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Gregorio Mayans y Siscar -... > Bibliografía > Tesis Doctorales - Las... > Capítulo X. La codificación del español: la ortografía

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Texto

[Pg. 377] CAPÍTULO X

LA CODIFICACIÓN DEL ESPAÑOL: LA ORTOGRAFÍA

EL CAOS DE LA ORTOGRAFÍA ESPAÑOLA Y SU SOLUCIÓN

Al ocuparse de la ortografía, Mayans abordaba un tema que seguía siendo cuestión de opinión personal. Incluso después de la publicación de la Ortografía académica en 1741, A. Marcos Burriel señala en una carta dirigida a nuestro autor:

El descuido común en este género y la infinita variedad así de impresos como de manuscritos ha hecho que yo no ponga en esto todo el cuidado que debiera y así me he contentado con escribir según la práctica más común de los más curiosos (2-V-1745, Epistolario II, pág. 118). 1

[Pg. 378] El menosprecio hacia la gramática al que hemos aludido en los capítulos anteriores, afectaba, incluso en mayor medida, a la ortografía. Las disculpas por el tratamiento de un tema menor eran casi un tópico tanto en los tratados ortográficos, como en los gramáticales, y nuestro autor no fue una excepción. 2 La pretendida práctica común a la que aludía Burriel y que daría la regla en la ortografía, era para Mayans una falacia, ya que dejaba al libre arbitrio de los escribientes el uso de las letras y conducía a una diversidad gráfica evidente. 3 La primera muestra pública de la preocupación de nuestro autor por este asunto fue la carta que apareció encabezando la Ortografía Española de Antonio de Bordazar. En la conocida polémica posterior en torno a la autoría de la obra del impresor valenciano, Mayans hizo alusión a la existencia de un tratado ortográfico que él mismo había elaborado y del que le había hablado a su amigo Bordazar. En su correspondencia privada de esta época, aparecen también referencias a esta obra propia, cuya publicación hacía depender del éxito de la del impresor. 4 Acallada la polémica en torno al sistema que Mayans apadrinó, y ya instalado nuestro autor en Madrid, su preocupación por la regularización de la ortografía [Pg. 379] vuelve a aparecer encabezando los proyectos reformistas expuestos en la Carta-dedicatoria a Patiño de 1734:

Primeramente he oído a muchos que se quejan de que no aya en España una ortografía tan fija como la tuvieron los griegos i latinos i ahora los italianos i los franceses. Pues tengo por cierto que la podemos tener mucho más fija, fundada toda ella en un sólo principio, del qual procedan como legítima conseqüencia unas pocas reglas, inteligibles de doctos e indoctos, fácilmente practicables de grandes i chicos i tan acomodadas al uso común que sea conforme cada una de las reglas al consentimiento universal de toda la nación, a la práctica constante de toda ella i, lo que parece más estraño, al uso de aquellos mismos que, sin aver visto el sistema, se anticipan a criticarlo; no pudiendo comprehender cómo éste pueda ser conforme al uso común, si el uso común (dicen) es tan vario (§ 14, pág. 245).

Como había sucedido unos años antes, Mayans vuelve a aludir a una obra ya redactada en la que exponía su propio sistema ortográfico, 5 cuyas características describe en esta ocasión con mayor detalle. Como hemos repetido a lo largo de este estudio, la propuesta a Patiño no fue atendida y el Abecé mayansiano no llegó a ver la luz. Sin embargo, durante su estancia en Madrid como bibliotecario real, nuestro autor pudo conocer las Reglas de Ortografía de Nebrija, que publicó en 1735 acompañadas de una Prefación y de unas Reflecciones. 6 Estas Reflecciones, el único texto sobre ortografía española que Mayans publicó, no son tanto un comentario o reflexión sobre las Reglas, como un resumen de su sistema en el que muestra la [Pg. 380] conformidad de sus propuestas con las definiciones y principios expuestos por Nebrija. En sus observaciones, don Gregorio alude en distintas ocasiones a la futura publicación de su Abecé. Lo mismo sucede en su correspondencia privada, en la que, como respuesta a las frecuentes consultas ortográficas de sus corresponsales, Mayans remite habitualmente, por una parte, a la aparición de su propio tratado y por otra, a partir de 1735, a la doctrina de Nebrija expuesta en la obra que él mismo recuperó. En todo momento, nuestro autor rechazó la ortografía académica, ya expuesta en 1726, y cuya primera edición como obra independiente apareció en 1741.

Abandonada la empresa madrileña, don Gregorio intenta la finalmente fracasada aventura de la Academia Valenciana, en cuyas Constituciones de 1742 no falta la alusión al necesario cuidado en la ortografía de las obras que debía publicar la institución valenciana. 7 Sin embargo, quizás por la reciente publicación de la Ortografía académica, no hay ninguna alusión a la publicación de un tratado ortográfico, mientras que sí se refiere a otros proyectos que ya aparecían en la Carta-dedicatoria. Como hemos indicado, las alusiones a temas ortográficos continuaron en la correspondencia privada, y, en 1765, apareció en Valencia una reimpresión de las Reglas de Nebrija con las Reflecciones de Mayans en la que se repite sin cambios apreciables la edición de 1735.

Como hemos indicado, a lo largo de su vida, nuestro autor anunció repetidamente la publicación, en un futuro nunca concretado, de su tratado ortográfico inédito. A las referencias que pueden leerse en las cartas que vieron la luz con motivo de la publicación y posterior polémica sobre la Ortografía de Bordazar, en la Carta-dedicatoria y en las Reflecciones, hay que añadir las que aparecen en la correspondencia privada de Mayans. En todos los casos, don Gregorio alude a una obra ya elaborada "de más gran saber de los que muchos piensan". 8

En la carta que dirigió a José Hipólito Valiente en 1732, Mayans describía la doctrina expuesta en su Abecé manuscrito:

[Pg. 381] Aquello sin duda será uso que uniformemente practiquen sabios i ignorantes. Aquello puede tener sospecha de abuso, en que los hombres eruditos van encontrados; en cuyo caso es sospechosa la autoridad por ser parcial i tener contradición; i únicamente la razón es la que deve decidir. Guiado yo de estos principios, en la interpretación que tengo manuscrita del Abecé Español, he establecido veinte i seis letras, necessarias cada una de ellas para cierta, determinada i distinta pronunciación, i suficientes todas para quantas pronunciaciones ai i puede aver en el estado presente del idioma español. Restituyo a cada letra el valor i potestad que se le dio en su institución, i constantemente ha mantenido hasta el día de hoi. Aplico a cada expressión silábica la combinación de letras correspondiente a ella según la primera institución, conformándome con el uso de todos, i fijándole en sus casos i lugares; evitando, digo, combinaciones ambiguas respeto de la pronunciación. 9

Sin embargo, la descripción más explícita sobre el modo en que estaría organizada y redactada la obra aparece en la Carta-dedicatoria a Patiño de 1734:

Tengo escrita esta obra de manera que las proposiciones que sirven de texto, i que digo ser de todos i por esso innegables, se pueden leer en medio quarto de hora i están acomodadas a la capacidad de los niños, por próximos que estén a la misma infancia, i la explicación de dichas proposiciones, que forma un librito de veinte pliegos, es prueva i demostración de las referidas reglas. Éstas sólo tratan de enseñar a escrivir correctamente, sino que prescriven también (aunque de paso) el modo de aprender a escrivir con facilidad i tomando una buena forma, a la qual, si no se acostumbra uno en los principios, puede tanto después la fuerza de un mal hábito, que es casi irremediable (Carta-dedicatoria, § 14, pág. 245).

En una carta que Mayans dirigió a Fernando de Velasco años después insiste en la existencia de esta obra manuscrita y apunta alguna de las características del manuscrito:

Mi Abecé Español está en borrador de malíssima letra, lleno de notas marginales, i encuadernado, i assí no puede enbiarse (20-VIII-1757, BAHM, 155).

En algunas de estas referencias, don Gregorio ofrece datos sobre la fecha de elaboración de su tratado ortográfico. En la que aparece en las Reflecciones, citada más arriba, indica que la obra estaba "trabajada años ha, [Pg. 382] pues ha más de doce que la comuniqué manuscrita a mi estrechíssimo amigo don Francisco Joaquín Galiano Espuche" (Reflecciones, p. XIV). Esto quiere decir que la obra estaría escrita ya en 1723. Esta fecha coincide con la que aparece en dos cartas que Mayans dirigió en 1758 y 1759 a Fernando de Velasco:

Estoi mui contento de que, sin aver visto la [Ortografía] de Antonio de Lebrija, pensé lo mismo que aquel gran Maestro de los Españoles más de doce [tachado: "diez"] años antes que viesse su Ortografía, la qual hice imprimir, i es la que prevalecerá en España (27-V-1758, BAHM, 155)

Avrá unos treinta y seis años que escriví el Abecé Español, con una interpretación mía, que si saliera a luz admiraría a los doctos, añadiéndole lo que después acá he apuntado (27-VII-1759, Biblioteca Nacional, ms. 1.941).

Existen, además, dos cartas inéditas de J. Interián de Ayala dirigidas a Mayans en octubre y noviembre de 1723, que dan a entender que nuestro autor trabajaba en esta época en la ortografía española. 10 Interián de Ayala le envía, con fecha de 23 de noviembre de 1723, "la orthographia de mi amigo el Sr. Dn. Adrián de Conique en cinco pliegos". 11

EL ABECÉ ESPAÑOL: CARACTERÍSTICAS Y POSIBLE DATACIÓN DE LOS MANUSCRITOS CONSERVADOS

En la Biblioteca Archivo Hispano Mayansiana se conserva un volumen en cuarto que lleva en el lomo el título Abecé Español, y en el que se recogen cuatro manuscritos diferenciados que fueron encuadernados juntos por deseo de don Gregorio. 12 Además, existe un manuscrito suelto que se [Pg. 383] conserva en una biblioteca privada 13 y en el que aparece un texto que coincide con una parte del que aparece encuadernado en segundo lugar en el volumen citado. Recientemente hemos tenido ocasión de publicar dichos manuscritos acompañados de un estudio introductorio. 14

El primero de los manuscritos encuadernados es el único que aparece encabezado con el título de Abecé Español y con el nombre de Mayans. La letra es pequeña, las líneas están muy juntas y tiene numerosas anotaciones en los márgenes, lo que coincide con los datos que aparecían en una de las cartas a F. de Velasco (20-VIII-1757). 15 Empieza señalando la necesidad de un método que pueda ser aceptado por toda la nación y acabe con el caos ortográfico. Sigue una referencia a la historia de las letras, para terminar con una exposición sobre el abecedario español. La primera parte de este método aparece dividida en una serie de proposiciones, de las cuales sólo se numera como tal la primera, aunque todas están señaladas por comillas en el manuscrito. 16 Tras algunas referencias históricas, estas proposiciones, a cada una de las cuales le sigue una explicación, se dedican a las consonantes de nuestro alfabeto, según el siguiente modelo:

¿Constatación de la existencia del sonido correspondiente en la lengua española.

¿Descripción articulatoria.

¿Nombre de la letra que se utiliza para la representación de dicho sonido y confirmación de su necesidad en la lengua española.

¿Ejemplos del uso de esta letra en algunas palabras españolas, en cada una de las cuales aparece formando sílaba con cada una de las vocales.

¿Silabación con cada una de las vocales para que sirva de ejemplo de cómo se debe escribir. 17

Una vez completada la descripción de las consonantes, Mayans recoge en un cuadro el abecedario español. Aparecen en casillas separadas el número, [Pg. 384] la figura mayúscula y minúscula de la letra, su nombre y su expresión. Posteriormente, trata sobre la combinación de letras o silabación y acaba repitiendo la regla fundamental según la cual las letras deben representar la pronunciación y no la etimología. Expuesto todo esto, explica el modo de aplicar prácticamente este sistema en una Cartilla y da algunas normas para su enseñanza por parte de los maestros. Termina este primer texto con la descripción de los signos de puntuación o distinciones y con una defensa final de su sistema.

El segundo manuscrito comienza, como el primero, con una introducción sobre la necesidad de fijar la ortografía española, la cual, según don Gregorio, no podía fundamentarse en el origen de los vocablos, sino en su pronunciación. Empieza lo que denomina un "breve apuntamiento", con una exposición, por orden alfabético, de las características y utilización de las letras hasta llegar a la H, que no llega a describir. Cada una de los apartados se encabeza con un título, "De la letra...". 18 Este mismo esquema expositivo de las letras aparece también en el manuscrito suelto, que recoge una obra completa, con principio y final, en la que faltan páginas. Se divide en seis capítulos, el primero de los cuales trata sobre el origen de las letras, lo que no coincide con la introducción del segundo texto encuadernado. Posteriormente, faltan en el manuscrito suelto una o varias hojas y la exposición se reanuda en la parte final del apartado correspondiente a la letra d. A partir de aquí y hasta la letra g, la redacción coincide, salvo ligeras diferencias, con la del segundo de los manuscritos encuadernados. El resto de los capítulos tratan sobre las letras que "suplen el Abecé" (la ch, ll y ñ), el número, el uso y la silabación de todos los elementos del abecedario.

En el tercero de los manuscritos, Mayans se centra en las consonantes españolas cuyo uso ortográfico presenta, en su opinión, alguna dificultad. Siguiendo este criterio, comienza con la g y la c y continua con h, i / y, k, ll, q, t, u / v, x. Posteriormente, expone nuestro autor las características de la Cartilla que recogería su sistema, insistiendo en los ejemplos [Pg. 385] prácticos, y proponiendo como modelo la pronunciación de los hombres elocuentes. Hay, finalmente, una alusión al carácter de carta del escrito al que se refiere como "breve instrucción". Acaba con una relación de las distinciones que se interrumpe cuando señala que va a empezar su explicación. Ya al final, aparece tachada una alusión a un personaje desconocido que nombra como "U. Ex.". Hay anotaciones marginales, pero mucho menos abundantes que en el primer texto.

El cuarto manuscrito presenta un carácter claramente diferenciado respecto a los anteriores. Se trata de tres páginas en las que, con letra grande y angulosa, casi ilegible, aparecen las descripciones articulatorias de las vocales y de las consonantes labiales.

Las características del primero de los manuscritos encuadernados corresponde, de forma muy aproximada a la descripción que Mayans hace del Abecé en la Carta-dedicatoria a Patiño de 1734 que hemos citado más arriba. Dicha correspondencia ha sido ya señalada por D. Azorín y E. Feliu, 19 quienes atribuyen la extensión ligeramente mayor del texto conservado a una posterior adición. A pesar de esa diferencia de extensión, la descripción responde de manera prácticamente exacta al contenido del primer texto, incluyendo las proposiciones, las cuales, consideradas de forma aislada, como indicó Mayans, no tienen gran extensión, y aparecen seguidas de una serie de explicaciones. Por tanto, y frente a lo que proponen D. Azorín y E. Feliu, no parece que haya que recurrir al segundo manuscrito para encontrar las citadas proposiciones. Como hemos indicado, la primera de ellas aparece titulada explícitamente en el texto como "Proposición 1" y las restantes, aunque no se numeran, están claramente señaladas y diferenciadas en el texto original por medio de comillas, e incluso la última aparece, nuevamente, nombrada como tal. 20

Del segundo manuscrito, se han conservado dos versiones. La que se recoge en el manuscrito suelto podría ser una primera redacción del Abecé que Mayans utilizaría para la reelaboración que aparece comenzada en el segundo texto encuadernado. La prioridad cronológica de este segundo manuscrito 21 respecto a los demás parece reflejarse en ciertas observaciones [Pg. 386] que se desecharían en los otros tres textos y en las Reflecciones, como la propuesta de sustituir la diéresis por una h en los casos en que la u de las grafías gu, qu deba pronunciarse ante e, i. 22

En cuanto al tercer manuscrito, D. Azorín y E. Feliu piensan que podría tratarse de una primera versión de las "Notas" a las que se refiere Mayans en la Dedicatoria a Patiño de las Reflecciones, o de una carta para encabezar algún otro tratado ortográfico.23 En el texto se alude a que se trata de una carta a un personaje desconocido al que Mayans se dirige como "U. Ex.", lo que aboga en favor de la teoría de la carta-prólogo para algún tratado ortográfico expuesta por Azorín y Feliu. Podría tratarse también de la respuesta a alguna de las peticiones de resúmenes de su método ortográfico por parte de sus corresponsales. Hay que señalar, en este sentido, que está tachada en el texto original la alusión a "U. Ex.", pero no al carácter de carta.

El destino de las notas que componen el cuarto manuscrito podría ser tanto un tratado ortográfico, y así lo indicaría el hecho de que esté encuadernado en el volumen del Abecé, como algún tratado sobre retórica o, incluso, sobre gramática española.

Como hemos indicado más arriba, varias referencias de Mayans indican que su tratado ortográfico estaría ya elaborado en 1723. 24 Frente a estas informaciones, los textos conservados del Abecé no ofrecen ninguna referencia explícita a su fecha de composición. Sin embargo, en el primer manuscrito encuadernado aparecen algunos datos (en el propio cuerpo del texto, no en adiciones marginales) que no indican una redacción tan temprana:

¿En la página 1, hay una alusión a cierta opinión de Feijoo sobre el caos de la ortografía española. Esta afirmación apareció en el prólogo al segundo tomo del Teatro Crítico, publicado en 1728, y a ella alude también Bordazar en el capítulo primero de su Ortografía Española. Además, en la página 44, Mayans señala cierta característica de la ortografía de Feijoo en las cartas que éste le había dirigido, y la correspondencia entre ambos autores no comenzó hasta 1728. 25

[Pg. 387] ¿En la página 63, Mayans copia literalmente el párrafo 29 del "Discurso sobre la ortografía" del Diccionario de Autoridades, 26 que apareció en 1726.

¿Mayans no parece conocer en el momento de la composición las Reglas de Ortografía de Nebrija, a las que, como hemos indicado más arriba, tuvo acceso siendo bibliotecario en Madrid y que publicó en 1735. Esto coincide con su propio testimonio en algunas cartas. 27

Los límites cronológicos de la redacción de este primer manuscrito estarían así, siguiendo sólo los datos que aparecen en el texto, entre 1728 y 1734-35. D. Azorín y E. Feliu 28 la sitúan entre 1726 y 1732 atendiendo a la cita literal del Diccionario de Autoridades y a la información que aparece en la carta que en 1732 dirigió Mayans al ortógrafo José Hipólito Valiente y que hemos citado más arriba. Sin embargo, las referencias a Feijoo parecen indicar una fecha posterior a 1726, al menos en la redacción que estamos comentando. En el tercer manuscrito, hay una alusión al mismo párrafo del Diccionario de Autoridades que copia de forma literal en el primero, sin que se encuentre, en este caso, ningún otro dato que pueda servir para saber cuándo se escribió. El resto de los manuscritos no ofrecen ninguna información que permita aventurar su fecha de composición.

En cuanto a la cronología relativa, las fechas ofrecidas y el contenido de los manuscritos parecen indicar que Mayans situó en primer lugar en el volumen encuadernado lo que podemos considerar como la redacción "definitiva" del Abecé, aunque todavía no estuviera preparada para su publicación. El manuscrito suelto y el segundo del volumen encuadernado, versión incompleta de aquél, serían anteriores al primero; pero no puede saberse si [Pg. 388] responden al tratado que dice haber escrito en 1723. El tercero de los textos encuadernados es un resumen de su sistema ortográfico con forma de carta que parece posterior al segundo, pero que no podemos situar cronológicamente con claridad respecto al primero. Nada podemos apuntar sobre el momento en que se tomaron las notas que constituyen el último de los manuscritos encuadernados.

LA PRONUNCIACIÓN COMO CRITERIO ORDENADOR. EL ABECEDARIO ESPAÑOL

El principio de Quintiliano según el cual se debía adaptar la escritura a la pronunciación aparece como regla fundamental tanto en el Abecé, como en las Reflecciones y en todas las manifestaciones públicas y privadas de nuestro autor en torno a la ortografía española. 29 No es extraño que cuando conoció las Reglas de Nebrija 30 se sintiera identificado con los principios que en ellas se exponían, como ya antes lo había estado con las ortografías de Mateo Alemán y Gonzalo Correas, 31 aunque no compartiera sus [Pg. 389] propuestas más alejadas de un uso común que no podía convertirse en criterio absoluto por su variedad. 32

Don Gregorio ataca duramente el criterio etimológico por razones pedagógicas, ya que todos no pueden conocer el origen de las palabras. 33 Pero hay también una relación estrecha entre la concepción de la lengua y su representación gráfica. El concepto de letra que utiliza Mayans es el que aparecía ya en Nebrija, 34 recibido de los gramáticos clásicos. Con la denominación letra, se refiere nuestro autor a la expresión correspondiente a un sonido articulado indivisible. Distingue claramente el nombre, que debe ser adecuado al sonido representado, la figura (o carácter) y la potestad, también denominada expresión, valor o fuerza. Esta distinción tripartita (nomen, figura, potestas) procedía, según Robins, 35 de los estoicos, que avanzaron en este campo respecto a las propuestas de Platón, y aparece también, como hemos indicado, en los gramáticos latinos. La potestas era para algunos gramáticos el valor prosódico de las letras y para otros su clase o especie: vocal, semivocal o muda. Según señala Navarro Tomás, en la aplicación al castellano se siguió, por lo común, la primera de dichas opiniones, "pero expresándose, en general sobre este punto, de una manera vaga e imprecisa". 36

[Pg. 390] F. Tollis 37 ha insistido en la ambigüedad del término "letra" en cuanto que se solía aplicar tanto a la figura como a la pronunciación. 38 Cuando don Gregorio habla de letra se refiere habitualmente a la grafía, pero no simplemente a la figura, que sería sólo una de las propiedades de la letra, sino a aquella figura que corresponde a un sonido "simple y articulado". 39 De esta manera, y partiendo, como hemos señalado, de la idea de que la ortografía debe plasmar la pronunciación, la identidad de la letra viene dada por la pronunciación que representa, es decir, por la expresión, potestad o valor, por lo que dos figuras que representen la misma pronunciación deben ser consideradas como una sola letra. 40 No quiere decir esto que no se produzca también en nuestro autor la utilización del término letra para referirse al sonido articulado, con afirmaciones como que determinada letra "se pronuncia" de determinada manera. Pero no es tanto una confusión, como un uso poco apropiado, que era, por otra parte, tradicional.

