LA PRIMITIVA LENGUA ESPAÑOLA.
LAS LENGUAS PRERROMANAS
LA INTERPRETACIÓN DEL TÉRMINO "ORÍGENES"
El término "orígenes" que da título a la obra que Mayans publicó en 1737 tiene una doble significación que se plasma en el contenido de la propia obra y que aparece en la censura de don Manuel F. Rodríguez de Castro 1 que la encabeza. Por una parte, la acepción de "orígenes" como búsqueda de las etimologías de los vocablos, que se relaciona con la idea de una presunta adecuación de la primera imposición de los nombres a la que nos hemos referido en el capítulo anterior. En este sentido, Mayans se sitúa, según destaca Rodríguez de Castro, entre los autores amantes de la lengua española que "han ido averiguando sus orígenes, reduciéndolos a ciertas classes para que, aplicados los vocablos a cada lengua matriz, se busquen en ellas y se hallen con mayor facilidad las causas de las primeras imposiciones" (Orígenes, pág. 320). Pero, además, el término tiene una segunda acepción, íntimamente ligada a la anterior: para averiguar los orígenes, las etimologías, es necesario conocer la historia de la lengua o lenguas hasta llegar a la actual. En este sentido, Rodríguez de Castro indica que Mayans "trata de los orígenes de nuestra lengua desde el primer origen de todas las demás, sin contarnos fábulas" (ibíd.).
[Pg. 92] Estos dos aspectos aparecen en el plan de la obra que Mayans traza al comenzar los Orígenes: "Aviendo yo de tratar de los orígenes de la lengua española que hoi hablamos, pienso seguir diferente méthodo que otros. I assí, primeramente explicaré qué cosa es lengua, 2 para que mejor se sepa qué deva entenderse por lengua española. Después señalaré sus orígenes generales; a los quales seguirán los principios i las reglas que se deven saber i guardar para averiguar los particulares. I últimamente apuntaré las perfecciones que por sí tiene nuestra lengua i las demás que puede recibir" (Orígenes, § 3, pág. 328). Lo que Mayans llama "orígenes generales" corresponderían, a grandes rasgos, a la segunda de las acepciones que hemos señalado para el término, mientras que los "particulares" atenderían a la búsqueda etimológica propiamente dicha, de cuyo método nos ocuparemos en los capítulos siguientes de este trabajo. Mayans sigue, en general, el esquema que propone al principio de los Orígenes, aunque entre sus detractores la acusación de falta de método en el desarrollo de la obra se convierte casi en un lugar común. De ello lo acusaron los diaristas, 3 que, según rebate don Gregorio:
Con igual falsedad afirman que no puse en mis Orígenes división de assuntos, siendo assí que después del exordio, immediatamente a él que, es lo mismo que decir, en el lugar que prescrive el arte methódica, propuse una división de tres partes, i sin interrupción alguna me puse a explicarlas por su orden: i para proceder con mayor claridad, subdividí cada parte i seguí las subdivisiones de cada una de ellas según su partición (Conversación, pág. 428). 4
[Pg. 93] EL PROBLEMA DE LA PRIMITIVA LENGUA ESPAÑOLA
Al comenzar el estudio de los orígenes generales plantea Mayans, en primer lugar, la cuestión de la lengua primitiva de España, 5 o, de un modo más amplio, el problema de la historia lingüística de nuestra península hasta la llegada de los romanos, que ya había suscitado polémica en los siglos anteriores. Rodríguez de Castro destacaba que Mayans había realizado su estudio "sin contarnos fábulas". Efectivamente, frente a teorías que se perdían, en muchos casos, en la mitología, don Gregorio comienza realizando tres afirmaciones que desarrollará en su exposición posterior, pero que marcan claramente su opinión sobre el tema:
a) Si alguna vez hubo en España una primitiva lengua general, lo que "hasta hoi nadie ha provado", "ésta que ahora hablamos no es la misma que aquélla" (Orígenes, § 11).
b) No es posible conocer cuál fue la primitiva lengua de España "ni aun valiéndose de probables congeturas" (Orígenes, § 13).
c) En la antigüedad hubo en España muchas lenguas, "pues avía muchas dominaciones, de cuya diversidad es consecuencia la variedad de costumbres i también de las lenguas" (Orígenes, § 14).
La elección de estas tres proposiciones no es arbitraria. Son una respuesta a algunas de las soluciones que hasta entonces se habían dado al problema. La primera de ellas parece referirse a una de las teorías que, en los siglos anteriores, trataron de explicar el origen de la lengua española, la que se denomina del "castellano primitivo". Según resumió Emilio Alarcos García, 6 "en la primera mitad del s. XVII alcanzó cierto crédito entre nuestros eruditos la extraña especie de que la lengua española era una de las setenta y dos resultantes de la confusión babilónica y había sido traída a la Península por Tubal, hijo de Japhet, cuando vino con todos los suyos a establecerse aquí". La idea no era nueva, ya que había aparecido, de forma esporádica, en los siglos XV y XVI; 7 sin embargo, su principal defensor y difusor fue el doctor Gregorio López Madera, quien la expuso en 1601 8 y la [Pg. 94] mantuvo en obras posteriores. 9 Según esta teoría, el castellano sería la lengua de los primeros pobladores de la Península, la primitiva lengua española, y habría mantenido sus características esenciales a lo largo del tiempo. Prueba de ello serían los pergaminos que se encontraron en el Sacromonte granadino a fines del XVII, escritos en latín y castellano y atribuidos a san Cecilio, discípulo del apostol Santiago. Se trataba, como es sabido, de una de las múltiples falsificaciones que se oponían al desarrollo de una crítica histórica rigurosa y basada en documentos auténticos, 10 por la que Mayans luchó toda su vida. 11 Sin embargo, eran la prueba ideal para una teoría que defendía, en último término, una posición patriótica en un tema fundamental para la identidad nacional. 12 El castellano sería, así, no el resultado de una corrupción del latín, con lo que el término corrupción puede tener de matiz despectivo, sino una lengua con características y "gramática" propia que tendría con el latín relaciones de hermandad o, en todo caso, de filiación, pero de la lengua latina respecto a la castellana. La idea de una lengua que compartía la perfección de las resultantes de la torre de Babel sedujo a otros autores, 13 en un momento en que se desarrollaba el auge de las lenguas romances frente al prestigio de siglos del latín. Esto podría explicar, en parte, que entre los seguidores de Madera se encuentren nombres como Gonzalo Correas, Luis de la Cueva, F. Bermúdez de la Pedraza, B. Jiménez Patón, Tamayo de Vargas y J. Pellicer Ossau. 14
[Pg. 95] Mayans, que luchó toda su vida contra los falsos cronicones y contra la aceptación de tradiciones piadosas que carecían de realidad histórica comprobable críticamente, como la de la venida de Santiago, criticó la leyenda de las Láminas de Granada. 15 Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido y de la condena papal, las críticas de Mayans a las Láminas y, en general, a la falta de rigor en el estudio de la historia, no dejaron de acarrearle problemas. Éstos ya habían comenzado con motivo de la Censura de la España Primitiva de Huerta, 16 que Mayans realizó en 1738 y que demostraba que la obra estaba basada en un falso cronicón de José de Pellicer, a pesar de lo cual fue publicada con el apoyo de las Reales Academias Española y de la Historia, mientras que la Censura de Mayans permaneció inédita hasta 1789. Los problemas se repitieron, agravados, con motivo de la edición de la Censura de Historias Fabulosas de Nicolás Antonio y terminaron por provocar el embargo de los manuscritos de Mayans por orden del Consejo de Castilla. Don Gregorio atribuyó en gran parte este último episodio, al que nos hemos referido en la nota biográfica que encabeza nuestro estudio, precisamente a las críticas contra las Láminas granadinas, que habrían provocado la delación a la Inquisición y, posteriormente, el citado embargo. 17 Así lo relata en carta al marqués de Scotti, en la que aparece claramente su posición respecto a la supuesta existencia del castellano en tiempos apostólicos:
Me veo obligado a dar a U. Ex. las devidas gracias por lo mucho que sé que me favorece en mi persecución, la qual ha nacido de aver escrito yo que el Santíssimo Padre Inocencio XI prohibió las Láminas, i libros de plomo de Granada. I como la Iglesia del Monte Santo conserva con [Pg. 96] gran veneración quatro láminas de plomo que piensa no averse prohibido, puso querella contra mí por la generalidad con que hablé. Pero es cosa de hecho que dichas láminas atribuyen a los santos Cecilio i Tesifón obras expressamente condenadas por el Papa, i, lo que causa mayor horror, a San Juan Apostol i Evangelista unas profecías condenadas como tales, escritas en lengua española qual se hablava en tiempos de Felipe segundo, las quales tratan del heresiarca Lutero, i, por consiguiente, se fingieron después de él, i assí mismo las láminas que refieren tales obras, con palabras i frasis moderníssimas, agenas del tiempo de Nerón, i orthografía bárbara i reciente (8-VI-1743, BAHM, 144).
Cuando, hacia mitad del XVIII, en Granada se producen nuevos descubrimientos, Mayans se dirige a sus corresponsales en Madrid para que impidan que las que consideraba unas falsificaciones contaran con el favor real. 18 Sin embargo, muchos políticos creían todavía en la realidad de las Láminas, por lo que los críticos de estas reliquias, incluido el propio Mayans, no se atrevieron a manifestar su opinión:
Me guardaré mui bien de darme por entendido sobre los nuevos hallazgos granadinos. Créalos quien quiera, i desengañen aquellos a quienes toque (A José Cevallos, 15-XII-1755, BAHM, 151).
A pesar de esta cautela inicial, Mayans acumula en su correspondencia las razones que prueban la falsedad de los nuevos documentos y destaca su relación con las Láminas que ya fueron condenadas por Inocencio XI. Entre estas razones, son especialmente significativas las que se refieren a las características lingüísticas que desmienten la autenticidad y, por tanto, las conclusiones que de ellas se extraían sobre el tema de la primitiva lengua española. Ofrecemos sólo algunos ejemplos que muestran claramente su discrepancia con las razones aducidas por los defensores de la teoría del castellano primitivo:
Nos salen ahora con la sofistería [friolera] de que el sumo Pontífice no habló de los Pergaminos de Granada escritos en latín i castellano, i nos quieren persuadir la duración de unos pergaminos por espacio de tantos siglos, la permanencia de la letra en ellos, el uso de la lengua de hoi [tachado: "española"] antes que se hablasse, i otros desatinos semejantes, hijos de la ignorancia i superstición. I porque ven que yo soi casi el único que en España puede hablar sobre este i semejantes asuntos, i el que tiro a derribar la mal fundada máquina de los chronicones falsos, me han [Pg. 97] desarmado i pretenden oprimirme (Al Cardenal D. Valentín Gonzaga, 4-V-1743, BAHM, 138).
En efecto, la delación de D. Nic[olás] Ant[oni]o i de mí se reduce a que él incidentemente i yo de propósito hemos hablado contra las láminas i pergaminos de Granada. [...] Ahora salen con que yo devo modificar mis proposiciones declarando aver hablado contra los pergaminos árabes i no contra los latinos i castellanos, como si yo creyesse que en los tiempos apostólicos se hablava a lengua castellana, i que unos pergaminos soterrados pueden mantener la letra ligible [sic] por espacio de mil i setecientos años. Dejo aparte las abominaciones que contienen. Amigo mío, ¿quién no se reirá de estas cosas? Aun estando yo despojado de mis manuscritos, tengo ganas de reirme. No ai hombre de medianas letras en Madrid que no esté de mi parte; pero los supersticiosos todavía están obstinados (A Agustín Sales, 27-V-1743, BAHM, 130).
