La lectura
Maestro, Lusio 25 y Esquines (niños), Cota
1. Maestro.—Coge tablilla 26 del alfabeto en la mano izquierda, y este puntero para señalar cada letra. Ponte derecho; pon el gorro bajo la axila; escucha muy atentamente cómo llamo yo estas letras; contempla con cuidado la posición de la boca. Procura pronunciarlas por completo del mismo modo cuando lo solicite. Permanece conmigo. Ya lo has oído. Ahora sígueme al pronunciarlas yo primero una por una. ¿Lo entiendes bien?
2. Lusio.—Creo que es suficiente así.
3. Maestro.—Cada una de éstas se llama letra; de ellas cinco son vocales, A, E, I, O, U y están en la palabra española oveja 27, que se dice ovis en latín. Acuérdate de esta palabra. Ellas con una cualquiera o varias de las otras letras forman una sílaba. Sin vocal no hay sílaba, e incluso la propia vocal no raramente constituye sílaba. Por tanto, todas las demás se llaman consonantes, ya que por sí mismas no tienen sonido, a no ser que se añada una vocal; tienen, en efecto, una especie de sonido imperfecto e incompleto, B, C, D, G, que sin la E suenan poco. A partir ya de las sílabas resultan las voces o palabras: de éstas el lenguaje, del que carecen todos los animales: y tú no te distinguirás de un animal, si no aprendes bien el lenguaje. Despierta y aplícate con interés. Ve, siéntate con tus condiscípulos, y aprende lo que he mandado.
4. Lusio.—¿No jugamos hoy?
5. Esquines.—No, pues es día de trabajo. ¡Eh! ¿Piensas que has venido aquí a jugar? No es éste lugar de juego, sino de estudio.
6. Lusio.—¿Por qué, entonces, se llama juego 28?
7. Esquines.—Ciertamente se llama juego, pero de letras; porque aquí hay que jugar a las letras, en otro lugar a la pelota, al aro, a los dados; y he oído que en griego se llama escuela 29, como descanso, porque es un verdadero descanso y quietud del espíritu pasar la vida en el estudio.
Pero aprendamos lo que nos ha mandado el maestro en voz baja, a fin de no molestarnos los unos a los otros.
[Pg. 14] 8. Lusio.—Un hermano de mi padre, que estudió hace tiempo en Bolonia 30, me enseñó que se graba mejor en la memoria lo que uno quiere, si se pronuncia en voz alta: y que esto es confirmado por la autoridad de no sé qué Plinio 31.
9. Esquines.—Si alguien quiere aprender de esa forma sus reglas, que se retire a un jardín o al cementerio de la iglesia: allí puede gritar hasta que despierte a los muertos.
10. Cota.—Niños, ¿esto es aprender, charlando y riñendo? Ea, reuníos todos con el maestro: él lo manda.
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