En la concepción de los ortógrafos que pretenden reflejar fielmente la pronunciación, la correspondencia entre el nombre, la figura y el valor de la letra debía ser unívoca. A cada sonido diferenciado o valor le debería corresponder una sola figura o grafía con un solo nombre. 41 Habría una relación íntima, casi "natural", entre el sonido y la figura que lo representa, del mismo modo que se intuía una relación natural primitiva entre las palabras y las cosas. 42 De esta manera se entiende la referencia a grafías necesarias [Pg. 391] para "suplir" otras, debido a procesos de corrupción que han desvirtuado esa relación original entre grafía y sonido (o figura y potestas).

Por otra parte, la pronunciación no era uniforme, 43 por lo que propone como modelo el uso de los hombres elocuentes. Como entre éstos no había habido acuerdo, habría que seguir aquellas opiniones de los hombres elocuentes en las que no había habido discrepancias. 44 La propuesta de Mayans sería la siguiente: en la pronunciación se debe tener en cuenta, por un lado, la suavidad y, por otro, el uso, que acepta o rechaza las opiniones de los hombres elocuentes. Sin embargo, es la razón, que pide, por ejemplo, la distinción clara entre vocales y consonantes, la que debe prevalecer cuando el uso común sea claramente irracional e incoherente, como se verá al analizar usos como el de I en el caso de la conjunción copulativa.

De acuerdo con su propuesta teórica, Mayans manifiesta que su sistema ortográfico tiene veintiséis letras que corresponderían a otros tantos sonidos indivisibles. En las páginas 47 y 48 del primer manuscrito del Abecé recoge en un cuadro dichas letras, que aparecen numeradas en veintiocho casillas que representarían otras tantas "expresiones" o pronunciaciones, a las que se harían corresponder las figuras. Al final, aclara que "aunque contadas estas letras ai 28, si decimos que la H no es letra, sino nota de aspiración, i que la K es letra peregrina y superflua", por lo que en realidad se trata de veintiséis pronunciaciones, que, según indica, era el número que defendía Nebrija en su Diccionario de 1492.

Ya hemos indicado que, para Mayans, como para Nebrija, la unidad de la letra viene dada por la pronunciación que representa y no por la figura. De esta manera, las figuras recogidas en el cuadro son un total de treinta (A, B, C, D, E, F, G, GU, H, CH, I, J, K, L, LL, M, N, Ñ, O, P, QU, R, RR, [Pg. 392] S, T, U, V, X, Y, Z); pero las casillas son veintiocho, ya que en cuatro de ellas aparecen juntas respectivamente c (+ a, o, u) y QU (+ e, i), C (+ e, i) y Z (+ a, o, u), G (+ a, o, u), y GU (+ e, i), y G (+ e, i) y J (+ a, o, u), representando respectivamente los fonemas /k/, /q/, /g/ y /c/.

Este "Abecé o Cartilla de las letras españolas" del primer manuscrito aparece con el mismo nombre y disposición en las páginas 82-84 de las Reflecciones a las Reglas de Nebrija. Sin embargo, en esta ocasión no está la k y la h aparece sin número como "nota de aspiración", con lo cual los valores numerados son veintiséis y las figuras, veintiocho. Hay también en las Reflecciones otros cambios relacionados con la doctrina de Nebrija, como que la expresion pase a denominarse valor, y que en los nombres de algunas letras se suprima la E final. 45

En el capítulo quinto del manuscrito suelto del Abecé, recoge veintiocho letras (figuras), 46 entre las que se encuentran la h y la k, aunque inmediatamente a continuación indica que "la H pudiera decir que no es letra, i la k, superflua en nuestro Abecé". No aparecen en este caso como figuras diferenciadas GU y RR.

Al principio del tercer manuscrito del Abecé, señala Mayans que los "indivisibles sonidos articulables" de la lengua española son veintiséis, para la representación de los cuales se destinaron unas letras que recoge a continuación. Las figuras de las letras son también veintiocho, ya que no aparece en esta ocasión ni la k ni la gu. Además, LL, RR, Ñ han sido añadidas al margen, puesto que, según indica más abajo, no aparecían en las antiguas cartillas (pág. [1]). 47

Parece, pues, que Mayans defiende claramente la existencia de veintiséis sonidos indivisibles en la lengua española a los que debían corresponder, en principio, otras tantas figuras. Sin embargo, a cuatro de estas pronunciaciones (correspondientes a los fonemas /q/, /k/, /c/, /g/) el uso común les ha adjudicado más de una figura, lo que no supone un problema para su método ya que la distribución complementaria con las distintas vocales no admitía confusión.

En cuanto al nombre de las letras, debía corresponder, siguiendo el concepto de éstas que hemos expuesto más arriba, al valor o expresión y ser lo [Pg. 393] más breve posible. Sin embargo, en los casos en que esto no había sucedido tradicionalmente, Mayans no se atreve a proponer nombres que podrían ser más adecuados señalando, una vez más, las dificultades de un particular para hacer aceptable su opinión a la mayoría:

Las letras i sus nombres se han inventado para significar ciertos sonidos. Los nombres, pues, más perfectos son los más apropiados a aquellas espresiones de que son recuerdos, i tanto más claramente i sin ambigüedad los simbolizan quanto más sencillos (Abecé, 1, pág. 10).

Pero los particulares no tenemos autoridad para introducir nuevos nombres en el uso común. Los podemos forjar, pero está en el arbitrio del pueblo recibirlos o no (Ibíd., pág. 21).

En su afán por lograr un sistema ortográfico coherente y racional, Mayans intentará, incluso, encontrar un principio en la ordenación de las letras en el alfabeto romano, del que procede el español. En este último, debe admitir que el orden no corresponde a ningún criterio racional; pero le parece que podría haber existido en un principio, aunque fuera de forma precaria. 48

El sistema ortográfico que Mayans propone de forma teórica debe plasmarse de forma práctica, ya que, según indica, su principal función es la pedagógica. 49 Esto se realiza en una Cartilla de la que él mismo señala las características en el primer y tercer manuscrito del Abecé. En primer lugar deberían situarse "todas las letras del Abecé, sin que se dejase una, quiero decir incluyendo también la che, lle, ñe". Posteriormente se situaría completa la silabación del español y del latín para poder establecer la comparación (Abecé, 3, pág. 10), comenzando por las vocales y empezando la de cada una de las consonantes por mayúscula; a continuación, los diptongos y triptongos por medio de palabras que los contengan para mejor comprensión [Pg. 394] de los niños. Después, como práctica, se incluirían separadas en sílabas las "principales oraciones que deve saber el Christiano" (Abecé, 1, pág. 72). Para enseñar esta cartilla se necesitarían, según Mayans, unos maestros que supiesen escribir, leer y deletrear y que tuvieran condiciones y paciencia para enseñar a los niños, para todo lo cual deberían ser convenientemente examinados (Abecé, 1, págs. 71-72). 50

VOCALES. DESCRIPCIÓN Y USO ORTOGRÁFICO

Mayans establece la división entre vocales y consonantes de forma tradicional, 51 según los criterios de audibilidad y función silábica. La vocal se caracteriza, así, por ser "sonido simple", elemental y capaz por sí sola de "sonar" formando sílabas o voces, de donde le viene su nombre. La consonante, por el contrario, es "impronunciable por sí" y necesita acompañarse de alguna vocal. 52 Sólo vagamente alude Mayans a cuestiones articulatorias para indicar la diferencia cuando señala que las vocales consisten "en una sencilla respiración bien expressada" o en "elementos simplicíssimos de la articulación humana", lo que podría hacer alusión a una falta de obstrucción en el momento de la articulación. Parece, sin embargo, que, en este último caso, se refiere a la posibilidad de expresar un sonido sin necesidad de agruparse con una consonante, ya que en ningún momento caracteriza específicamente la consonante por presentar algún tipo de obstáculo en su articulación.

Mientras que en el primer manuscrito del Abecé y en las Reflecciones no aparece ninguna descripción de la pronunciación de las vocales, 53 las notas del cuarto manuscrito intentan explicar de forma aproximada la posición de los organos articulatorios en el momento de la emisión de las vocales, salvo la U, con detalles interesantes como el carácter palatal de e, i, distinguiéndose esta última por ser más cerrada. 54 Más breve es la referencia que aparece en el capítulo cinco del manuscrito suelto, donde Mayans [Pg. 395] intenta describir la localización de la articulación de cada una de las vocales:

Las vocales son cinco, a, e, i, o, u. Parece que la misma naturaleza instituyó su orden, porque la A se pronuncia más fácilmente. Fórmase en medio de la boca sobre el medio de la lengua, algo más adelante, la E; junto a los dientes, la I; entre los labios i dientes, la o i fuera de los labios, la u (Abecé, 2 (a), pág. [35]) .

Como puede observarse, se describe la localización media de la articulación de a, y la anterior de e y de i, mientras que en las vocales de la serie velar aparece como caracterizadora la labialización. La que aparece aquí es la ordenación que Bordazar, en su Ortografía Española denomina "natural", relacionándola con la confianza en un orden primario racional en la invención de las vocales, que se ordenarían en el alfabeto de menor a mayor dificultad en su articulación. 55

También en el segundo manuscrito (b) del Abecé, dentro del apartado dedicado a cada una de las letras aparecen observaciones referidas al uso de las vocales a, e, i, o, 56 semejantes a las que pueden encontrarse en la Rhetórica. En esta última obra, aparece una clasificación de la impresión de las vocales "en lo que toca al sonido":

[Pg. 396] La que suena más de las vocales es la a; después la o; luego después la E. Ultimamente la i, porque de la u no se hace mérito por su poco sonido (Rhetórica, pág. 489).

La u es más sonorosa que la e i la i, i menos que la a i que la o. [...]

La a y la o tienen el sonido más fuerte; la e más sordo, porque se hace en la boca, que retiene el sonido (Ibíd., pág. 492).

En los inéditos Apuntamientos para el Razonador Eloqüente, señala Mayans que a, e, i se pronuncian "con la boca más abierta" y o, u con la boca "más cerrada", aludiendo, quizás, con esta última observación, a la labialización de estos sonidos.

En cualquier caso, el número de vocales que Mayans propone para el castellano es siempre de cinco, sin mayores vacilaciones ni dificultades, que sólo aparecerían en el caso de la i y de la u, pero no por su valor vocálico, sino porque estas grafías se habían usado también para representar sonidos consonánticos. Se referirá a esto al tratar de las consonantes respectivas (y, v).

Otro problema tradicional era el de la inclusión en la nómina de las vocales españolas de la ípsilon. Mayans considera que esta letra ha perdido en castellano su valor griego, por lo que no se plantea la existencia en el español de esa sexta vocal, ni siquiera para los vocablos griegos que la tuvieron en su origen.

La existencia de la ípsilon en castellano aparece en los ortógrafos de los siglos XVI y XVII con diferentes soluciones. Desde Venegas, que le adjudica una potestad propia y diferenciada, hasta los que niegan su existencia en castellano, pasando por los que la mantienen por razones etimológicas en las palabras procedentes del griego, pero sin conservar el valor que tenía en aquella lengua. 57 Para Mayans, los romanos tomaron la ípsilon de los griegos en cuanto al carácter (es decir, la figura), pero no en cuanto a la expresión, ya que ésta la sustituyeron por U (Abecé, 1, pág. 43). 58

[Pg. 397] LA SÍLABA. LA CANTIDAD Y EL ACENTO

Mayans define la sílaba "hablando con todo rigor" como "una comprehensión a lo menos de dos letras pronunciadas de un golpe. I así, aunque cada una de las vocales se llame sílaba, es con alguna impropiedad, pues donde ai una letra no ai comprehensión de letras, sino que entonces entendemos por sílaba un indivisible sonido" (Abecé, 1, pág. 73). Recoge nuestro autor las características fundamentales de la sílaba según se venían definiendo desde las lenguas clásicas: agrupamiento ("comprehensión", según un término que aparecía ya en Prisciano) 59 de fonemas y unidad espiratoria, señalada aquí bajo la forma "un solo golpe". Los accidentes de la sílaba eran, según Nebrija, el número de letras, la "longura de tiempo" y la "altura i baxura en accento". 60 Sin plantear explícitamente la división teórica de dichos accidentes, Mayans distingue en castellano cinco tipos o "especies" de sílabas que clasifica atendiendo al número de las letras que las componen, de una a cinco. Los tipos son los siguientes:

a) Sílabas de una sola letra. Aunque Mayans advierte en la definición de sílaba que llamar así a cada una de las vocales es caer en "alguna impropiedad" ya que no hay "comprehensión de letras", indica inmediatamente a continuación que "las sílabas de una sola letra sólo son cinco, tantas cuantas las vocales". De esta manera, es coherente con la tradicional definición de vocal como sonido que puede formar sílaba por sí solo.

b) Sílabas de dos letras: pueden ser dos vocales (VV), lo que "se llama ditongo, como si digésemos sonido duplicado, porque el sonido de cada una de las vocales se forma en sílaba como en ai ". Pueden ser también una vocal y una consonante. No hace ningún comentario sobre los tipos de combinación entre vocal y consonante, pero por otras referencias a lo largo de la obra, responderían al esquema VC o CV.

c) Sílabas de tres letras: dos vocales diptongadas y una consonante (CVV: doy) o bien dos consonantes y una vocal al principio medio o fin de la sílaba: (VCC, CVC, CCV: ans, das, dra).

d) Sílabas de cuatro letras: dos vocales "sincopadas" (por "diptongadas") en medio de dos consonantes (CVVC: seis) o bien una vocal precedida de dos consonantes y seguida de una (CCVC: Blas)

[Pg. 398] e) Sílabas de cinco letras: una vocal entre dos consonantes que preceden y dos que siguen (CCVCC: trans).

Entre las sílabas de dos letras están los diptongos. En el tercer manuscrito del Abecé (pág. 11), Mayans escribe: "Diftongo llamo a la unión de dos vocales en una misma sílaba, i a la de tres, tritongo". Según este principio, la lengua española admitiría, al menos teóricamente, veinte diptongos y sesenta triptongos; 61 pero de hecho, "el universal beneplácito de toda la nación" admite, según Mayans, sólo trece de los primeros (ai, au, ei, eu, ia, ie, io, iu, oi, ua, ue, ui, uo) y cuatro de los segundos (iai, iei, uai, uei).

Las propuestas de tratadistas anteriores oscilan entre ofrecer las veinte posibilidades sin discriminación explícita, que es el caso de Mateo Alemán, o establecer un número de combinaciones que oscila entre doce (Nebrija, Villalón, Venegas, el Anónimo de Lovaina de 1559, J. Patón ¿que en su inventario da once-) y catorce (Correas). En cuanto a los triptongos, el número oscila entre cuatro (Venegas, Robles, López de Velasco, Jiménez Patón, Correas), y cinco (Nebrija, Anómino de Lovaina de 1559). 62

La Academia Española señala, en 1726, que hay veinte posibles combinaciones, pero deja "al oído y el conocimiento" de los hablantes el discriminar cuáles eran las que realmente existían en español. En 1741, indica que el problema corresponde a la gramática y no a la ortografía, a pesar de cuestiones como el cambio gráfico de renglón, que sí se consideraba en 1726. En la edición de 1754, ya señala sólo catorce diptongos posibles y cuatro triptongos, con la misma distribución que se acepta actualmente. El diptongo añadido por la Academia respecto a los propuestos por Mayans es ou, que, según nuestro autor, no aparece en castellano, pero sí en valenciano, para el que ofrece como ejemplo la palabra bou. 63

Como hemos indicado, no realiza Mayans ninguna referencia teórica a los accidentes de la sílaba; pero en los Apuntamientos para el Razonador Eloqüente, aparece una alusión explícita a la cantidad, característica que refiere a las vocales o a las sílabas sin que aclare cómo afecta tal diferencia a las españolas:

[Pg. 399] Qualquiera vocal es breve o larga, según la medida del tiempo que se gasta en su pronunciación, mayor o menor. [...] Las vocales o las sílabas, se distinguen o por la quantidad o por el acento.

La cantidad mira al tiempo que se guarda con la pronunciación, i según es la vocal o sílaba, breve o larga. [...]

El acento es la elevación o abajamiento de la voz; porque el acento agudo eleva la sílaba, el grave la abaja, el circunflejo la suspende.

Esta distinción de cantidad, herencia evidente de la tradición grecolatina, le sirve para explicar las peculiaridades de las vocales valencianas, entre las que señala que existen "dos oes como los griegos; una cargando la pronunciación, otra menos" (A Antonio Sancha, 15-IV-1777, BMV, 7272-43, ms. 11263) y de forma más clara en el Abecé (1, págs. 13-14): "I aún en una misma voz distinguimos el tiempo de tres maneras, como se ve en este cláusula deu, deu a Deu, esto es, deve diez a Dios, donde progresivamente se gasta más tiempo en la E de un nombre, que en la del otro, aviendo unas mismas letras". La diferencia, por tanto, parece percibirla en la cantidad y no en la abertura. En cuanto al castellano, su actitud es mucho más cauta:

La lengua castellana no tiene ejemplos tan perceptibles; pero yo entiendo que no carece de ellos, pues con más suavidad se pronuncia la de preposición de genitivo que adverbio de lugar, i ésta con mayor suavidad que la del verbo dar (ibíd.).

No percibe en castellano diferencias de cantidad, sino de una mayor o menor "suavidad", un término impresionista que podría relacionarse quizás con la intensidad o el tono más que con la cantidad. La pertinencia de lo que fue una característica del vocalismo latino en las vocales o sílabas españolas fue una cuestión debatida desde los primeros tratados de ortografía, prosodia y métrica. Desde Nebrija, que señala la cantidad como una de las características de la sílaba, pero indica claramente que "el castellano no puede sentir esta diferencia, ni los que componen versos pueden distinguir la sílabas luengas de las breves", 64 las posiciones se dividen. El problema se une, como indica Navarro Tomás, al del acento, ya que se establecía una relación entre sílabas acentuadas, que se consideraban como largas, y sílabas inacentuadas, como breves. 65 Esta identificación o confusión, criticada explícitamente por Venegas, 66 aparece en Juan del Encina; continúa, entre otros, con Rengifo, Cascales y Correas y es defendida por la Real Academia [Pg. 400] en 1726, con lo cual encontró amparo, según Navarro Tomás, "un prejuicio gramatical profusamente mantenido". La teoría de la indistinción cuantitativa, iniciada por Nebrija, continuada por autores como el Pinciano y Venegas, y seguida por la Academia desde la Ortografía de 1741, sería la que finalmente se impondría. En el caso de Mayans, no tenemos elementos de juicio suficientes para encuadrar claramente su postura. No hay afirmaciones explícitas en el sentido de que la diferencia exista en castellano, ya que, como ha podido observarse, habla sólo de una cierta mayor "suavidad". Sin embargo, admite la posibilidad de imitar en castellano la versificación latina, de base, en principio, cuantitativa, aunque tampoco en esta ocasión queda claro cómo debería realizarse esa imitación:

Yo soi de parecer, que para que los pentámetros españoles, imiten a los latinos elegiacos; la medida de los pies deve ser la misma: esto es, los dos primeros versos deven contener, o dos dáctilos; o dos espondeos; o un dáctilo, i un espondeo, siguiéndose la cesura: i después dos dáctilos, i otra cesura. No tendrá por dáctilo un trisílabo si no tiene una sílaba larga, i dos breves; ni por espondeo al que no tiene dos sílabas largas. [...] Verdad es, que lo que digo, tiene en la egecución una gran dificultad; porque ai falta de una prosodia española, sin la qual no es fácil hacer versos semejantes a los griegos, i latinos. (A Joaquín Palomino, 4-X-1774, BMV, 7272-41, ms. 10755).

A pesar de que se sigue hablando de sílabas largas y breves, probablemente la imitación consistiría en relacionar los pies prosódicos o acentuales con los pies cuantitativos del latín. La propuesta de Mayans en cuanto a la existencia de dáctilos y espondeos en la versificación castellana, es semejante a la que ya realizó Nebrija, quien, como ya hemos indicado, señaló claramente la inexistencia en castellano de sílabas largas y breves semejantes a las latinas. 67

Mayans parece distinguir, en teoría, entre cantidad y acento en la cita de los Apuntamientos que hemos recogido más arriba, en la que caracteriza este último como la elevación o "abajamiento" de la voz. Distingue, además, entre acento agudo, grave y circunflejo, una clasificación clásica que ya aparecía en la Gramática Castellana de Nebrija. Sin embargo, cuando se refiere en el Abecé al acento gráfico, el único aspecto del que se ocuparía la ortografía, ya que el fonético correspondería a la prosodia, sólo distingue entre acento agudo y grave, y prescribe su utilización sólo en el caso en que pueda haber dudas en la lectura:

[Pg. 401] El acento agudo se usa quando levantamos la voz en la pronunciación de alguna sílaba que tenga I. El grave, para denotar que la sílaba es larga. Dévese poner quando puede aver duda o equivocación al leer. De esta suerte distinguimos el nombre àrbitro de arbítro verbo, la nota de genitivo de del adverbio de lugar , el artículo el del relativo èl, èsta relativo de està verbo, Fèliz nombre propio de felíz adgetivo, el sustantivo pèrdida del adgetivo perdida, perpètua de perpetúa, el nombre solícito del verbo solicíto i del pretérito solicitò, vàlido e invàlido de valído e invalído (Abecé, 1, pág. 81).

Para Mayans, el uso del acento gráfico parece marcar una diferencia de cantidad o duración en el caso del grave y una diferencia de tono o intesidad en el caso del agudo, que sólo se utilizaría sobre la I. Según esto, en àrbitro/arbítro, la primera tilde indicaría una sílaba larga, mientras que la segunda señalaría una elevación de la voz. Otras alusiones indican una concepción general de la sílaba acentuada como larga, o bien se refieren a la indicación de una característica tonal, como la que se daría en la interrogación. 68 Como puede observarse, cuando nuestro autor trata de fijar el uso de la tilde, alude tanto a la cantidad como a la intensidad o al tono, tres factores cuya preeminencia a la hora de analizar la naturaleza del "acento" es todavía hoy objeto de discusión. 69

CLASIFICACIÓN DE LAS CONSONANTES

Las consonantes se caracterizan por representar un sonido que necesita el apoyo de la vocal para ser pronunciado, lo que le impide constituir núcleo silábico. Es, como hemos indicado más arriba, una definición tradicional, etimológica, sin mayor originalidad. En el segundo manuscrito del Abecé, concretamente en su primera versión (pág. [36]), aparece la tradicional división de las consonantes en mudas y semivocales. 70

[Pg. 402] Se dividen las consonantes en mudas i semivocales. Mudas son las que tienen sonido por sí, como son todas las que empiezan sin vocal, b, c, d, g, k, p, q, y, exceptuando la z. Semivocales son las que por sí tienen algún sonido, como son las demás. Así vemos que en ab, ac, ad, no se puede continuar el sonido, pero sí en sal, rim, con o sall.

