio de 1745 recomienda a Jover que le haga llegar una copia del informe de Calatayud, "porque nadie ai en esta Corte que pueda juzgar mejor que él"; reconoce Mayans que la lejanía geográfica (había pasado muchos años en Salamanca como catedrático y luego en Granada como magistrado) impedía que Borrull fuera apreciado por los valencianos como merecía.

En octubre de 1745 Mayans anuncia a Jover la próxima visita del jesuita Andrés Marcos Burriel. El erudito estaba impresionado por los conocimientos del joven historiador ("ingenio maravilloso, muy leído") y muy esperanzado en el éxito de su carrera pública: "se hará dueño de los principales corazones de la corte", "hará mucho papel en la monarquía". Jover recibió al jesuita y le manifestó su deseo de favorecer a Mayans, sobre todo si el erudito se trasladaba a Madrid. 132 Burriel escribió que el fiscal le había recibido "humanísimamente", pero que se sentía especialmente cohibido en presencia del imponente personaje. 133

El propio Mayans manifestó a Jover el influjo que ejercía sobre Burriel ("V. S. le tiene robado el corazón"), con ocasión de la búsqueda de los libros mozárabes para Noailles. Para esta tarea Mayans juzgaba imprescindible la colaboración de otros dos amigos: el canónigo toledano Juan Antonio de las Infantas y el copista Francisco de Santiago Palomares. En su correspondencia con Burriel y con Martínez Pingarrón, Mayans no ahorra los elogios a "nuestro exactíssimo don Francisco", desinteresado, muy hábil en todo tipo de trabajos manuales, "humilde y encogido en demasía para el siglo en que vivimos", 134 "el más inteligente en Toledo en papeles... y letras antiguas".

Hay numerosas referencias a Jover en la correspondencia de Manuel Martínez Pingarrón, bibliotecario real. Pingarrón informa y comenta a Mayans los ascensos de Jover. El fiscal había sido íntimo del padre de Pingarrón, Blas Martínez López, secretario de la Junta general de Comercio y Moneda, que había muerto en 1742. 135

TRES PUNTOS NEGROS

Uno de los personajes que aparecen con colores más sombríos, con tintes de ridículo, en la correspondencia con Jover, es el bibliotecario real Blas Antonio Nasarre. 136 En 1735, durante el proceso de Jover, Nasarre le había pedido un tomo de las Partidas que Mayans había regalado a don Blas. En aquel entonces Jover ignoraba quién era "aquel caballero", y al saberlo se apresuró a enviarle el volumen. Nasarre prometió a Mayans que recomendaría el caso de Jover al consejero Bustamante. Más adelante Mayans recriminó a su corresponsal el obsequio del libro, así como el hecho de que hubiera cambiado un ejemplar de la Biblia de Ferrara por otro de la Poligrafía española publicado por Nasarre.

Jover conoció personalmente al bibliotecario en junio de 1745, cuando estaba ocupado en el pleito de Calatayud. Nasarre alardeó de conocer determinadas bulas que zanjarían la cuestión. Pero cuando Jover puso el tema en conocimiento de Mayans, éste trazó un retrato muy negativo del aragonés: "un cajón de sastre, uno de los hombres más imprudentes que hay en España, de levísimo juicio" (19-VI-1745). En lo sucesivo el fiscal se pliega, en apariencia, a la opinión de Mayans y habla despectivamente del bibliotecario, "el viejo Nasarre". En cartas posteriores Mayans se refiere a la crítica que de la obra de Nasarre hizo a Francisco de Almeida. Sin embargo, Jover no olvidaba que el bibliotecario por su lugar en la corte estaba mejor situado que el erudito de Oliva. Nasarre fue consultado por el confesor real en el asunto de los expolios del cardenal Molina y colaboró con los intereses intelectuales del duque de Noailles.

En febrero de 1746 Jover dio conocer a don Gregorio un escrito anónimo que circulaba por Madrid contra la ortografia utilizada por Mayans. El autor, que es citado como "un sacristán", parece ser el jesuita vasco Larramendi. 137

Mayans recuerda que su ortografía es la de Nebrija, seguida por el Brocense, Pedro Simón Abril y Gonzalo Correa, "los quatro más eruditos gramáticos que ha tenido España", y más de 200 escritores, los más eruditos y elocuentes.

Cuando Jover planteó a Mayans la posibilidad de colaborar en la polémica regalista, el erudito se hallaba ocupado en escribir la vida del duque de Alba, para la cual había recibido abundante documentación del duque de Huéscar. De hecho estaba muy orgulloso de la biografía, que iba a ser una nueva prueba de su dominio del método histórico: "todo provado por escrituras, inscripciones y crónicas coetáneas... señalando en todo las fuentes originales". La elaboración de la biografía fue muy trabajosa para Mayans, no sólo por la recopilación de datos de fuentes muy diversas, sino sobre todo por la ulterior síntesis: "muchas centurias de noticias escogidas... trabajo grande que se leerá en pocas horas".