La ortografía desdice de todas las inscripciones de aquel tiempo porque no ai diptongo alguno i se omiten las letras que devieran duplicarse. El estilo está lleno de palabras bárbaras que cuando se suponen escritas en ninguna nación se avían introducido, lleno de solecismos i de frasis no solamente bárbaras, sino eclesiásticas modernas (A Burriel, 19-XII-1744, Epistolario II, pág. 22).
La letra de las láminas no es de aquel tiempo; la ortografía, tampoco; la persecución de Nerón no fue el año segundo de su imperio, sino el décimo. En tiempo de Nerón no avía lengua castellana. Con esto tiene V. M. mis notas (A José Cevallos, 15-XII-1755, BAHM, 151).
No son éstos los únicos testimonios en este sentido. En 1765, un decreto real prohibía escribir a favor de los nuevos descubrimientos de Granada; pero aún en 1770, Mayans elabora un informe a petición de la Inquisición de Valencia 19 en el que sistematiza las opiniones que ya había expuesto en su correspondencia, destacando su conexión con las Láminas del Sacromonte del siglo XVI y apoyando su crítica, entre otras razones, en la ortografía, sintaxis del latín de la época, etc.
Frente a las tesis de Madera y de los que antes de él habían defendido el carácter del castellano como lengua primitiva de la Península, se alzaba la voz predominante de los que mantenían que el castellano era el resultado [Pg. 98] de la corrupción del latín hablado en la Península, sobre todo a causa de la invasión de los bárbaros. 20 De esta opinión, que ya aparece en el siglo XV, 21 fueron, en el XVI, Nebrija, los Anónimos de Lovaina de 1555 y 1559 y Venegas. En esta línea se sitúa en el XVII el principal de los oponentes de Madera, Bernardo de Aldrete, cuya obra Del origen y principio de la lengua castellana que oi se usa en España (1606) 22 es "el primer intento de reelaborar y sintetizar en su conjunto los fundamentos de la teoría de la corrupción y de ordenarlos en el marco de una historia de la lengua de España lo suficientemente amplia". 23 En esta obra, que es respuesta a la de Madera, Aldrete desarrolla el tema de la romanización para probar, por medio de los testimonios de autores antiguos y por la comparación con dominaciones del presente, 24 la extensión generalizada como lengua vulgar en España del latín, que sufriría un proceso de corrupción como resultado tanto de una evolución interna que ya existía, como de su extensión por distintas tierras 25 y del paso del tiempo que "envejece y muda" 26 la lengua. Esto último supone una concepción opuesta a la de Madera, quien consideraba la lengua algo esencialmente inmutable, lo que hacía posible que el [Pg. 99] castellano actual fuera igual al castellano primitivo. Frente a esta idea y de acuerdo con Aldrete, Mayans considera que "aunque muchos siglos antes de ahora aya avido en España alguna lengua general (lo qual hasta hoi nadie ha provado) esta que ahora hablamos no es la misma que aquélla: porque, si mutuamente nos hablássemos o escriviéssemos los que antiguamente vivieron i oi vivimos, es cierto que no nos entenderíamos. I assí los orígenes de una lengua no son los mismos que los de otra" (Orígenes, § 11, p. 330). Para Mayans cualquier tesis que propugne la transmisión de una lengua a través del tiempo de modo que ésta permanezca inmutable, no puede ser aceptable, ya que la lengua es, esencialmente, cambiante.
Mayans conoce la obra de Aldrete, y, en gran medida, considera sus Orígenes como continuadores de la labor de estudio de la historia de nuestra lengua comenzada por el canónigo cordobés. 27 En diversas ocasiones a lo largo de su obra remite a la de Aldrete, 28 pero evitando siempre repetir lo que ya quedó claro en aquélla y acudiendo a fuentes originales, como indica de modo explícito en la Conversación (pág. 481):
Aviendo escrito yo de los Orígenes de la lengua española después del canónigo Aldrete, eruditíssimo investigador de ellos, he empezado mi trabajo desde donde él acabó el suyo, i en las noticias que ha sido necesario concurrir con él, he procurado poner tal diligencia que se viesse que no las he copiado de sus libros, sino de los originales, donde yo las tenía observadas.
Mayans aprecia en la obra de Aldrete lo que tiene de valor y rigor frente a las fantásticas teorías que, sobre el origen del español, habían mantenido Madera y sus seguidores, aunque conocía las "debilidades" del autor cordobés, como fue la aceptación de la autenticidad de las Láminas de Granada, movido, al parecer, por presiones de distinto tipo. 29 Pero al margen de [Pg. 100] esta concesión, la proposición general sobre la filiación latina de la lengua castellana y la profundidad y carácter pionero del estudio son apreciados por Mayans en su justa medida, incluso sobre la dura opinión que la obra de Aldrete merecía a su admirado deán Martí. 30
Siguiendo a Aldrete, Mayans se une, pues, a los autores defensores de lo que se ha llamado teoría de la "corrupción", aludiendo a la que sufrió el latín y que dio lugar a las lenguas romances. 31 Éste es el asunto principal de los Orígenes, tal como apreció Sempere Guarinos al referirse a ellos, destacando la idea central de la obra frente a las disquisiciones que en ella puedieran observarse. 32
En la línea indicada, Mayans advierte que el deseo de manifestar la independencia de la propia lengua es un peligro cuando las hipótesis ofrecidas no se pueden apoyar con datos contrastables:
Unos han escrito de los orígenes de su lengua con ambición de hacerla independiente de las demás, quanto les fuesse possible. Desta suerte Marco Varrón, el más docto de los romanos, quiso dar orígenes latinos a muchos vocablos que sabía mui bien que los tenían griegos [...] para que a vista de opinión tan ridícula, extrañássemos menos que algunos quieran que sus lenguas sean las mismas que las que Dios infundió en la Torre de Babel, como si ellos tuviessen alguna idea, aun obscura, de tales lenguas; i si fuesse possible que alguna de ellas durasse, como quieren, millares de años (Orígenes, § 85, pág. 356). 33
Como hemos indicado, la tesis defendida por Madera y sus seguidores y predecesores, llevados de esa "ambición" de hacer del castellano una lengua independiente, pretendía que había sido la lengua traída a España por Tubal o, en otros casos, por Tarsis, 34 y una de las resultantes de la [Pg. 101] confusión de la torre de Babel. La tradición de esta venida de Tubal a España, que procedería de Flavio Josefo, como indica el propio Mayans en su Tractatus de Hispana Progenie Vocis Ur, 35 contaba ya con una larga tradición 36 y aparece "como dato cierto e incontrovertible" 37 desde la Primera Crónica General 38 hasta la Historia General de España de Mariana. 39 El mito se complica con las invenciones del dominico Juan Nanni, que bajo el nombre de Ennio de Viterbo desarrolló fantásticas dinastías que llegarían hasta los Reyes Católicos. 40 Los diaristas acusaron a Mayans de aceptar en los Orígenes las fantasías en torno a la llegada de Tubal, lo que provocó las iras del erudito valenciano, quien, realmente, se había referido al mito del siguiente modo:
[Pg. 102] Pero para lisongear a los nuestros, supongamos que Tubal i su familia ayan sido los primeros pobladores de España. Su lengua sería una de las que Dios infundió en la Torre de Babel para que las gentes se esparciessen por toda la tierra. Pregunto ahora: ¿Qué lengua era aquélla? ¿Qué vocablos tenía? ¿Qué variaciones? ¿Quál era su pronunciación? ¿Ai alguno que tenga idea de qualquiera de estas cosas? No por cierto. I quando la tuviera, quisiera yo saber: ¿Qué gentes advenedizas huvo en España en los siglos inmediatos? ¿Qué naciones vecinas? con las quales necessariamente se avía de tratar, comunicándose mutuamente el lenguage con los mismos pensamientos i cosas (Orígenes, § 22, pág. 332).
Como señala él mismo en la Conversación (pág. 430), se trata sólo de una hipótesis, es decir, suponiendo que aceptase una tesis generalizada, nada nos enseñaría sobre el tipo de lengua que usaban estos primeros pobladores:
Yo di por falsa la opinión de los que afirman la venida de Tubal a España; i los diaristas quieren hacer creer que yo supongo essa opinión como verdadera. I siendo assí que en conseqüencia de ser yo de la opinión (aprovada también de los diaristas) de que Tubal no fue el que vino a poblar España, devo afirmar, como afirmé que la tradición que vulgarmente se alega (de conservarse en España algunas reliquias de la lengua de Tubal) es de pocos siglos i no merece crédito, lo qual fundé no solamente en el argumento negativo del silencio de nuestro antiguos historiadores, sino también en muchas razones i mui positivas. [...]
Es manifiesto que yo tengo por falsa una opinión que solamente para argüir con fuerza digo que la supongo, i que la supongo para lisongear a los nuestros, significando que la mayor parte de nuestros escritores han sido de essa opinión i por eso está generalmente recibida.
En los Orígenes, pues, su posición es claramente crítica, y queda ratificada en la Conversación, aunque en su Abecé llega a afirmar: "Si la invención de las letras fue anterior a la confusión de las lenguas en la Torre de Babel, es mui creíble que Tubal, que se dice que fue el primer poblador de España, tragesse a ella con su lengua, que sería una de las setenta i dos, el uso de las letras". 41 Como indicaremos más adelante, 42 esta obra inédita fue elaborada, probablemente, antes de 1735, con lo que sería posible apreciar una evolución en el pensamiento de Mayans hacia posiciones cada vez más rigurosas.
Mayans rechaza desde el punto de vista del historiador de método crítico, lo que considera una tradición "de pocos siglos", que no puede ser probada por los testimonios de los autores antiguos. 43 En todo caso, lo que le [Pg. 103] interesa poner de manifiesto es la imposibilidad de hacer afirmaciones sobre algo que no puede conocerse y suponer milagrosas conservaciones de la lengua a través de los siglos. Mayans acepta que las lenguas de Babel han sido infundidas por Dios, 44 pero "pensar que permanece hoi incorrupta alguna de ellas, es no hacer reflexión en lo que puede la injuria del tiempo en el largo espacio de tantos siglos; no advertir, digo, las transmigraciones y varias mezclas de gentes de tan extrañas lenguas; el capricho de los hombres i la inconstancia de sus genios; no aviendo hoi siquiera una lengua de las vivas que sea la misma que fue quinientos años atrás" (Orígenes, § 2, pág. 328). De esta manera, Mayans establece un principio basado no en el mito, sino en la observación de la lengua como una realidad dinámica. No hay en los Orígenes tanto un ataque frontal contra la supuesta venida de Tubal a España, como una negación de que de ella se puedan extraer consecuencias aplicables al conocimiento de cualquier lengua "de las vivas". Es la postura que resumirá su hermano Juan Antonio en el tercer tomo de su Historia Literaria Española:
La antigüedad es de tanta estimación que todos desean tenerla. De aquí nace que los escritores incurran en el vicio de atribuirla a las cosas de su patria con poco fundamento, teniéndolo por cosa loable. [...]
En las Sagradas Letras, que son las que contienen lo que se sabe de cierto del origen de las naciones, no se habla de la población de España. I ignorándose ésta, se ignora también la lengua que trageron (BAHM, 312).
LA PLURALIDAD LINGÜÍSTICA PENINSULAR ANTES DE LA ROMANIZACIÓN.
LOS TESTIMONIOS EPIGRÁFICOS
Conociendo ya alguna de la ideas de Mayans respecto a la lengua, y su deseo de rigor en la admisión de los datos, no resulta extraña la segunda de las afirmaciones que encabezan su exposición sobre los orígenes generales: es imposible conocer la primitiva lengua de España, ya que no ha llegado hasta nosotros ni existen testimonios fiables sobre el tema:
Quál aya sido la primera lengua de España, nadie puede afirmarlo, ni aun valiéndose de provables congeturas: porque la tradición que alegan muchos españoles no tiene la antigüedad que requiere una legítima provanza; ni en los términos en que se supone, es posible (Orígenes, §13, págs. 330).