También cita nuestro autor esta clasificación en la Rhetórica (pág. 489), donde únicamente indica que dentro de las mudas se encontrarían las tenues y apunta las características de las semivocales:

De las consonantes, suenan menos las mudas que las semivocales; i entre las mudas suenan mucho menos las tenues, si no es que con la añadidura del haliento expressado por la letra u, degen de ser tenues.

De las semivocales, la l es muelle; la m, firme; la n, seca i de retintín; la r áspera; la s, silvadora; la x, rechinante; la z, suave.

Según esto, las semivocales serían l, m, n, r, s, x, z. 71 En este caso, sin embargo, a Mayans no parece interesarle tanto la clasificación teórica, como las indicaciones impresionistas de los sonidos destinadas a su utilización retórica ("de retintín", "rechinante"...).

Sin embargo, nuestro autor prescinde deliberadamente en el primer manuscrito del Abecé y en las Reflecciones de esta clasificación, como habían hecho también M. Alemán 72 y G. Correas. 73

Dejo de subdividir las consonantes en mudas i semivocales porque esa división, aunque es de Platón en su Cratilo, no es de mi propósito; pues no atendiéndose en la Ortografía el principio o fin del nombre de la letra, si[no] sólo su potestad, es impertinente para el asunto de que trató aquella división. Fuera de que las letras que en un lenguage son mudas, en otro tal vez son semivocales (Abecé, 1, pág. 50).

Como puede observarse, Mayans hace proceder la citada clasificación del Cratilo 74 de Platón, y no utiliza el sonido como criterio distinguidor [Pg. 403] entre ambos tipos, sino el nombre de la letra. 75 A nuestro autor le interesará el valor o expresión que en cada caso debe representar la grafía, por lo que prescinde de clasificaciones teóricas que no tienen, en su opinión, ninguna utilidad a la hora de fijar la ortografía.

Por otra parte, la razón que trata de apreciar en la ordenación de las vocales en el alfabeto no la percibe en las consonantes, que aparecen "sin orden racional" (Abecé, 1, pág. 13).

DESCRIPCIÓN Y ORTOGRAFÍA DE LAS CONSONANTES

Grafías que representan un solo valor o potestad

B / V y B / P.  La oposición b / v como bilabial/labiodental se da siempre que Mayans describe los sonidos que representan estas grafías. En las de los manuscritos segundo y cuarto del Abecé aparece, aunque de forma vaga, la idea de una oposición de B con p:

La letra que llamamos Be se forma con la respiración, que llegando a los labios juntos, los abre i sale de ellos con su entero sonido. 76 Su pronunciación es suavíssima. Por esso en muchas voces que de los latinos hemos recibido la substituimos en lugar de la p, que es algo más fuerte i dura (Abecé, 2 (b), pág. [4]).

La b se forma con cierto medio movimiento de los labios, no con sola abertura como el ma, ni con pura explosión como el pa, sino con un movimiento que participa de uno i otro, de tal suerte que los labios se abran pero sin contención del aire o comprensión i el aire se contenga, pero no sin alguna expresión. Por esso, el aire, parte sale con violencia, parte se contiene, i uno i otro se hace a un mismo tiempo, ya que si saliesse libremente sin antecedente compressión, sonaría ma, o con compressión sonaría pa. De este encuentro del aire con los labios, tiemblan los labios pronunciándose ba. Por esso si con el dedo tapa uno los oídos quando habla, oirá atónito dichas vibraciones (Abecé, 4, pág. [2]).

Los sonidos bilabiales representados por ambas grafías, P y B, se caracterizan como suave en el caso de la B, frente a una pronunciación fuerte y dura [Pg. 404] en el caso de la P; entre ambas se situaría otra bilabial, la M. La falta de "contención del aire" que caracterizaría la B podría querer aludir a una articulación fricativa. Por otra parte, el término "alguna espressión" podría ser una descripción impresionista de la sonoridad de B. A esta misma característica podría referirse la alusión a la mayor suavidad. 77 También aparece el término "vibración", pero localizada en los labios. Se trata, en todo caso, de observaciones de difícil interpretación. Más clara parece la indicación de la diferencia de tensión y sonoridad en las descripciones de la Rhetórica (págs. 492 y 497):

La B, que se pronuncia apretando los labios, es buena para denotar la estrechura [...]

La P se pronuncia pegando los labios algo más apretadamente que quando se forma la B, atrayendo la respiración i después interrumpiendo violentamente los labios para que salga aquella respiración detenida i no sonorosa.

Pero el problema fundamental desde el punto de vista ortográfico es la confusión b / v. 78 Para Mayans, se trata de representar dos sonidos, esto es, [Pg. 405] dos valores o expresiones para los que son necesarias dos figuras diferentes. La B corresponde a un sonido bilabial, frente a la V que representaría una articulación labiodental:

Hállase en la lengua española el sonido consonante Be, para cuya pronunciación cerramos los labios enteramente (Abecé, 1, pág. 15).

En la lengua española se halla en sonido consonante Ve, que se profiere puesto el labio inferior embevido debajo del otro (Ibíd., pág. 38).

Fórmase [la v] fijando los dientes de arriba en el labio inferior, como en valle, vellón, vello, vulpeja (Abecé, 2 (a), pág. [26]). 79

Pero se daban errores en la escritura que eran testimonio de una confusión en la pronunciación:

Sólo advierto a mis patricios que donde se pronuncia be no substituyan ve; error que fue ya de algunos antiguos latinos según Adamancio in lib. de b. muta et v. vocali. Los castellanos suelen ir por el extremo contrario, usando b por v (Abecé, 1, pág. 15). 80

La distinción por parte de los hablantes valencianos sería, teóricamente, 81 una de las razones que llevarían a nuestro autor a señalar una [Pg. 406] diferencia de articulación donde muchos autores señalaban la confusión. 82 Sin embargo, como muestra una pequeña polémica entre Mayans y Bordazar a propósito de la ortografía del verbo probar y sus derivados, el ejemplo de la pronunciación valenciana, que se ofrece en el Abecé como infalible, resultaría válido para justificar opiniones encontradas. A pesar de que ambos autores ofrecían la misma diferencia teórica general entre la pronunciación representada por ambas letras, Mayans defendía la escritura de estas palabras con v y Bordazar las escribía con b. En ambos casos los argumentos eran los mismos y los dos se acusaban de no seguir a los valencianos, dejándose llevar del "ejemplo viciado" de Castilla. 83 El hecho sintomático es que ninguno de los dos alude a la pronunciación, sino al criterio de autoridad de la escritura valenciana, teóricamente reflejo de esa pronunciación diferenciada. El mismo Bordazar trata sobre la confusión entre B y V en las "Reglas de buena ortografía" de su Ortografía Española (pág. 42) y no se refiere a la pronunciación valenciana como modelo.

[Pg. 407] Otros dos autores que escribieron ortografías en Valencia en la misma época, Carlos Ros y Benito de San Pedro muestran también la confusión ortográfica entre B y V.

Carlos Ros, que describe la b como bilabial y la v como labiodental, indica que los imperfectos de indicativo "se escriven en este Reyno por costumbre con v" (Práctica de orthographía, § 39). Ros reconoce, pues, que esta escritura corresponde a "costumbre" y no a reflejo de la pronunciación por lo que propone que se acuda a los buenos ortógrafos de cada reino, ya que, en cualquier caso no habría confusión en la lectura:

Digo en cada Reyno, porque los Castellanos ponen el va de los pretéritos imperfectos con b, y nosotros con v, estando con b, es por razón de etymología, y con v, de costumbre; y de las dos maneras está bien el va, sin que se pueda leer otra cosa que lo que se quiere significar (Ibíd., § 40).

Benito de San Pedro, aragonés de nacimiento, encuentra la diferencia en el carácter fricativo de la pronunciación representada por V, que parece describir como bilabial. Lo pequeño de esta diferencia se reflejaría en una confusión ortográfica:

La b i la v consonante son tan parecidas en la pronunciación, que muchos de los nuestros apenas las pueden distinguir. Pero como en la verdad se halla diferencia en el sonido, pronunciándose la b cerrados los labios, i la v abiertos, se deven también escribir en la escritura, en la cual se nota gran variedad, i es difícil poder reducir a regla fija el uso determinado de estas reglas (Arte del romance castellano, vol. II, pág. 194).

Hay, pues una dificultad evidente a la hora de ofrecer un criterio claro en el uso de b y v, lo que indica un estado de confusión las pronunciaciones incluso en el caso de autores que estaban en contacto con el valenciano. 84

Por otra parte, y frente a la confusión tradicional, Mayans observa, como ya lo había hecho Nebrija, la necesidad de distinguir en la ortografía dos sonidos claramente diferenciados, ya que uno era vocal y el otro consonante. Tal distinción, según señala nuestro autor, era un hecho aprobado "por toda la nación, quiero decir el consentimiento de todos los españoles eruditos" (Abecé, 1, pág. 39), 85 por lo que debía generalizarse siguiendo el [Pg. 408] ejemplo de A. Bordazar, que la introdujo en Valencia en las impresiones y "cuyo ejemplo han seguido los demás en España": 86

Esta v mayúscula con dos piernas en los manuscritos o impresos, o esta otra u ovada en los impresos, es vocal. Esta otra v minúscula en los manuscritos, o angular en los impresos v, es consonante según la corriente práctica de los hombres eruditos (Abecé, 1, pág. 38).

La ortografía siempre deve representar fielmente la pronunciación. [...] Pongo por egemplo, de la u vocal usaremos quando la pronunciación es vocal, como en uno: de la consonante, quando la v es feriente como en vano (Carta de Mayans a A. Sancha, 15-IV-1777, BMV, 7272-43, ms. 11263).

D / T.  Las descripciones articulatorias de las pronunciaciones representadas por D y T se refieren a un punto de articulación dental o, en todo caso, alveolar, aunque en los Apuntamientos para el Razonador Eloqüente las clasifica como linguales, atendiendo al órgano activo:

Unos de los sonidos consonantes del idioma español es de, el qual se pronuncia puesta la punta de la lengua al filo de los dientes superiores (Abecé, 1, pág. 17).

Llamamos De a esta letra D. Fórmase hiriendo con la lengua las encías interiores, abiertos siempre los labios. Es más suave que la t, de donde nace que a lo que los latinos llamaron latus, vita, fatum, nosotros, lado, vida, hado... Quintiliano se quejava en su tiempo de que confundiessen muchos la d i t, vicio ahora común a diferentes naciones, singularmente a los valencianos por razón de nuestro idioma. (Abecé, 2 (b), pág. 9).

La D se pronuncia pegando la lengua a los dientes de arriba, hiriendo la respiración en la misma parte donde ella está, sin hacer que el haliento salga de la boca, sino que se quiebre de ella (Rhetórica, pág. 493).

[Pg. 409] Sabemos que en la lengua española se halla el sonido consonante te, que se pronuncia puesta la punta de la lengua pegada a los dientes superiores, apartándose la respiración del curso de la lengua, interrumpiendo dientes i labios (Abecé, 1, págs. 37-38).

La t se pronuncia desviándose algo la lengua por la fuerza del aliento, que hiere los dientes y labios (Rhetórica, pág. 499).

La alusión al aliento que se quiebra en la boca en el caso de la D podría interpretarse como una descripción impresionista de su carácter oclusivo. Alude también Mayans, [Pg. 410] como puede observarse, a las transformaciones de t en d en el paso del latín al romance, lo que achaca, en el caso de la D, a una mayor suavidad que podría relacionarse con su carácter sonoro; pero no dejan de ser interpretaciones arriesgadas. En ningún otro caso intenta describir nuestro autor la diferencia entre los valores a los que se refieren ambas grafías. 87

F.  La letra f es clasificada por Mayans entre las consonantes labiales o "besadas", tanto en el cuarto manuscrito del Abecé como en los Apuntamientos para el Razonador Eloqüente. 88 Las descripciones se refieren, en general, a una articulación de este tipo:

El sonido consonante fe es español. Se articula con respiración apremiada de los dientes superiores con el labio inferior (Abecé, 1, pág. 17).

La f se hace por continua explosión del aire. Se profiere o por la comisura de entrambos labios, dejando una endrijita [sic], o aplicado el labio inferior al superior orden de dientes, dejada también una hendrija, por lo qual saliendo el aire con alguna dificultad, se dice que sopla (Ibíd., 4, pág. [3]).

La f es a propósito para significar los efetos de los vientos porque es una respiración que suena fuera de la boca i se forma saliendo apremiada, aplicada la lengua al paladar superior i estando los dientes de arriba sobre el labio inferior. Para pronunciarla sobresale algo el labio superior i los dientes se sobreponen al inferior (Rhetórica, pág. 493).

Como puede observarse, el sonido representado por F se describe como labiodental, salvo en el cuarto manuscrito del Abecé donde Mayans señala una articulación bilabial alternativa. Es también en esta última definición donde describe de forma más clara una articulación fricativa ("dejando una endrijita").

No hay, sin embargo, alusión a la sonoridad, salvo la ofrecida en la Rhetórica ("suena fuera de la boca"), que es de difícil interpretación como articulación sorda. No existe una descripción comparativa con V, que, como hemos indicado, se caracteriza también por representar un sonido labiodental. Únicamente en el primer manuscrito del Abecé señala que los antiguos latinos "usavan de la f por v", sin más explicaciones.

La recomendación más repetida respecto a la f es el rechazo del uso, con su mismo valor, de la grafía ph, injustificable en español teniendo una letra propia: una opción claramente antietimológica que aparece en otros ortógrafos fonetistas. 89

L / LL.  La explicación sobre la ll no aparece en el primer manuscrito del Abecé con proposición independiente, sino en la referente a la l; en el segundo (a), se sitúa en el capítulo dedicado al "suplimiento del Abecé", mientras que en el tercero se indica que no se ponía en las antiguas cartillas. En todos los casos aparece claramente indicada la diferencia de entre los sonidos representados por l y ll, 90 con ejemplos de parejas mínimas que muestran la pertinencia de la oposición entre ambas pronunciaciones (lana / llana; lego / llego). Además, aparece como letra independiente tanto en la Cartilla del Abecé como en la de las Reflecciones.

Las descripciones articulatorias son las siguientes:

Es cosa averiguada que la lengua española tiene el sonido consonante le, que se forma hiriendo la lengua en el paladar, acia la mitad con la parte baja de ella, para lo qual se arquea acia dentro arrojándose por los lados la respiración. [...]

[Pg. 411] Yo soi de sentir que [la ll] es distinta letra, i que sería bien llamarla Lle [...] Se forma puesta la punta de la lengua al paladar arrojando el aliento con fuerza para desprenderla, i rayendo un tanto el paladar con la misma punta (Abecé, 1, págs. 27-28).

Después de las letras labiales la l es la más fácil. De tres modos puede modificarse; primeramente, encorvando la lengua fijándola en el paladar como cerrando el passo al aire, el qual sale por los lados, como la, le; segundariamente, apretándola más, como lla, lle (Abecé, 4, pág. [3]).

La L se forma doblando la punta de la lengua i hiriendo el paladar superior con la parte inferior de ella, de manera que luego que se ha doblado i tocado el paladar, se aparta la voz blandamente (Rhetórica, pág. 494).

Salvo en la descripción de la Rhetórica, parece clara la alusión al carácter lateral de la L, que en el caso de la descripción del cuarto manuscrito parece extenderse a la LL. Esta última se distinguiría por una mayor tensión articulatoria. 91

M, N, Ñ.  Mayans describe claramente el carácter nasal de la pronunciación correspondiente a n y ñ, pero no de la que se representa por m, a no ser que interpretemos en este sentido, como una referencia a la cavidad nasal, la alusión a "el cóncavo de la boca" que aparece en la Rhetórica. Por lo demás, se describe el sonido correspondiente a esta última letra como oclusivo y bilabial:

La letra m es más muda que todas las otras, porque no espressa otro sonido sino el que rebomba en el cóncavo de la boca estando ella cerrada i pegados los labios. [...]

La letra n se pronuncia tocando el paladar superior cerca de los dientes con lo interior de la punta de la lengua, 92 teniendo la boca un poco abierta, los labios más, i haciendo salir la respiración por la boca i las narices (Rhetórica, págs. 496-497).

Hállase en la lengua española el sonido consonante me, que se forma cerrada enteramente la boca i pegados los labios. 93 [...]

[Pg. 412] Es notorio que se halla en la lengua española el sonido consonante ne, que se forma hiriendo con la lengua el paladar, buelta para adentro la punta i rebombando en la boca el aliento, frunciendo poco las narices i sacando un tantico la respiración por ellas [...]

No sólo en la significación, sino en la pronunciación han de ser distintas letras la n i Eñe. I a la verdad, vemos que para pronunciar la Eñe se junta más la lengua al paladar, se fruncen más las narices i se respira más por ellas (Abecé, 1, págs. 28-29).

La N hecha [sic] el aire por las narices, dicha por esso letra de la nariz. Si se cierra la nariz, se profiere con violencia i poca claridad (Abecé, 4, pág. [4]).

La mayor dificultad, análoga a la que se daba con LL, aparece al defender el carácter de letra de Ñ. De hecho, la Ñ no tiene proposición propia en el primer manuscrito del Abecé, donde aparece en la de la N; se sitúa en el capítulo dedicado al suplimiento del abecé en el segundo manuscrito, como sucedía con la LL, y en el tercero se dice que no se ponía en las antiguas cartillas. Como sucedía con la lateral palatal, indica Mayans que N y Ñ son dos letras distintas y así aparecen en las Cartillas. Los argumentos utilizados por Mayans en este caso son también similares a los que hemos señalado para la LL y que se repiten en la RR: establecimiento de parejas mínimas (canas / cañas, penas / peñas, mono / moño) que prueban una diferencia "no sólo en la significación, sino en la pronunciación", claramente diferenciada como más palatal en el caso de Ñ. 94 La diferencia entre ambas articulaciones no es únicamente, sin embargo, el carácter palatal de ñ, ya que también parece dar esta característica a la N, sino por su mayor grado de nasalidad. 95

[Pg. 413] R / RR.  La RR aparece como letra independiente, es decir, con su propia potestad, en las correspondientes Cartillas del primer manuscrito del Abecé y de las Reflecciones. Sin embargo, este sonido y la letra correspondiente no cuentan con proposición propia ni en el citado primer manuscrito, ni el segundo, donde aparece también en el apartado correspondiente a la R, aunque, como sucedía en el caso de la LL y la Ñ, siempre indica que "la RR es distinta de la R" (Abecé, 3, pág. [9]). Las descripciones de estos dos sonidos intentan explicar la distinción que justifica la existencia de dos letras:

Tiene la lengua española el sonido consonante ra, unas veces fuerte, que se profiere rayendo el paladar 96 con la lengua; otras veces sencillo, que se pronuncia puesta la punta de la lengua al paladar, como pegada en metad [sic] de él i buelta acia dentro prensando la respiración en la misma punta de la lengua i paladar para que hiera, para la formación del qual sonido vibra la lengua con trémulo movimiento contra el paladar. Necesitamos, pues, de la letra dicha Erre. Con el sonido consonante de la r pronunciamos aras i arras, unas veces sin doblarla ni darle fuerza, otras, doblándola i duplicando su vigor. Acompañando, pues, la dicha letra, ya sencilla, ya doblada, con las cinco vocales, escrivamos ra, re, ri, ro, ru, como en cara, pare, parida, paro, moruca; i rra, rre, rri, rro, rru, como parra, arrendar, arrinconar, arroyo, arrullo (Abecé, 1, pág. 35).

Mayans indica que el sonido que denomina como ra, se presenta en dos variedades, "unas veces fuerte" y "otras veces sencillo". Este sonido es el que representa la letra Erre, que se pronuncia "unas veces sin doblarla, ni darle fuerza; otras doblándola i duplicando su vigor". Habla además de que la lengua vibra "con trémulo movimiento" en el caso del sonido sencillo, mientras que en el caso del doble se profiere "rayendo el paladar", lo que podría indicar también un movimiento vibratorio, en este caso duplicado, que es al que se alude en el segundo manuscrito y en la Rhetórica:

La r se pronuncia pegando la lengua rebuelta haci adentro [sic] a la mitad del paladar; i haciendo que la respiración hiera en la misma punta de la lengua i en el paladar con alguna fuerza para hacer vibrar la lengua (Rhetórica, pág. 498).

La Erre que dicen los castellanos i los valencianos i latinos Err, puede tenerse por rara i singular por no averla podido pronunciar, quizás por no poder vibrar la lengua, Alcibiades, Demósthenes, Aristóteles i Julio César Escalígero. Tiene dos pronunciaciones, una fuerte i otra suave, espresadas ambas en la palabra raro (Abecé, 2, pág. [23])

[Pg. 414] El nombre cambia en las Reflecciones donde se denomina "er". En el Abecé recoge la opinión de Correas, quien, siguiendo a Juan de la Cuesta y otros, "llamó erre a la r doble, i ere a la sencilla" 97 (Abecé, 1, pág. 36). 98

Hay, pues, dos potestades a las que corresponden dos figuras, es decir, hay dos pronunciaciones más o menos próximas, pero diferenciadas y, por lo tanto, podemos hablar de dos letras, como indica explícitamente en las Reflecciones. 99

Siguiendo el principio general de una sola figura para una sola potestad, Mayans indica que la R "se debía doblar siempre que se pronuncia fuerte". Acepta el uso común como justificación de que en principio de vocablo o tras n, l, s se use la grafía simple para representar la pronunciación "fuerte". Sin embargo, y sin proponerlo como única solución, nuestro autor se muestra partidario de utilizar la RR siempre que el sonido sea fuerte. Alega para ello autoridades 100 (puesto que se trata de un uso general también apoyado en otras autoridades) y la posibilidad de evitar la confusión a los extranjeros (Abecé, 1, págs. 34 y 62). No lo aconseja, sin embargo, en las Reflecciones (pág. 79). También Bordazar propone que "se tolere" escribir rr siempre que la pronunciación sea fuerte o aspera (Ortografía Española, pág. 32).

S.  En algunas alusiones se hace eco Mayans de la duda de algunos autores clásicos sobre el carácter de letra de S, representante de un sonido que [Pg. 415] se caracteriza como "silvo". 101 Sin embargo, no parece que tal duda exista para nuestro autor, que en todos los casos la incluye en el abecé. Las descripciones articulatorias que Mayans ofrece del sonido representado por esta letra lo caracterizan como fricativo alveolar o dental: 102

Encontramos en la lengua española es sonido consonante se, el qual articulamos tocando la punta de la lengua en el principio de la encía superior, de forma que se arrime algo a los dientes (Abecé, 1, pág. 37).