El esfuerzo de Mayans no encontró la gratitud de la casa de Alba. En febrero de 1746 quiso dedicar a Huéscar las Advertencias del marqués de Mondéjar a la Historia del Padre Mariana. Como el duque había marchado a su embajada extraordinaria en París, no fue cosa fácil que la duquesa su madre proporcionara al erudito la titulación completa de su hijo para que figurase en la dedicatoria. Tuvo que desplazarse el propio Jover e incluso intervenir el duque de Medinasidonia, yerno de la duquesa y antiguo alumno de Mayans. A partir de entonces Jover se convierte en una especie de intermediario entre Mayans y la casa de Alba. 138 En este sentido se encargó de presentar a la duquesa la obra de Mayans y de ponderarle su esfuerzo en pro de su linaje. La entrevista fue decepcionante, tal como había anunciado el propio Jover: "esta señora no es de las más advertidas, ni de las más agradecidas". El incidente sirvió a Mayans para extenderse en sus críticas hacia el nulo papel cultural de los Grandes: "estas gentes piensan que han nacido para mandar y no para beneficiar".

La muerte de Felipe V el 9 de julio de 1746, un hecho que Jover ni siquiera le había comunicado, dejó atónito a Mayans. Se le confirmaban los temores de haber trabajado en vano en el único provecho del avispado fiscal, como en ocasiones anteriores. Con cierta acritud recuerda a Jover toda una serie de desaires e ingratitudes recibidas de los poderosos. El cardenal Fleury ni siquiera le agradeció la dedicatoria de la obra de Puga. Patiño hizo lo propio con la traducción de una carta latina que Mayans tuvo terminada con gran rapidez, cuando nadie en la secretaría de estado era capaz de hacerlo. El padre Clarke y el marqués de la Compuesta tampoco hicieron honor a sus promesas. Era muy posible que el cambio de reinado produjera la sustitución del confesor real, en cuyo caso "toda la idea de imprimir el informe quedará desbaratada". Tanto Jover como don Gregorio caminaban con pies de plomo. Este recomendó al fiscal "abroquelarse con una orden por escrito", Jover vuelve a utilizar la palabra "borrasca" para referirse a la situación. El 16 de julio resumía sus temores y dudas:

Estamos a los principios de un nuevo reinado, sumamente crítico, y todavía no conocemos el humor de su Magestad.

Jover ponía su confianza en la continuidad de Villarias al frente de la secretaría de estado. 139

A los lógicos recelos del cambio de reinado se añadía el temor de una posible condena inquisitorial, como la sufrida por el benedictino padre Garrido. Mayans evocaba a este respecto su experiencia con la denuncia de la Censura de historias fabulosas: "ya sé cómo se manejan las calificaciones de la Inquisición en España", escribía amargamente.

Los temores de Mayans resultaron ciertos a medio plazo. Por el momento Fevbre y Villarias conservaron sus puestos. Durante la segunda mitad de 1746 Mayans siguió redactando para Jover dos piezas mayores de la polémica regalista: el Examen del Concordato de 1737 y el Informe canónico-legal, elaborado en respuesta a un nuevo oficio del nuncio.

La correspondencia Mayans-Jover puede seguirse básicamente a través de las cartas conservadas en el Colegio del Corpus Christi o del Patriarca en Valencia. Las cartas de Jover se encuentran en los volúmenes 64 (1730-1740) y 65 (1740-1746). Las de Mayans se hallan en el volumen 139. Un pequeño número de cartas se conservan en la colección Serrano Morales del Archivo Municipal de Valencia. Se trata en todos estos casos de autógrafos de Mayans. Las cartas recibidas por Jover, y escritas por mano de Juan Antonio, pasaron, después de la muerte de Jacinto, al consejero de Castilla Nava Carreño, amigo y corresponsal de Mayans, y más adelante a otro fiscal de la Cámara, el valenciano Sisternes i Feliu. Estas cartas fueron vistas por Sempere Guarinos, el cual publicó algunas en su Biblioteca. 140 Un número extenso de las cartas de Mayans fueron publicadas en el volumen XVII del Semanario Erudito de Valladares de Sotomayor. Más adelante un grupo de cartas de don Gregorio con letra de Juan Antonio fueron a parar a los Archives Nationales de París. 141 En el texto se indican las cartas publicadas en el Semanario Erudito, con las variantes existentes; lo mismo se hace con las procedentes de París y las de la colección Serrano Morales.

Es de rigurosa justicia reconocer el esfuerzo realizado durante muchos años por Antonio Mestre y otros estudiosos de la correspondencia mayansiana. En las notas a este prólogo y en la bibliografía que en ellas se indica el lector podrá darse cuenta de lo mucho que les debe el autor de esta edición. Pero nada sustituye la lectura directa de la correspondencia, que sugiere infinidad de cuestiones sobre la vida política, social y cultural del siglo XVIII español.

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1 . CADENAS VICENT, Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo XVIII. Madrid 1978, III, núms. 975-976.

2 . Véase el Apéndice  I de este volumen. Los méritos se recogen también en los memoriales exculpatorios de 1735. Biblioteca Universitaria de Valencia. Var 97/12 y 13.

3 . Archivo Histórico Nacional. Consejos Suprimidos. Leg. 6814-11, núm 40. "Don Joseph Talón, fiscal criminal, traxo por criado a don Blas Jover". En 1735 este se proclamaba discípulo de Talón, "de quien heredé como su pasante el odio de estos contradictores de las regalías". Biblioteca Nacional Madrid. V. E. 453, núm. 28, p. 100.

4 . AHN. Consejos. Leg. 7315, núm. 676. José Martínez Talón, abogado de los Reales Consejos (1703). Fue fiscal en Valencia de 1715 a 1718. Sus memoriales en BUV. Mss. 24, fols. 430 y ss. Macanaz le consideraba "uno de los grandes abogados de España". AGS. Gj. Leg. 133. "Tan buen letrado como el rey sabe." Leg. 814. "Abogado muy docto de la ciudad de Murcia, y de mucha prudencia, integridad y aplicación."