[Pg. 104] Ignoramos quál aya sido la primitiva lengua de España, porque la tradición, que vulgarmente se alega, es de pocos siglos i por esso no merece crédito; i nuestros antiguos historiadores Osorio, san Isidoro i san Juan de Valclara, nada escriven de lo primitivo de España (Ibíd., §§ 21-22).
A pesar de estas cautelas, Mayans se refiere en algunos casos aislados a una desconocido "antiguo lenguaje español", de la que aventura incluso algunas características:
Después desta mezcla i confusión de iberos i celtas, me persuado yo que se hablaría en la Celtiberia un lengua compuesta del antiguo español i del céltico [...]. I es verosímil que el antiguo lenguage español, i el céltico, como tan vecinos uno de otro, fueron dialectos de otra lengua, la qual me persuado fue la púnica, por la correspondencia que tienen muchas voces de montes, ríos y ciudades de España, que son los nombres que más duran desta lengua. De la qual no podemos subir más arriba, por faltarnos la noticia de nuestros primeros pobladores i, por consiguiente, de su lengua (Orígenes, § 98, pág. 363).
En la Conversación (págs. 437-438) insiste en una posible similitud entre el español antiguo y el celta, pero, una vez más, evita adentrarse en terrenos oscuros: 45
Aquella lengua [celta] tenía en Francia tres dialectos, bélgico, aquitánico i céltico. [...] Presupuestos estos principios, no tiene dificultad, antes bien confirma a todo lo dicho el testimonio de Estrabón que afirma que la lengua de los aquitanos era más parecida a la de los españoles que las de los belgas i celtas, porque este mismo testimonio prueva que todas las tres eran parecidas a la española antigua. [...] Pero no hablemos más de las lenguas, española antiquíssima, céltica, aquitánica, i otras de aquellos tiempos obscuríssimos...
Al margen de estas observaciones ocasionales, sobre las que no profundiza, lo que sí admite, a través del testimonio de los autores antiguos y de las inscripciones, la legítima provanza que es fundamental para Mayans es que en España hubo varias lenguas antes de la llegada de los romanos. Es decir, que, como indica en carta a Agustín Sales, la "lengua española antigua... no era una sola sino muchas", 46 lo que constituye la tercera de sus [Pg. 105] premisas. Esta idea, que había sido ya expuesta por algunos autores en los siglos anteriores, entre ellos Ambrosio de Morales, Mariana y Bernardo de Aldrete, 47 la apoya don Gregorio, en primer lugar, en un conocido texto de Estrabón que señala, al referirse a los turdetanos como los más doctos de los españoles, que "usavan del arte de escrivir" y añade "que los demás españoles también usavan del arte de escrivir, i que todos no tenían una forma de letra, como ni un solo lenguage". 48 De esto se deduciría que
Avía pues en España muchas lenguas. I no es mucho; pues avía muchas dominaciones, de cuya diversidad es consecuencia la variedad de costumbres i también de las lenguas (Orígenes, § 14, pág. 330). 49
Como hemos indicado, la idea de la pluralidad lingüística ya había sido expuesta con anterioridad, entre otros, por Aldrete, 50 quien había insistido, [Pg. 106] como lo hará también Mayans, en la relación entre lengua y dominación: 51
Cada una de estas naciones [iberos, fenicios, celtas... ] introdujo su lengua en los lugares que dominaron, siendo costumbre de los vencedores querer ser entendidos fácilmente, i de los vencidos, aprender la lengua de los que mandan, o porque obliga a ello la necesidad, o porque assí lo pide la convivencia i debido obsequio.
Como las dominaciones eran varias, también lo eran las lenguas (Orígenes, §§ 24-25, pág. 333).
Los pueblos dominados adoptan, pues, la lengua de los dominadores por razones prácticas o de fuerza. No es necesario, por tanto, como mantenía Madera, que un pueblo sea aniquilado para que pierda su lengua, sino que basta, 52 en muchos casos, con que sea sometido.
Aunque probablemente la idea de la relación entre lengua y dominación procede de forma inmediata de Aldrete, o incluso de Valdés, Mayans prefiere basar sus afirmaciones en los testimonios originales de los autores antiguos. Estos testimonios, sin embargo, deben ser considerados desde un punto de vista crítico, especialmente en lo que se refiere a los autores griegos "inclinados a mentir y muy ignorantes a nuestras cosas" (Orígenes, § 14), por lo que se debe buscar en este tema "otros maestros más seguros" (ibíd., § 21), una afirmación que le valdrá, como otras, las críticas de los diaristas, 53 pero que responde al rigor que Mayans exigía a las fuentes que servían para el estudio de la historia, por lo que la reitera, en los mismos términos, en su Tractatus de Hispana Progenie Vocis Ur. 54 Se trata, por otra parte, de una advertencia que algunos autores actuales han considerado también necesaria a la hora de estudiar la historia de la España primitiva. 55
[Pg. 107] La cita de la Geografía de Estrabón que hemos recogido más arriba no era el único testimonio sobre la existencia de varios alfabetos entre los españoles antiguos. 56 Mayans cuenta, además, con su conocimiento y afición a la epigrafía y, especialmente, al estudio de las monedas y medallas antiguas, donde pueden observarse las muestras de diferentes tipos de escritura que se dieron en la Península. 57 A ellas acudirá en diversas ocasiones para reforzar la información que proporcionan los distintos autores:
Quede pues asentado que en España se hablaron varias lenguas aún después que los romanos se apoderaron de toda ella; lo qual puede confirmarse con un testimonio mui ilustre i expuesto a la vista, pues vemos muchas medallas escritas, por una parte con caracteres romanos i por otra con caracteres españoles totalmente incógnitos, i que por la variedad de sus letras arguyen ser de alfabetos distintos i, por consiguiente, de lenguas mui diversas (Orígenes, § 33, pág 335). 58
Jaime Siles ha estudiado la aportación de Mayans a la epigrafía ibérica 59 y al estudio de las escrituras y lenguas primitivas, actividades en las que su primer punto de referencia, como en otras cuestiones, fue el deán Martí. 60 Destaca Siles la contribución de don Gregorio a la ampliación del inventario epigráfico hispánico, con la recogida tanto de material, que recibía en numerosas ocasiones a través de las consultas de sus amigos y corresponsales, [Pg. 108] como de noticias de otros autores relativas al tema. 61 Hay en su correspondencia observaciones especialmente interesantes, como la relativa a la necesidad de atender al funcionamiento de los signos en el sistema y no a la mera semejanza gráfica para lograr el desciframiento de cualquier sistema de escritura: 62
Yo juzgo que si se da un paso más passando de aquella confrontación de letras a la lectura se ve que es un delirio aquella aplicación de letras fundada en la mera semejanza de las rayas, como si uno quisiera descifrar alguna cifra por la semejanza de los caracteres (A Burriel, 9-I-1745, Epistolario, II, pág. 62).
El alfabeto que Vmd. ha sacado de las inscripciones, según se ve, es cierto, porque usando dél se leen los contextos bien concertados; pero q[uand]o me valgo del mismo alfabeto para leer las medallas antiguas, que llaman desconocidas encuentro mucha oscuridad; porque ahora quiera leerse de la izquierda a la derecha, o de la derecha a la izquierda, en suposición de que antecedentemente se sepa a qué población pertenece aquella medalla, no manifiesta la letura, ni el nombre de aquella población, ni el de algún Dios o héroe de ella, cuya memoria se halla en las historias. I assí esta consideración hace que suspenda yo mi juicio. I hasta que Vmd. consiga esto, me parece que dudará de la aplicación de su alfabeto a las medallas antiguas, cuyas figuras de letras, aunque sean las mismas, parece que son de distinto valor. I esto no nace de la diversidad de lenguas, sino de las distinción de los alfabetos. (A Faustino de Muscat y Guzmán, 8-III-1777, BMV, caja 7272-41, ms. 10702. La cursiva es nuestra).
Sin embargo, a pesar de sus conocimientos sobre el tema y de una base científica "suficiente", Mayans no avanzó en el desciframiento de las primitivas escrituras hispánicas. Así lo indica Jaime Siles, 63 al mismo tiempo que aventura dos posibles razones para esta actitud de nuestro autor: el criterio de autoridad que le merecía el deán Martí, quien no llegó a ninguna conclusión tras el cotejo de los diferentes alfabetos y, sobre todo, un criticismo extremo que le lleva a evitar conjeturas arriesgadas sobre lenguas desconocidas. Por otra parte, añade, "don Gregorio no llegó a entender que un mismo sistema de escritura puede servir para anotar lenguas entre sí [Pg. 109] muy diferentes, y que, por igual razón, una lengua puede ser gráficamente representada por alfabetos distintos entre sí". 64 Esto último es lo que parecen indicar las siguientes observaciones:
Estrabón [...] dice que los turdetanos tenían su manera de escrivir i hablar, i que los demás españoles también tenían su arte de escrivir, pero no una misma, pues no usavan todos de un mismo lenguage (Orígenes, § 29, pág. 334).
Vemos muchas monedas escritas, por un parte con caracteres romanos y por otra con caracteres españoles totalmente incógnitos, i que por la variedad de sus letras arguyen ser de alfabetos distintos i, por consiguiente, de lenguas mui diversas (ibíd., § 33, pág. 335).
Esta idea aparece, sin embargo, más matizada en una larga carta a Almeida escrita al año siguiente de la publicación de los Orígenes, donde de la diversidad de caracteres no se deduce de forma inmediata la pluralidad lingüística, sino únicamente la de alfabetos, cuya variedad sí era evidente:
La verdad es que los que escriven diversos caracteres, suelen hablar diferentes lenguas, como los hebreos, árabes, griegos i latinos; i los que escriven con unos mismos caracteres, unas veces hablan diferentes lenguas, como los españoles, franceses i italianos, i otras veces, una misma, como los de Castilla la Vieja i los de la Nueva. Si en España, pues, se usavan a un mismo tiempo diferentes caracteres, avía diferencia de alfabetos (A Francisco de Almeida, 30-V-1738, BAHM, 115).
La misma distinción aparece al final de la carta a Faustino de Muscat que hemos citado y subrayado más arriba. Parece, pues, arriesgado afirmar de forma rotunda que Mayans no llegó a entender que un mismo sistema de escritura puede servir para anotar diferentes lenguas.
A pesar de su escepticismo sobre la posibilidad de descifrar los antiguos alfabetos, que le llevó en algunos casos a aconsejar a sus interlocutores que se ocupasen en temas más útiles y menos expuestos a la polémica, 65 [Pg. 110] defendió el estudio, entonces de moda, de las medallas e inscripciones, 66 aunque siempre con una gran prudencia:
La inscripción que Vm. me ha embiado está escrita con letras hebreas floreadas para mayor adorno. Cada una de ellas es una abreviatura, i siendo todas ellas arbitrarias e ignorándose el asunto, es cosa peligrosa, i aun temeraria, echarse a adivinar. Yo tengo por más acertado proponerla sencillamente. I dejar a los letores el trabajo de interpretarla o el capricho de congeturar (A Agustín Sales, 11-VIII-1736, BAHM, 130).
El estudio de las inscripciones, i el de las medallas antiguas, se han hecho de moda, siendo muchíssimos los que hablan de aquéllas, i de éstas, i mui pocos los que saben algo más que leerlas, siendo necesaria para su cabal inteligencia una profunda erudición (Al duque de Huescar, 24-XII-1746, BAHM, 146).
En asunto de letras ninguna composición es tan difícil como la de las inscripciones, porque pide suma exactitud en la manera de pensar (A Ignacio Palacios, 14-X-1774, BMV, caja 7272-41, ms. 10753).
