Cercar: en esta colección | en esta obra
Gregorio Mayans y Siscar -... > Obras Completas > Volumen I : Historia > Pensamientos literarios

Datos del fragmento

Pag. Inicio 239 Pag. Fin 260

Text

Lamina

[Pg. 239]

Pensamientos literarios no es una obra histórica en el estricto sentido de la palabra. Se trata de una exposición sistemática de los proyectos reformistas de Mayans en el ámbito de la cultura española del momento: literarios, filosóficos, jurídicos, históricos... En el fondo, constituye quizás el más ambicioso plan de reforma cultural expuesta en la primera mitad del siglo.

Pero, al empezar la edición de las Obras completas por los trabajos de historia, era preciso incluir tan ambicioso proyecto en este volumen. En primer lugar, porque supone la apertura de Mayans al campo de la metodología histórica. Don Gregorio llegó a la convicción de que no bastaba publicar estudios redactados con rigor crítico. Había que completar su influjo con la exposición de las normas de método. Además, Pensamientos literarios es el primer ejemplo de su actitud en el campo de la metodología y documento esencial para la comprensión del desarrollo de su actividad posterior de historiador.

La obra fue dedicada al omnipotente Secretario de Estado José Patiño. Pretendía ser su carta de presentación en la Corte y el aval de su capacidad al solicitar la plaza de Cronista de Indias. No hace falta recordar que sus proyectos sólo consiguieron el silencio administrativo. Pensamientos literarios fueron incluidos, en forma de carta dedicatoria al ministro, en Cartas morales, militares, civiles i literarias de varios españoles, publicadas por Mayans en 1734, 1756 y 1773. Puede leerse también en BAE, 62.

Sigo el texto tal como apareció en la edición separada de 1734.

[Pg. 241]

AL EXCELENTÍSSIMO SEÑOR

DON JOSEF PATIÑO,

Cavallero de las órdenes del Tussón i de San-Tiago, Comendador de Alcuesca, del Consejo de Estado del Rei nuestro Señor, Governador en el de Hacienda i sus Tribunales, Secretario del Despacho Universal de Indias, Marina i Real Hacienda, su Juez Conservador i Superintendente General &c.

EXCELENTÍSSIMO SEÑOR.

SEÑOR.

HASTA el día de hoi he escuchado lo que el mundo dice de U. E. Ahora quiero yo decir lo que siento, i lo diré con libertad. He oído a muchos que frequentemente tratan con U. E. negocios mui graves, i tienen juicio i discreción para sondear i reconocer el fondo que puede tener una capacidad, i repetidíssimas veces me han assegurado que ha dotado Dios a U. E. de una comprehensión mui fácil i admirablemente capaz, acompañada de una memoria tenacíssima i tan fiel, que luego ofrece i representa a U. E. las cosas más remotas con las circunstancias más menudas, de suerte que quando conviene se manifiesta U. E. tan instruido en qualquier particular de que en algún tiempo aya sido informado; que, siendo assí que U. E. da expedición a tantos i tan varios negocios, parece que es hombre (como dicen) de uno solo. Me han assegurado también aver observado en U. E. una madura lentitud en resolver i una pronta egecución en practicar los medios que conducen a los fines deseados; una paciencia que sabe tolerar i dissimular las importunas molestias de tantos pretendientes, cada uno de los quales quisiera para sí toda la autoridad i favor de U. E. Una rara generosidad de ánimo, tal, que U. E. muchas veces se ha hecho agente de sus mismos émulos, intercediendo para que lograssen sus adelantamientos i premios. El mundo ha visto que por la dirección de U. E. se han aparecido de repente egércitos armados, como si fuesse possible lo que fingieron los poetas de los dientes del dragón. Se han fabricado armadas como por arte mágica; siendo la verdadera mágica una infatigable aplicación al govierno de la Monarquía, acompañada de un silencio inopinadamente egecutivo.

[Pg. 242]

I assí se han visto i admirado los efetos mucho antes que las causas llegassen a sospecharse. Esto ven i confiessan no sólo los justos apreciadores, sino también los enemigos del nombre de U. E. i de la gloria de la Nación.