5 . Archivo del Reino de Valencia. Real Acuerdo. 1715, fols. 17 y 45 v. 1719, fol. 52.

6 . AHN. Consejos. Leg. 6814-II, núm. 40. El capitán general, marqués de Valdecañas, al abad de Vivanco, secretario del Consejo de Castilla. Confirma los "excesos, atropellamientos" y abusos cometidos y el carácter "sumamente altivo" de Jover. 19 enero 1717.

7 . Andrés PIQUER, Física moderna, racional y experimental. Valencia 1745.

8 . "Las villas de Liria y Xérica, governadas por mí 19 años bajo la confianza de su dueño." BUV. 97/13, p. 282. "Encargado del gobierno de los estados de Liria y Xérica." BNM. VE. 453/28, p. 501. Hay también una referencia de que fue nombrado en 1720 regidor de San Felipe.

9 . En uno de los memoriales de 1735 Jover cita la confianza que le tuvo el intendente Aguilar (BN, VE. 458/28, p. 502). En otro "la malignidad que sembró contra mí por separarme de su thenencia". Sobre este tema, Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ, Militares en Valencia (1707-1808), Alicante 1990, pp. 131-132, y el artículo "Conflictos entre la Intendencia y la Capitanía General de Valencia durante el reinado de Felipe V. Las denuncias de corrupción" en Studia Historica. Historia Moderna, VIII, Salamanca 1989, p. 596 n. 24. Sobre las relaciones del príncipe de Campoflorido con el deán Martí véase el volumen III del Epistolario de MAYANS, Valencia 1973, pp. 269 y 375.

10 . Archivo Municipal Valencia. Cartas Reales, Libro 20, fol. 68.

11 . ARV. Rl. Ac. 1726, 32 v. (asiento de plomo); 1730, 384 (renta del azogüe), 448 (estafetas y postas); 1731, 228 (juez de diezmos); 1733, fol. 172 (pesquisa de monederos falsos). En la Biblioteca del Ministerio de Hacienda, 864, hay un "Memorial ajustado de la pesquisa..." de Jover. Citado por J. Cruz en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea (Madrid), 7 (1986), p. 39 n. 13. Hay citas en la correspondencia: "la maldita causa de monederos", "la bendita comisión me tiene bien fatigado, aporreado y disgustado".

12 . José A. de Cepeda y Castro sirvió en Valencia 22 años como inquisidor. En 1744 fue nombrado obispo de Mallorca. BUV. Var 97/13, pp. 111 y 121.

13 . La intervención de Jover en la polémica en A. MESTRE, Ilustración y reforma de la Iglesia. Valencia 1968, p. 80. El escrito pro-jesuita de 1724 citado por AGUILAR PIÑAL, Bibliografía de Autores españoles del siglo XVIII, tomo V, Madrid 1986, núm. 5735. La referencia a don Blas como "hermano de la Compañía" en el Epistolario Mayans-Roda. Valencia 1990, p. 362.

14 . Sobre las oposiciones de 1729 y el papel de Jover, STRODTMANN, Gregorii Maiansii, Generosi Valentini, Vita, Valencia 1974, 59. MESTRE (1968), pp. 68-71. MAYANS, Epistolario IV, Mayans-Nebot, edición y notas de Mariano PESET, Valencia 1975,  LXXIX-LXXX. Epistolario, V, Escritos económicos, Valencia 1976, p. 5 n. 5. Mariano y José L. PESET, Gregorio Mayans y la reforma universitaria. Valencia 1975, p. 15. n. 5. El acta de la votación en Bulas, Constituciones y Documentos de la Universidad de Valencia. 1725-1733, edición de Mariano PESET, Fernanda MANCEBO y J. L. PESET, Valencia 1977, documento 83, pp. 183-184. La referencia de Mayans a que Jover le apartó de la cátedra en carta posterior a Andrés Piquer, Epistolario, I, Mayans y los médicos, edición y estudio de Vicente PESET, Valencia 1971, p. 124.

15 . Bulas... Documentos 102 y 108.

16 . ARV. RA. 1733, fol. 441. Ministro de lo criminal de la Audiencia. La consulta correspondiente en Archivo General de Simancas. Gracia y Justicia. Leg. 143, y AHN. Consejos. Leg. 18.213. Mientras el intendente le pintaba como la mano derecha de la Audiencia, el capitán general y él mismo, un testigo hostil opinaba: "es el hombre más odiado que hay ni ha habido".

17 . STRODTMANN, p. 65 párrafo 74. MESTRE (1968), 53. Del mismo, Historia, fueros y actitudes políticas, Valencia 1970, pp. 60-61 y 396. Citas en el Epistolario,   II Mayans y Burriel (1972), IX, XXVII y 15. IV, Mayans y Nebot, p. 373. Vicent PESET, Gregori Maians i la cultura de la Il·lustració, Barcelona 1975, p. 53. Mayans mencionó la colaboración en su Carta a Patiño en 1734. Vid. Obras Completas, I, 1983, p. 256.

18 . Véase la copia del contrato enviada por Jover a Mayans en el apéndice II. La carta de Hondt a Mayans de 7 de junio de 1731, en francés, con las condiciones de edición ha sido publicada por María Fernanda MANCEBO, "Mayans y la edición de libros en el siglo XVIII" en Mayans y la Ilustración, Valencia 1981, I, pp. 218-219.