Por otra parte, muerto don Manuel Martí, Mayans se consideraba como el único capaz de tratar el tema de las inscripciones con acierto, 67 y esto le llevó a disuadir a otros de su pretensión de escribir sobre el asunto, así como a negar su apoyo a L. J. Velázquez en la elaboración de la obra que publicó en 1752, 68 a pesar de que así se lo pidió Burriel. 69 Alrededor de [Pg. 111] 1950, Mayans manifiesta en sus cartas su intención de escribir sobre "las medallas antiguas de las colonias españolas". 70 En 1756, escribe una larga carta 71 sobre las colecciones españolas de inscripciones destinada a J. E. I. Walch, que elaboraba entonces su Introducción a la historia literaria de las inscripciones antiguas. 72 Este mismo año escribe una carta de veinte páginas a J. A. Hultmann sobre el carácter ficticio de muchas de las inscripciones que decían que había habido en España. 73 Dos años después, es Pieter Burman, que redactaba su Anthologia veterum epigrammatum sive catalecta poetarum latinorum, 74 el destinatario de otra carta de más de setenta páginas sobre las inscripciones en verso que hay en España, 75 y en [Pg. 112] 1759 indica a Pérez Bayer que interpretará las monedas antiguas españolas "cuando pueda emplear en ese estudio tres o cuatro meses". 76 Este último proyecto, nunca completado, ya formaba parte de los expuestos en las Constituciones de la Academia Valenciana (1742), 77 y aparece nuevamente en una larga enumeración recogida en la Maiansii Vita (1756) con los siguientes títulos: Disertación sobre la dificultad de entender los antiguos caracteres hispánicos y sobre el modo de alcanzar su inteligencia, Colección de monedas españolas, especialmente arábigo-españolas y su ilustración, Colección de inscripciones antiguas encontradas en España y Sobre las falsas inscripciones antiguas encontradas en España. 78 Por otra parte, en el Colegio de Corpus Christi se coserva, entre otros, un volumen en octavo recoge cuidadosamente los dibujos de diferentes monedas españolas con sus correspondientes inscripciones. 79
Se pregunta Siles, refiriéndose al tema de la epigrafía, si "don Gregorio tenía algo que decir y no lo dijo, o no tenía nada que decir y, por eso, nunca lo expresó". 80 Del mismo artículo de Siles, así como de los datos que aporta la correspondencia, tanto publicada como inédita, que hemos citado, se desprende que Mayans tenía probablemente algo que decir y algo dijo; 81 [Pg. 113] pero entre sus múltiples proyectos éste no era, probablemente, de los que consideraba más urgentes, sobre todo si tenemos en cuenta su manifiesto escepticismo sobre la posibilidad de llegar a interpretar las antiguas escrituras. Las obras que estaban en su mente deberían haber figurado entre la nómina de las que sobre el tema se publicaron en el XVIII, y que Caro Baroja ha enumerado en uno de sus artículos.82 No hay que olvidar, sin embargo, que a través de su correspondencia proporcionó a muchos autores abundante información sobre el tema, y que personajes como Pérez Bayer 83 o el mismo Flórez, 84 que sí aparecen en las nóminas de los escritores españoles de la época que publicaron obras sobre el tema, se beneficiaron de la generosidad de don Gregorio, que no contó con la ayuda oficial que a ellos se les facilitó. 85
LAS LENGUAS PRERROMANAS DE LA PENÍNSULA. EL VASCO Y LA DOMINACIÓN ROMANA DE CANTABRIA
La extrema prudencia e incluso el escepticismo que muestra Mayans en el tema de las inscripciones, aparece, en general, en cualquier afirmación que afecte a las lenguas prerromanas. Dado que no existen testimonios claros, lo único que puede afirmar con una cierta seguridad es que fueron varias, pero indica que tratar de aventurar sus características es siempre arriesgado:
Huvo en España diferentes lenguas advenedizas. Pero yo quisiera que me digan los más eruditos qué lenguas eran aquellas que iban introduciendo las naciones extrangeras en las tierras que ocupavan. Yo sé que nadie puede dar razón de lenguas abolidas enteramente (Orígenes, § 23, pág. 333).
[Pg. 114] Esta idea hace comprensible que nuestro autor no se detenga en la extensión o características de las distintas dominaciones y en las lenguas que podrían haber introducido los distintos pueblos, sino que pase a ocuparse de la romanización y sus problemas, haciendo alusión, eso sí, a la convivencia entre la lengua dominadora y las que ya existían antes de la llegada del latín86 (Orígenes, §§ 33 y 34). Esta actitud de don Gregorio respecto a las lenguas prerromanas es similar a la que mantiene Aldrete, 87 al cual, según destaca Lidio Nieto, 88 no le preocupa demasiado "cuántas ni cuáles fueron las primeras lenguas, quizás por pensar que se trataba de un tema insoluble, dada la carencia de testimonios suficientes". Es una actitud que aparece también, probablemente por influencia de Mayans, en Benito de San Pedro 89 y en Vargas Ponce. 90 Por otra parte, explica Lidio Nieto que para Aldrete el problema tenía escaso interés "convencido como estaba de que ninguna de ellas, sino el latín, son el origen del romance". 91 Sin embargo, tanto Aldrete como Mayans sabían que el español había tomado vocablos de las lenguas que hace siglos "fueron dominantes o de naciones con quien los españoles han comerciado mucho" (Orígenes, § 89) y, consecuentemente, también ellas formaban parte de sus "orígenes". Por esto, las lenguas prerromanas de la Península serán importantes para don Gregorio en cuanto hayan dejado huellas en el latín, y se ocupará de ellas al desarrollar su sistema etimológico.
La única de estas lenguas prerromanas de la que Mayans se ocupa con extensión es el vasco, y no por sus características internas, sino porque había sido considerado por muchos autores como la primitiva lengua española. 92 No fue, sin embargo, la lengua vasca la única que recibió el título de lengua primitiva de España. Juan de Valdés, en el Diálogo de la lengua parece inclinarse por el griego, 93 no sin antes señalar que "lo que por la mayor [Pg. 115] parte de los que son curiosos de estas cosas tienen y creen, es que la lengua que oy usan los vizcaínos es aquella antigua lengua española". 94 Madera, como hemos señalado, pretendía este honor para el castellano y, al parecer, también se dio este título al hebreo, 95 al portugués e incluso asturiano, según la noticia que ofrece, en el último cuarto del siglo XVI, Damasio de Frías en su Diálogo de las lenguas, 96 y que no se repite en ninguna de las escasas obras de historiografía lingüística de la época. 97 En todo caso, la tesis que apuntaba al vasco parece muy difundida a lo largo de los siglos XVI y XVII, e incluso en el XVIII. 98 La información que nos proporciona Valdés destaca esta difusión en su época y resume las razones que aducían sus defensores:
Lo que por la mayor parte los que son curiosos destas cosas tienen y creen, es que la lengua que oy usan los vizcaínos es aquella antigua española. Esta opinión confirman con dos razones harto aparentes. La una es que, assí como las armas de los romanos, quando conquistaron la España, no pudieron passar en aquella parte que llamamos Vizcaya, assí tampoco pudo passar la lengua al tiempo que, después de averse hecho señores de Spaña, quisieron que en toda ella se hablasse la lengua romana. La otra razón es la disconformidad que tiene la lengua vizcaína con qualquiera de todas las otras lenguas que el día de oy en España se usan. Por donde se tiene casi por cierto que aquella nación conservó juntamente con la libertad su primera lengua. 99
Íntimamente ligada a la consideración del vasco como primera lengua de la Península estaba, según atestigua Valdés, la supuesta falta de sujeción de Cantabria a los romanos. Ambos aspectos, la consideración del vasco como primitiva lengua española y la supuesta falta de dominación romana [Pg. 116] de Cantabria se oponen a dos de las ideas centrales de la exposición mayansiana: la imposibilidad de conocer esa primitiva lengua si es que existió, ya que ninguna permanece invariable, y la completa dominación romana de la Península, que determinó la imposición del latín y la desaparición de las lenguas anteriores, con excepción, y esto no lo niega, del vasco:
Bien sé que algunos han querido negar aver sugetado los romanos toda Cantabria. Pero esso es no querer dar crédito a los autores coetáneos de suma autoridad que repetidas veces lo afirmaron i a los historiadores immediatos que refirieron lo mismo, sin aver uno siquiera de los escritores antiguos que lo aya contradicho, ni averlo dudado alguno en quince siglos. Algunos de los que lo afirmaron fueron españoles que, como hombres eruditos, devieron saber lo que pasó (Orígenes, § 36, pág. 337).
Pero assí Cantabria como los pueblos vecinos procuraron siempre conservar su lengua, quanto permitió aquella dominación i las que después se siguieron. I lo que más contribuyó a la conservación del lenguaje fue el aver buelto luego a la antigua rudeza i poco trato con las naciones más cultas, siendo cierto que donde no hai mucha comunicación con los estraños se conserva más la lengua antigua; i, sin no hai estudios, mucho mejor, porque por la lección se aprenden muchíssimas voces nuevas i se pega después a los lectores gran parte dellas. Verdad es que, donde no se estudia, se sabe poquíssimo, i donde se sabe poco es mui limitado el lenguage, i éste en el discurso de muchos siglos no puede dejar de corromperse (ibíd., § 58, págs. 346-347).
Mayans dedica una amplia parte de los Orígenes a pasar revista a los testimonios de autores antiguos que prueban la dominación romana (§§ 37-56), apoyándose en las monedas que conmemoraron la derrota de estos pueblos septentrionales (§§ 50 y 51). Este problema se presenta unido al de los límites de la antigua Cantabria. 100 Mayans sabe que los que defienden la ausencia de dominación pueden aducir que el nombre de Cantabria "corresponde ahora a diferente territorio que antiguamente" (Conversación, pág. 446). Ante esto, se limita a señalar que si la extensión o situación ha cambiado "ha sido por estenderse, o por transmigración de los cántabros de [Pg. 117] unas tierras en otras, dentro de España; sobre lo qual no quiero manifestar mi sentir hasta que me lo mande persona a quien yo deba obedecer" (ibíd.).
En realidad, la discusión sobre los límites de la antigua Cantabria es, para Mayans, secundaria. Lo que importa en su demostración es que todo el norte de la Península quedó bajo el poder romano, y esto lo considera suficientemente probado con los testimonios aportados:
Quede pues asentado que toda Cantabria, ahora se consideren sus antiguos límites, ahora los modernos, i todas las tierras circunvecinas a ella, sin exceptuar un palmo, estuvieron sugetas al imperio romano (Orígenes, § 57, pág. 346).
Las precisiones que Mayans realiza sobre el tema van encaminadas siempre a probar la citada dominación romana. 101 Así, señala en los Orígenes (§ 38) que Cantabria era "parte de Galicia, según el gravíssimo testimonio de Orosio, español" y aclara en la Conversación (pág. 447):
Yo hice esta advertencia para que, haciendo reflexión al letor de que Cantabria era porción de Galicia, no distava de ella i assí viniesse en conocimiento del progresso de las conquistas; no solamente la parte meridional, sino también por la septentrional.
En el mismo sentido deben interpretarse sus afirmaciones sobre una antigua unidad lingüística entre los pueblos del norte de la Península. Cuando se refiere a la sujeción de los españoles "por la política y ambición de Julio César" (Orígenes, § 35, pág. 336) indica que
Aun los cántabros, cuya natural ferocidad (hablo de los antiguos que no salían de su país) han ponderado tanto los escritores, assí estraños como propios... se humanaron mucho en sus costumbres, de lo qual tenemos en Estrabón un testimonio mui ilustre, que pondré a la letra. Éste es (dice) el modo de vivir de aquellos montañeses que terminan al lado septentrional de España, de los gallegos, digo, asturianos i cántabros, hasta vascones i montes Pirineos, pues todos viven de un mismo modo (i de aquí infiero yo que también tenían un sola lengua)...