La s espressa el sonido de un silvo bajo mui suave, que se forma con poca respiración, tocando la parte de la lengua en el principio de la encía superior (Rhetórica, pág. 499).

No hay referencias ni en el primer manuscrito del Abecé ni en las Reflecciones a la doble S, aunque Mayans siempre la utiliza en los superlativos en ¿ísimo o en los imperfectos de subjuntivo. Sin embargo, el apartado dedicado a la S en el segundo manuscrito del Abecé indica que "suelen algunos duplicarla, de lo qual yo me abstengo siempre que no se pronuncia" (pág. [24]), lo que supone que en algunos casos hay una diferencia de pronunciación. Esto es lo que afirma también en una carta a A. Sancha, de fecha tardía, donde se defiende el mantenimiento de la doble S:

Algunos amantes de la novedad caprichosa han introducido una cosa mui agradable a los impressores, i es la omissión de una letra que siempre se ha duplicado en la pronunciación i en la escritura; pero a los impressores i a los ignorantes agrada que nunca aya letra duplicada, porque de esta manera ahorran averiguar el origen i observar el uso. I estos tales, quando después escriven el latín, usan de una falsa orthografía, omitiendo algunas letras de las que deven duplicarse, de donde nacen millares de absurdos, porque es menester distinguir ámase del presente de indicativo con el recíproco se enclítico, de amasse del pretérito del modo sugentivo: el uno con una S, el otro con dos (15-IV-1777, BMV, 7272-43, ms. 11263).

La s, pues, para Mayans, "siempre se ha duplicado", pero no sólo en la escritura sino también "en la pronunciación", ya que de otro modo no podría defender su mantenimiento. Bordazar tiene menos escrúpulos para reconocerla como grafía etimológica que no representa ninguna diferencia en la pronunciación. 103

[Pg. 416] Y / I.  El primer problema que se suele plantear respecto a la Y es su clasificación dentro del grupo de las vocales o de las consonantes, o a ambos a la vez, análogo al que surge entre u y v. Como hemos indicado al tratar sobre las vocales, Mayans no duda en ningún momento en señalar la inexistencia en español de una sexta vocal, que sería la ípsilon, ya que su sonido fue sustituido por el de U.

En castellano, como en latín, existe, según Mayans, el sonido consonante ye, pero la grafía latina Yota (J) que lo representaría ha pasado a servir para representar el sonido gutural ge (/c/). Por lo tanto, es necesaria una nueva grafía y en este punto "hallamos desocupada la Upsilon de los griegos, a la qual pronunciaron los antiguos con sonido que se llegava a la I" (Abecé, 1, pág. 43). Se adapta, pues, una antigua grafía a una nueva potestad o valor.

Por otra parte, puede plantearse si el sonido ye existe como consonante, es decir, "feriente" de una vocal, o es simplemente diptongo, como indica Correas. 104 Mayans se inclina por lo primero por razones de claridad en la lectura, para que se entienda que forma sílaba con la vocal siguiente y no con la anterior, como puede suceder en los plurales de palabras como rei / reyes.

Nuestro autor se extiende al rechazar el uso de esta letra para escribir la conjunción copulativa. Según Mayans, se usa la Y en este caso de forma abusiva, ya que no hiere a ninguna vocal, es decir, no actúa como consonante. Siguiendo este razonamiento, la conjunción copulativa "deve escrivirse por letra vocal, siendo cierto que únicamente las vocales pueden por sí solas hacer sílaba; pero no las consonantes" (Abecé, 1, pág. 61).

La generalización, irracional a juicio de nuestro autor, de este uso de la Y había hecho que incluso la Academia calificase el uso de I para escribir la conjunción como extravagante en el Discurso Proemial sobre la Ortografía del Diccionario de Autoridades. Para resolver estos casos, se debe acudir, según Mayans, a la razón, a la autoridad o a ambas (Abecé, 1, pág. 63). En cuanto a la primera, claramente la pone de su parte ya que, como ha señalado, "ninguna letra puede sola hacer sílaba, si no es vocal". En cuanto a las autoridades, Mayans ofece una larguísima lista de autores literarios y de ortógrafos que habían seguido el uso que él defiende, y acaba respondiendo a la alusión de la Academia a la que ya nos hemos referido y [Pg. 417] que cita literalmente. 105 Puesto que la cita de autoridades no resulta decisiva, Mayans propone prescindir de este criterio, así como del de la "frecuencia de los escrivientes", pues no es "uso legítimo el que en todos los siglos ha sido combatido en juicio contradictorio, sin averse llegado jamás a sentencia definitiva". 106 El problema debe deliberarse, según nuestro autor, siguiendo el principio de la razón, por el cual las letras deben utilizarse segun la significación para que fueron instituidas, esto es, para un uso como vocal o como consonante sin confusión. Así, es su sistema el coherente, y no el de la Academia, pues "no vale responder que así se usa, porque la disputa es, si es uso racional, o no, i no es racional el que no tiene de su parte la razón" (Abecé, 1, pág. 64). Vuelve así a lo que es el criterio ordenador en materia ortográfica expuesto esta vez de forma concisa y rotunda: "El uso no es bueno por la multitud de los que lo usan, sino por la buena elección de los que lo usan".

La H: una letra con tres valores. La CH

La resistencia de Mayans a admitir la existencia de letras que no representen un sonido, es decir que respondan sólo a la etimología, hace que intente justificar el mantenimiento de la h en el alfabeto español como reflejo de una cierta pronunciación, aunque con muchas matizaciones. De esta manera, la proposición correspondiente a la letra H en el primer manuscrito del Abecé (pág. 21) comienza con la descripción del valor correspondiente:

Con facilidad se puede observar que la lengua española tiene cinco sonidos vocales, a los quales algunas veces suele dar algún mayor vigor que el ordinario en la pronunciación. Necesitamos, pues, de la h, dicha Ha. Con el sonido consonante de la h pronunciamos hacha, hecho, hijo, hoja, humo.

Como puede observarse, la descripción de ese "sonido consonante" es peculiar. El propio Mayans indica en la explicación de la proposición que [Pg. 418] la h no es propiamente letra, puesto que no representa a un perfecto sonido indivisible, por lo que la denomina "nota":

Así sucede en esta nota h. En realidad no es letra, si por letra entendemos una señal de un perfeto sonido indivisible, lo qual se ve en que quando con ella empieza algún nombre, si el precedente acaba en vocal, tiene lugar la sinalefa. Luego la h no es letra, pues por el concurso se come la segunda vocal a la primera. [...] Pero puede llamarse letra atendida su forma, i más quando el nombre de letra se dijo del nombre latino litura (Abecé, 1, pág. 22). 107

Por otra parte, a lo largo de la explicación nuestro autor adjudica a esta letra hasta tres valores. El primero es el que ya hemos citado: "dar a la vocal a la que se junta mayor fuerza" o "alguna mayor aspiración o aliento". Esa mayor fuerza indicada por medio de la h, y de la que ofrece como ejemplo la oposición que se da entre as / has, herrar / errar, podría equivaler, según Mayans, al espíritu áspero de los griegos. 108 Este primer valor de H se da en aquellas palabras que en latín o en primitivo castellano tenían f; pero, según indica, no por una cuestión etimológica, sino por la citada mayor fuerza en la pronunciación:

I cuando sigo el origen no es meramente por seguirlo, sino por parecerme que el derivado conserva en la pronunciación aquella mayor fuerza del primitivo. Digo que assí me parece, aunque Ant[oni]o Bordazar me ha dicho algunas veces que juzga que es imaginación. Quizá sería del mismo sentir Ant[oni]o de Lebrija, pues deshechó [sic] la h, escriviendo ueso (Abecé, 1, pág. 23).$

Bordazar (Ortografía Española, págs. 21-23), frente a Mayans, señala dos usos para la H: como che (segundo valor, como veremos, de don Gregorio) y "como ah aspiración, espiración, o respiración", la cual "sirve de dama entretenida (ociosamente en mi juicio) a las voces originadas del Latín que la llevan, i a las que en el mismo idioma, i en el Valenciano, i [Pg. 419] Castellano antiguo llevan f", añadiendo las interjecciones. En todo caso, más que oficios son, señala, "medios" oficios y aclara "he dicho, que la juzgo ociosa fuera del empleo de che; porque no percibo la aspiración". La razón de su conservación es, pues, para Bordazar, puramente etimológica; pero indica que no vale la pena eliminarla por no ir contra el uso común. Por el contrario, Mayans se refiere primero como hemos indicado a la "mayor fuerza" y como tercer valor habla de una señal de "aspiración"; pero sólo en ciertos casos (pospuesta a las vocales o consonantes y a la c; siempre que no aparezca vocal detrás), sin ser este último el principal uso de la h, contra lo que en general se manifiesta. 109 Sin embargo, es precisamente la aspiración el único valor que aparece en las Reflecciones, en la Rhetórica (pág. 494) y en los Apuntamientos para el Razonador Eloqüente, en donde señala también Mayans su duda sobre su carácter de letra. Además, este último valor de H como aspiración es el que justifica el mantenimiento en algunas palabras "peregrinas españolizadas" de RH, TH, e incluso CH para el sonido [k]. 110 Por otra parte, como hemos señalado, la mayor fuerza que constituye el primer valor del primer manuscrito del Abecé, se describe también en ese mismo texto como una "mayor aspiración".

Como puede observarse, se trata de una letra con una potestad, en todo caso, poco clara. Quizás consciente de esta dificultad, y reconociendo implícitamente la inexistencia de un sonido correspondiente a esta grafía, Mayans no considera incorrecta su supresión, puesto que, según indica, no afecta al significado. Parece evidente que esta afirmación invalidaría las parejas mínimas ofrecidas como ejemplo; pero nuestro autor no parece considerarlo así.

El segundo valor de la h, representado, según Mayans, por la segunda parte de su nombre, consiste en formar parte de la figura de una letra, la [Pg. 420] CH, con una potestad propia e inconfundible, cuya descripción articulatoria no se da en el Abecé ni en las Reflecciones. Sí aparece en la Rhetórica, donde la caracteriza como palatal:

La Ch, se pronuncia apretando fuertemente con la punta de la lengua (de manera que ésta se encoja) el paladar superior, inmediato a los dientes i sin tocarlos, dejando salir la respiración de la vocal a que se llega (págs. 493-494).

Mayans tiene dificultades para relacionar la grafía H con alguna pronunciación reconocible. 111 Sólo el que denomina segundo valor se refiere a una pronunciación clara e indivisible, pero la h en este caso no es más que una parte de una figura sin ninguna relación con los dos valores anteriores. 112

No es, sin embargo, nuestro autor el único que intenta describir el sonido representado por esta letra. Otros autores del XVIII siguieron hablando de aspiración (Pérez Castiel, Gutiérrez de Terán, Gómez Gayoso, B. de San Pedro). 113 La Academia matiza también el valor de h como representante de la aspiración, restringiéndolo progresivamente, pero hasta 1880 no admite que esta letra no representa sonido alguno. El criterio de Bordazar puede considerarse, según esto, innovador, mientras que Mayans se sitúa en una posición de transición. Recoge, con matices, la tradición de la aspiración por huir del puro etimologismo; pero admite implícitamente la debilidad de su razonamiento cuando no proscribe la supresión, y, en todo caso, es consciente de que el valor que se le da no corresponde propiamente a la [Pg. 421] potestad habitual de una letra como representante de un sonido articulado diferenciado.

Las grafías que representan más de un sonido

Como hemos indicado, en el caso de las consonantes ce /q/, ca /k/, ga /g/ y ge /c/ se producía una alteración del principio por el cual debía corresponder una sola figura para cada sonido clara y diferentemente articulado. En los cuatro casos, la costumbre había hecho que cada uno de los valores o potestas se representase por dos figuras; 114 pero la confusión no se producía, ya que las distintas funciones se presentaban en distribución complementaria con las cinco vocales.

Por otra parte, la X es para Mayans una letra con una potestad especial, ya que representa, en realidad, dos sonidos, gs o cs.

C (QU, K/ Z).  Las combinaciones correctas en el caso de [k] y [q] son, respectivamente, ca, que, qui, co, cu y za, ce, ci, zo, zu. 115 Los dos sonidos se describen por Mayans de la siguiente manera:

La C espressa dos sonidos diferentes: uno con las vocales primera, quarta i quinta, A, O, U, i otro, con las vocales segunda i tercera, E, I. El primer sonido es de garganta [gutural], i se forma rompiendo la respiración en el paladar alto estando la boca medianamente abierta i no echando [expeliendo] la respiración, sino dejándola salir libremente. En su pronunciación la lengua se retira haci adentro i recogida se encorva un poco i con su cóncavo toca algo el paladar mui adentro, i con tanta suavidad que casi es imperceptible, como se puede observar en la pronunciación del adverbio latino hinc [...] Junta con las vocales segunda i tercera E, I, hace otro sonido mui diferente, porque se forma hiriendo la lengua en los dientes inferiores i ahogando la respiración, suena en la boca con alguna violencia i forma un ceceo suave i sutil (Rhetórica, págs. 492-493).

Es ésta la descripción más clara y aproximada a lo que hoy conocemos de ambos sonidos (velar e interdental). En el Abecé, las descripciones resultan más confusas, sobre todo en lo que se refiere al sonido interdental:$

[Pg. 422] Es freqüente en el lenguage español el sonido consonante ca, para cuya pronunciación rompe la respiración en el paladar i se encorva un tanto la lengua [...]

Tiene la lengua española el sonido consonante ce, en cuya pronunciación se dobla la lengua junto al paladar, como quien va a silvar, ceceando (Abecé, 1, págs. 15-16). 116

Rechaza Mayans otras grafías que históricamente se han utilizado para representar estos sonidos, como son la Ce con cedilla para la pronunciación ce y la ch para la ca, 117 ya que provocarían la confusión una vez que la distribución con los cinco fonemas vocálicos se ha establecido sin posible error.

Tampoco era necesaria en este caso la k, ya que el sonido que representaba quedaba suficientemente representado por c y qu:

Digimos ya que tiene la lengua española el sonido consonante ca. Están destinadas para él la c i q [...] No necesitamos, pues, de la k. Pero por quanto con ella se escriven algunos pocos nombres latinos i muchos estrangeros, la dejamos en el Abecé, más para la inteligencia de su combinaciones voluntarias, que para valernos de ella (Abecé, 1, pág. 27).

Ya que para pronunciar ka, ko, ku nos valemos de la c, i para decir ke, ki escrivimos que, qui, reconozcamos por inútil en la lengua castellana a la letra K... pero porque los estrangeros usan freqüentemente de esta letra, nosotros degémosla en el abecé para leer su lenguage, i quando ayamos de escrivir sus nombres usemos de sus equivalentes c i q (Abecé, 2 (a), pág. [8-19]).

La k no es letra española, ni tampoco latina, sino gr[i]ega. Es mui embarazoso carácter. Las estrangeras voces, malamente escritas por los nuestros, hacen su conocimiento necesario (Abecé, 3, pág. [8]).

Frente a Correas, rechaza Mayans la posibilidad de que K se utilice como única figura para el sonido ca ([k]), y se refiere al magisterio Jiménez Patón, quien, en su Epítome de 1614, la deja fuera del alfabeto español. 118 Como puede observarse, nuestro autor la califica en el Abecé de [Pg. 423] letra inútil, pero la mantiene para entender determinados nombres extranjeros. De modo consecuente, en las Reflecciones (pág. 64) la K ya no aparece en el cuadro de las letras españolas: posiblemente, la posición de Nebrija reforzó la resistencia al mantenimiento que muestra en el Abecé. La Academia suprimió el uso de esta letra en 1815, y la admitió de nuevo en 1869.

Por otra parte, en el caso de la QU se produce también una curiosa observación que resulta ilustrativa a la hora de analizar el criterio ortográfico mayansiano. Como hemos indicado, la qu representaría el sonido ca ante las vocales e, i, mientras que la c se utiliza en la combinación con las otras tres vocales. La U que aparece en esta letra "doble en la figura" no se pronuncia cuando aparece combinada con las vocales citadas. Sin embargo, en algunos casos, Mayans defiende el uso de la grafía q cuando el que denomina sonido ca aparece en combinación con la vocal U:

Quando se dude si se ha de escrivir c o qu, si acaso se ha de herir a la u, con suavidad úsese de c, como en cuaderno, cuerpo; si con mayor fuerza, úsese de q, como en qual, quando. Esta regla se conforma admirablemente con la etimología sin atenderla. I así podrá practicarla el que no fuese etimológico, i el que lo fuere, mejor (Abecé, 1, pág. 34).

Como puede observarse, nuestro autor alude a una diferencia de pronunciación y no a la etimología de las palabras. La alusión a esta pronunciación peculiar no aparece en los manuscritos segundo y tercero del Abecé, 119 pero sí en las Reflecciones 120 y en la Rhetórica.121 Se trata de una afirmación extremadamente rara en la tradición ortográfica española. Sólo Valdés en el Diálogo de la lengua indica que los vocablos con q tienen "la pronunciación más hueca" que con c, que aparece en los que la tienen [Pg. 424] "mucho más blanda". 122 Señala Esteve Serrano que ningún otro ortógrafo alude a esta distinción en el XVI y el XVII; sin embargo, repara en que Bordazar rechaza esa diferencia en su Ortografía Española y parece responder en este caso a una opinión concreta, por lo que supone que "algún tratadista de segundo orden", podría haberla defendido. 123 Parece evidente que este tratadista era Mayans, que remite esta idea a la autoridad de Quintiliano (Abecé, 1, pág. 32), quien habría señalado tal diferencia para el latín. Éste parece ser el origen de la idea, y no, tal como afirmó Rosenblat, la obra de Valdés, ya que Mayans no llegó a conocerla hasta que fue bibliotecario en Madrid y la redacción del primer manuscrito del Abecé sería, según hemos mostrado, anterior. 124

Mayans trata de incluir sin contradicciones en su ortografía, que pretende ser un reflejo fiel de la pronunciación, un principio que parece tener una clara base etimologista, ya que la diferencia de escrituras, según indica, "obligaría a los doctos a hacer reflección si escriven en español o en latín". 125 La percepción de la sutil diferencia que, según él, separa la pronunciación de qual, quando, eloqüencia, qüestión frente a la mayor suavidad de cuaderno, cuerpo se convierte es necesaria. Mayans indica que se [Pg. 425] trata de enunciar en este caso "una regla que hermane la escritura de ambas lenguas" y, quizás consciente de que roza terrenos peligrosos para la coherencia de su propio criterio ortográfico, añade al margen "en los casos en que sea una misma la pronunciación". Como era de esperar, ya que no existía una tradición en la afirmación que comentamos, nuestro autor no ofrece en esta ocasión la relación de "hombres eruditos de sutil oído" que han observado la citada diferencia de pronunciación, y no cita en ningún momento a Valdés. Como hemos indicado, en las Reflecciones también aparece la misma observación; aunque el tono es, en este caso, más comedido; pero, la clara actitud de Nebrija (Reglas, págs. 19-20) no hace que don Gregorio modifique su opinión.

G (GU, J ).  Como sucedía con c, la corrupción de la pronunciación latina hizo que a la figura G le correspodiesen dos potestades o valores:

Dos pronunciaciones ai mui distintas que pedían dos letras diferentes, i ahora se denotan con una, que es esta g, a que llamamos Ge (Abecé, 2 (a), págs. [9-10]).

Dos consonantes ai, es a saber, la c i g, que porque quieren hacer el oficio de quatro, se ven obligadas a buscar en otras letras el suplimiento de sus faltas (Abecé, 3, pág. [3]).

De la manera que discurrimos de la c i qu, i de la c i z, devemos semejantemente tratar de la g i gu, i de la g i j (Reflecciones, pág. 67).

Mayans señala una diferencia de punto de articulación en las dos pronunciaciones representadas por G, que es más velar en el caso de /g/ que Mayans nombra como ga y más adelantada hacia el paladar en el caso de /k/, ca, y de /c/, ge, para la realización de la cual en las Reflecciones habla sólo de "pronunciación gutural". No se alude, pues, a una diferente sonoridad o al carácter interrupto o continuo:

Sabemos que ai en la lengua española el sonido consonante ga, que se pronuncia encorvándose la lengua para herir la raíz del paladar dando la respiración más adentro que con la ca. [...]

Encontramos en la lengua española el sonido consonante ge gutural, en el qual, aunque también se encorva la lengua, se hiere más exteriormente en el paladar que con el sonido ga (Abecé, 1, págs. 18-20).

La corrupción, el cambio que sufrió el valor representado por g + e, i, por una influencia árabe o "africana" en el castellano que no afectó a la pronunciación de valencianos y catalanes, 126 hizo necesaria una letra "supletoria":

[Pg. 426] Pero como los españoles quando trasladaron el abecé latino a su lenguage materno ya avían corrompido con la pronunciación gutural que recibieron de los árabes la pronunciación ge, gi de los latinos, continuaron el error en las combinaciones españolas de la g, dejando en su antiguo estado las otras tres ga, go, gu (Abecé, 1, pág. 19).

No presenta esto mayores problemas, salvo el uso de la diéresis cuando la u deba pronunciarse. Sin embargo, en el segundo manuscrito propone utilizar la H para este mismo fin.

Yo soi de parecer que quando la u después de la g se haya de pronunciar (que sucederá pocas veces) se ponga antes de la u, la h de este modo, ghuante, aghuero. Dévame esta distinción la lengua española (Abecé, 2 (a), págs. [12-13]).

Es una innovación arriesgada a la que Mayans se refiere como aportación propia y que podría tener alguna relación con una idea de Correas que Mayans cita en el primer manuscrito del Abecé: 127 la utilización de la h en lugar de la u cuando G + e, i tuviese valor ga. Sin embargo, no hay ninguna referencia a este uso en el resto de los textos que Mayans dedicó a la ortografía castellana.

La letra que debe utilizarse para representar el sonido ge ante a, o, u es únicamente la j. Con esta letra se completan todas las combinaciones por lo que debe desecharse el uso de X con este valor "gutural":

Estas pronuciaciones ge, gi, no están enteras. Necesitan, pues, de una letra supletoria, para que assí como pronunciamos guturalmente, ja, jo, ju, lo escrivamos también (Abecé, 1, pág. 21).

Si para expressar dicho sonido [ge] nos valemos de la x, damos a esta letra un sonido equívoco, pues quedando indeterminado el valor de la x, escriviendo Alexandro, no se sabe, si se ha de pronunciar [Pg. 427] Alecsandro, o Alejandro. No abusemos pues de la x para el sonido gutural; i retengámosla para denotar la equivalencia de cs, o gs... (Reflecciones, pág. 70).