19 . Sobre estos autores, véase el prólogo de Mariano PESET al Epistolario Mayans-Nebot. Valencia 1975.

20 . Sobre Larrea, véase además de los comentarios de PESET, las citas de Janine FAYARD, Les membres du Conseil de Castille à l'époque moderne, 1621-1749, Paris-Genève 1979. Su biografía en el artículo de la misma autora, "Los ministros del Consejo Real de Castilla.

1621-1788", publicado en la revista Hidalguía núm. 162 (1980), pp. 657-658. También la Bibliotheca Hispana Nova de Nicolás ANTONIO, I, 648.

21 . Salvador ALBIÑANA, La Universidad de Valencia y la Ilustración en el reinado de Carlos III. Tesis doctoral. Valencia 1987, tomo II, 292.

22 . Esta expresión es utilizada en diversas ocasiones a lo largo de la correspondencia para referirse a otras personas, entre ellas el mismo Jover.

23 . FERRER EZQUERRA y MISOL GARCÍA, Catálogo de los colegiales del Colegio Mayor del Arzobispo, Salamanca 1956, núms. 378 (Aguado) y 411 (Montiano). Melgarejo era colegial del de Cuenca. Ibidem, 862.

24 . La opinión de Mayans contra los colegios mayores aparece sintetizada en MESTRE (1968), pp. 379-380.

25 . MESTRE (1968), pp. 63, 65 y 66. STRODTMANN, p. 63, parr. 72.

26 . Sobre la amistad de José Bermúdez con Mayans, STRODTMANN, párrafos 78-79. MESTRE (1968), 107 n. 3. MESTRE (1970) passim. Epistolario: Mayans-Martí, 181, n. 263. Mayans-Nebot, passim. V. PESET, pp. 75, 134, 251, 134.

27 . MESTRE (1968), pp. 212-213; FAYARD (1979), p. 162.

28 . Las relaciones de Barcia con Mayans aparecen con frecuencia en todo el Epistolario, en especial con Burriel y Martínez Pingarrón; y en las obras de MESTRE. Sobre su actividad cultural, FAYARD (1979), pp. 500-504. La Historia de Mariana fue entregada también a otro consejero de Castilla, y antiguo secretario de despacho, Francisco de Arriaza. FAYARD, Hidalguía 1981, pp. 857-858.

29 . ESCUDERO LÓPEZ, Los orígenes del Consejo de Ministros en España. Madrid 1979, I, 137, José Rodrigo Villalpando era en 1705 miembro de la Audiencia foral aragonesa. Desde 1707 sirvió a la administración borbónica. Macanaz le incorporó al Consejo de Castilla. Desde 1717 hasta su muerte en 1741, fue secretario de Gracia y Justicia. El título de marqués de la Compuesta, alusivo al acuerdo que estableció con la Santa Sede en 1714, le fue concedido en 1724.

30 V. PESET, pp. 71-74.

31 . Dedicatoria del Espejo Moral al infante don Felipe, MESTRE (1968), 97. Del mismo, Mayans y la España de la Ilustración, Madrid 1990, p. 61.

32 . Dr. Joaquín José Vázquez, colegial, magistrado de la Chancillería de Valladolid (1736-1747), secretario del Consejo de Indias (1747-1757). Su crítica por Mayans en Epistolario Mayans-Nebot. LXXIII-LXXXV. STRODTMANN, párr. 92.

33 . MESTRE (1968), p. 93, n. 115. La significación del personaje es comentada por José Miguel PALOP en su artículo de Homenaje a Reglà, Valencia 1975, II, 67.

34 . Sobre la edición de Puga, Epistolario Mayans-Nebot, LXXX-LXXXI, STRODTMANN, 66-69. V. PESET, 60-61. La obra llevaba la censura del magistrado de la Audiencia José Montiano y Sopelana.

35 . P. MOLAS RIBALTA, "Sàtira política a València el 1735". Homenatge a Sebastià García Martínez, Valencia 1988, II, 313-326.

36 . BUV. Mss. "Endechas de Don Blas Jover y Alcázar compuso [sic] y cantó en Xérica la noche del 28 de marzo de 1735."

37 . Sólo hay pan de centeno (Var. 97/13). "El último y más infeliz rincón del reino", "parages tan extraviados del comercio y del trato racional de las gentes", "aquel maldito rincón en que quisieron sepultarme para que no se oiessen mis gritos".

38 . BNM. V. E. 453, núm. 28. "Recusación del Marqués del Risco, sus atentados, excesos y atropellamientos experimentados en la visita... en la substancia y modo irregular con que ha conocido y procedido", 180 p.

39 . CÉSPEDES, "La Visita como institución indiana". Anuario de Estudios Americanos . III, 1946. SANCHEZ BELLA, "Eficacia de la Visita en Indias". Anuario de Historia del Derecho Español. 1980, 383-411.

40 . FAYARD, Hidalguía, 1981, pp. 885 y 886.

41 . Epistolario, III, Mayans-Martí (1973), pp. 360 y 366. "He devido al favor y fineza del Sr. Don Blas... que me regalara con la colección de las cartas de Vm." Ibidem, 259-

260. Hace llegar a Mayans una copia del Satyrosmastix de Martí copiado por Miñana. Al deán le inquieta que Mayans haya regalado obras suyas a Jover. "Deve Vm. purgar este pecado severíssimamente." Ibidem, 372.