[Pg. 118] Julio Caro Baroja ha señalado, al comentar el mismo texto que aparece en esta cita de Mayans, que "la afirmación de Estrabón acerca de la homogeneidad de los pueblos del norte no es un capricho", 102 ya que "el estudio de la etnología demuestra que culturalmente había homogeneidad desde los galaicos hasta el norte de la tierra de los vascones, como pretende Estrabón". 103 Sin embargo, no parece que las relaciones entre datos etnológicos y lingüísticos puedan establecerse de un modo tan simple como lo hace Mayans en la cita anterior para deducir una unidad lingüística, 104 aunque algún autor actual también la haya sostenido. 105 El mismo Caro Baroja deduce, en otra de sus obras, una unidad lingüística, al modo que lo hacía Mayans en la cita que comentamos: "Sabemos las estrechas relaciones de los cántabros con los aquitanos, de un lado, atestiguadas por César y otros autores; sabemos, de otro, que culturalmente eran iguales o parecidos los pueblos del N. de España desde los galaicos hasta los vascones y el Pirineo. Pero ¿eran lingüísticamente de un mismo grupo? Hay derecho para pensar que sí, en parte considerable". 106 Sin embargo, J. J. Sayas Abengoechea [Pg. 119] comentando la misma afirmación de Estrabón que recogía Mayans, señala que se trata, incluso desde el punto de vista etnológico, de "una consideración muy vaga, que en el caso de los Vascones no se encuentra reforzada por otro tipo de información algo convincente". 107 También Michelena discrepa de la interpretación que Caro Baroja da a la cita de Estrabón, ya que, según indica, "a pesar de la similitud en el modo de vida de los pueblos montañeses del norte `hasta los Vascones y el Pirineo¿, se diría que sus lenguas eran completamente distintas. La de los cántabros podía llegar, por Portus Amanum, hasta Carranza y Sopuerta, citados en un conocido pasaje de la Crónica de Alfonso III, referida a los dominios de Alfonso I". 108 Ya en el siglo XVIII, Flórez se mostraba más prudente que Mayans a la hora de extender a la lengua la identidad de costumbres y manifestaba una opinión semejante a la apuntada por Michelena en la cita anterior. 109
La "tradicional ecuación" 110 que identifica a vascos y cántabros quedó, por otra parte, muy clarificada, a partir, precisamente, de las aportaciones de Flórez en su España Sagrada. 111 Caro Baroja ha destacado, sin embargo, la "oscuridad y vaguedad del concepto de cántabro", que hace que mientras Juvenal da como sinónimo este nombre y el de vascón, otros autores de la misma época hablen de nombres distintos. 112 Es interesante destacar, sin embargo, que Flórez, tras investigar la extensión del antiguo nombre de [Pg. 120] Cantabria, excluir de ella la actual Vizcaya y deshacer la antigua identificación de vascos y cántabros, señala que estos últimos fueron vencidos por los romanos, que llegaron también a Vizcaya, como prueban ciertas inscripciones. 113 Según esto, el historiador del siglo XVIII que mejor estudió el problema de los pueblos del norte coincide en lo fundamental con la tesis que Mayans expone en los Orígenes, tanto en el problema de la dominación de Cantabria, como en el de la pluralidad lingüística prerromana, afirmación para la cual remite a los mismos testimonios de autoridad a los que recurría Mayans. 114
Don Gregorio manifiesta en noviembre de 1768 que no conocía lo que Flórez había escrito sobre Cantabria: 115
No he leído lo que el M.º Flórez ha escrito sobre la antigua Cantabria, i assí no puedo decir lo que siento. En otro tiempo brevemente lo leería; pero la obligación en que me he puesto de publicar mis obras quanto antes me ha impuesto la lei de no leer lo que no conduce a esse fin (A Vicente Blasco, 28-XI-1768, BAHM, 168).
Antonio Mestre 116 se ha ocupado con amplitud y profundidad de las relaciones entre Mayans y Flórez. Fue el agustino quien solicitó la colaboración de nuestro autor sobre ciertas noticias históricas, 117 que le fueron proporcionadas con generosidad. Sin embargo, la relación se enrareció, y acabó por romperse a causa de la divergencia de sus opiniones en torno a la era hispánica y del ataque que el tomo segundo de la España Sagrada supuso contra la Prefación a las Obras Chronológicas de Mondéjar, escrita por Mayans. A pesar de la mediación de Burriel, la confianza no se restableció. Cuando apareció el tomo XXIV de la España Sagrada los amigos de Finestres, y entre ellos Mayans, 118 se molestaron por el desprecio de [Pg. 121] Flórez a la obra del maestro catalán. Fue éste, precisamente, el tomo al que precedió el discurso sobre la antigua Cantabria. Podemos suponer que Mayans lo leería con posterioridad a la fecha de la carta citada; pero, en todo caso, ignoramos su opinión al respecto. Se sabe que don Gregorio y su hermano Juan Antonio anotaron los que consideraban errores de la España Sagrada, para lo que preparaban los tomos intercalando hojas blancas, 119 aunque, desgraciadamente, tales volúmenes no han llegado hasta nosotros. 120 En todo caso, en 1768, las relaciones entre Flórez y Mayans distaban mucho de ser cordiales por la tela de desconfianzas que se había formado entre ambos a lo largo de los años, 121 y que, como ha destacado A. Mestre, eran, en último caso, el reflejo de dos métodos históricos diferentes. 122
NOTICIAS DE MAYANS SOBRE LA LENGUA VASCA
Ni la ampliamente probada dominación romana ni las dominaciones sucesivas causaron, evidentemente, la desaparición de la lengua vasca. 123 Sin embargo, lo que no se podía pretender, según Mayans, era que esta lengua hubiera permanecido sin cambios a lo largo del tiempo, i más "aviendo sido la Cantabria tantas veces invadida i arruinada" (Orígenes, § 62). 124
Entre las múltiples ocupaciones que sufrió la antigua Cantabria, Mayans destaca evidentemente la romana, que, aunque no supuso la desaparición [Pg. 122] de la lengua, sí tuvo una influencia lingüística que se daría, según don Gregorio, en dos momentos: con la romanización, y posteriormente, a través de los españoles que se refugiaron en las montañas huyendo de la invasión árabe. Estos últimos "mantuvieron la religión, la libertad y la lengua; bien que ésta, como sucede siempre, con notable mudanza, según las gentes con quienes más comunicaron" (Orígenes, § 60):
Por esta causa los cántabros... además de las voces latinas que avían recibido ya de los mismos romanos, recibieron otras muchas de los españoles, acomodándolas a sus terminaciones i manera de pronunciar, i al mismo tiempo comunicaron a los españoles otras voces suyas que aún duran hoi en la lengua española (Orígenes, § 61).
Mayans concede gran importancia a esta doble influencia, llevado, probablemente, de su deseo de mostrar la extensión de la lengua latina por toda la Península; pero hay que tener también en cuenta que su documentación sobre el léxico vasco procedía, según propio testimonio, de cierto "vocabulario manuscrito que se compuso en el MDXXXII, el qual se halla en esta Real Biblioteca" (ibíd.). Dicho manuscrito es el Dictionarium linguae Cantabricae de Nicolás Landuchio, que no fue publicado hasta 1958. Este vocabulario recoge, según Agud y Michelena "una variedad romanceada ¿bastardeada¿ de la lengua", 125 tal como insinúa el propio Mayans, 126 que fue el primero en dar a conocer su existencia años antes de que Larramendi lo criticara en su Diccionario Trilingüe. 127 Llevado de la información de este manuscrito de la Biblioteca Real, Mayans llega a indicar que
[Pg. 123] la mayor parte del vascuence, si se observan bien las raíces de sus vocablos, tiene origen del latín [...]. Si uno toma en sus manos los diccionarios más copiosos de las lenguas de hoi, no hallará en el vascuence voces correspondientes a muchíssimas otras; i las que hallará, si se observan sus raíces, una serán latinas, otras españolas, otras francesas, otras de otras lenguas i poquíssimas puramente vascongadas 128 (Orígenes, § 61).
Basándose en estas afirmaciones, los diaristas quisieron entender que Mayans reconocía para la lengua vasca un origen latino, lo que negará don Gregorio. 129 Aunque la influencia latina en el vasco es hoy generalmente reconocida, 130 Mayans lleva al límite esta influencia, hasta señalar que
éstos [los cántabros] 131 tenían ya su propia lengua, tan diversa hoi de lo que fue que ni aun mantiene los nombres, no digo ya de las antiguas poblaciones, porque no hai rastro de ellas, pero casi estoi para decir que ni los de los ríos y montes, que son los mismos que fueron (Orígenes, § 61, pág. 348).
Afirma Tovar 132 que Mayans exagera el papel de la influencia latina. El conde de La Viñaza también señala que Mayans se extiende "en equivocadas [Pg. 124] afirmaciones sobre la conformidad del vascuence y el castellano". 133 Parece que, efectivamente, Mayans exageró la influencia latina en el vasco, y, por el contrario, minimizó la de esta lengua en el romance, como tendremos ocasión de exponer en los capítulos siguientes de este estudio. Pero también es justo destacar su acierto al señalar los dos tiempos de esa influencia latina, aunque en Mayans parece estar presente una idea que ha llegado hasta el presente y que ha hecho notar, de forma crítica, M.ª Teresa Echenique: la de que en la zona de habla vasca no hubo un romance autóctono. 134 De hecho, cuando Mayans se refiere a la lengua española indica que es "la castellana, o la general que hoi se habla en España, i comúnmente entienden con gran facilidad todos los españoles menos los vizcaínos, si no es que la aprendan mui de propósito" (Orígenes, § 11, pág. 330). La influencia latina en el romance se concibe así como la de un elemento externo, que dejó huellas en la lengua autóctona; pero no hay ninguna alusión al desarrollo de esa lengua románica en el territorio vasco, como si realmente el latín no hubiese dejado descendencia en aquella zona, una apreciación que, como ha indicado M. T. Echenique, se repite todavía hoy en ocasiones.
Ha señalado Tovar que Mayans "fue en España el primer estudioso no vasco que intentó acercarse a fuentes originales sobre esta lengua. Sopesó cuidadosamente las alegaciones de Larramendi en su libro previo a la gramática, examinó la gramática misma, y además manejó un diccionario manuscrito de 1562". 135 Ya hemos indicado que este último es el diccionario de Landuchio, del que Mayans extrajo la información sobre el vocabulario de la lengua vasca. Tovar ha señalado la posibilidad de que este vocabulario "le desanimara de adentrarse en la gramática de Larramendi, que hubiera podido demostrarle que la lengua vasca conservaba, a pesar de los préstamos, cuya abundancia era disparatada en el único vocabulario existente, su marcada personalidad". 136 Hervás, por su parte, le reprochará no haber acudido más al conocimiento de la propia lengua y menos al testimonio de "los dichos de los autores griegos y romanos". 137
[Pg. 125] No sabemos, realmente, hasta qué punto llegaban los conocimientos que Mayans tenía de la lengua vasca. Al refutar en los Orígenes su supuesta conservación milagrosa a través de los siglos, indica alguna de sus carácterísticas peculiares:
Yo siempre concederé a esta lengua una grande antigüedad, i diré que permanece hoi esta antigüedad en los caracteres generales del vascuence, pero no en los especiales constitutivos de tal lengua. Quiero decir que la multitud de conjugaciones, la posposición de los artículos i otras singularidades del vascuence, vienen mui de antiguo; pero no me persuado que aun aquellas voces, que se tienen hoi por puramente vascongadas, sean las mismas que antiguamente, porque si vemos que hoi para decir poco los vascos dicen guchi, los navarros guti i los vizcaínos guichi, i a este modo hai muchíssimas voces mui diferentes entre sí, las quales forman unos dialectos mui diversos, ¿cómo hemos de creer lo que suponen que sola esta nación en el mundo tiene el privilegio especial de conservar sus voces incorruptas, sin que por espacio de muchos millares de años se aya variado su pronunciación? (Orígenes, § 62, págs. 348-349).