X.  En el sistema ortográfico mayansiano, la x es la única letra cuya figura, única, responde en realidad a un grupo de consonantes:

Sabemos que ai en la lengua española un sonido consonante compuesto de c, is, o de g, is, o bien medio entre ambos, i, por consiguiente, propio de la lengua española (Abecé, 1, pág. 39).

Fin[almen]te ai una letra sencilla en la figura i doble en la potestad. Tal es la X, como se ve en las prolaciones ax, ex, ix, ox, ux, donde siendo uno el carácter, equivale a cs, o gs, como si escriviésemos acs, ecs, ics, ocs, ucs, ags, egs, igs, ogs, ugs, si es que la lengua española tiene esta última equivalencia (Ibíd., págs. 49-50)

Esta nota X equivale en latín a las dos letras CS o GS [...] Entre nosotros sólo equivale a la C i S, con una pronunciación de la C casi imperceptible (Abecé, 2 (a), pág. [27]).

Se recupera, pues, como único valor de esta letra el que tenía en latín. El problema es que esa pronunciación cs, o más frecuentemente gs, se resuelve en español en un sonido intermedio por el principio de Dionisio Halicarnaseo según el cual "quando una letra es doble se corrompe el sonido de las letras a que equivalen i se hace otro medio" (Abecé, 1, pág. 40). Esta "media pronunciación", que resulta de haber olvidado la antigua equivalencia, resulta fácil de discernir por el oído, pero es "inexplicable a la pluma", según repite Mayans en el Abecé (ibíd.).

En los grupos de consonantes Mayans suele mostrarse partidario de la suavidad, es decir, de la simplificación cuando la pronunciación resulte "violenta". 128 Sin embargo, advierte que la sustitución de x por s no es correcta, ya que "siempre confesaré que no es tan simple que perceptiblemente no dicierna el oído en su pronunciación freqüentíssimamente dos espresiones consonantes, de las quales la una es final de la sílaba antededente i la otra principio de la siguiente" (Abecé, 1, pág. 41). Así pues, hay un sonido diferenciado, aunque no sea fácil de explicar y, por ello, la letra que lo representa no debe desterrarse del abecedario, como llega a proponer Bordazar, quien reconoce que la sigue usando, pues "antes he querido tolerar [Pg. 428] un abuso, que hacerme mas odioso con abandonar este engerto tan introducido" (Ortografía Española, pág. 38).

Las dudas respecto a la potestad se reflejan tambien en la indefinición respecto al nombre que oscila entre Ex, Xi, Ix, o "corruptamente Equis por decir Exis". El valor de la letra X podía ser, según esto, más o menos complejo, pero, en todo caso, único, lo que suponía un rechazo total del uso de esta grafía con valor gutural /c/, para el que ya existían las grafías G y J: 129

El latino escrive exemplum porque pronuncia egsemplum. Quita el español la S i le da terminación regular: queda egemplo. Conque aun atendida la etimología, esta i otras muchas dicciones se deven escrivir con G i no con X, porque aquélla i no ésta es la que se pronuncia (Abecé, 1, pág. 68)

La letra X es la piedra de escándalo enque tropieza la mayor parte de los escrivientes usándola por Jota en las vocales A, O, U, escriviendo dexar, dexo, Xucar, por dejar, dejo, Júcar, i con las vocales E, I ecriviendo dixi, diximos, por dige, digimos. Ai quien dice que escribe X para imitar a los latinos. Es error manifiesto (Abecé, 2, pág. [28]).

No abusemos pues de la x para el sonido gutural; i retengámosla para denotar la equivalencia de cs, o gs (Reflecciones, pág. 70).

La supresión de la x con valor de sonido velar fricativo sordo no era general entre los tratadistas del XVIII. Autores como Mañer, 130 Sánchez Montero, 131 Pérez Castiel 132 y C. Ros 133 prefieren conservar la x con el mismo valor que la Jota, frente a Bordazar, 134 Terreros 135 y B. de San Pedro, 136 que defienden la misma posición que Mayans. La Academia, por su parte, acepta también el uso de X con este valor de /c/ en 1726 y no lo suprime hasta la edición de su Ortografía en 1815, en la que aún admite algunas excepciones (relox, box, carcax) que desaparecen en 1844. Mayans critica en los Orígenes (pág. 399) que el Diccionario de Autoridades admita que la [Pg. 429] X "se deve pronunciar muchas veces como g". Según indica, son casos de ambigüedad como este los que hacen necesario advertir "si se pronuncia el vocablo de esta o de la otra manera" mientras que la escritura "deve ser tal que ella misma enseñe como deve pronunciarse". Naturalmente, esto sólo es posible cuando a cada letra corresponde una potestad única y diferenciada, o, en todo caso, sin ambigüedad posible.

LOS SISTEMAS ORTOGRÁFICOS DE MAYANS Y BORDAZAR

A lo largo de la exposición anterior nos hemos referido a algunas de las opiniones que Bordazar expone en su Ortografía Española, sobre todo cuando discrepaban de las de nuestro autor. Hemos aludido tanto en el apunte biográfico de Mayans que encabeza este estudio, como en el principio de este mismo capítulo, a la conocida polémica en torno a la autoría de la obra del impresor, que se atribuyó a don Gregorio. 137 En un reciente artículo nos hemos ocupado de la vertiente puramente filológica de dicha polémica comparando los sistemas expuestos en sus escritos por ambos autores. 138 Recogemos aquí un resumen de lo que allí exponíamos con más detalle.

Cuando apareció en 1728 la primera edición de la Ortografía de Bordazar, Mayans la difundió entre sus numerosos corresponsales, alabándola y señalando que era, salvo ligeras diferencias, coincidente con su propio sistema inédito. En 1730, Bordazar publicó la segunda edición, con una "Apología" en la que se defendía de los ataques de Mañer. 139 Cuando este último hizo saltar la polémica, nuestro autor negó repetidamente su autoría, sin ocultar el apoyo y colaboración que le prestó al impresor en la elaboración de la obra. Según Mayans, él mismo le explicó a Bordazar "la razón" de su sistema ortográfico, y éste, una vez anotadas las ideas de don Gregorio, le pidió permiso para publicarlas. Nuestro autor le prestó entonces algunos tratados ortográficos de otros autores 140 y, a partir de esta nueva información, Bordazar elaboró finalmente su propia ortografía, en la que había [Pg. 430] ciertas discrepancias con respecto a la de don Gregorio. 141 Este último, según su propio testimonio, corroborado por Bordazar en su correspondencia, revisó la redacción tanto de la primera edición de la Ortografía Española como de la "Apología" de la segunda, respetando siempre aquellas opiniones con las que no coincidía. 142

Efectivamente, el cotejo entre los sistemas de ambos autores muestra coincidencias en algunos puntos, junto con discrepancias significativas. Ambos defienden una ortografía que sea reflejo fiel de la pronunciación y rechazan el criterio etimologista, 143 aunque siempre evitando propuestas excesivamente novedosas que fueran contra el uso común. Pero la coincidencia más clara se da en las descripciones articulatorias de las pronunciaciones correspondientes a cada una de las letras. Dichas descripciones [Pg. 431] se repiten prácticamente al pie de la letra en la obra de Bordazar y en los tres manuscritos del Abecé mayansiano.

Los testimonios personales de Mayans respecto a su papel en la elaboración de la obra de Bordazar no nos permiten aventurar si tales descripciones fueron proporcionadas por Mayans. En todo caso, la literalidad de las coincidencias parece excluir la simple recogida de unas opiniones expuestas de forma oral, tal como Mayans mantiene en su relato de los hechos; por otra parte, desconocemos cuáles fueron las posibles correcciones o aportaciones de don Gregorio en su revisión de la obra.

Junto a estas coincidencias, aparecen también discrepancias notables, como hemos anotado a lo largo de la exposición del sistema ortográfico mayansiano. Los casos más claros y beligerantes se dan en las letras H y, especialmente Q + U [ku], 144 pero también en sus discrepancias respecto al uso de B y V en probar y sus derivados, en la pronunciación de la doble S o en sus dudas respecto a la conservación de la X en el alfabeto español.

Como ya hemos señalado, Mayans indicó que entre su obra y la de Bordazar había diferencias en el uso de algunas letras, y aludió concretamente al caso de la QU. El cotejo entre los dos sistemas demuestra que existían estas discrepancias. Este hecho, así como los restantes testimonios de ambos autores en su correspondencia, pueden considerarse suficientes para aceptar que, efectivamente, Bordazar fue el autor de la Ortografía Española que apareció con su nombre.

Los testimonios epistolares parecen mostrar, sin embargo, que Mayans dio pie a la elaboración de la obra y que Bordazar sujetó su obra a la censura de don Gregorio. Es más, al estallar la polémica Bordazar manifestó en su correspondencia con Mayans sentirse halagado por la sospecha, refiriéndose a la obra en litigio como "nuestra Ortografía", aunque afirmando su propia autoría. 145

En cuanto a las coincidencias literales, no podemos saber, con los datos de que disponemos, quién elaboró realmente las descripciones articulatorias que se repiten en ambos tratados. Según su propio testimonio, Mayans [Pg. 432] respetó, al revisar la obra de Bordazar, aquellos puntos en los que discrepaba; sin embargo, no especifica su intervención en la redacción definitiva de aquéllos en los que ambos autores coincidían. Por otra parte, puede resultar significativo que sea precisamente en las descripciones articulatorias donde las coincidencias sean literales. Mayans podría no haber dado importancia a su aportación personal en un aspecto casi puramente "técnico", que no consideraría fundamental en un tratado ortográfico, donde lo que importaba era el uso de las grafías correspondientes a unos sonidos conocidos por todos. Pero no podemos asegurar que tales descripciones no fueran obra de Bordazar, o incluso de ambos autores.

En todo caso, puede observarse en las opiniones de Bordazar una posición personal y razonada, precisamente en aquellos puntos en los que el sistema de Mayans parece apartarse del principio general de reflejar la pronunciación para acatar usos basados en criterios puramente etimológicos más o menos encubiertos.

LA ACTITUD DE MAYANS ANTE LA ORTOGRAFÍA DE LA ACADEMIA

Las críticas de Mayans al sistema ortográfico propuesto por la Academia Española, que aparecían ya en el Abecé con la cita del "Discurso Proemial de la Orthographía" del Diccionario de Autoridades, continuaron a lo largo de los años. Cuando en los cánones de cambios de letras de los Orígenes (pág. 399), se refiere a la transformación de X en G, Mayans alude también a los criterios académicos en materia ortográfica para criticar la confusión que se derivaba de las concesiones a la etimología frente a la pronunciación:

I escriviendo assí, quiero decir, según la pronunciación, se evita la impertinente advertencia tan repetida del Diccionario de la lengua castellana sobre si se pronuncia el vocablo de esta o de otra manera, pues la escritura deve ser tal que ella misma enseñe cómo deve pronunciarse; porque si la Academia dice que la X se deve pronunciar muchas veces como G, ¿por qué no la escrive en semejantes casos i evita la equivocación? Mal haría el que parasse un armadijo o armara, como dicen, una paranza, queriendo que otro no cayesse en ella.

La Ortografía publicada por la Academia en 1741 supuso ya un avance en este proceso de adaptación a la pronunciación; pero Mayans siguió despreciando las propuestas de la institución alegando su excesivo apego al "origen de las voces", 146 frente a las propuestas de Nebrija y a las suyas [Pg. 433] propias. Sin embargo, como le indicaba pragmáticamente A. M. Burriel, la Academia era la única que tenía posibilidades de lograr una fijación definitiva de la ortografía española. 147 Esta fijación era, en principio, la principal preocupación de nuestro autor en esta materia, según la Carta-dedicatoria de 1734; pero Mayans no podía transigir con una propuestas que, en su opinión, iban en contra de la mayor simplicidad y de la auténtica pronunciación, y que venían de una institución con la que mantenía un largo enfrentamiento personal. De este modo, sus ataques a la ortografía académica son siempre muy duros en su correspondencia privada y, en 1773, llega a desaconsejar su enseñanza 148 en el Informe sobre el Plan de Gobierno del Real Seminario de Nobles de Valencia.

Mayans no concede a los tratados académicos sobre la ortografía más valor normativo que cualquiera de los muchos que se fueron publicando a lo largo del siglo. Esto hizo señalar a Rosenblat que en 1728 Mayans "escribía como si la Academia no existiese"; 149 de hecho, años después edita las Reglas de Orthographía de Nebrija junto con un resumen de su propio [Pg. 434] sistema ortográfico y, ya publicada la Ortografía académica, las reedita y sigue pensando en publicar su Abecé.

Sin embargo, el sistema ortográfico propuesto por la Academia Española era, evidentemente, el primero que, por el prestigio de la institución y la protección oficial, podía lograr imponerse, a pesar de las concesiones a la conservación de grafías etimológicas, que, en menor medida y convenientemente razonadas o "disculpadas", aparecen también en Mayans. Para don Gregorio, sin embargo, este prestigio era nulo frente a la autoridad de sistemas más adaptados a la pronunciación, como el de Nebrija o el suyo propio, en el que hay que destacar la defensa de usos que, como hemos ido indicando en la exposición, años más tarde serían adoptados por la propia Academia. 150

CONCLUSIONES

Mayans propuso un sistema ortográfico fundado en el principio de existencia una sola grafía para representar cada sonido simple articulado de la lengua que se hablaba en su época, con lo que se sitúa en la tradición de los ortógrafos fonetistas. Pero sabía que la estricta aplicación de este principio, frente a la costumbre que había hecho que ciertas figuras se utilizaran para representar más de un sonido, conduciría su ortografía al fracaso, como había sucedido con las de Correas y Mateo Alemán. La necesidad de conseguir la fijación y generalización de la escritura de la lengua que debía ser vehículo de cualquier reforma de las letras españolas debía estar así, en algunos casos, por encima del mantenimiento de propuestas que serían coherentes, pero que, por ser innovadoras, pondrían en peligro su éxito.

Por otra parte, y a pesar de sus fervientes protestas contra la etimología como criterio ordenador de la ortografía, Mayans prefiere en ocasiones soluciones que respeten la forma latina. Cuando se refiere al uso de la Q en la combinación con U [ku] en ciertas palabras y al sonido que representa la H, lo que sería una conservación puramente etimológica queda explicada por una supuesta diferencia de pronunciación, apoyado en el caso de H en su tradicional valor como nota de aspiración, que aparecería también en el mantemiento de RH, TH e incluso CH para el sonido [k] en algunas palabras "peregrinas". En cuanto al uso de Q en palabras como qual o quando, apela nuestro autor a una pretendida diferencia de sonido con C. Esta idea sólo parece contar con el precedente de Valdés en la tradición ortográfica española. Sin embargo, el Diálogo de la lengua no fue, según todos los [Pg. 435] datos, el origen de la idea de Mayans, quien cita como fuente a Quintiliano.

De esta manera, las grafías cuya conservación sólo parece justificarse por razones etimológicas, como afirma Bordazar, se basan en unas supuestas pronunciaciones, en las que hay que pensar que Mayans creía, y que las harían coherentes con el principio general. Nuestro autor pasa por encima de opiniones tan autorizadas como la de Nebrija para conseguir un sistema ajustado al principio fonetista con las mínimas concesiones posibles a un uso común injustificado y, sobre todo, a la etimología.

En todo caso, Mayans realiza propuestas innovadoras para la época, que acabarían generalizándose cuando fueron aceptadas por la Academia.

Además, nuestro autor realizó una importante labor de recuperación y edición de obras de los siglos XVI y XVII que se ocupan, en mayor o menor medida, de la ortografía castellana. Mayans publicó el Diálogo de Valdés, el Arte de Trovar de Villena y, sobre todo, las Reglas de Orthographía de Nebrija. Del interés de Mayans por ampliar sus conocimientos sobre la tradición ortográfica española habla la nómina de tratados que aparecen en su Specimen y que fue aumentando. 151

Pero Mayans escribía sobre ortografía al mismo tiempo que la Academia daba a la luz sus propias propuestas. En el rechazo la ortografía académica hay que considerar, sin duda, los prejuicios que se derivaban de una larga historia de enfrentamientos; pero también las reticencias hacia un sistema que no se ajustaba a sus rígidos planteamientos teóricos sobre la correspondencia entre escritura y pronunciación. Mayans nunca aceptó un sistema que consideraba poco racional, a pesar de que la Academia Española era la única que podía conseguir el fin que Mayans proponía como fundamental: la fijación y generalización de una ortografía común para el español.

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1  Prácticamente hasta el siglo XIX se daba esta situación de caos ortográfico, tal como muestran los estudios globales que se han realizado sobre la historia de nuestra ortografía. Cf. Ángel Rosenblat, "Las ideas ortográficas de Bello", prólogo al tomo V de las Obras Completas de A. Bello, Caracas, 1951, págs. XXXI y XL; A. Esteve Serrano, Estudios de teoría ortográfica del español, Murcia, Universidad, 1982. Sin olvidar, además de otros que iremos citando a lo largo de este capítulo, los trabajos de R. J. Cuervo, "Disquisiciones sobre antigua ortografía y pronunciación castellanas", Revue Hispanique, 2, 1895, págs. 1-69 y 5, 1898, págs. 273-313; B. Escudero de Juana, Contribución al estudio del romance español. La "Ortografía" de Lebrija comparada con la de los siglos XV, XVI y XVII, Madrid, 1923; H. Leicht, "Estudios históricos de ortografía castellana", Investigaciones Lingüísticas, II, 1934, págs. 91-105; C. Brusiloff, "La evolución y las reformas de la ortografía española", Revista Nacional de Cultura, 52, 1945, págs. 15-32; F. Pardinas, "Notas sobre la evolución de la ortografía española", Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, II, 3-4, 1953, págs. 303-310; A. Alonso, De la pronunciación medieval a la moderna en Español, Madrid, Gredos, 1955; B. Dulsey, "Spanish orthography (1781-1796)", Hispania, XLI, 1958, págs. 211-213; C. Garigliano, "Notes on Spanish orthography", Hispania, XLII, 1959, págs. 564-567; M. K. Read, "Orthographical Theory in the Spanish Renaissance", Iberoromania, 8, 1978, págs. 42-53 y más recientemente, José Martínez de Sousa, Reforma de la ortografía española, Madrid, Visor Libros, 1991.

2  Las excusas aparecen tanto en el Abecé como en la Dedicatoria de sus Reflecciones (pág. XVI), donde escribe: "Los unos se admirarán de yo emplee el tiempo en este género de literatura. Yo sé que ignoran los tales que San Agustín, San Isidoro, Casiodoro, el Venerable Beda i otros grandes Maestros de la religión, se emplearon también en este assunto". B. Jiménez Patón escribía en el capítulo primero de su Epítome de la ortografía latina y castellana (1614), que citamos según la edición de A. Quilis y J. M. Rozas (Madrid, 1965), pág. 20: "Es tan poco el caso que de ella se hace, que ya me parece oyo decir a alguno: ¡Mirá con los trauajos que nos sale el maestro, quando todos esperauamos un gra[n] parto [...] A los quales no tengo que responderles más que lo que dice San Gerónimo: no se an de menospreciar las cosas menores, sin las quales, no se pueden alcançar las mayores". A pesar de todo, como indica Kukenheim (Contributión..., págs. 4 y 12), la ortografía es la cuestión lingüística que más preocupó a los gramáticos españoles de los siglos XVI y XVII, probablemente por ser aquella en la que las discrepancias eran más evidentes.

3  Mayans se refiere a la ortografía "que muchos llaman común" como "el escudo de los ignorantes", en su Prefación a las Reglas de Nebrija, pág. XXVIII.

4  Así lo indica en la carta que acompaña el envío de la Ortografía Española de Bordazar al marqués de Villena: "Voi buscando cómo obsequiar a V. Ex. i no hallo medio, si ya no es que lo sea elegir a V. Ex. por árbitro de una causa en que V. Ex. está interessado como parte principal. Tal es el asunto de aver de fijar la Ortografía Española, empressa ardua en que se está trabajando siglos ha, i en que tan felizmente ha trabajado essa sabia Real Academia de que V. Ex. es digníssima cabeza. Mas como la diligente observación de las etimologías de la lengua sea cosa superior a la común inteligencia, i sea necesario establecer una ortografía común a todo género de gentes, yo entiendo, Sr., que es expedito i llano medio el que yo practico algunos años ha, de seguir en todo a la naturaleza de las letras i a sus combinaciones primeras, de cuyo conocimiento i práctica son capaces aun los más rudos. Cada día veo la experiencia de esto, i uno de los testigos que puedo alegar es Ant[oni]o Bordazar, que, aviéndome oído hablar sobre este asunto, se ha tentado de escrivir i publicar esta breve Ortografía, i me ha quitado el trabajo de que hiciesse yo essa misma diligencia, para cuyo fin tenía apuntado algo. Antes, pues, de resolverme de echar el cuerpo al aire, deseo ver cómo se recibe en España este sistema ortográfico" (15-VI-1728, BAHM, 115).

5  "Mi sistema no es otra cosa que una sencilla interpretación del abecé español, en la qual sigo a los ortógrafos en sólo aquello en que todos ellos se conformaron entre sí, i dejo de seguirlos en qualquiera cosa en que discordaron. I como para la perfección de un sistema ortográfico sólo necessitamos de las reglas que dieron unánimes i no en discordia (lo cual es fácil de provar por vía de inducción) resulta una colección de reglas nada contrarias al sentir i uso universal, i, lo que es más digno de admiración, hijas todas de un solo principio, claro i evidente."

6  Mayans escribió el título de la obra con CC en las dos ediciones de las Reglas (ver bibliografía final). En el segundo manuscrito (a) del Abecé indica al referirse a la X: "Entre nosotros sólo equivale a la c i s, con una pronunciación de la c casi imperceptible. Por cuya causa yo no me atrevo a reprehender a d. Juan de Jáuregui, i a otros autores graves de la lengua castellana que escriven con x las palabras excelencia i reflección, pues si atendemos bien, pronunciamos la C distintamente i no la X (pág. [27]). En el primer manuscrito indica, también al referirse a la X (pág. 41), que representa la pronunciación de "dos espresiones consonantes, de las quales la una es final de la sílaba antecedente i la otra principio de la siguiente, como se ve en reflexión, que si bien se repara suena casi como si escriviésemos reflec-sión, i excelente como si escriviésemos eccelente, máxima, como mág-sima. Por eso, D. Estevan Manuel de Villegas escrivía eccesos (p. 92, p. 94) eccedo (p. 141), imitando en eso a los italianos". Sin embargo, en el Abecé Mayans escribe tanto reflexiones como reflecciones, aunque es más frecuente esta última forma (cf. la nota 144 de este mismo capítulo).