42 . BNM. Mss. 7393. "Extracto de la sumaría formada por el marqués del Risco."

43 . La carrera de Bustamante en FAYARD, Hidalguía (1981), p. 878. La mayor parte de referencias al magistrado, en el Epistolario mayansiano, corresponden a los últimos tiempos de su vida; murió en 1748.

44 . BUV. Mss. 178/71. Se corta gubernativamente la causa. AMV. Cartas reales. Libro 20, fol. 137. Indulto del intendente Pineda y de sus alcaldes mayores.

45 . Sobre la cátedra de Mayans en 1736, BUV. Mss. 263. Mariano y J. L. PESET, Gregorio Mayans y la reforma universitaria, Valencia 1975, p. 19, n. 17.

46 . AHN. Consejos suprimidos. Libro 736. fol. 202 v., 25 marzo 1738. "Atendiendo a la prontitud con que habéis desempeñado la conclusión de la causa de monederos falsos de Valencia y otras consideraciones". Alcalde de Casa y Corte con ejercicio y opción a la primera vacante de número. En aquellos momentos Jover era el alcalde mayor más antiguo de la Audiencia valenciana.

47 . Epistolario, VII, Mayans-Martínez Pingarrón, I, Valencia 1987, pp. 80, 87-90 y 98.

48 . AHN. Consejos. Libro 736, fol. 263. Plaza togada en el Consejo de Hacienda con la condición de seguir como fiscal de la Junta de Baldíos. PINGARRÓN, I, 102.

49 . MISOL EZQUERRA, núm. 510. MARTÍNEZ PINGARRÓN, I, 88. "Salió a Salamanca a ponerse su beca y residir su año de noviciado."

50 . AGS. GJ. Leg. 147. Consulta de 15 de diciembre de 1740. El capitán general duque de Caylus denuncia los manejos de Jover. Se incluye una relación de Títulos, grados y otros ejercicios literarios de don Jacinto Jover y Valdenoches (impreso). Memorial de Blas Jover que el marqués de Villanas rennite al cardenal gobernador del Consejo.

51 . PINGARRÓN, 129. "Extremado esfuerzo que Jover ha puesto y pone para su hijo", 129-130. 134. "Al instante que se supo la vacante... se declaró don Blas pretendiente para don Jacinto... tiene minado y propicio quanto se puede tener en la Corte." La acción de Mayans en MESTRE (1970), 424 y 429.

52 . Epistolario, IV, Mayans-Nebot, 342. "Me avisan que la plaza de Valencia ha recaído en [Jacinto] Jover. Me alegro." 373, núm. 396. 458. "Mi discípulo el señor Jover." 493. "Dicen que don Jacinto saldrá de aquí a Navidad alcalde de Corte" (octubre 1741). Nebot, 660, le insta a que pida la vacante de la alcaldía de Jover.

53 . PINGARRÓN, I, 134. Jover padre espera cosas mayores. 137. "Muchos tenían consentido que Jover fuese en lugar de Verdes i que no fuese Campillo." Sobre Fernando Verdes Montenegro, véase ESCUDERO, Los orígenes, I, 107-108.

54 . Archives Nationales, París, AB. XIX. 596.

55 . AHN. Consejos. Libro 736, fol. 300, 20 abril 1742. Véase las distintas apreciaciones que hacen Nebot y Pingarrón del nombramiento para Suiza. Según este último (I, 176), "Queriendo hacer tiro a Jover quien no le quería en Madrid facilitó que el rey le nombrase su enviado a los Cantones, pero él se ha dado tan buena maña". En cambio Nebot: "Don Blas está nombrado para embajador a los suysos que es lo mismo que echarle al río". Se había rumoreado que iba destinado a Indias. Epistolario, IV, 652.

56 . AHN. Estado. Leg. 2565. Puede seguirse la legación helvética de Jover en distintos legajos de la mencionada sección de Estado.

57 . Sobre la Censura de historias fabulosas, MESTRE (1968), 194, y (1990), pp. 103-105, STRODTMANN, PP, 131-145.

58 . Juan Francisco de la Cueva Cepero había sido colegial de Maese Rodrigo en Sevilla durante 15 años: AGUILAR PIÑAL, La Universidad de Sevilla en el siglo XVIII, 1969, 515, FAYARD, Hidalguía, núm. 168, p. 880. Había sido presidente de la Chancillería de Granada de 1734 a 1737, miembro del Consejo en 1737 y de la Cámara en 1741. Murió en mayo de 1743. PINGARRÓN, I, 211.

59 . Sobre el cardenal Molina, R. OLAECHEA, Las relaciones hispano-romanas en el siglo XVIII, Zaragoza 1965, I, pp. 42-43. Teófanes EGIDO, Opinión pública y oposición al poder en la España del siglo XVIII, Valladolid 1971, 173-174. Del mismo, Sátiras políticas en la España moderna, Madrid 1973, pp. 230-231. MESTRE (1968), 215. FAYARD (1979), pp. 162 y 504.

60 . FAYARD, Hidalguía, núm. 168 (1981), p. 883. Consejero de Hacienda en 1737, fiscal del Consejo y Cámara en 1739. El título de marqués de los Llanos le fue concedido el 1744. AHN. Títulos y Grandezas, Madrid 1952, II, 584.