Las anotaciones sobre la posposición de los artículos o la multitud de conjugaciones procedían, según indicó ya Tovar, 138 de El Imposible vencido. Arte de la Lengua Bascongada de Larramendi (Salamanca, 1729). Don Gregorio conocía las obras del jesuita: tanto El Impossible, como De la antigüedad y universalidad del bascuenze en España (Salamanca, 1728) aparecen entre las citadas por él en 1731 en las Actas de Leipzig. 139 Por otra parte, si atendemos a la información del Specimen (págs. 164-165) Mayans tenía en su biblioteca, en 1753, aparte de las dos obras citadas, el Discurso histórico sobre la antigua famosa Cantabria (Madrid, 1736), el Diccionario Trilingüe y la Nueva Demonstración del Derecho de Vergara sobre la Patria, i apellido secular de San Martín de la Ascensión y Aguirre (Madrid, 1745). Sabemos, además, que recogió información de Oihenart 140 y de Poza. 141
[Pg. 126] A pesar del interés por el tema que manifiestan estas noticias, Mayans muestra una actitud reticente hacia el estudio de la lengua vasca, basada, principalmente, en el hecho de no considerarla "lengua erudita". Señala que la búsqueda de las voces que el vasco ha recibido de las naciones invasoras es una diligencia "más propia de los vizcaínos, como más interessados, porque a los demás sólo puede moverlos a averiguarlo la curiosidad, siendo esta lengua una de las matrices menores, cuyo conocimiento importa mui poco, por no ser lengua erudita, aviendo sido, si no me engaño, el primero i casi único libro que se ha impresso en ella la Traducción del Testamento Nuevo, que salió a luz año MDLXXII, i atestigua don Nicolás Antonio que estaba en la librería del cardenal Francisco Barberino" (Orígenes, § 70, pág. 350). Así pues, el estudio del vasco no pasa de ser una "curiosidad" para un no vasco, según Mayans. La misma idea aparece, aunque de forma matizada y cortés, en una carta de Juan Antonio Mayans a Joaquín de Aldazával, en la que responde a un ofrecimiento de este último para que aprendiera vasco Miguel, uno de los hijos de nuestro autor. Fue don Gregorio quien realmente redactó la carta, pues es su letra la que aparece en la minuta:
La [muestra de afecto] del ofrecimiento que V. M. hace a mi sobrino Miguelillo es mui agradable, aunque por ahora no acceptable, porque aún [Pg. 127] no sabe hablar; i si bien las lenguas deven aprenderse en la infancia, i su padre desea que entienda i hable el basquense, si D[ios] le da vida, aprenderá primero las lenguas eruditas, i desa suerte podrá después penetrar mejor el basquense, aprovechándose desta lengua, antes bien acreditada por Josef Escalígero i otros que conocieron bien su mucha antigüedad i perfecciones, i ahora hecha ridícula de Larramendi; porque ni tiene tan mala causa que ella por sí misma no se defienda, ni es conforme a su genio contender con hombres chocarreros... (28-V-1746, BAHM, 138).
La extensión que Mayans dedica al asunto de la refutación del vasco como lengua primitiva, no parece estar en el interés por la propia lengua, sino en la necesidad de dejar claro un tema del que Aldrete no se había ocupado con extensión, ya que su principal objetivo era refutar las tesis de Madera. Refiriéndose a la "interrupción" sobre la dominación de Cantabria, criticada por los diaristas, 142 señala
Si aquella fue interrupción, quanto más corta, menos culpable. En la realidad fue un presupuesto de los Orígenes que, para que no se pusiesse en duda, debió provarse, omitiéndose cosas más notorias i que no admiten duda (Conversación, págs. 445-446).
Lo que no admitía duda, tras la obra de Aldrete, era la progresiva conquista de España por parte de los romanos y la extensión de su lengua. Mayans se plantea en los Orígenes un tema que tiene mucho que ver con la historia; pero sólo se extiende en aquellos aspectos históricos que puedan afectar directamente al problema principal, que es el origen u orígenes de la lengua española:
Yo pensava escrivir Orígenes de la lengua española, i no Historia de España; i por esso me contenté con referir lo que únicamente conducía a la proposición de la sugeción universal (Conversación, pág. 446).
En este sentido, la digresión sobre Cantabria es, para Mayans, una aportación novedosa tanto al campo de la filología como al de la historia, ya que aunque haga hincapié en cuestiones históricas, lo que por otra parte resulta habitual en el tratamiento del tema, 143 se trataba de hechos de los que se deducían conclusiones en el campo de la lingüística:
[Pg. 128] Callan que yo he sido el primero que he recogido i ordenado la serie de los testimonios que hablan de la sugeción de Cantabria, cuyos sucessos no estavan antes bien distinguidos en nuestros historiadores. En lo qual pienso aver hecho un singular obsequio a los desta nación (Conversación, pág. 457).
MAYANS Y LARRAMENDI
A pesar de la extensión que alcanza en los Orígenes, el tema de la antigua Cantabria y sus límites no queda para Mayans agotado, sino aplazado para mejor ocasión. Fue uno de los proyectos cuyo desarrollo, como sucedió en otros muchos casos, quedó pospuesto y, al parecer, nunca efectivamente realizado. Así se refiere a este proyecto en una carta a Martínez Pingarrón:
El Dr. Berní me escrive los favores que le ha hecho i le hace, i lo mucho que espera de su protección i de la de V. M., a quien suplico le añada que, viviendo el Sr. Orbe nunca quise escrivir de propósito de los límites de la antigua Cantabria por no causarle algún disgusto si acaso era de otra opinión; i después de su muerte, tampoco, por no tener que litigar con el P. Larramendi, no por miedo de su literatura, de que hago mui bajo concepto, sino porque no se resintiesse la Compañía si yo le tratasse como merece la destemplanza de su juicio, la qual experimenté en mis Orígenes i en la Apología en nombre de Plácido Veranio, cuyas obras pueden aver dado motivo a pensar que yo tengo algo escrito sobre la Cantabria, asunto que trató con gran juicio Zurita, si bien creo que se pudiera tratar con mayor erudición i claridad. Mas yo no pienso ahora entretenerme en semejantes asuntos, ni otros qualesquiera, por los quales pueda hacerme odioso a los que siempre están atisbando mis acciones para egercitar su maledicencia. I assí estimo el ofrecimiento del Sr. Don Juan, 144 que es mui propio de la franqueza de su ánimo. I en quanto a [Pg. 129] Cantabria apuntaré dos cosas: la una es que no tengo por difícil señalar sus términos, leyendo a Mela, Estrabón, Plinio, Tolomeo i todos los otros geógrafos, latinos i griegos, notando todos i cada uno de los montes, ríos, ciudades i poblaciones que contenía, i juntando después todos los materiales resultaría después un todo bien distinguido de sus confines. La otra es, que no ai tierra de las contenidas en la Cantabria antigua que no se lea aver sido ocupada de los romanos. Yo quisiera aver juntado materiales para una cabal descripción, pues los ofrecería gustosíssimo al Sr. D. Juan. Lo que recogí sobre el vencimiento de los romanos está apuntado en mi Plácido Veranio, pero sin aquella menudencia que se pudiera practicar (8-V-1756, Epistolario VII, págs. 578-579).
Confiesa nuestro autor en esta carta su temor ante una posible polémica con el padre Larramendi. 145 Efectivamente, el jesuita vasco se consideró atacado por las observaciones sobre la lengua vasca que don Gregorio incluyó en sus Orígenes, aunque no había a lo largo de esta obra ninguna referencia directa a su nombre, y respondió en la introducción de su Diccionario trilingüe del Castellano, Bascuence, y Latín. La tercera parte del extenso prólogo a esta obra contiene, según el epígrafe del mismo Larramendi, "una apología del Bascuence, y respuesta a las objecciones de Mayans, y Armesto Ossorio, nuestros impugnadores". Según el jesuita vasco, parece que Mayans publicó el primer tomo de sus Orígenes, "con el sólo fin de deprimir el Bascuence, y despojarle de todas sus prerrogativas, y glorias, como se ve, por lo que trata directa, o indirectamente, ya nombrando nuestra lengua, ya sin nombrarla". 146 Según su propio testimonio, Larramendi escribió después de leer la obra de don Gregorio la refutación que aparecería después en el Diccionario 147 y en la cual, a lo largo de más de cincuenta páginas en folio, 148 divididas en quince capítulos numerados y subtitulados, se rebaten distintas afirmaciones sobre el vasco incluidas por don Gregorio en sus Orígenes. Mayans no respondió al jesuita vasco; sabemos, sin embargo, que conoció la obra, primero, al parecer, por referencias, según se desprende de su correspondencia, donde las alusiones a Larramendi son siempre muy despectivas:
No se sabe qué hablará Larramendi; pero diga lo que quiera, sé que es un hombre díscolo en su religión, que para que no lo expeliessen, huvo de valerse del amparo de la Reina viuda; que su dotrina es [Pg. 130] superficial; su ingenio cavilador, i arrogante; sus modos de quien no tiene vergüenza: i V. M. sabe mui bien que le pregunté sobre su apología de S. Martín, por no tener ni tiempo, ni paciencia para leerla; pero lo que dice contra mí lo leeré con paciencia i compasión de él, que es un hombre alquilado. El P.e Burriel nunca aprobará su conducta, i nadie es capaz de pervertírmele, porque es hombre de bien, i me conoce sin embidia, de la qual nacen estos diábolicos efetos, que Dios reprimirá no haciendo yo cuenta de perder el tiempo en defensas de mi causa, que, si fuese justa, por sí se sostendrá. ¿Cómo trató Larramendi a Zurita sobre la situación de Cantabria? Indigníssimamente. Pero lo que dijo Zurita permanecerá, i siempre parecerán sueños de enfermo los delirios i cavilaciones de Larramendi, que algún día tendrá su merecido (A Juan Bautista Cabrera, 2-IV-1746, BAHM, 119).
He leído poco del Prólogo de Larramendi, en el qual he advertido que la erudición original es de mis Orígenes, la interpretación de los testimonios antiguos, que ha sacado de ellos, caprichosamente sacada de su extravagante calavera, i la insolencia con que impugna lo que no entiende, propia de un hombre que no parece hombre criado en religión, sino entre gitanos. No ha escrito contra mí, sino contra sí. No hago cuenta de responder ahora, ni en adelante. I con todo esto no quedará sin respuesta en los tiempos venideros, q[uan]do se reimpriman los Orígenes, i repita yo lo mismo que he dicho (A Juan Bautista Cabrera, 9-IV-1746, BAHM, 119).
La insolencia de Larramendi ha parecido mal en Vizcaya, i aun a muchos de sus domésticos 149 (ibíd., 23-IV-1746).
Yo no he hecho caso de la segunda invectiva de los Diaristas, más desvergonzada que la primera; ni de las indignas bufonadas de Larramendi (A José Borrull, 22-VI-1748, BAHM, 143).
La única referencia pública de Mayans a este asunto aparece cuando, en 1753, reseña la obra en el Specimen (pág. 165) y repite de forma resumida y suavizada las críticas que aparecen en la segunda de las cartas a J. B. Cabrera que acabamos de citar:
[Pg. 131] Prologus longissimus est. In eo Larramendius adversus plurimus invehitur. Qua civilitate mecum egerit, lectores prudentes judicabunt. Hoc affirmare possum, ex meis Originibus Hispanae Linguae meoque Sermone Placidi Veranii sumsisse illum ea quae de Vasconum lingua ab antiquis scriptoribus litteris consigina sunt, & a me collecta; & tamen asserit, me e lacunis bibisse: quia scilicet aliter ac ille sensi.