7  "El Corrector (que se elegirá para tres años, i se podrá confirmar todo el tiempo que pareciere) ha de ser notoriamente buen ortógrafo. Deve procurar que las obras escritas en español se impriman según pide la naturaleza de las letras i su destino uniforme, inequivocablemente expressivo de la pronunciación" (Constituciones de la Academia Valenciana (1742), § 27).

8  "Mi Abecé Español es manuscrito i contiene más erudición de la que manifiesta el título" (A Nebot, 23-I-1740 en Epistolario IV, pág. 26). "He convencido a todos los que me han oído sobre este asunto [la ortografía española], sobre el qual tengo escrito un libro de gran trabajo, i que dará regla a la ortografía, pero he suspendido publicarle por mis contradictores" (A D. de Arredondo, 10-II-1753, BAHM, 116). "Todavía no he publicado mi Abecé Español, que es una obra mui seria i de gran trabajo." (A M. López Caldeira, 6-V-1758, BAHM,156). "Más adelante publicaré yo mi Abecé Español, que tiene más gran saber que lo que muchos piensan" (A J. Marín, 1-III-1760, BAHM, 145).

9  La carta apareció publicada en las Cartas Morales.... Puede leerse ahora en el quinto volumen de las Obras Completas de Mayans, págs. 278-279. Existe otra carta inédita dirigida a este ortógrafo que se conserva en la BAHM.

10  "De la Orthographía Castellana han escrito muchos, de que acaso pudiera hacer algún catálogo, aunque no me atrevo a emprender trabajo tan prolixo. Procuraré para alguna satistacción mía, buscar a V. M. un papelito harto bueno que escrivió uno de la R[ea]l Academia" (De J. Interián de Ayala, 4-9-1723, BAHM, 49).

11  "Van con este pliego la Orthographía de mi amigo el Sr. Dn. Adrián de Conique en cinco pliegos, que V. M. podrá ver por allá despacio, y seguirá en lo que le pareciesse, o no seguir o dar librem[en]te su sentencia: que éste y no otro es y debe ser el estilo y libertad de la Rep[ública] Literaria" (BAHM, 49). El 6 de octubre de 1723 le había escrito: "El papelito de la Orthographía del Sr. Dn. Adrián de Conig no le tengo en estado de poderse enviar. Le buscaré, que espero hallarle y en ese caso irá sin duda" (De J. Interián de Ayala, BAHM, 49). Adrián Connink fue el autor del "Discurso Proemial sobre la ortografía" del Diccionario de Autoridades (1726).

12  En la carta a F. de Velasco que hemos citado más arriba (20-VIII-1757), Mayans ya indica que el Abecé estaba encuadernado.

13  Debemos agradecer la consulta de este texto a D. Antonio Mestre, quien con gran generosidad nos lo hizo llegar en su momento.

14  Gregorio Mayans y Siscar, Abecé Español, estudio y edición de M.ª José Martínez Alcalde, Madrid, Arco Libros, 1991. Resumimos en este apartado algunas de las ideas que exponíamos en estudio introductorio de esta obra y añadimos otras no recogidas allí.

15  Habla allí de "un borrador en malíssima letra, lleno de notas marginales, i encuadernado".

16  En nuestra edición aparecen diferenciadas y numeradas cada una de estas proposiciones.

17  Ésta era una metodología descriptiva bastante habitual en los tratados ortográficos. Destaca en Mayans, sin embargo, la voluntad de sistematización, para lo que sigue el citado esquema de proposiciones, separando reglas, explicaciones y notas eruditas. La preocupación por el método era, por otra parte, una constante en la obra de Mayans. Cf. J. Siles, "Los orígenes de la lengua española...", págs. XXV-XXVI; Evangelina Rodríguez Cuadros, "La voluntad orgánica...", pág. 40; M. J. Martínez Alcalde, "Aproximación al sistema etimológico mayansiano", Actas del Primer Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, Madrid, Arco/Libros, 1988, vol. I, págs. 909-918.

18  El sistema que sigue aquí Mayans respecto a los encabezamientos y disposición de la explicación de cada una de las letras, es similar al que aparece en el capítulo X de la Ortografía Castellana de Mateo Alemán, quien, junto con Gonzalo Correas, era uno de los autores más admirados y citados por nuestro autor, aun cuando no compartiera todas sus innovaciones ortográficas. Citaremos la obra de Alemán por la edición de J. Rojas Garcidueñas, estudio preliminar de T. Navarro Tomás, México, El Colegio de México, 1950. En su segunda carta a J. H. Valiente (cf. supra nota 9) escribe Mayans: "Yo entiendo que los primeros españoles que aplicaron el abecedario latino a la lengua española, pudieron aplicarlo mejor, quiero decir con una uniformidad más sencilla, como lo manifiestan los sistemas ortográficos de Matheo Alemán i Gonzalo Correas, i últimamente el de V. M". Sin embargo, indica que "como las letras significan según el beneplácito de los hombres, no está en el arbitrio de este ni del otro particular el variar aquella universal destinación" (20-II-1732, BAHM, 144). Cf. P. M. Piñero Ramírez, "La Ortografía castellana del sevillano Mateo Alemán", Archivo hispalense, 141-146, 1967, págs. 179-239.

19  Dolores Azorín y Emilio Feliu, "Un manuscrito olvidado de D. Gregorio Mayans y Siscar: El Abecé Español", Estudios de lingüística, 3, Universidad de Alicante, 1985-86, págs. 269-285. El artículo se refiere, únicamente, a los manuscritos del volumen encuadernado.

20  "Yo para que escrivas bien, uniformemente i con facilidad, te doi una sola [regla], tal que de ella no te puedas olvidar sin olvidarte primero de la Cartilla. ¿Qué falta, pues, sino echar confiadamente esta última proposición" (Abecé, 1, págs. 70-71).

21  Al tratarse de dos redacciones, nos referiremos a ambas como "segundo manuscrito", siguiendo la ordenación del propio Mayans en el volumen encuadernado; pero, al aludir a ellas, distinguiremos la del manuscrito suelto, que, como hemos indicado, parece la primera, con la letra (a), y la del volumen encuadernado, con la letra (b). En las citas nos referiremos a los distintos manuscritos, respectivamente como Abecé, 1; Abecé, 2 (a) y (b); Abecé, 3 y Abecé, 4.

22  "Yo soi de parecer que quando la u después de la g se haya de pronunciar (que son pocas veces) se ponga antes de la u la h de este modo, ghuante, aghuero. Dévame esta distinción la lengua española" (Abecé, 2 (a), págs. [12-13]).

23  D. Azorín y E. Feliu, art. cit., págs. 277-278.

24  A las referencias citadas se añade la que aparece en el Specimen (pág. 38) cuando Mayans comenta su edición de las Reglas de Nebrija: "Equidem ego illud jure mihi vindicare videor, quod plusquam annos duodecim antequam viderem Antonii Nebrissensis Orthographiam, ipsissimam doctrinam excogitavi, & secundum eam scripsi Artem Orthographicam, cui titulum feci Alphabetum Hipanum, ex quo paucula decerpsi, ut Nebrissensis Regulas illustrarem, quas antea inventu difficillimas, usus publici feci; ostendique me non novam, sed communis Hispaniae magistri doctrinam proponere. Meam autem plenius aliquando, Deo volente, ostendam".

25  Cf. A . Mestre, El mundo intelectual..., págs. 123-200; V. Peset, Gregori Mayans.., pág. 397. Otro dato apunta a una fecha igual o posterior a 1728: en la página 62, Mayans nombra a Bordazar entre los escritores de tratados de ortografía que han utilizado la I para escribir la conjunción copulativa, y la primera edición de la Ortografía Española de Bordazar es de 1728.

26  El párrafo citado dice lo siguiente: "El reparo mayor es acerca de la Y, como conjunción; pero el uso común lo tiene tan assentado, que en algunos autores, que han usado de la I latina en su lugar, ha sido notado como extravagancia".

27  "Un amigo me pidió razón de la ortografía: medité i sin aver visto la de Lebrija discurrí del mismo modo" (a Fernando de Velasco, 30-VII-1757, BAHM, 155). "Estoi mui contento de que, sin aver visto la [Ortografía] de Antonio de Lebrija, pensé lo mismo que aquel gran Maestro de los españoles más de doce [tachado: `diez¿] años antes que viesse su Ortografía, la qual hice imprimir, i es la que prevelecerá en España" (a Fernando de Velasco, 27-V-1758, BAHM, 155). "Hice imprimir en Madrid las Reglas de Ortografía de la Lengua Castellana compuestas por el Maestro Antonio de Lebrija, a las quales añadí algunas Reflecciones para que se viesse que la Ortografía que yo avía ideado era la misma que la de aquel Maestro Universal de toda España, de que yo no tenía noticia alguna hasta que la vi en la Real Biblioteca, i, por ser tan rara, la hice reimprimir, i ya se encuentra con gran dificultad" (a M. López Caldeira, 6-V-1758, BAHM, 156). En el Abecé sólo se citan dos obras de Nebrija: el Vocabulario hispano-latino y, sobre todo, con grandes alabanzas, el Diccionario latino-español de 1492.

28  D. Azorín y E. Feliu, art. cit, p. 279.

29  Quintiliano, Inst. Orator., I, VII. Escribe Mayans a A. M. Burriel: "Hemos de leer i pronunciar lo que se escrive, i lo hemos de leer i pronunciar según se escrive, luego se ha de escrivir con relación a la pronunciación. Esta relación deve ser expresiva pues si puede serlo inequivocablemente será mejor" (16-I-1745, Epistolario, II, pág. 70). También a D. de Arredondo (17-II-1753, BAHM, 116): "Que la escritura deva representar la pronunciación es regla de todos los ortógrafos, griegos, latinos, italianos, i aun franceses i de todas las naciones que han tenido i tienen letras".

30  Tradicionalmente se apunta a Nebrija como el iniciador de la línea que considera la pronunciación como criterio ordenador de la ortografía castellana, frente a una corriente etimologista minoritaria. Cf. A. Esteve, Estudios...; A. Quilis, estudio introductorio a las Reglas de Nebrija, págs. 34-41 y ed. de la Gramática Castellana de Nebrija, pág. 53; R. J. Cuervo, "Disquisiciones sobre antigua ortografía y pronunciación castellanas", Revue Hispanique, 2, 1895, págs. 1-69 y 5, 1898, págs. 273-313. No faltan, sin embargo, las matizaciones. J. M. Pozuelo, siguiendo a Kukenheim (Contributions..., pág. 19), señala: "Nebrija era partidario, tanto en la Gramática como en la Ortografía, de la ortografía etimológica, a pesar que no lo manifieste explícitamente" (pág. 36). A. Rosenblat había apuntado ya esta idea ("Las ideas...", pág. XXX). A. Salvador Plans también señala cómo incluso los autores partidarios de la exacta adecuación entre grafía y pronunciación, no plasmaron después de forma exacta en su ortografía estos postulados teóricos, salvo casos como el de Correas (A. Salvador Plans, "La adecuación entre grafía y fonema en los ortógrafos del Siglo de Oro", Anuario de Estudios Filológicos, III, 1980, pág. 227).

31  Cf. supra nota 18. Mayans admiraba la coherencia de los sistemas de ambos autores, que son los más citados en el Abecé y en las cartas de Mayans hasta que conoció las Reglas de Nebrija. Señala, sin embargo, su error al proponer tesis demasiado novedosas, lo que, según señala, llevó a sus respectivos sistemas al fracaso; pero los considera como modelos por su consecuencia. Taboada, en su edición del Arte Kastellana indica: "El siglo XVIII, dominado por criterios de purismo y tradicionalidad, no vería con agrado las reformas ortográficas propuestas. Como representante más notable de esta posición, G. Mayans y Siscar aprovecha cuanta ocasión se le ofrece para atacar toda innovación" (pág. 68). Es cierto que Mayans buscaba obtener un sistema de común aceptación; pero, en general, alude a Correas con admiración, como puede apreciarse en su correspondencia con Cerdá, al que manifiesta:"Nunca he visto la Ortografia de Correa de otra impressión que la que tengo [Salamanca, 1630: cf. Specimen (pág. 138)] o posterior a las impressiones que él hizo el [sic por "en"] octavo. Yo estimo mucho qualquier obra suya; porque su doctrina es mui sólida" ("Correspondencia literaria...", pág. 433).

32  La Academia señalaba en 1741 (Ortografía, pág. 105): "Nuestra desgracia consiste en que no hay uso constante sino en una, u otra voz: pues en lo general cada uno abusa de su pluma, escribiendo mal, si pronuncia mal, y escribiendo mal, aunque pronuncie bien".

33  La etimología como criterio "obliga a gravíssimas, e insuperables dificultades, porque hace dependientes la ortografia del conocimiento de las etimologías, conocimiento tan vasto, e incierto, que no ai hombre, por erudito que sea, que no ignore, o dude millares de ellas" (Reflecciones, pág. 65). Cf. supra nota 29. La misma reflexión aparecía en autores como Bordazar o Terreros. Cf. A. L. Amunátegui Reyes, "Esteban de Terreros i Pando i sus opiniones en materia ortográfica", Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal, I, 1925, págs. 113-135, espec. p. 129; D. Azorín, "Don Gregorio Mayans y la polémica...", págs. 108-117.

34  Dice la primera proposición del primer manuscrito: "Deseando los hombres esplicarse sin hablar, aun estando ausentes, inventaron las letras para que, colocadas éstas devidamente, significasen i supliesen la viva voz, de manera que, así como la palabra es imagen del pensamiento, fuesse la escritura copia de aquella imagen representando siempre el primer original". La propuesta es muy similar a la del principio primero de las Reglas de Nebrija que indica que "assí como las bozes y las palabras responden a los conceptos, assí las figuras de las letras han de responder a las bozes", idea, como casi todas las demás de las Reglas, anteriormente recogida en la Gramática de la lengua castellana y en otras obras como De vi ac potestate litterarum, Salamanca, 1503, cap. I (cf. la edic. de A. Quilis y P. Usábel, Madrid, SGEL, 1987, pág. 78).

35  Breve historia.... pág. 35.

36  "Doctrina fonética de Juan Pablo Bonet (1620)", RFE, VII, 1920, pág. 151.

37  "L¿ortographe du castillan d¿après Villena et Nebrija", RFE, LIV, 1971, pág. 91. Cf. la matización de A. Quilis en su estudio introductorio a las Reglas de Nebrija, págs. 36-41.

38  En carta dirigida a Mayans en diciembre de 1738 (Epistolari, I, pág. 279) el P. Daniel Finestres se refiere a este mismo problema y distingue entre lo que llama "letra formal" (pronunciación) y "letra material" (figura).

39  "Cada nación inventó, o imitó, o recibió de otra nación tanto número de letras quantas fuessen necesarias para expresar todos los sonidos simples i articulados, a los quales (cortíssimos en número) como a otros tantos elementos se redugessen todas las pronunciaciones del idioma en que se pretendía escrivir" (Abecé, 1, pág. 4). "Qualquier abecedario deve ser completo, esto es, deve contener tantas letras quantas sean bastantes para que, representando cada una de ellas un sonido simple, todas juntas representen quantos sonidos simples ai en toda la lengua, i combinadas entre sí respondan a quantas combinaciones de pronunciaciones puede aver en adelante en dicha lengua" (Ibíd., pág. 9).

40  Es la misma idea que se recoge en el principio tercero de las Reglas de Nebrija, por el cual "la diversidad de las letras no está en las figuras dellas, sino en la diversidad de la pronunciación".

41  Podemos aplicar a la idea de Mayans lo señalado por A. Quilis en su estudio de las Reglas de Nebrija (pág. 34): "Es obvio que en la época de Nebrija, ni aún mucho después, se poseía el concepto actual de fonema, pero sí hay en la mayoría de los gramáticos antiguos, una idea bastante clara de lo que son las unidades fónicas". Cf. Jesús Mosterín, La ortografía fonémica del español, Madrid, Alianza Universidad, 1981, págs. 26-36.

42  "Los conceptos del entendimiento responden a las cosas, las palabras responden a los conceptos del entendimiento, los sonidos responden a las palabras que forman, y las figuras de las letras son imágenes de los sonidos. Dicho de otro modo, entre el significante y el significado, entre la letra y su sonido existe (en su origen) una relación de naturaleza, no de mera convención" (A. Alonso, "Noticias de Nebrija...", pág. 5).

43  A. M. Burriel a G. Mayans, 2-V-1745: "No admito que deba ser la pronunciación utcunque la regla de la escritura pues, aunque las letras se inventasen para suplir las pronunciaciones y aún tengan esta relación con su significado, con todo eso en realidad lo que pasa es que no corregimos por la pronunciación la escritura, sino antes ésta, observada en los mejores, nos da noticia, como debe ser, y nos corrige la pronunciación. La pronunciación no es fixa, ni puede serlo; varíase sin que nosotros podamos conocer del todo la variedad y aun lo que en esto conocemos es sólo por nuestros venideros. [...] Haviendo tanta variedad en la pronunciación, ¿cómo ésta ha de ser regla para bien escribir? Si todos fueramos labii unius estaba bien, pero si cada uno pronuncia a su modo, ¿qué confusión no será si cada uno ha de seguir su pronunciación?" (Epistolario, II, pág. 119). Por otra parte, tal como indica A. Rosenblat ("Las ideas...", pág. LXV), aunque todos hablaran y pronunciaran de un mismo modo tampoco se podría saber cual sería la escritura correcta.

44  "Aquello sin duda será uso que uniformemente practiquen sabios i ignorantes. Aquello puede tener sospecha de abuso, en que los hombres eruditos van encontrados; en cuyo, caso es sospechosa la autoridad por ser parcial i tener contradicción; i únicamente la razón es la que debe decidir" (primera carta a J. H. Valiente, 23-I-1732). "Mi sistema no es otra cosa que una sencilla interpretación del abecé español, en la qual sigo a los ortógrafos en solo aquello en que todos ellos se conformaron entre sí, i dejo de seguirlos en qualquiera cosa en que discordaron" (Carta-dedicatoria , § 14, pág. 245).

45  En las Reflecciones aparecen "el", "en", "er", "es" y "ex" en lugar de "ele", "ene", "ere", "ese" y "ex, ix, exis", que son los nombres que estas letras reciben en la Cartilla del primer manuscrito del Abecé.

46  Indica en el texto que son veintisiete, pero, inmediatamente a continuación, cita veintiocho, de las que se debería excluir, según sus propias palabras posteriores, la H: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, o, p, q, r, s, t, u, v, x, y, z, a las que se añaden ch, ll y ñ.

47  "Las letras son las siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, ch, i, j, l, m, n, o, p, q, r, s, t, u, v, x, y, z, rr, ll, ñ, a que se suele añadirse & que se abreviatura de et, para que quando se halle escrita se conozca. Si ya no es, que algún erudito la añadiesse, porque en las antiguas Cartillas no se ponía la ch, lle, ñe." La Academia incorporó CH, LL, Ñ al alfabeto castellano, como "letras propias nuestras" en la edición de su Ortografía de 1754.

48  "Tengo por cierto que en los primeros abecedarios que huvo en el mundo precederían las vocales, como letras príncipes, i aquel que tan sabiamente inventó las letras las colocaría bien, esto es, en el orden más natural o más conveniente para su combinación i uso. Pero ahora el orden del Abecé más parece procedido del acaso que hecho de propósito, i así, vemos que las cinco vocales están derramadas i las consonantes sin orden racional. Bien que he observado que, si atendemos al abecedario latino antiquíssimo, a cada vocal le siguen tres consonantes..." (Abecé, 1, pág. 14).

49  "Yo tengo por blanco la utilidad común; no la ostentación de dotrina (si ai alguna en mí) para solicitar vanos aplausos" (Reflecciones, pág. XV). En el primer manuscrito del Abecé (pág. 71) señala cómo deberían ser los maestros que enseñasen la ortografía, y entre otras cosas señala: "Se ha de procurar que no sea atropellado el maestro, ni colérico, tal que si el niño titubea o tropieza, no se le apresure, aturda, ni turbe, sino con suavidad le advierta lo que conviene, procurando que las amenazas o castigo sean posteriores a la lición". En carta a Millera indica que los libros en que aprenden los niños "deven ser escritos con la mejor orthografía" (Epistolario, I, pág. 62)

50  Ya en 1587 un grupo de maestros presentó un memorial a Felipe II en el que señalaban el mal estado de la escritura española y solicitaban que se examinase a los maestros de primeras letras, lo mismo que hará Mayans más de un siglo después. Cf. A. Rosenblat, "Las ideas...", pág. XLI.

51  Cf. A. Quilis, Estudio introductorio a las Reglas de Nebrija, ed. cit., págs 50-52; B. Hála, La sílaba. Su naturaleza, su origen y sus transformaciones, Madrid, CSIC, 19732, pág. 22.

52  Abecé, 1, pág. 13-15; 2 (a), págs. [35-36]; 3, pág. [3].

53  Sobre dichas descripciones en ortógrafos anteriores, cf. A. Alonso, "Examen de las noticias de Nebrija sobre antigua pronunciación española", NRFH, III, 1949, pág. 18; C. García, ed. de la Gramática Castellana de Villalón, pág. XLVII; L. Nieto, Estudio introductorio al Tractado de A. Venegas, págs. 16-19.

54  Abecé, 4, pág. [1].

55  A. Bordazar distingue en las vocales una gradación que denomina "natural" (a, e, i, o, u) que es la establecida por "los investigadores de la naturaleza" (pág. 135), aunque en su Ortografía Latina (pág. 10) dice que la llama así "por la costumbre que tiene el oído". Habla también de un "orden armonioso" (i, u, e, a, o) del que no se especifican los criterios. Las razones que algunos tratadistas ofrecen para justificar la ordenación de las vocales son, en muchos casos, pintorescas. Según algunos autores, la articulación de la A se localizaba dentro del pecho, la u entre los labios, y en puntos intermedios, de dentro a fuera, e, i, o. Mateo Alemán recoge esta idea matizando que la a es la primera "por ser la más próxima de todas al coraçon" (Ortografía española, ed. cit., págs. 39 y 75). Por su parte, Jiménez Patón señala que la a "es la primera [letra] que pronuncian todos (principalmente los varones) cuando nacen. De a donde vino a tomarse por el principio de cualquier cosa" (Epítome, pág. 27). Cf. T. Navarro, "Doctrina...", pág. 162. Como dato curioso, podemos señalar la observación de C. Ros, según la cual el punto que se pone encima de la i es "para más animarla, ya que es tan femenina y cobarde" (C. Ros, Práctica de orthographía para los dos idiomas, castellano y valenciano, Valencia, 1732, pág. 4).