61 . Sobre la Fiscalía de la Cámara, Pedro ESCOLANO DE ARRIETA, Práctica del Consejo Real, Madrid 1796, I, 19-21, OLAECHEA, I, 168. FAYARD (1979), p. 165. Nombramiento de Jover en AHN, Consejos, Libro 736 fol. 366. Comentado por PINGARRÓN, I, 225.

62 . Sobre José Buenaventura Güell y Trelles, vid. P. MOLAS, "Catalans a l'administració central", en II Congrés d'Història Moderna de Catalunya, Barcelona 1988, II, pp. 186-187.

63 . Quincoces, antiguo colegial de Cuenca y miembro de la Chancillería de Granada. FAYARD, Hidalguía, 1981, 876. Murió el 22 de noviembre de 1745. Quincoces y José de Bustamante habían sido colegas de Jover en la Junta de Baldíos.

64 . Un planteamiento general del tema en A. MESTRE, La Iglesia y el Estado. Los Concordatos de 1737 y 1735. En Historia de España fundada por Menéndez Pidal, tomo XXIX-I, Madrid 1985, pp, 277-333. MESTRE (1968), pp. 369-378. MAYANS Y SISCAR, Obras Completas. IV. Regalismo y jurisprudencia, Valencia. 1984, X-XV.

65 . Abundantes quejas de Mayans -posteriores a 1746- en Epistolario, X, Mayans-Roda, 165, 207. Mayans y Martínez Pingarrón, I, 430, 412. Mayans y los médicos, 124, 130-131. Mayans y Burriel, 492.

66 . Mayans y Martínez Pingarrón, I, 430.

67 . Obras Completas. IV, p. 29.

68 . Juan Antonio García Samaniego, catedrático en Salamanca de 1704 a 1713, miembro de la Junta de Patronato en 1735, consejero de Castilla en 1743. FAYARD, Hidalguía, 1981, p. 988. Sobre el abad de Vivanco, OLAECHEA, I, p. 43. Le califica de "covachuelista inpertérrito y leguleyo de trapío".

69 . MAYANS, Obras Completas, IV, 46.

70 . Ibidem, 28 y 146.

71 . SEMPERE GUARINOS, Ensayo de una biblioteca española de los mejores escitores del reinado de Carlos III, edición facsímil, Madrid 1969, IV, 32. MAYANS, Obras Completas, IV, 1-24. MESTRE (1985), 322.

72 . La Alegación en el pleito de Teruel citada en MESTRE, 1968, p. 24. AGUILAR PIÑAL, V, núm. 3981.

73 . SEMPERE, IV, 33-34. AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, V, núm. 4091. MESTRE (1985), 322.

74 . MESTRE (1985), pp. 322-323.

75 . Ibidem, p. 293.

76 . Sobre la Junta de Patronato en 1735, OLAECHEA, 42-44. MESTRE (1985), 308, 310, 312. Formaban la Junta los consejeros Villacampa, Arriaza, Bustamante y Güell, a los que

se unieron Samaniego y Blas Nasarre. Los consejeros Bruna y Quincoces fueron miembros de la Junta de abusos de la dataría (ibidem, p. 312). Casi todos ellos son citados en la correspondencia de Mayans con Jover.

77 . STRODTMANN, 102. MESTRE (1968), pp, 131-132.

78 . Los antecedentes en SEMPERE, IV, 35, nota 1. OLAECHEA, I, p. 115. MESTRE (1968), 369-376, y (1985), p. 320. MAYANS, Obras Completas, IV, pp. 66 y 254.

79 . MESTRE (1985), 319. AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, VI, núms. 1106 a 1109. Manuscritos en la Biblioteca Nacional de Madrid y en la Biblioteca Universitaria de Valladolid. El largo título del Apuntamiento es bien expresivo de su contenido: "Apuntamiento o instrucción de los fundamentos de hecho y derecho con que los señores Reyes de España han conocido, de tiempo inmemorial, de todas las causas y negocios del real Patronato, cuia jurisdicción oy reside en el Supremo Consejo de la Cámara... que en virtud de especial orden de el Excmo. Sr. Cardenal de Molina...". Madrid 1741.

80 . Pedro de Hontalba y Arce, AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, IV, 878. MAYANS, O. C. IV, pp. IX y 46 -48. MESTRE (1968), 369. Los nombramientos de Hontalba en AHN. Consejos suprimidos. Libro 736, fols. 186 y 229. El nombramienao hacía referencia a las publicaciones hechas y a las dispuestas para la prensa para "adelantar las regalías de la corona".

81 . Sobre Abreu, SEMPERE, Bibliotec, 1, 51-53. AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, 1, núm. 1212. A su muerte, en 1751, dejó una completa biblioteca especializada en derecho canónico y civil, según comunicaba Martínez Pingarrón a Mayans, Epistolario, VII, 370.

82 . ESCUDERO, I, 99-100. Didier OZANAM en Historia de España fundada por Menéndez Pidal, tomo XXIX-I, p. 444. A fines de 1741 Villarias fue nombrado también titular de la secretaría de gracia y justicia que había quedado vacante por la muerte del marqués de la Compuesta. ESCUDERO, I, 111.

83 . Mestre (1985), p. 324.

84 . SEMPERE, Biblioteca, 35-36. MAYANS, Obras Completas, IV, 25-96. MESTRE (1985), 322. AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, V, núm. 4097.

85 . MAYANS, Obras Completas, IV, 36.

86 . Numerosos fragmentos del dictamen fueron incluidos por Mayans en su Examen del Concordato de 1737 y del de 1753. Obras Completas, IV, 128-141 y 323-336. Sobre el dictamen, MESTRE (1968), p. 375, notas 70-72; también (1985), pp. 323 324.