1. Pero yo al mismo tiempo me maravillo mucho de que deviendo U. E. tantos aciertos, no sólo a su capacidad i experiencia, sino también a la grande luz que le ha dado el conocimiento de las ciencias, estén éstas hoi tan desvalidas, que casi mudas ni aun se atreven a implorar el favor de U. E. Me maravillo, digo, de que, siendo U. E. un segundo Cadmo para hacer que de repente se levanten egércitos, no lo sea también, ya que no en la introducción de las letras (pues por la misericordia de Dios no somos tan bárbaros) en el aumento de ellas. Cosa que me causa tanta mayor extrañeza, quanto más considero el alto juicio de U. E. i su delicadíssimo gusto: pues me acuerdo mui bien que una vez que tuve la fortuna (no ha muchos meses) de oír a U. E, la logré también de verle hacer en cierta epístola latina una crítica tan ingeniosa i sutil, que me dejó admirado i gustosamente enseñado.

2. No temo que U. E. me diga que la solicitud de las armas le priva del cuidado de las letras, porque sé que U. E. sabe mejor que yo que Alejandro Magno que vivió entre ellas i no supo vivir sin ellas premió las ciencias más que otro qualquiera; tanto, que su siglo por excelencia se llama el Filosófico. Sé que sabe U. E. que Cipión el Africano, aun capitaneando los egércitos, no dejava de favorecer a Polibio, Ennio i otros hombres sabios, que César en medio del mayor peligro de su vida estimó sus Comentarios tanto como su espada, i en el ardor de sus guerras no huvo hombre de letras a quien no favorecíesse, aunque huviesse sido i fuesse enemigo suyo. Pues si esto hicieron unos soldados de professión, puede acaso, ni aun dudarse, que quien la hizo de las letras deve agradecido hacer por ellas quanto esté de su parte?

3. Me parece que sólo puede alguno decirme que la atención de U. E. se dirige a la suma de las cosas. Yo lo creo mui bien i reconozco que esse deve ser i es el principal cuidado i solicitud de U. E. I puede ser que considerando esto los hombres de letras, que regularmente son de genios retirados, degen de solicitar el favor de U. E. Si esto es assí, dévame U. E. que yo le juzgue para más, i por el amor que U. E. tiene a las ciencias encarecidamente le suplico que no tenga por perdido este poco tiempo de que yo necesito para ser oído.

4. Vengo, Señor Excelentíssimo, a ser agente voluntario de los hombres doctos de España. Todos desean promover las letras. Suplico pues a U. E. que, ya que puede, quiera favorecerlas i propagar su nombre en la memoria de los venideros, amplificando la gloria de la Nación Española por este medio tan heroico. Acuérdese U. E.: haga reflección (el negocio es mui serio i yo mui amigo de decir lo que siento, no sólo a quien amo sino también a quien venero), acuérdese U. E. i haga una reflección, como suya, de que en Egipto huvo un gran valido también llamado Josef, hombre de gran sabiduría i maravillosa providencia, [Pg. 243] a quien sé que U. E. no querrá anteponerse, porque fue la idea de los grandes ministros, i sin embargo nos enseña la Divina Escritura, que después ni aun su nombre se sabía en el mismo Reino. *a Tales olvidos ocasiona la falta de letras. Yo no intento decir que por sólo el apetito de vindicarse del olvido favorezca U. E. a los hombres doctos, sino para que premiando a cada qual según su mérito se adelanten las ciencias.

5. I porque manifestar las fuerzas que para esso ai pertenece a cada uno en particular; mi designio en la dirección de este libro sólo es decir con sinceridad de ánimo lo que puedo hacer, para que U. E. resuelva lo que deve mandarme. Daré pues un ingenuo i verdadero testimonio de lo que he trabajado, i una seguridad experimental de lo que, dándome Dios vida i salud, deseo i puedo trabajar. U. E. verá, o el favor que deve darme, o la disculpa que deve prevenir a la edad venidera. Yo nada propondré que, o no esté hecho, o no se pueda hacer dentro de poquíssimo tiempo. No solicito sino que U. E. me mande egecutarlo. I pues deseo obedecer, diré lo que puedo i primeramente lo que siento.

6. Yo juzgo, Excelentíssimo Señor, que una de las cosas que con especial diligencia deve procurar una nación es que su lengua sea universal, por los grandes provechos que de ello resultan. Esto se consigue escriviendo en el idioma propio excelentes libros; porque el deseo de saber siempre fue mui grande en el mundo, i no ha avido nación que aya sido sabia sin que al mismo tiempo aya tenido otras muchas curiosamente aplicadas al conocimiento de su lengua. Este conocimiento, que los estraños adquieren, facilita el comercio en las partes remotas i, dejando supuesta la gloria de la nación, produce grandes utilidades. Una de ellas es que los de la propia nación se hacen mucho más racionales, teniendo un medio fácil para aprender las artes i ciencias. Assí lo demuestra, la experiencia en las naciones más cultas que ha tenido el mundo. Antes del Diluvio i de la dispersión de las gentes, assí se practicó de necessidad, no aviendo en el mundo sino una lengua, por medio de la qual se conservó la tradición de las cosas. Infundida después la variedad de las lenguas i obligados los hombres a separarse unos de otros, tanto más racionales i sabios fueron quanto más cultivaron en sus propios idiomas las artes i ciencias; como lo atestigua la memoria de los caldeas, hebreos, egipcios, indios orientales, griegos, romanos, árabes i chinos.