56  Respecto a la A señala que es "la primera de las letras por la facilidad incomparable con que se pronuncia" y que "se profiere abriendo la boca i arrojando el aliento". Añade, además, que "es letra vasta, sonora i magnífica" por lo que "su freqüencia hace tan magestuosa la lengua española" (pág. [4]). No hay ninguna descripción articulatoria de la E, de la que sólo apunta que es "clara i elegante, i la que menos fastidio causa muchas veces repetida", aunque añade que "es letra poco grave" (Ibíd., pág.[9]). En la misma línea, indica que la I "es exil, tiene lugar en cosas leves i agudas i muchas veces repetida ofende los oídos" (Ibíd., pág. [17]). La O, por su parte es "mui sonora, vasta i magnífica, i a propósito para significar la voz o sonido de grandes cuerpos de animales" por lo que "su freqüencia hace magnífica la lengua española en las finales" (Ibíd., pág. [21]).

57  Nebrija y el Anónimo de Lovaina de 1559 (Gramática de la lengua vulgar de España, Lovaina, 1559, edición facsimilar y estudio de A. Roldán, Madrid, CSIC, 1977) niegan su existencia en español. Antonio del Corro señala seis vocales contando la ípsilon (Reglas gramaticales, pág. 12; cf. también las págs. 33-34 del Estudio introductorio de L. Nieto en su edición de esta obra). Jiménez Patón cuenta cinco, aunque señala también la existencia de la ípsilon, proponiendo llamarla "y mayor". Correas no la cuenta entre las vocales. Bordazar, como Mayans, la considera consonante "desprendida enteramente de aquel empleo griego que era de upsilon" (Ortografía Española, pág. 135). C. Ros, por el contrario reconoce seis vocales, incluyendo la y (op. cit., págs. 4-5). B. de San Pedro también admite la Y como vocal [i] sólo para los vocablos de origen griego (Arte, II, pág. 185). La Academia considera en 1726 la Y como índice de dos valores, uno vocálico y otro consonántico. Cf. L. Nieto, Estudio introductorio al Tractado de Venegas, págs. 20-22.

58  Cf. también el 2 (a), pág. [29].

59  "Syllaba est comprehensio literarum consequens, sub uno accentu, et uno spiritu prolata; abusive tamen etiam singularum vocalium sonos syllabas nominarum..." (Institutiones grammaticae , Keil, II, pág. 44).

60  Gramática de la lengua castellana, ed. cit., pág. 135. Cf. M. Maquieira, "La sílaba en la teoría gramatical del siglo XVI", Estudios humanísticos. Filología, 7, 1985, págs. 99-123; M.ª Dolores Martínez Gavilán, "La sílaba en la teoría gramatical del siglo XVII", ibíd., págs. 125-144.

61  Abecé, 1, pág. 54 y 3, pág. [11].

62  La nómina de autores que ofrecemos no pretende ser exhaustiva, y, por otra parte, las exposiciones de algunos autores admiten matizaciones. Cf. M. Maquieira, "La sílaba...", págs. 115-120 y M.ª D. Martínez Gavilán, "La sílaba...", págs. 132-136. Es especial el caso de A. del Corro que niega la existencia del diptongo en español (Reglas, pág. 15).

63  También lo distingue explícitamente Gonzalo Correas en el Arte Kastellana, aunque lo incluye en la nómina: "El diptongo ou no se halla en ninguna palavra kastellana, sino en concurso con uno u dos, Sancho u Pedro, paso una buena carrera, la o i la u se xuntan en ditongo por sinalefa, en portughes ai muchos, i en griego mouro, touro, mousa, i ninguno en latin" (Arte Kastellana, ed. cit., pág. 104).

64  Gramática castellana, ed. cit., pág. 136. Cf. A. Quilis, Estudio introductorio a las Reglas de Nebrija, págs. 77-78.

65  T. Navarro Tomás, "Historia de algunas opiniones sobre la cantidad silábica española", RFE, VIII, 1921, págs. 30-37.

66  Tractado..., ed. cit., pág. [75].

67  Gramática castellana, ed. cit., pág. 154. Cf. Navarro Tomás, "Historia...", pág. 32; A. Esteve Serrano, op. cit., págs. 421-459.

68  Señala que el acento es necesario "principalmente en los apellidos, para que el que nunca ha oído pronunciarlos, encontrándolos bien acentuados sepa si deve pronunciarlos breves o largos en la sílaba penúltima o última" (Abecé, 1, págs. 82-83). En una carta a A. Sales, en la que da instrucciones para una impresión, indica: "Siempre que haya interrogación, procure Vmd. que pongan acento grave sobre el què, i en la primera sílaba de còmo i sobre , para que facilite la lección dándole el tono interrogativo" (8-VII-1741, BAHM, 130).

69  En palabras de Navarro Tomás, la determinación del concepto acento es uno de los aspectos más difíciles del estudio de la pronunciación. Señala que se llama sonido acentuado a aquel "sobre el cual recaen principalmente la intensidad, la cantidad y el tono" (Manual de pronunciación, pág. 24). Un resumen de las consideraciones de distintos estudiosos sobre la naturaleza del acento puede verse en A. Quilis, Fonética acústica de la lengua española, Madrid, Gredos, 1981, págs. 320-326.

70  Las mudas, a su vez, se podían dividir en tenues, medias y aspiradas; mudas se llamaban, según ciertos autores, si el nombre empezaba por su sonido y acababa en e (p, b, ph, t, d, th, c, g, ch); semivocales, al revés (m, n, l, r, s). Otra tradición clásica, recogida por Nebrija, señala que las semivocales suenan menos que las vocales, pero más que las mudas (cf. A. Alonso, "Noticias...", pág. 13).

71  Coincide así con Villalón, Venegas y Bernabé del Busto (Arte para aprender a leer y escreuir en romance y latín, 1532, cit. por La Viñaza). Cf. L. Nieto, Estudio introductorio a la ed. cit. del Tractado de Ortographía de Venegas, págs. 27-29.

72  Ortografía castellana, ed. cit., págs. 39-40.

73  "Dexo las divisiones de griegos i latinos, de mudas i semivocales, porque para nosotros son impertinentes, i aun para ellos no son de sustanzia" (Arte Kastellana, ed. cit., pág. 103).

74  "¿No tendremos también nosotros que distinguir, primero, las vocales y, después, entre las demás según los géneros, las consonantes y mudas (así las llaman los entendidos), y también las que no son vocales, pero tampoco mudas?" (Platón, "Cratilo" en Diálogos, vol. II, Madrid, Gredos, 1983, pág. 435).

75  El nombre es también el criterio de Bordazar (Ortografía Española, pág. 13), de B. Martínez Gómez Gayoso (Gramática de la Lengua Castellana reducida a breves Reglas, y fácil méthodo para instrucción de la Juventud, Madrid, Juan de Zúñiga, 1743, pág. 7).

76  Coincide hasta aquí la descripción literalmente con la que ofrece Mateo Alemán en su Ortografía Castellana (ed. cit., pág. 81). No coincide, sin embargo, con la misma literalidad la descripción de la V, aunque M. Alemán también la describe como labiodental. En la Rhetórica de Mayans, aparece la siguiente descripción: "La B, que se pronuncia apretando los labios, es buena para denotar la estrechura".

77  La oposición de b y p sólo es abordada como tal por algunos autores como López de Velasco o Jiménez Patón. El interés se centra con mayor frecuencia en la oposición con la v, que es la que plantea problemas ortográficos. J. Patón se limita a señalar la P como letra sorda y a indicar que la B tiene un valor intermedio entre p y ph (ed. cit., págs. 30 y 54). López de Velasco, más explícito, caracteriza también la p como muda, pero añade que se pronuncia con los labios "más apretados" y "con más espíritu" que para la b (Orthographia..., pág. 181; cf. J. M. Pozuelo, op. cit., pág. 60). La mayor energía articulatoria se relacionaría con el carácter sordo de la consonante (compensación de la falta de vibración de las cuerdas vocales), en una relación que también se da en la descripcion de la oposición d / t. Tal como indica Navarro Tomás, las sordas suelen denominarse "impropiamente" consonantes fuertes, duras o ásperas, y las sonoras blandas o suaves (Manual de pronunciación española, Madrid, CSIC, 1980 [20ª ed.], pág. 22).

78  Según A. Alonso, "parece que en el siglo XVI la confusión b-v estaba reducida a Castilla la Vieja, y no toda, según los testimonios; León y Aragón debían acompañarla parcialmente" ("Examen...", págs. 68-69). En 1531 Alejo Venegas, Mateo Alemán en 1609 y Gonzalo Correas en 1626 describen como labiodental la articulación de la v, aunque según R. Lapesa (Historia..., págs. 39-40, 205-206 y 370-371), desde finales de la Edad Media no existía la v labiodental en Aragón, Castilla la Vieja y otras regiones norteñas, hasta Cataluña de un lado y norte de Portugal de otro, aunque en la mitad meridional de España la distinción se mantendría, al menos parcialmente, hasta el XVI. Dámaso Alonso señala que, aunque sólo desde el XVI los gramáticos denuncian confusiones entre b y v, ya que es entonces cuando se escribe sobre el tema por primera vez, la confusión debió darse, según el testimonio de textos medievales, ya en la primera mitad del siglo XV "en todo el norte castellano o castellanizado, en centro y en parte del sur peninsular" (D. Alonso, "b = v en la Península Hispánica", Obras Completas, vol. I, Madrid, Gredos, 1972, págs. 215-290, cita pág. 253). Cf. A. Alonso, De la pronunciación medieval a la moderna en español, Madrid, Gredos, 1976, tomo I, págs. 21-61, donde recoge de forma detallada los testimonios que sobre la pronunciación de la b se ofrecieron hasta el siglo XVIII. Señala A. Alonso (ibíd., pág. 38) que "la confusión española de b y v existía ya a finales del XV, aunque el uso general distinguía los dos fonemas". L. Nieto (Estudio preliminar al Tratado de Orthographia de A. Venegas, págs. 36-41) matiza las afirmaciones de A. Alonso y de R. Lapesa, que sigue a D. Alonso. L. Nieto recoge los testimonios de autores que se refieren la articulación labiodental y en cuyas descripciones puede observarse el proceso progresivo de confusión con la b (López de Velasco, Antonio del Corro, Pedro de Madariaga, Francisco de Robles, el propio A. Venegas, A. de Torquemada y B. Ruiz) y señala que la pérdida de la v labiodental "debe relacionarse pura y simplemente con el problema del ablandamiento de las consonantes y con el hecho de la sinrazón de su existencia al desaparecer (recordemos el paso f- ¿ h¿) la oposición labiodental e integrarse ¿ en las labiales, rellenando el hueco de ph" (pág. 41). Cf. también L. Nieto Jiménez, Estudio introductorio a las Reglas Gramaticales de A. del Corro, págs. 36-37; M. Maquieira, "Las descripciones de B/V en las ortografías del siglo XVI", Estudios humanísticos. Filología, 11, 1990, págs. 151-162. Para un estudio del problema desde el punto de vista de la ortografía, desde Nebrija hasta la actualidad, puede verse A. Esteve Serrano, op. cit, págs. 139-204.

79  Más compleja es la descripción que aparece en la Rhetórica: "La V consonante se pronuncia encorvando algo la lengua i apretando con la parte inferior de ella los dientes superiores i inferiores contiguos, algo abiertos los labios i despidiendo la respiración de esse modo. Esta espressión es mui propia de quien manifiesta su dolor, porque el que le tiene aprieta los dientes sobre los labios, despidiendo assí sus gemidos" (pág. 499).

80  A. M. Burriel le escribe a Mayans: "Vmd. pone a debe, escribe, sabe con v consonante y así otros que nosotros atendiendo al origen y no repugnándolo la pronunciación escribimos con b" (16-I-1745, Epistolario, II, pág. 70).

81  Terreros se refiere, precisamente, a la diferencia de la pronunciación en Valencia, aunque matiza que esta diferencia es poca: "En ciertas partes de España [Valencia V. g.] le dan alguna diferencia, aunque poca, a la pronunciación de b, respecto de la v" (Prólogo a su Diccionario, pág. XXVI).

82  En el XVIII, algún otro ortógrafo, como J. Blasi, catalán, achacaba la confusión a la falta de preocupación de los maestros en enseñar la correcta pronunciación, que sería labiodental para la V (Epítome de la Orthographía castellana con elementos de typographía, y un modo para enseñar de leer bien, Barcelona, 1751, págs. 48-49). El influjo de la Academia, que da como hecho consumado la confusión en 1726, y la tradición pesa en autores como Terreros, que, aunque respeta las dos grafías, reconoce la confusión (Prólogo a su Diccionario Castellano..., pág. XXVI). Sin embargo, no faltan soluciones radicales como la de Hervás y Panduro, que propone suprimir una de las dos letras; pero, en contra de lo que podría pensarse, señala que la pronunciación general se aproxima más al sonido de v que al de b. Señala que si no enseñan los maestros a pronunciar la b, "esta letra se debe desterrar como inútil del alfabeto español, pues en toda España las letras b y v se profieren con un mismo acento, el cual suena más como v que como b" (Escuela Española de Sordomudos, Madrid, 1795, pág. 207). Más que al carácter labiodental, podría referirse quizás aquí a una articulación de tipo fricativo.

83  Carta de Mayans a A. Sales (22-IX-1742, BAHM, 130): "Ahora que hablo de aprovación, Vmd. haga que esta palabra se escriva con V i no con B, contra la opinión de nuestro amigo Bordazar, pues assí lo escriven los valencianos en su lengua, que es la que da lei en la V a los castellanos, i los más eloqüentes de ellos assí lo han practicado. I lo mismo hacen los italianos, sin atender al origen en esta i semejantes voces i en los pretéritos imperfectos". Carta de Bordazar a Mayans (10-X-1742, BAHM, 2): "Lo que llevo mui mal es q[ue] V. M. ha dado aora en trocar las bb i vv dejándose llevar (lo que jamás ha hecho) del ejemplo viciado común de Castilla, siendo assí q[ue] de los valencianos hemos sido i somos los oráculos de essas dos letras. I V. M. ha escrito millares de veces aprobación i no aprovación, como otras muchas q[ue] no se me ocurren: vea V. M. mi ortografía i defiera V. M. a ella en esto". Carta a A. Sales (27-VII-1743, BAHM, 130): "Veo que Ant[oni]o Bordazar insiste en su errada opinión de escrivir probar i prueba en lugar de provar i prueva, siendo assí que tiene contra sí a Santa Teresa de Jesús, D. Diego de Mendoza, los PP. Granada i León, en una palabra, a todos los que han escrito bien en la lengua castellana, porque los castellanos dados a letura de libros italianos i lemosinos, se apartaron del origen latino en estas i semejantes palabras. La lengua valenciana es la que decide estas i otras dudas sobre si se ha de escrivir B o V".

84  Hay que tener en cuenta que la variante "apitxada" del valenciano, que es la que se habla en la ciudad de Valencia, se produce la confusión entre ambas pronunciaciones.

85  "Me ha causado admiración que admita V. M. en la pronunciación i estritura de dos íes, vocal i consonante, llamando a esta Ye (cosa que apruevo) i despache V. M. en la escritura la ve, teniendo la pronunciación española dos úes, una vocal y otra consonante: pronunciaciones que verdaderamente son distintas i no fantásticas, como V. M. piensa" (segunda carta de Mayans a J. H. Valiente, 20-II-1732).

86  A. Bordazar considera esta aportación como fundamental y alude a ella en varias ocasiones en su Ortografía Española (págs. 26, 34, 128, 132, 142 y 172), donde alega en su favor la autoridad de una serie de autores, entre los que aparecen Mayans y la Academia, utilizada más como argumento de ataque contra Mañer que como criterio real de autoridad. Kukenheim (op. cit., pág. 34) recuerda que la utilidad de diferenciar la U consonante de la vocal ya fue reconocida por Julio César y posteriormente por Quintiliano. Ambos autores señalaron la necesidad de introducir nuevos signos para la consonante. Nebrija fue el primero en dar en castellano valores diferentes a u, v y j, i. No fue seguido, sin embargo, por tratadistas posteriores como B. del Busto, F. de Robles o P. de Madariaga.

87  Algunos tratadistas sí habían intentado ya establecer la diferencia.Venegas, por ejemplo, describe ambas como interdentales y señala que en la pronunciación de la d "no se aprieta la lengua entre los dientes tan recio como en la t" (ed. cit., pág. [24]). De forma semejante, López de Velasco indica que la d se pronuncia "con espíritu y aliento blando, porque si se esfuerça mucho conviertese en el de la t" (Ortographia, pág. 101). Sobre la interpretación de esta diferencia de tensión como una oposición de sonoridad, cf. supra nota 77.

88  Señala en los Apuntamientos: "Ai letras besadas, llamadas assí por que para su formación concurren los labios o besos, tales son la b, p, m, v, f, las quales fácilmente se confunden".

89  Hasta principios del XIX se utilizó PH en aquellas palabras, normalmente procedentes del griego, que originariamente lo tenían. Sin embargo este uso había sido rechazado por muchos autores, entre ellos Valdés, el Anónimo de Lovaina de 1559, Madariaga, Correas, Mateo Alemán y Jiménez Patón. La Academia la admite en 1741 para respetar la etimología de algunas palabras y no la suprime hasta 1803. B. de San Pedro, por ejemplo, la admite por razones etimológicas (Arte, vol. II, pág. 188). Cf. A. Esteve Serrano, op. cit., págs. 343-352 y "El `Libro subtilissimo intitulado honra de Escrivanos¿ de Pedro de Madariaga", Homenaje al Prof. Muñoz Cortés, Universidad de Murcia, 1976-77, vol. I, págs. 151-163; R. Thomas Douglass, "`PH¿ for `F¿ in Spanish", Hispania, LII, 1969, págs. 81-82.

90  "La Lle, que se escrive assí LL, sin género de duda es distinta de la L, i por esso deve ponerse separadamente" (Abecé, 3, pág. [8]. "La LLe es letra propíssima de la lengua castellana, i mui distinta de la L, aunque su figura consista en sola su duplicación. De aquí nace que una cosa es bul·la i otra bulla" (Abecé, 2, pág. [33]).

91  Es posible que la mayor tensión indicada por Mayans sea una forma de indicar la mayor superficie de contacto de la lengua con el paladar, lo que quizás sea percibido como un mayor esfuerzo articulatorio.

92  En el segundo manuscrito (a) del Abecé aparece la siguiente descripción de la pronunciación de N: "Fórmase con la punta de la lengua en el principio del paladar, abierta la boca, i por eso se une bien con la T..." (pág. [21]).

93  La misma característica aparece en el cuarto manuscrito (pág. [2]) donde aparece como la primera "De las consonantes labiales": "La primera es m, la más fácil de pronunciar de todas, pues se pronuncia con sólo abrir los labios, porque si cerrada la boca quieres proferir ma, en el mismo instante que despides el aire i quieres proferir la A, juntamente abrirás los labios, i no podrás dejar de pronunciar ma, modificada solamente la expulsión de aire de la a".

94  En el Abecé, 2 (a), pág. [34], indica: "Diferénciase de la N totalmente". En las Reflecciones apoya además esta idea en los principios cuarto y sexto de las Reglas de Nebrija (pág. 77).

95  Bordazar recoge prácticamente la misma descripción que Mayans. Esteve Serrano (op. cit., pág. 389) ha anotado la particularidad de esta descripción en el tratado de Bordazar, poniéndola en relación con afirmaciones de Navarro Tomás en este sentido. La diferencia que señala Navarro Tomás entre la articulación de ambos sonidos no deja de ser muy sutil, ya que advierte que mientras en la n "el aire espirado sale por la nariz", en la ñ "el aire espirado durante la articulación sale únicamente por la nariz" (Manual de pronunciación, págs. 111 y 132). La percepción de una mayor nasalidad podría relacionarse con el hecho de que el resonador bucal sea menor en la ñ por su carácter palatal.

96 En los Apuntamientos para el Razonados Eloqüente, la R aparece clasificada entre las consonantes dentales, junto con la R y la Z.

97  "La r tiene dos sonidos, uno de fuerte en prinzipio sola, i en medio doblada: otro de leve i blanda, sola en medio i fin, i con este sonido la suelen mudar la forma en esta r, i la llaman ere. Es contra toda rrazon que una letra tenga dos oficios: si los latinos lo usaron, alla se lo aian; nosotros tenermos nezesidad de dos letras para esto, i de hazer distinzión: i será que de dos ansi rr pegadas haremos la erre fuerte, para prinzipio, i medio: con nonbre de rra, para conformarnos mas con lo ia escrito e inpreso: i una sola media de la fuerte, u de estotra figura r, nos servirá de ere, i se llamará ere" (Arte Kastellana, ed. cit., pág. 106. También en Ortografía Kastellana, págs. 32-35).

98  Alude también al uso de la grafía 2 que propuso Mateo Alemán para la R simple, aunque sin citar a este autor en esta ocasión.

99  "Ai una Pronunciación con que suavemente articulamos las segundas silabas de los vocablos pàramo, pareja....; otra fuerte con que pronunciamos las segundas silabas de Barrabàs, barrera...: el consentimiento de los Hombres doctos ha destinado la R sencilla para significar la primera Pronunciación, i la Doble para la segunda; sirvamonos pues de essas Letras, como distintas, para expressar distintas pronunciaciones" (Reflecciones, pág. 77).

100  Mayans cita al Comendador Griego, Fernán Núñez, el Maestro Ciruelo, Pedro de Madariaga, Aldrete, Bartolomé Jiménez Patón y Gonzalo Correas (Abecé, 1, pág. 36). Correas, por su parte, señala a Benito Ruiz (Declaración de las bozes i pronunçiaçiones, Madrid, 1587) como defensor de esta opinión, que le parece acertada ya que "en razón de letras no a de aver rregla de sonar akí una una kosa i allí otra" (Ortografía Kastellana, pág. 33). B. de San Pedro (Arte, vol. II, pág. 191) rechaza la escritura doble de r tras n, frente a la opinión de Bordazar (op. cit., pág. 32).

101  "Mesala Corvino, varón nobilíssimo i eloqüentíssimo, escrivió un libro de esta letra, i dijo que no era letra sino silvo" (Abecé, 1, pág. 37).

102  En los Apuntamientos para el Razonador Eloqüente la clasifica entre las "dentales". Cf. supra nota 96.

103  Ortografía española, pág. 33: "Acostumbrase duplicar en los tiempos de preterito imperfecto i subjuntivo... por derivacion, o imitacion Latina. Pero a mi ver, ni se pronuncia doblada, ni se le devía escrivir... Sin embargo, me sugeto a duplicar la S, en las voces de que tiene possesion". Ofrece una lista de dichas voces en el capítulo VII de su obra. La Academia no suprimió la SS hasta 1763.