87 . AHN. Colección de Reales Cédulas, Madrid 1977, I, núms. 1152-1153. "Real decreto en el que se prohiben las coadjutorías, y de las bulas que acerca de ellas se despachasen se

suplique y se remitan al Consejo." "Real cédula mandando observar la disposición conciliar y Motu Propio sobre que no se permitan coadjutorías con futura sucesión a ninguna persona". MESTRE (1985), 324. OLAECHEA, I, 116. Sobre el tema de pensiones BU Valladolid. Mss. 273. fol. 91. Defensa de la Real Cédula de 7 de junio de 1746 dirigida a la Cámara dando la regla de hacer efectiva las pensiones impuestas sobre las mitras.

88 . MESTRE (1968), 339-342; (1985), 311. (1990), 79. STRODTMANN, 96-99.

89 . MESTRE (1968), p. 359 nota 7.

90 . FAYARD, Hidalguía, 1980, núm. 162. p. 646.

91 . FAYARD, Hidalguía, 1980, num. 163, p. 704. Nicolás ANTONIO, Bibliotheca Hispana Nova, I, 471-472. Santiago ALONSO, El pensamiento regalista de Francisco Salgado de Somoza. Salamanca 1973. MESTRE (1968), 366, 374. FAYARD (1979), 40 y 63.

92 . Sobre González de Salcedo, FAYARD, Hidalguía 1981, num. 164. p. 82, y N. ANTONIO, II, 190. Sobre Olea, Hidalguía, 1980, p. 722 y N. ANTONIO, I, 39.

93 . Hidalguía 1980, p. 651 (Valenzuela) y 641 (López Madera). N. ANTONIO, I, 545-546 (López Madera) y 654-655 (Valenzuela).

94 . Hidalguía, 1980, núm. 164, pp. 110-111. José Domingo de Ledesma y Goicoechea.

95 . Hidalguía, 1980, núm, 163. N. ANTONIO, I, 461-165. MESTRE (1968), p. 365 nota 35. Del mismo, Influjo europeo y herencia hispánica, 1987, 95-100. MAYANS, Obras Completas. IV, p. 54. "el eruditíssimo Ramos del Manzano." Epistolario Mayans-Nebot, LXV-LXVI.

96 . Hidalguía, 1981, núm. 164, p. 83. FAYARD (1979), p. 64. MAYANS, Epistolario, IV. Mayans y Nebot, 497 n. 549. Mayans escribió la vida de Ramos y de Fernández de Retes para el Novus Thesaurus de Meerman en 1751. STRODTMANN, 168-171. V. PESET, 115.

97 . MESTRE (1968), pp. 303 y 307. MESTRE (1985), pp. 287-289. Teófanes EGIDO, El  en eregalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII en Historia de la Iglesia en España, dirigida por Ricardo GARCÍA VILLOSLADA, tomo IV, Madrid 1979, pp. 142-145.

98 . Carmen MARTÍN GAITE, Macanaz, otro paciente de la Inquisición. Madrid 1975, p. 421.

99 . Semanario Erudito, XVII, 42 (1789). "He estado mucho tiempo escribiendo varios papeles en defensa del Real Patronato, en nombre de un paisano de V. E. que dice ser su amigo."

100 . Miguel BATLLORI, Catalunya a l'època moderna. Barcelona 1971, pp. 215-227.

101 . TORRES AMAT, Diccionario de Autores Catalanes (1836), reedición facsímil, Barcelona 1975, pp. 130 (Calderó) y 189 (Cortiada).

102 . RODRÍGUEZ, Biblioteca Valentina, 1747, 399.

103 . Ibidem, 292.

104 . LATASA, Biblioteca de Autores Aragoneses, Zaragoza 1885, II, 163-166 (López) y I, 459 (Ejea). Sobre el pensamiento regalista de López, véase el artículo de MURO OREJÓN publicado en AHDE, 1946, p. 784 y ss., y MESTRE (1990), p. 156. Su Historia legal de la Bula de la Cena fue publicada en 1768 por Campomanes, con motivo de la polémica sobre el Monitorio de Parma; en apéndice se incluía el Discurso legal de José de Ledesma en favor de las regalías de Navarra.

105 . Fernando de ARVIZU, "Don Pedro Frasso y la inmunidad eclesiástica (1684-1685)". Anuario de Historia del Derecho Español, 1986, pp. 521-542.

106 . MESTRE (1968), 391-396.

107 . Ibidem, 387-390.

108 . Ibidem, 395.

109 . Ibidem, 374.

110 . Ibidem, 367, 395, 396.

111 . Sobre la obra Amadeo de Amadeis, AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, VI, 1991, núm. 67. MESTRE (1968), 215, y (1985), 310. La obra estaba dedicada al entonces embajador en Turín, Manuel de Sada y Antillón, el cual terminó su carrera como capitán general del reino de Valencia.

112 . MESTRE (1970), 115.

113 . MESTRE (1970), capítulo IV.

114 . PASTOR FUSTER, Biblioteca Valenciana, 1830, I, p. 277. "Auctores antiqui nondum impressi, qui ad gothicam Hispaniae Historiam pertinent."