Ya hemos indicado que las obras de Larramendi, aunque no son citadas explícitamente, fueron la referencia de Mayans en sus afirmaciones sobre el vasco en los Orígenes. 150 Las críticas que sobre ellas aparecieron en en las Actas de Lipsia no fueron, por otra parte, especialmente agrias, ya que Mayans se limitó a dar unas brevíssimas indicaciones sobre su contenido. 151 Tampoco en el Specimen aparecen críticas más fuertes contra las obras citadas en las Actas, 152 y las referidas al Discurso Histórico y el Diccionario Trilingüe son breves y prudentes. 153
No vamos a recoger aquí de forma exhaustiva la larga refutación de Larramendi, bien analizada por Tovar en su momento. 154 Nos limitaremos a señalar, una vez que hemos expuesto la posicion de Mayans con nuevos datos, los puntos de discrepancia más significativos entre ambos autores. 155
Para el jesuita, la lengua vasca reunía desde siempre todas las perfecciones que podrían darse en una lengua:
Otras lenguas tuvieron sus niñezes, imperfecciones, y rudezas, de que aún no han podido eximirse bien, quando adultas: el Bascuenze siempre fue lengua adulta, y perfecta, como sugerido en fin del mismo Dios en la división de las lenguas, y una de las setenta y dos primitivas, y matrices. Entre el Bascuenze, y otras lenguas, que oy se precian de cultas, ay la diferencia que huvo entre la formación de Adán, y sus descendientes. Otras lenguas son formadas por el genio, y gusto de los hombres, y por esso [Pg. 132] susceptibles de ages, yerros, è inconsequencias, efectos de achacoso origen. El Bascuenze fue lengua formada por solo el ingenio de Dios, que como infinitamente perspicaz se la imprimio à los primeros Padres del Bascuenze tan bella, tan ingeniosa, tan Philosophica, consiguiente, cortés, dulcissima y con otras prendas propias de una lengua de tan honrado principio. 156
La idea expuesta por Larramendi en este fragmento, que pertenece a una obra que Mayans conocía antes de escribir sus Orígenes, se opone a una de las premisas fundamentales de nuestro autor: ninguna lengua permanece inmutable a partir del tiempo, y, por tanto, no se conserva ninguna de las lenguas resultantes de la confusión de Babel, que, efectivamente, serían perfectas como infundidas por Dios. Por el contrario, para Larramendi, esta perfección inicial llega hasta el presente,
Lo que pretendemos nosotros, es que el Bascuence se mantiene incorrupto desde el principio, porque se mantiene lengua viva, con toda su forma integerrima, su harmonia subsistente, en que no han tocado, ni la barbarie, ni el tiempo, ni el olvido. 157
A partir de estas premisas sostendrá la antigüedad del vascuence y su carácter de primitiva lengua española, basándose, como había señalado Valdés que sucedía ya en su época con los defensores de esta tesis, en la falta de dominación de Cantabria. Larramendi matiza de este modo sus razones:
Sólo los Cantabros, dicen aquí los Historiadores, han mantenido siempre su primitiva lengua, à pesar de los esfuerzos, y Política Romana. Pero no todos los Cantabros universalmente; porque los Cantabros Pesicos de las Montañas de Santander, y Laredo, las Encartaciones de Vizcaya, los Cantabros Berones, y lo que ocupaban en lo llano de tierra adentro los Autrigones, y Várdulos, fueron conquistados de los romanos, y por esso perdieron su primitiva Lengua, haciendo vulgar, y materna la Romana. No assí las tres Provincias de Vizcaya, Guipuzcoa, y Alaba, en las quales siempre se ha mantenido la primitiva, y universal Lengua de España: 158 [Pg. 133] luego en ellas no tuvo lugar la política de los romanos, y por consiguiente ni la Conquista, ni su Imperio. 159
El testimonio de Estrabón sobre la pluralidad lingüística, otro de los argumentos fundamentales de Mayans, tampoco resulta una razón determinante para Larramendi, ya que él dice referirse de una época todavía más remota, a la que no afectarían los argumentos de Mayans:
Al testimonio de Estrabon respondo lo primero, que es totalmente voluntario el quererlo entender, y extender a toda la antigüedad de España. Estrabon testifica, que no usaban los Españoles de un mismo Lenguage; pero esta testificacion se ciñe a su tiempo, y no a los siglos más antiguos; porque no dice, que los Españoles desde el principio usaban de distintos lenguages; pues esto es lo que no podia saber por si mismo, siendo tan posterior à aquellos tiempos antiguos, ni lo supo por algun otro Autor, pues no cita a ninguno. [...]
Respondo a lo segundo, que Estrabon no dice de modo alguno, que los Españoles tenian muchas lenguas vernaculas, propias y maternas de España: solo dice, que no usaban del mismo lenguage, y esto se compone, como que hablando el Bascuence todos como Lengua propia de España, usassen, y hablassen otras Lenguas extrañas, como el Griego, y Latin, como hoi a se hablan en Francès, y el Italiano, sin que esto sea embarazo para que el Castellano sea la Lengua comun de España. 160
Según hemos tenido ocasión de exponer, la valoración actual del texto de Estrabón se inclina más hacia la interpretación aceptada por Mayans que a la propuesta por el jesuita.
Como hemos indicado, Mayans jamás respondió públicamente a las críticas de Larramendi, aunque lo atacara en su correspondencia privada, mostrando en todo momento su antipatía por el jesuita. Posteriormente, ya muerto don Gregorio, otro autor atacaría también a Mayans por las ideas expuestas sobre el vasco en los Orígenes. Se trata de Hervás, que en el volumen V de su Catálogo de las lenguas, tras referirse al Diccionario de Larramendi 161 y a las impugnaciones de su prólogo, escribe: "Mayans, aunque [Pg. 134] aficionado á la erudicion de las lenguas, no discurrió con el mayor acierto de la vascuence; por lo que, se privó de la única luz, ó medio que hay para descubrir qual fuese la lengua primitiva de España" (ibíd., pág. 204). Anteriormente, ya había indicado: "Me causa verdadera admiración que Mariana y otros críticos, y principalmente los que el siglo pasado escribiéron con ardor, y sin el menor acierto sobre el vascuence, como los llamados Diaristas y Mayans, se valiesen de pruebas especulativas, y de los dichos de escritores griegos y romanos para autorizar, ó impugnar opiniones que prácticamente podian examinar, valiéndose de las observaciones prácticas que en esta obra he puesto. [...] Con estas pruebas prácticas los literatos hubieran conocido con evidencia que el vascuence fué el idioma primitivo y universal de España" (pág. 197). Como puede observarse, Hervás se refiere a los autores que Larramendi había impugnado en su Diccionario.
Mayans no se refiere en los Orígenes a los de la lengua vasca, lo que por otra parte era un hecho habitual entre los escritores que se habían ocupado del tema del vasco como primitiva lengua española, ya que el situar su origen en la Torre de Babel resolvía este problema. 162 Únicamente insinúa un posible origen oriental, basándose en una noticia que Larramendi desmiente posteriormente en su Diccionario: 163
He oído decir a persona a quien devo entero crédito que el cardenal Salerno hacía que uno le hablasse en vascuence i que luego dava la significación de muchas palabras por el conocimiento que tenía de algunas lenguas orientales (Orígenes, § 148, págs. 377-378).
En cierta carta, indica Mayans que el vascuence tiene muchas voces "cuyos orígenes se averiguan por la lengua hebrea" y sugiere una relación con el celta, 164 una propuesta que apuntó también Sarmiento 165 y que don [Pg. 135] Gregorio repite, más matizada, en Tractatus de Hispana Progenie Vocis Ur, donde aparece la probable fuente de esta idea de Mayans: Vossius y, más concretamente, su obra De vitiis sermonis latini. 166 Hervás, como Larramendi, desmentirá este posible origen oriental, aunque de forma más razonada, indicando que "Mayans no hubiera proferido estas proposiciones, si hubiera observado bien las radicales vascongadas en el diccionario vascuence que cita [...]. El caldeo y el hebreo nada tienen que hacer con los nombres geográficos de España: al fenicio, que era dialecto del hebreo, deben su origen rarísimos nombres de los pocos sitios en que se establecieron los que le hablaron" (Catálogo, V, pág. 205). Dedica además un capítulo en el mismo tomo a las "Equivocaciones de los escritores extrangeros sobre el carácter de la lengua vascuence creyéndola dialecto céltico" (ibíd., pág. 209-221). Hervás achaca esta equivocación a la Germania antiqua de Felipe Cluverio (1616), cuyas ideas fueron adoptadas y extendidas por Pezron en su Antiquité de la nation, et de la langue del celtes (1704). Desconocemos si Mayans tuvo acceso a tales obras, aunque sí conocía la de J. J. Escalígero, que, como posteriormente Leibniz, 167 distinguió el celta del vascuence. 168
[Pg. 136] Al margen de estas consideraciones ocasionales, aparece más clara su posición en la historia de las relaciones establecidas entre el vasco y el ibero, una historia que se nutre de los datos ofrecidos a lo largo de los siglos por los autores hispanos. 169 A grandes rasgos, la tesis vascoiberista sostiene que existió una identidad entre el vasco y el antiguo ibero, que sería la lengua que en época primitiva se hablaría en toda la Península Ibérica. Actualmente, tras las investigaciones de Gómez Moreno sobre los iberos y su lengua y de una gran cantidad de estudios sobre el tema, 170 no parece que pueda hablarse de tal identidad. 171 Para resumir el estado de los abundantes estudios sobre el tema, M.ª Teresa Echenique habla, remitiendo a ideas de Luis Michelena, de una matizada relación de "parentesco": "La cuestión vasco = ibérico parece hoy descartada; no así, en cambio, una estrecha afinidad entre ambos, afinidad que podría incluso traducirse en parentesco. Ahora bien, no nos engañemos respecto al valor de la palabra `parentesco¿, que, con respecto al parentesco lingüístico, no se reduce exclusivamente al aspecto `genético¿, sino que se extiende también, por lo menos, al parentesco `tipológico¿ o `cultural¿ ". 172
Al margen de la complejidad de la tesis vascoiberista y su desarrollo, parece evidente que Mayans no estaría en la línea de los autores españoles [Pg. 137] que fueron suministrando los datos sobre la existencia de una primitiva unidad lingüística peninsular en la que se basaba, en parte, la idea del vascoiberismo. 173 El texto de Pomponio Mela que cita nuestro autor y del que se deduce que no se hablaba la misma lengua en el norte que en el sur de la Península (Orígenes, § 30), así como el de Estrabón, son comentados también por Caro Baroja, 174 quien, refiriéndose a la pluralidad lingüística prerromana en la Península, llega a las mismas conclusiones que Mayans dos siglos antes.
EL ORIGEN LATINO DE LA LENGUA ESPAÑOLA
Como hemos tenido ocasión de comprobar, tanto al refutar la tesis del castellano primitivo, como del vasco como primera lengua general de la Península, Mayans se adscribe a la llamada "teoría de la corrupción", una de las que, a partir del siglo XV, intentaron resolver el problema del origen de la lengua española. Para los partidarios de esta idea, el español es, como hemos indicado, el resultado de un proceso de corrupción de la lengua latina, como consecuencia, principalmente, de la invasión de los godos. 175
El concepto de corrupción se halla ligado a la consideración del carácter mutable de la lengua a través del tiempo; pero no es un término neutro que se pueda asimilar simplemente al de cambio, ya que se trata de una denominación metafórica cargada, como Larramendi recuerda, 176 de connotaciones negativas que aludían a un proceso de degeneración y que se hacían explícitas en los que la utilizaban: 177
Nuestra lengua no es otra cosa que una corrupción de el idioma latino que se fue desfigurando con la mezcla de voces griegas, hebreas, árabes y de las de otras lenguas, que Vmd. le señala por matrizes, y con la [Pg. 138] mutación de inflexiones, acentos, syntaxis, colocación, etc. Esta corrupción fea y asquerosa al principio... fue adelantándose por siglos, formándose poco a poco una nueva manera de lenguage que aún no estaba del todo desnuda de la barbarie grosera que la engendró en el tiempo de los Reyes Católicos (A. M. Burriel a Mayans, 2-V-1745, Epistolario II, págs. 121-122. La cursiva es nuestra).