7. De las lenguas de todas estas naciones, las más universales fueron la griega i latina. I es cosa mui digna de reparo que quando los romanosi griegos tuvieron escuelas, en las quales los gramáticos (entonces gente de mayor erudición) enseñavan la analogía de sus propias lenguas, inventada con razón, para que la misma uniformidad facilitasse el lenguage; quando observavan el poder del uso común, unas veces tiránico, i como tal, padre de la irregularidad; otras justo para suavizar las voces; entonces fue quando ambas lenguas se hablaron i se escrivieron [Pg. 244] con aquella perfección, que atestiguan hoi los mejores libros de una i otra nación i que tanto admiramos y procuramos imitar.

8. Lo mismo que a los griegos i romanos, sucedió a los italianos i franceses. Quando en Italia se renovaron las ciencias en el idioma materno, se escrivieron obras que hoi son los textos de aquella lengua. Quando en Francia se empezó a practicar lo mismo, adquirió aquella nación el renombre de erudita i la gloria de tener una lengua universal. I por acercarnos más i valernos de nuestro propio ejemplo, quando dejados assuntos pocos serios i reyertas pueriles se escrivió más en español de todas las artes i ciencias, se escrivíó (en mi juicio) mucho mejor que ahora, como se vio en tiempo del Señor Don Felipe Segundo, en que la lengua castellana llegó a ser universal, aun en los países distantes, a donde no penetró el Imperio Español i el terror de sus armas.

9. Pero qué hambre de juicio puede negar que enseñar en lengua vulgar, a lo menos las artes liberales, tiene grandes ventajas? Primeramente, los maestros se explican mejor en su lengua propia; porque por bien que sepan la latina, que les es estraña, saben con mayor perfección la que les es natural i familiar; porque en ella tienen más abundancia de voces, están más egercitados, i por uno i otro se declaran con mayor propiedad i facilidad. Después de esto, los discípulos, a quienes más se deve atender, entienden mejor, que en la estraña, lo que leen i se les explica en su lengua nativa. Fuera de esso el conocimiento de las artes i ciencias se facilitaría i estendería más, pues los que no huviessen de proseguir los estudios, en el tiempo que se gasta en aprender la lengua latina, de que nunca se sirven, podrían emplearse en saber de raíz la lengua propia, para hablarla pura i emendadamente i en aprender la rhetórica, para explicarse mejor i saber siquiera escrivir una carta, unas instituciones arithméticas i geométricas, para el trato i uso común i casi toda la filosofía, a lo menos la racional i moral, para discurrir i hablar con más concierto i dicernir bien la gran distancia que ai entre las virtudes i vicios.

10. Yo no quedaría contento con que sólo se escriviesse en español, como hasta ahora en las escuelas se ha escrito en latín. Heme criado en ellas, sé lo que se hace: no por falta de conocimiento i habilidad en los maestros, sino porque es raro entre éstos el que se atreve a apartarse del estilo común, por el temor de que por novelero le impidan los acensos regulares, como ha sucedido a muchos grandes ingenias, con gravíssimo daño de la república literaria. Gracias a Dios, yo nunca he temido a espíritus barbudos. En buena hora lo cuente. Deseo, pues, que se aproveche más en menos tiempo. Querría ver en los primeros elementos de las artes mucha mayor diligencia i arte, mayor copia de noticias i que éstas fuessen más útiles i se tratassen con un méthodo más fácil i más ajustado a la capacidad pueril. En el orden de la naturaleza, primero es hacer esto i después diría la misma experiencia si sería útil practicarlo. Por esso suplico a U. E. que primeramente mande trabajar a los hombres más hábiles i después sus mismas obras dirán si son o no [Pg. 245] provechosas. Para esso son los censores de ciencia, prudencia i libertad ingenua.