104  "Ponenla por konsonante a su parezer, kuando se sige vokal, i pareze ke karga sobre ella, ke ellos llaman herir. I no es, sino ke se pega, i kuaxa kon ella en ditongo komo keda dicho en la i, i no es menester rrepetirlo" (Correas, Ortografía Kastellana, ed. cit, pág. 39).

105  Como otras veces, la referencia a la Academia Española está cargada de ironía: "La mucha autoridad que tiene la Real Academia, como cuerpo místico compuesto de tan sabios varones, me obliga a detenerme más en este asunto" (Abecé, 1, págs. 63-64).

106  C. Ros rechaza el uso de I para la conjunción copulativa siguiendo a Mañer, así como también Pérez Castiel. Lo aceptan, como Mayans, Bordazar, Terreros y B. de San Pedro. Cejador en una carta a Bello señala cómo la mayor comodidad para formar la Y en un solo rasgo facilitó su generalización. Cf. A. Rosenblat, "Las ideas...", pág. CIV; A. Alcalá Alba, "La reforma ortográfica de Bello", Homenaje a A. Bello. Memoria, México, 1983, págs. 75-107. El padre Isla retrata satíricamente en su Fray Gerundio al maestro que "perdía todos los estribos" ante "la escandalosa costumbre o corruptela de haber introducido la y griega, cuando servía de conjunción, en lugar de la i latina" (ed. cit., vol. I, págs. 98-99).

107  También en el segundo manuscrito (a), pág. [13] y 3, pág. [5].

108  Abecé, 1, pág. 23 y 3, pág. [5]. El espíritu áspero indicaba una aspiración. Su introducción con este sentido en la edición de textos se atribuye a Aristófanes de Bizancio. A este respecto señala M. Lejeune: "C¿est seulement à l¿initiale de mot devant voyelle qu¿a été relativement stable en grec ancien la spirante h. Nos textes imprimés, conformément á l¿usage des manuscrits, la signalent par l¿esprit rude surmontant la voyelle initiale ou (le second élément de) la diphtongue initiale du mot" (M. Lejeune, Phonétique historique du mycénien et du grec ancien, París, Klincksieck, 1972). Pedro Juan Núñez, uno de los autores preferidos de Mayans para la gramática griega, recoge la misma idea: "Spiritum, qui adhibetur in proferendis elementis si de[n]sus sit, aspiratione[m] vocamus" (P. Juan Núñez, Grammatistica Linguae Graecae, Barcelonae, 1589, págs. 13-14).

109  Abecé, 1, págs. 25-26: "Tiene también la h otro tercer oficio, porque pospuesta a la vocal o consonante C sin herir a otra vocal, es nota de aspiración o respiración, como se ve en las intergeciones o afectos naturales de reir, respirar o burlarse... I también en los nombres peregrinos: Caath, Seth, Judith, Sabaoth, Ruth, Abacuth. Según esto es mui falso lo que comúnmente se dice que la H es siempre aspiración, puesto que vemos sólo lo es pospuesta a la vocal o consonante, pues antepuesta a la vocal no puede detenerse mucho antes de ella, como se ve en las dichas intergeciones". La misma idea aparece en el segundo manuscrito, pág. [16] y en el tercero, pág. [6].

110  Abecé, 1, pág. 75: "[Los maestros] les harían ver [a los niños] que las consonantes que toman aspiración en voces peregrinas españolizadas son tres, R, C, T, como se ve en Rhetórica, Christos, Math[e]o". En el segundo manuscrito (a), pág. [15] señala que usa la H en nombres "que en su origen la tienen, como honor, honra, Thomás; con tal que a la H no preceda C". En el tercer manuscrito (pág. [5]) aparece una alusión al uso de CH en Christo, al indicar que usa la H en nombres como Thamar, Matheo, Mathías, Tomás "con tal que a la H no preceda C", pero añade: "Assí no se dirá de nosotros lo que del Abad de S. Gil decía un discreto con mucha gracia, que era tan gran ladrón, que avía robado a Christo la ih, pues escrivía Cristo".

111  La propuesta de Mayans como primer valor de la H podría ser interpretada como algo semejante a lo que E. Alarcos Llorach denomina grafemas de función fonológica, por oposición a los de referencia fonemática, y que se unirían a otros "para señalar regularmente no un fonema, sino una propiedad distintiva fónica que, añadida a un fonema, lo transforma en otro", como la N combinada con las vocales en francés para indicar la nasalidad (E. Alarcos Llorach, "Representaciones gráficas del lenguaje", Archivum, XV, 1965, págs. 44-45).

112  Abecé, 1, págs. 24-25; 2, págs. [31-33] y tercero, págs. [5-6].

113  En general se intenta buscar, incluso entre los tratadistas más escépticos, algún valor que justifique el mantenimiento de la h sin apelar abiertamente a la etimología. Pérez Castiel indica que no ha puesto la h en el abecedario porque "por sí sola no suena, ni la tengo por letra si no va acompañada: pues por si sola no es aspiración que alienta á las otras letras" (Breve tratado de Orthographia Española, Valencia 1727, pág. 4). Carlos Ros, por su parte indica que "aunque hay quien dize no era menester la h en el idioma castellano" no por eso debe excluirse "pues son muchos los casos donde todo buen gramático la admite y usa de ella como precissa" (op. cit., cap. XV). Martínez Gayoso señala la aspiración como característica de h, sin definirse sobre su carácter: "La H se pronuncia abierta la boca, y aspirando con alguna viveza la vocal; su nombre tiene este sonido Ache. Sobre si es letra, o no, hay varios pareceres" (Gramática de la Lengua Castellana, pág. 12). También B. de San Pedro reconoce la aspiración entre sus valores (Arte, II, pág. 188). Cf. Esteve Serrano, op. cit., págs. 295-297.

114  En su segunda carta a J. H. Valiente escribe Mayans: "¿Qué importa que haya letras supletorias como suplan bien? I si bien se considera, no son letras supletorias, sino principales como las otras; porque en mi sentir, la c i la qu son una sola letra, aunque sean distintas las figuras, i lo mismo digo de la c i z" (20-II-1732, BAHM, 144).

115  Señalamos entre corchetes las variantes de la versión de 1757 respecto a la de 1786-87, que es la que reproduce Antonio Mestre.

116  La mismas descripciones aparecen en el segundo manuscrito, pág. [6].

117  Ya hemos indicado que admite CH en algunos nombres alegando una diferencia de pronunciación. B. de San Pedro rechaza ch, pero admite th, ph y RH, y en todos los casos reconoce que la conservación se debe a razones puramente etimológicas (Arte, vol. II, págs. 188 y 199).

118  "k. es letra griega, no latina, y la nombra[n] Cappa, nosotros Ka. [...] Quintiliano claramente enseña que de lo que ella sirve a los griegos, nos sirve a nosotros la C., y assí, a Kalendas, también la escrebimos calendas. Los españoles vsar della es sobra de ocioso, y assí con raçón la an quitado de la tabla del a. b. c., que no la escriben ya en él, como antiguamente, que yo lo he notado" (J. Patón, Epítome, ed. cit., pág. 49).

119  Señala Mayans en el segundo manuscrito (pág. [23]) que "nuestros mayores" extendieron sin necesidad la q "a la combinación con la u, deviendo valerse de la c, pues no ai razón para que cuenta, que se deriva de contar, se escriva con c i cincuenta con q, conteniendo la misma pronunciación, bien que sea otro el origen. [...] Pero por quanto el uso en esto es invencible soi del parecer que siempre que la u se aya de pronunciar no escrivirá mal el que anteponga c, como en Pascual, i si se antepone q es menester saber que ésta sólo no se liquida...". Este párrafo, cuyo final resulta ilegible, se corresponde con otro que aparece en el tercer manuscrito (pág. [9]) y que termina: "ésta sólo no se pronuncia liquidándose una de las dos vocales e o i".

120  "Como la c i la qu sean una misma letra, i los hombres eruditos de sutil oído digan, que, aunque es verdad que la qu expressa el mismo sonido, que la c denota una pronunciación algo más vigorosa, como parece que se percibe en la primera sílaba de la palabra qüestión, que es algo más fuerte que la primera de cuerpo; no es reprehensible, i arguye alguna delicadeza de oído, escrivir qual, quando, i assí otros vocablos semejantes" (Reflecciones, pág. 63).

121  "La q es suplidora de la c, i si en algo se distingue su pronunciación es en que en ella hiere la lengua el paladar de arriba, algo más adentro i más fuertemente" (Rhetórica, pág. 497).

122  Ed. cit., pág. 90.

123  A. Esteve Serrano, op. cit., pág. 362: "No hemos encontrado entre los ortógrafos consultados de los siglos XVI y XVII ningún testimonio que coincida con la afirmación de Valdés. No obstante es posible que algún tratadista de segundo orden pretendiera encontrar diferencias fónicas entre las articulaciones representadas por c y q en general, como se desprende de la crítica que realiza Antonio Bordazar en el siglo XVIII".

124  Efectivamente, el propio Mayans indica que conoció el Diálogo de Valdés, que él llamaba "de las lenguas" y del que desconocía el autor, cuando ya era bibliotecario en Madrid: "En los días passados supe que murió en essa Corte día 13 de abril el Bibliothecario Mayor D. Blas Ant[onio] Nassarre. Ninguna falta hará a la Bibliotheca Real, mucho menos a las letras; i creo que mui pocos le llorarán, porque hizo llorar a muchos. [...] Conocía mi mérito tanto como el que más, i no perdía ocasión de hacerme malquisto. Le pedí por favor el Diálogo de las lenguas de cierto anónimo; i aviéndomele franqueado para publicarle; me pareció restituírsele impresso..." (al Arzobispo de Nacianzo, 6-XI-1751). A. Rosenblat carecía de esta información cuando señala que, en la afirmación que comentamos, Mayans "indudablemente se dejaba llevar por Juan de Valdés" ("Las ideas...", pág. LXXXV). G. Salvador, por su parte, se refiere a esta idea como "fantasías valdesianas" y señala que no prosperaron (Sobre la letra "q", Discurso de recepción en la Real Academia Española, Madrid, 1987, págs. 21-22).

125  Lo que se ha llamado "fetichismo" de la letra, arrastraba quizás, a nuestro autor (cf. A. Rosenblat. "Fetichismo de la letra" en Nuestra lengua en ambos mundos, Salvat, Barcelona- Madrid, 1971, págs. 41-81). Alarcos Llorach se refiere también a esto: "El prestigio y la intocabilidad que envuelven a la ortografía, aliados a la fuerza del principio fonográfico, conducen a veces a que ciertos elementos gráficos sin referencia fónica introduzcan un correlato antes inexistente en la cadena hablada" ("Representaciones gráficas...", págs. 54-55). En el discurso citado en la nota anterior, G. Salvador defendía la utilización en español de C y Q como representantes del fonema /k/ frente a propuestas reformistas, ya que serviría para diferenciar una pronunciación más velar (con A, O, U) o más palatal (con E, I), por lo no se trataría de "un lujo inútil, como afirman los reformistas, sino una encomiable previsión".

126  Abecé, 2 (a), pág. [10]: "La otra [pronunciación] es gutural, con que junta la g a las vocales e, i decimos general, gigante, pronunciación bárbara, introducida en Castilla por los africanos; pero no en Valencia o en Cataluña". Ya Nebrija apuntaba en su Gramática de la lengua castellana el origen "morisco" de esta pronunciación (ed. cit., pág. 117).

127  Abecé, 1, pág. 20: "Entonces es menester usar la nota de la diéresis de este modo, agüero, pingüe, trilingüe, Sigüenza, averigüé, para dar a entender que la u se pronuncia como letra separada de la G. Gonzalo Correas quería que se escriviese sighen, sighiesen, no interponiendo u, sino h. Como lo admitiera el uso común no decía mal, porque uno de los oficios de la h es dar fuerza a las letras. Pero, ¿qué hemos de hacer si está el uso de toda la nación en contrario?". La propuesta aparece, efectivamente en el Arte Kastellana (ed. cit. pág. 104) y en la Ortografía Kastellana, ed. cit., pág. 17). También F. Cascales había recogido esta propuesta en sus Cartas philológicas (Murcia, 1634) sin decidirse a defenderla (La Viñaza, col. 1248).

128  Cf. R. J. Cuervo ("Disquisiciones...", pág. 272-297) sobre la tendencia general de los tratadistas a simplificar los grupos de consonantes. Mayans es partidario de la simplificación, pero mantiene una postura prudente respecto a una pronunciación que no se habría definido todavía: "Pero una vez que se suponga que toda la nación española pronuncia leción, será error gravíssimo escrivir lección" (Abecé, 2, pág. [8]).

129  Según indica R. J. Cuervo ("Disquisiciones...", pág. 56), desde mediados del siglo XVI comienzan las advertencias de los gramáticos sobre la confusión gráfica, paralela a la fonética, de la j con la x. Villalón señala que la X se pronuncia "algo más áspera" que la J (ed. cit. pág. 81). Cf. Esteve Serrano, op. cit., págs. 409-412.

130  Op. cit., 1725, págs. 79-80.

131  Escuela de primera ciencia, primera grada, sobre la que se funda la Escala primera para subir a la cumbre de la sabiduría adquirida. Reglas y preceptos para saber leer y escrivir con perfección el Lenguaje Castellano, Sevilla, 1713, pág. 91.

132  Op. cit., págs. 45-47.

133  Op. cit., pág. 37

134  Ortografía Española, ed. cit., pág. 37.

135  Prólogo a su Diccionario, pág. 29.

136  Arte, vol. II, pág. 198.

137  Cf. la bibliografía citada en la Introducción a este estudio.

138  "Las ortografías de Mayans y Bordazar: el fondo de una polémica", Revista de Filología Española , LXX, 1990, págs. 143-159.

139  S. J. Mañer, Méthodo breve de Ortographia Castellana, Córdoba, 1725.

140  Mayans al Conde del Águila (2-V-1750, BAHM, 148): "Antonio Bordazar que fue mi impressor, me pidió le esplicasse la razón de mi Ortografía; le di gusto en una conversación; i como era hombre de gran juicio, fue a su casa i puso por escrito todo lo que yo le había dicho, mostrándomelo después; i aviéndome parecido bien, me pidió licencia para reimprimirlo. Le dige que para egecutarlo mejor, podía ver algunas ortografías, como la de Mateo Alemán, Gonzalo Correas i otras pocas, que le presté...". En la Maiansii Vita, págs. 42-43, Mayans cuenta el episodio añadiendo algún detalle.

141  Mayans, en una carta dirigida a D. Mercurio López Pacheco, Marqués de Villena, llegó a ofrecer su propio tratado a Mañer para que comprobase estas discrepancias (7-XI-1731, BAHM, 148): "Suplico a U. M. que pues profesa amistad con D. Salvador Mañer, le asegure mi candidez, que por más que diga, i haga contra mí, no me daré por ofendido, pues procuraré anteponer las obligaciones de la caridad cristiana a los vanagloriosos estímulos del propio amor. I soi de ánimo tan generoso, que si quiere que le exponga mi sistema ortográfico le obedeceré con gusto, con tal que me trate con decoro, i sin gravar su conciencia.". El mismo párrafo aparece en una carta a D. Josef Pardo de Figueroa, sin fecha (ibíd.). Relatando cómo Bordazar le pidió que le expusiese su sistema ortográfico, escribe Mayans: "Respondi libellum scripsise me de illo argumento; necessarium tamen non esse ad eum recurrere (eramus tunc in appidulo vulgo Pavias animi recreandi caussa) satis esse paucis verbis meum proponere systema, ut vera ella agnosceret, quas ipse dixeram" (Apud V. Peset, Gregori Mayans..., pág. 414).

142  Mayans le prestó a Bordazar, entre otras, las ortografías de Correas y Alemán, como hemos señalado, y corrigió su estilo. Lo relata de esta forma en la Maiansii Vita (ed. cit., págs. 42-43): "Is cum a Maiansio petiisset vt suam Orthographiam Hispanam sibi exponeret, et ille annuisset; libenter eum audivit, et in scripta redegit quae ab eo acceperat, vsus tament iudicio et dicendi genere suo, quod, antea quam cum Maiansio communicaret, metaphoricum erat et floridum; postea vero purius maturiusque. Cumque libellum suum absolvisset, Aristarchi sui censurae se tradidit, qui, eiusdem argumenti libros aliquos Bordazari largiens, iussit vt a se paullo ante scripta cantraheret, et nova illa librorum doctrina magis illustraret: quod egregie praestitit Bordazar, in duabus aut tribus rebus a Maiansio dissentiens, adhaerens scriptoribus, quos ab eo acceperat, Mathaeo scilicet Alemano, Gundisalvo Correae, aliisque similibus". En carta al Barón de Schömberg (18-VII-30) escribe Mayans refiéndose a la Ortografía latina de Bordazar: "Dicen que esta Ortografía Latina no es tan buena como la Castellana, para la qual (la Castellana digo) le di yo materiales, i después la corregí" (BMV, caja 7272-43, ms. 11299). Don Gregorio revisó la redacción de la respuesta a Mañer, cuyo desarrollo puede seguirse en su correspondencia con el editor (BAHM, 2). Mayans escribió al Barón de Schömberg (12-IX-1730): "Antonio Bordazar se halla ahora ocupado en responder a unas advertencias que ha hecho contra su ortografía D. Salvador Mañer. Se sacudirá mui bien según veo; pues Bordazar me embía todo lo que trabaja, i yo desde aquí le ayudo en lo que puedo" (BMV, 7272-43, ms. 11293).

143  "La pronunciación asignada a cada uno de los elementos propuestos, es sabida, común e irrefragable: Luego la Ortografía en que se usare constantemente de estos elementos correspondientes a la articulacion, será recta, racional, e irrefragable; i tendrá regla cierta, lei justa, i punto fijo" (Bordazar, Ortografía Española, pág. 12).

144  Años más tarde, con motivo de la publicación de las Reflecciones, el impresor reprochará a don Gregorio que insista en la misma idea por encima de las propuestas del mismo Nebrija: "Lo que he sentido mal en las reflexiones o reflecciones, pero no se me sienta reflecciones, el del lunar de la q, a cuyo solo uso en que, qui, U. M. no quiere deferir juzgándose de más delicado sentido que el mismo Lebrija que la quita fuera de esse empleo: verdaderamente ai tanto que decir contra esse dictamen que más quiero callar que decir poco; puede ser que cuando U. M. saque a luz su Abecé dege U. M. la cosa más clara o convincente" (23-III-1735, BAHM, 2). Cf. supra nota 6.

145  Bordazar a Mayans (14-VII-1728): "De nuestra Ortografía legítima i putativa a medias, no he oído hablar mal; i si no que se atrevan..." (BAHM, 2). Bordazar a Mayans (23-III-35): "Ciertamente me he alegrado, i aun envanecido de ver la Ortografía de Lebrija q[ue] U. M. ha sacado a luz i reflexionado delineándose en ella mi sistema; pues he tenido la fortuna de soñar un verdad, i tener un hallazgo que pocos creerán que no fue hurto" (BAHM, 2).

146  A A. M. Burriel, 16-I-1745: "Decirme que cuando pone algún cuidado sigue la nueva [ortografía] de la Academia Española no lo entiendo; porque yo estoi persuadido a que son impracticables las reglas que ha intentado dar la Academia. Es cierto que o se ha de seguir la pronunciación o el origen de las voces. Que se ha de seguir la pronunciación para mí es cosa demostrativa, porque si en noventa i nueve voces se sigue i escribe bien en sentir de todos, ¿por qué no en la centésima?" (Epistolario II, pág. 70). A A. Sales, 22-V-1751: "Ciertamente aquella Ortografía que publicó [la Academia Real de la Lengua] es indigna, queriendo essos hombres permanecer en la ceguera de la ignorancia después de nacida la lei, como se puede ver en las Reglas de Ortografía Castellana que reimprimí yo del Maestro Ant[oni]o de Lebrija". A D. de Arredondo (3-II-1753, BAHM, 116): "Apartarse la Academia Real de mi ortografía es lo mismo que decir que se aparta de la de Ant[oni]o de Lebrija". Sobre la evolución de la ortografía académica y las críticas que recibió de los propios académicos, cf. R. Sarmiento, "Aportación a la historia de la ortografía de la RAE: Inventario de documentos inéditos de los siglos XVIII y XIX, Módulo 3 (Revista de los Departamentos de lengua y literatura de la Universidad Autónoma de Madrid), 2, 1978, págs. 29-41.; Esteve Serrano, op. cit., págs. 60-72; Alcalá Alba, art. cit., 81; Rosenblat, "Las ideas...", pág. LXX-LXXVI; F. Marcos Marín, Reforma y modernización del español, Madrid, Cátedra, 1979, págs. 102-105.

147  "El motivo de haverme conformado con las reglas de la Academia Real en muchas ocasiones no es porque haya juzgado mejores o peores sus reglas, sino es por haverme persuadido a que por ser de la Academia las abrazaría toda la nación y por haver oído que el rey quería establecer que todos los maestros de niños enseñasen por ellas, que se practicasen en las oficinas reales, etc." (Epistolario, II, pág. 118).

148  "En cuanto a la Ortografía Española de la Real Academia es impertinente esta elección tratándose de leer, i no de aprender la ortografía, i no deve proponerse libro que enseña una ortografía contra las elementales silabaciones que toda la nación tiene por tales. [...] La elección de la ortografía de la Real Academia, tratándose de aprender a leer, es impertinente. [...] La verdad es que esta orthografía se ha propuesto para captar la autoridad de los que pretenden autorizar una orthografía llana de excepciones, pudiendo seguir con mayor sencillez la del Maestro Antonio de Lebrija, que no las tiene porque está fundada en principios y reglas acomodadas a la pronunciación, que es la que deve imitarse quando se escrive, porque de otra manera no se podría pronunciar bien lo que se lee" (BAHM,183).

149  Rosenblat, "Las ideas...", pág. LXXXIII.

150  Señala Rosenblat (ibíd., pág. LXXXIV) a partir de las cartas publicadas (a Valiente, Bordazar y Patiño): "Con algunas inconsecuencias, el criterio de Mayans es algo más moderno que el del Prohemio [sic] ortográfico de la Academia".

151  En noviembre de 1754, Finestres le envía la Ortografía de Venegas, que Mayans manifiesta estar buscando "más ha de 25 años" (Finestres, Epistolari I, pág. 26 y Suplement, pág. 182).

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