Las transformaciones empiezan concibiéndose como una decadencia, pérdida de la identidad o "desfiguración", lo que hará que algunos autores, como en el caso de Madera, ya comentado, prefieran tesis que aparten su lengua de orígenes tan "oscuros". La idea de corrupción está todavía muy alejada de la consideración actual del cambio lingüístico como reajuste del sistema para garantizar su supervivencia; es decir, en palabras de Coseriu, 178 como un proceso de reconstrucción más que de deterioro, planteamiento al que apuntan algunas de las manifestaciones de Sarmiento sobre el tema. 179 Por otra parte, la concepción del cambio es predominantemente causalista, externa, como resultado de los contactos y mezclas de las lenguas a través del tiempo, frente a la idea de evolución interior del sistema. 180
A pesar de las connotaciones negativas, el resultado de los procesos de corrupción podía ser una lengua con identidad propia, capaz de competir con aquella de la que procede 181 y que debía ser guardada, a su vez, de [Pg. 139] nuevos procesos de corrupción. En la carta de Burriel a Mayans que acabamos de citar, señala que el español, resultado de la corrupción del latín,
se ha ido acabando de pulir y formar guardándose mayor uniformidad en todo y estableciéndose un idioma perfecto, propio, abundante, capaz de tanta magestad, eloqüencia, fuerza y energía como cualquier otro.
Pese a estas consideraciones, el latín sigue siendo el punto de referencia a la hora de considerar la perfección de una lengua, que era mayor cuanto menor fuera alejamiento del modelo latino. Las disputas sobre este tema se sucedieron durante los siglos XVI y XVII. 182 Mayans indica que es difícil hablar de superioridad de una lengua sobre otra, ya que la perfección "cada cual se la figura según su inteligencia, i ésta suele ser según su costumbre i modo de hablar" (Orígenes, pág. 327). A pesar de esta objetiva consideración, indica la superioridad del español por su mayor proximidad al latín, congratulándose de que "las principales lenguas europeas ayan llegado ya a perficionarse tanto que gloriosamente compitan con los antiguos idiomas, latino i griego" y afirmando que la lengua española es "magestuosa entre todas las que hoi se hablan, como la más semejante a su nobilíssima madre, la latina" (Oración en que se exhorta..., pág. 568).
Con alguna disidencia, 183 la idea de la filiación latina de la lengua española era generalmente aceptada en España en el siglo XVIII. Mayans no considera necesario repetir los argumentos expuestos por Aldrete. 184 Señala la lengua latina como principal matriz de la española y destaca que la conformidad entre ambas es tal "que si uno tiene un poco de arte, puede formar razonamientos enteros que igualmente se entienden en una i otra lengua, i cada una de ellas los vindique para sí". 185 Tras algunos ejemplos, indica que "ésta es una prueva evidentíssima de aver sido la lengua castellana que hoi hablamos en su origen latina" (Orígenes, § 90, pág. 357).
Como principal matriz de la lengua española, es el latín el punto de mira fundamental a la hora de buscar etimologías; pero señala:
[Pg. 140] advierto a los que huvieran de sacar etimologías que, no sólo las busquen en la lengua puramente latina, sino en la ya barbarizada; especialmente en los libros de la ínfima latinidad; en los glossarios de ella; en los instrumentos más antiguos; i en los primeros libros españoles: en cuyos escritos se ve de la manera que el latín se iva corrompiendo; o por mejor decir, se iva formando este nuevo lenguage que hoi hablamos (Orígenes, § 90, pág. 358).
El origen del romance, según esto, no se debe buscar en la lengua latina pura, sino en la "barbarizada", cuyos límites con el nuevo lenguaje que resulta de su evolución, se difuminan. A la observación de los diaristas, que le reprochan el no haber insistido en las características de ese latín hablado en España, responde:
Estos dicen también que yo no hago mención del latín que se hablaba en España. Es falso, pues lo dige en varias partes; bien que en lo que el canónigo Aldrete puso tanta diligencia [Lib. 1, caps. 9 & seqq.], no avía yo de hacer oficio de copiante... Fuera desto no entiendo cómo quieren que haga yo el cotejo del latín de nuestros aldeanos, con el de los rústicos romanos, sin alguna aparición de unos i otros (Conversación, pág. 454).
Procedió decir en otra parte que yo no referí cuál era el latín que se habló en España; i solamente de aver dicho que se afeó con la mezcla de la lengua árabe, devían inferir que antes se habló con mayor pureza. Pero qué grado tuviesse ésta en el lenguage común, quisiera yo que los diaristas me lo enseñassen. Porque ahora yo sólo sé cómo escrivían en latín nuestros antiguos españoles antes de la venida de los árabes (ibíd., pág. 431).
Realmente, Mayans no se detiene en las características de ese "latín barbarizado" que va convirtiéndose en "castellano antiguo", aunque señala algunas peculiaridades de la lengua que, según indica, se hablaba antes de la dominación árabe, y que, como veremos más adelante, indica que se extendió con la Reconquista:
sin casos en los nombres, 186 con artículos en los apelativos contraídos, con mayor distinción de tiempos en las conjugaciones 187 i con otras [Pg. 141] muchas especialidades que tomaron los españoles de las lenguas de aquellos con quienes más trataron (Orígenes, § 72, pág. 350).
Como puede observarse, predomina la idea de que la lengua barbarizada se ha corrompido por la acción de factores externos, por la mezcla con otras lenguas, más que por una evolución o diferenciación interna que aparecía apenas insinuada en Aldrete. 188 No parece concebirse un latín vulgar entendido como variedad interna que convivía con la variedad culta, respetuosa con las leyes de una gramática que, según Väänänen, "no ha sido más que la máscara de numerosos cambios y hasta transformaciones capitales realizadas en la lengua hablada". 189 Aldrete menciona la diferencia que hacían los rústicos romanos en la pronunciación, de manera que decían orum en lugar de aurum, y oricula en lugar de auricula; 190 estas variedades serían llevadas a las distintas provincias del Imperio, aunque las lenguas vulgares nacerían sobre todo de la corrupción y la ruptura de la unidad imperial que supuso la invasión de los godos. No se trata propiamente de la idea del latín vulgar que hoy parece predominar, y que incluiría variantes no sólo diastráticas, que serían las insinuadas por Aldrete. 191 Sin embargo, con todas sus limitaciones, Aldrete parece más próximo a este concepto que Mayans en sus Orígenes, en los que el término "barbarizado" parece aludir, sobre todo, a variaciones recibidas por influencias externas.
Según señala Lázaro Carreter, 192 el desconocimiento del latín vulgar fue prácticamente general en España en el siglo XVIII, frente a Italia, donde su observación se desarrolló sobre todo a partir de Muratori, cuyas obras conocía bien Mayans. 193 Sólo adoptaron estas teorías dos filólogos catalanes, A. Bastero y el marqués de Llió, 194 así como Fray Martín Sarmiento, que [Pg. 142] propone, incluso, una cronología. 195 Lázaro Carreter cita la alusión de Mayans al latín barbarizado, relacionándola con estas ideas, pero apuntando su nula incidencia a la hora de buscar etimologías. 196 Más importancia concede el conde de La Viñaza a las palabras de don Gregorio que estamos comentando, pues señala como uno de los defectos de la crítica de los diaristas que "no reconocieron que Mayans había tratado el punto importantísimo del latín vulgar de la España romana". 197
CONCLUSIONES
El tratamiento del problema de la situación lingüística de la Península antes de la dominación romana es para Mayans un primer paso necesario en la historia de los orígenes de la lengua española. Sin embargo, la necesidad metodológica choca con un obstáculo fundamental: la falta de datos sobre la cuestión. Ante este problema, Mayans toma partido, siempre fundamentado y, desde la perspectiva actual, bastante acertado, ante las propuestas realizadas hasta el momento, y entre ellas, principalmente, las recogidas en la obra de Aldrete. Mayans expone sus ideas fundamentales: imposibilidad de conocer la primitiva lengua española si es que alguna vez la hubo, pluralidad lingüística prerromana y origen latino de la lengua española. El resto de los argumentos giran en torno a estos puntos, con especial atención a un problema específico: la posibilidad de que el vasco fuese la antigua lengua española y la fundamentación de este problema en la falta de dominación romana de la antigua Cantabria. La extensión que alcanza el desarrollo de este punto en los Orígenes fue interpretada por sus críticos como ruptura de la continuidad de la obra. Probablemente la exposición de Mayans fue demasiado minuciosa, pero no puede ser considerada de modo simple como una arbitrariedad o como falta de método. Incluso al margen de la polémica implícita con Larramendi, el problema de la dominación de Cantabria y del vasco como lengua primitiva recogía una serie de características que justificarían su atractivo para Mayans: por un lado su vocación de historiador crítico, buen conocedor de las fuentes y de su valor, se vería [Pg. 143] atraída por un campo de estudio sobre el que podría demostrar su dominio. Por otra parte, se trataba de una teoría que atacaba prácticamente sus convicciones sobre el carácter dinámico de la lengua, que no puede permanecer inmutable, y sobre la imposibilidad de hacer afirmaciones sin tener datos y, en todo caso, sin tener en cuenta el testimonio de los autores antiguos y de la epigrafía sobre la pluralidad lingüística de la Península antes de la llegada de los romanos. A esto se uniría, además, el hecho de poder desarrollar una materia en la que no tendría que repetir de forma servil los argumentos de Aldrete, y que, siendo antigua, había sido revitalizada por Larramendi. Sus observaciones sobre la lengua vasca, aunque sesgadas por una falta de conocimiento profundo de la misma, por la deficiencia de las fuentes y por un cierto prejuicio hacia una lengua "no erudita", aportan interesantes anotaciones, como la de una doble influencia latina y románica.
Por el contrario, el resto de las lenguas prerromanas reciben una escasa atención por parte de Mayans, y la propia lengua vasca le interesa más como materia de disertación histórica que por una razón puramente lingüística, aun cuando insista en que sólo trata el tema de la dominación por sus repercusiones lingüísticas. Su escepticismo ante cualquier tipo de afirmación que no admitiera "legítima probanza" le impidió avanzar en un estudio, el de los alfabetos existentes en la Península en la antigüedad, que podía haberle proporcionado alguna luz sobre esa realidad lingüística que consideraba imposible reconstruir. Frente a esta incertidumbre, lo que no admitía duda era la filiación latina de la lengua española, que fue la tesis más generalizada entre los humanistas españoles desde Nebrija. En este punto, Mayans advierte que el origen del español está en el latín barbarizado, aportando una idea interesante en cuanto a la concepción del cambio lingüístico, pero cuyo desarrollo no alcanza la clarividencia que pueden tener las reflexiones de Sarmiento sobre el latín vulgar.
En su estudio de nuestra primitiva historia lingüística, Mayans tuvo el acierto de sumarse a la línea de los estudiosos que se inclinaron por aquellas soluciones que hoy son generalmente reconocidas: la filiación latina de la lengua española y la pluralidad lingüística prerromana. Y se suma a esta línea después de realizar una reflexión racional sobre el carácter esencialmente mutable de la lengua y de hacer una valoración crítica rigurosa de las fuentes históricas. Este rigor, frente a especulaciones arriesgadas sobre conservaciones y transmisiones milagrosas de las lenguas a través de los siglos, es ya una aportación importante y no exenta de riesgos a principios del XVIII, como muestran los episodios de la Censura de la España Primitiva de Huerta y el embargo de los manuscritos mayansianos, sin olvidar la información que a través de su correspondencia, a la que no alcanzaba el control oficial, proporcionó a otros autores españoles y extranjeros.
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