11. Sé mui bien quán fácil es proponer ideas que admiren i quán difícil egecutarlas. Pero si digo que tengo hecho casi todo lo que he propuesto, poco costará examinar si lo que digo es assí i si lo que tengo trabajado es por ventura a propósito para facilitar la enseñanza de los que se aplican a las letras.

12. Ya prevengo en mi ánimo que la embidia no podrá sufrir que aun en cosas de hecho hable yo con el lenguage de la verdad, refiriendo las cosas como ellas son, o a mí me parecen. Pero juzgando yo que mi silencio pudiera ser perjudicial al bien público, no devo i por esso mismo no quiero callar.

13. Iré pues siguiendo las artes por aquella orden con que las he estudiado; dejando a los professores de otras ciencias el hacer aquello que yo no puedo.

14. Primeramente he oído a muchos que se quejan de que no aya en España una ortografía tan fija como la tuvieron los griegos i latinos i ahora los italianos i los franceses. Pues tengo por cierto que la podemos tener mucho más fija, fundada toda ella en un solo principio, del qual procedan como legítimas consequencias unas pocas reglas, inteligibles de doctos e indoctos, fácilmente practicables de grandes i chicos i tan acomodadas al uso común que sea conforme cada una de las reglas al consentimiento universal de toda la nación, a la práctica constante de toda ella i, lo que parece cosa más estraña, al uso de aquellos mismos que, sin aver visto el sistema, se anticipan a criticarlo; no pudiendo comprehender cómo éste pueda ser conforme al uso común, si el uso común (dicen) es tan vario. Pero lo que digo es cosa de hecho i mi sistema no es otra cosa que una sencilla interpretación del abecé español, en la qual sigo a los ortógrafos en solo aquello en que todos ellos se conformaron entre sí, i dejo de seguirlos en qualquiera cosa en que discordaron. I como para la perfección de un sistema ortográfico sólo necessitamos de las reglas que dieron unánimes i no en discordia (lo qual es fácil de provar por vía de inducción) resulta una colección de reglas nada contrarias al sentir i uso universal, i, lo que es más digno de admiración, hijas todas de un solo principio, claro i evidente. Tengo escrita esta obra de manera que las proposiciones que sirven de texto, i que digo ser de todos i por esso innegables, se pueden leer en medio quarto de hora i están acomodadas a la capacidad de los niños, por próximos que estén a la misma infancia, i la explicación de dichas proposiciones, que forma un librito de veinte pliegos, es prueva i demostración de las referidas reglas. Estas no sólo tratan de enseñar a escrivir correctamente, sino que prescriven también (aunque de passo) el modo de aprender a escrivir con facilidad i tomando una buena forma, a la qual, si no se acostumbra uno en los principios, puede tanto después la fuerza de un mal hábito, que es casi irremediable. No he tratado con persona que, aviendo visto i examinado mi sistema, no le aya aprovado. Mucho más que esso importaría [Pg. 246] que U. E. me mandasse que le expusiesse yo a la censura universal. Porque assí lo espero, iré prosiguiendo mi proyecto.

15. La primera gramática que un niño deve aprender es la de su lengua materna, porque se entiende i aprende con mayor facilidad i lo que se adquiere de ella aprovecha después para hacerse capaz de qualquiera otra gramática en brevíssimo tiempo. Assí vemos que el que sabe ya la latina, luego aprende la griega. Pero yo deseo que la gramática se enseñe racionalmente, quiero decir, que se esplique haciendo inteligible la razón de los preceptos, cosa que echo menos en la mayor parte de los gramáticos. Gente mui seca en la manera de explicarse i mui amiga de confundir las capacidades de los niños con una impertinente multitud de preceptos, dependientes de una razón general i por la misma razón escusables. Si es del gusto de U. E. que salga a luz una gramática española, mucho más cumplida i al mismo tiempo más breve i methódica que las que ai publicadas, tengo recogidos tantos materiales que dentro de tres o quatro meses pueden estar ordenados i también impresos.

16. Si queremos confessar la verdad, de ninguna cosa se ha escrito en español tan flojamente como de la rhetórica i oratoria. Yo distingo aquí estas dos facultades, deseando que, pues son distintas entre sí, se traten también distinta i separadamente. La rhetórica, que es arte de adornar la oración, immediatamente después de la gramática. La oratoria, que es arte de persuadir, después de aver estudiado la filosofía racional, natural i moral, por razón de ser estas artes subalternas a ella, pues la oratoria se vale de la filosofía racional para la invención, usando de los tópicos o lugares comunes de los argumentos; de la natural, para la abundancia del decir i de la moral para el conocimiento de las prisiones i de los modos de excitarlas honesta i provechosamente. Con esto harto declaro que quisiera yo una rhetórica mui sencilla i perceptible de los niños i una oratoria, clara sí i methódica; pero que por la misma sublimidad del assunto requiera edad más adulta, o por decirlo mejor, un entendimiento medianamente instruido.