115 AGUILAR PIÑAL, Bibliografía, I, p. 604, núms. 4179 a 4181.

116 . Sobre Ferreras, MESTRE (1970), 67-68, nota 62, y G. STIFFONI, Veritá della Storia e ragione del potere nella Spagna del primo Settecento, Milano 1989, pp. 163-177. Sobre Ferreras y también Pellicer véase el trabajo de José CEPEDA ADÁN sobre la historiografía del Barroco, en "El Siglo del Quijote", tomo XXVI de la Historia de España fundada por Menéndez  Pidal, Madrid 1986, 636-638.

117 . FAYARD (1979), 500-503. Sobre Sáenz de Aguirre, MESTRE 1970, 27-30.

118 . MESTRE (1970), passim. V. PESET, 89.

119 . D. OZANAM, La diplomacia de Fernando VI, Madrid 1975, 89.

120 . FAYARD (1979), 336. El título de marqués de la Olmeda había sido creado en 1683. AHN. Títulos y Grandezas, II, 584. Las capitulaciones matrimoniales en Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, 17.328, fol. 584.

121 . MAYANS, Epistolario, V, Escritos económicos, Valencia 1976, carta 84, pp. 159-161.

122 . Sobre la misión del duque de Noailles, BAUDRILLART, Philippe V et la Cour de la France, Paris, 1890-1901, tomo 5, pp. 408 y ss . OZANAM, en Historia de España fundada por Menéndez Pidal, XXIX-I, 1985, 632. Del mismo, La Diplomacia, p. 184 (123).

123 . Epistolario Mayans y Burriel, 267, 277, 280, 284. "Corre voz que el Mariscal deja fraguado que se haga al Sr. Jover primer ministro, es voz no más pero ojalá sea profecía verdadera. Aquella grande alma es capaz de restaurar la monarquía de todos modos y Vm. no sería el último instrumento de que se valiere." Ante la reticencia de Mayans responde Burriel en 277. "No digo yo que sea un gran letrado, pero tampoco lo fueron Francisco I, Enrique IV y Luis XIV." Nunca debió de pensar don Blas en una comparación de esta naturaleza.

124 . STRODTMANN, p. 151, párr. 156.

125 . Epistolario, V, Escritos económicos, Valencia 1976, pp. 262-298. Jover no resolvió el asunto, porque la mayor parte de las cartas son posteriores a 1746.

126 . BATLLORI, Suplement a l'epistolari de Finestres, Barcelona 1969, document 1289.

127 . Epistolario IV, Mayans-Nebot.

128 . Antonio MESTRE, Influjo europeo y herencia hispánica. Mayans y la Ilustración valenciana. Valencia 1987. Incluye dos artículos sobre Asensio Sales. También FUSTER, Biblioteca Valenciana, 1830, II, 54.

129 . Epistolario, I, Mayans y los médicos. Introducción y notas de Vicente PESET. Valencia 1971, 35 y 273. Sobre la Física, V. PESET, Gregori Maians i la cultura de la Il·lustració, 270 y ss.

130 . Epistolario, VI, Mayans y Pérez Bayer, Valencia 1976. XXVII-XXIX.

131 . PASTOR FUSTER, II, 28-31. La Vita de Borrull, escrita por Mayans con destino al Novus Thesaurus de Meerman, en BUV. Mss. "Clarissimi Viri Josephi Borrulli, in Supremo Indiarum Senatu Fiscalis, Vita. Auctore, Gregorio Maiansio, Generoso Valentino". Numerosas citas en MESTRE (1968) y (1970), y en Epistolario: Burriel, Martí, Nebot. Escritos económicos y Martínez Pingarrón, I.

132 . Epistolario, II, Mayans y Burriel, Valencia 1972, p. 215. Recibido por Jover en diciembre de 1745.

133 . Ibidem, 237.

134 . Mayans y Burriel, en especial pp, 149-150. Mayans y Martínez Pingarrón, I, 314. Sobre la familia Santiago Palomares vid. el artículo de J. PRADELLS y R. BALDAQUI, "Los

archiveros de la primera secretaría de estado (siglo XVIII)" en Revista de Historia Moderna (Alicante), núms. 6-7.

135 . La carrera de Jover entre 1738 y 1745 puede seguirse perfectamente a través de las cartas de Martínez Pingarrón a Mayans. Véase por ejemplo la actitud del bibliotecario cuando don Blas fue nombrado fiscal de la Cámara: "Jover y su hijo me preguntan por Vm. Espero de él que hará por nosotros si se ofrece. No le cansamos y le frecuentamos". Epistolario, VII, 1987, p. 240.

136 . Sobre el personaje, LATASA, Biblioteca (1885), II, pp. 387-390.

137 . Mayans y Burriel, p. 244 n. 222.

138 . Sobre la vida del duque de Alba, STRODTMANN, p. 157. La intervención de Jover en Epistolario, II, pp. XXXI y 344. Mayans encarga a Jover que entregue personalmente los escritos a la duquesa de Alba. "Me aseguró don Blas Jover que puso mi carta en mano de S. E."

139 . Epistolario, II, Mayans y Burriel, p. 312. "Que mantenga su manejo el señor Villarias." Este conservó la prirnera secretaría de estado hasta diciembre de 1746 y la de gracia y justicia hasta el año siguiente. ESCUDERO, I, 184-185.

140 . Archives Nationales. AB. XIX. 594.

141 . Semanario Erudito, XVII, 1789, 117-231. "Estas cartas se copiaron de los exemplares que fueron del Sr. Nava y existían en poder del Sr. Dn. Manuel Sisternes, fiscal que fue del Consejo."

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