17. Tres sistemas son los que me atrevo a decir que, sin mucho trabajo, puedo publicar. Uno siguiendo el méthodo de Francisco Sánchez de las Brozas, maestro común, no sólo de España, sino de toda Europa, el qual (como los estoicos) hermanó la dialéctica con la rhetórica i de ambas hizo un órgano mui bien templado.

18. El otro sistema mucho más extenso es de Gerardo Juan Vossio, que abrevió i redujo a fácil méthodo quanto sobre la rhetórica i oratoria nos dejaron todos los rhetóricos, assí antiguos, como modernos. Tengo traducidas en español sus particiones oratorias; i sólo me falta poner egemplos.

19. últimamente puedo publicar otro sistema que me he figurado, más extenso que los referidos en la generalidad de las reglas i por esso más breve, más sencillo en el modo de proponerlas, i mucho más práctico, por conformarse en todo con las costumbres de hoi. Qué es lo que yo puedo hacer en este assunto ya lo di a entender en mi Orador Christiano, [Pg. 247] obra que, aviéndose trabajado en poco más de dos meses, no será osadía el decir que es mui fácil reducir su dotrina al arte de orar que tengo ideada, con sólo añadir egemplos i usar del méthodo de partición, que ciertamente es menos costoso que el de los Diálogos i más acomodado a la capacidad pueril. I por essa causa le usó Cicerón, instruyendo a su hijo. Más fácil es a U. E. mandármelo que a mí egecutarlo. I con todo esso digo que estoi pronto a obedecer.

20. Si en España ai falta de algunos libros, de ningunos mayor que de los que tiran a facilitar i perficionar el uso de la razón. La lógica, o dialéctica, que es el arte que lo deve enseñar i que por esso se llama filosofía racional, está solo empleada en questioncillas inútiles, que antes ofuscan que alumbran la razón. No veo yo que se enseñe una lógica en que se trate bien, procediendo de lo sencillo a lo compuesto, de las ideas, digo, a los juicios; de los juicios, a los silogismos, o discursos i de los discursos al méthodo, tratando (como se deve) cada una de estas cosas sin disputas, sin contradiciones de partes, con solidez, con dependencia immediata de la razón i prudencia natural, con sencillez i claridad, de suerte que por esta lógica no sólo se lograsse saber el artificio que se deve guardar en la disputa, sino también en la conversación i trato de los hombres, para entenderlos i darse a entender.

21. No niego yo que Pedro Simón Abril, hombre de mucho juicio i de varia dotrina, egecutó gran parte de lo dicho. Pero yo deseo que esto se emprenda con mayor ingenio i más profunda erudición i que se egecute con un méthodo fácilmente perceptible de los mismos niños; siendo tal la coherencia i travazón de la dotrina, que esso i la claridad con que se trate ayude mucho a retenerla.

22. Si como concebimos las cosas pudiéssemos egecutarlas, yo diría que el hacerlo no sería difícil a quien huviesse leído todos los inventores de sistemas lógicos (que, bien contados, son diez o doce) i quisiesse emplear un medio año en reducir a méthodo lo mejor de cada uno de ellos. No sé si me atreva a decir si soi capaz de egecutarlo. Pero por lo que tengo observado i recogido, me parece que puedo assegurar que no me sería dificultoso escrivir en español una lógica menos espinosa i más útilmente practicable que las que ai impressas en latín i en otras lenguas; porque casi todas son diminutas i en la mayor parte de ellas se trata de las operaciones del entendimiento, por vía de disputa, haciendo incierto i dudoso el mismo instrumento de inquirir la verdad, i faltando en casi todas el méthodo propio de la misma arte, claro, fácil i breve.

23. Pero no puedo negar a mis paisanos (que se precian de dialécticos) una gran gloria i es que hasta ahora tres agudíssimos valencianos han puesto la pluma en la lógica, tan dichosamente que en este género de escrito no ha salido en España cosa mejor: de suerte que quien de solas tres lógicas formasse una, que abrazasse la dotrina de todas, haría, por cierto, una obra immortal.

[Pg. 248]

24. Primeramente el eruditíssimo Juan Luis Vives escrivió muchíssimo tocante a la lógica; pero con un méthodo tan libre, como su genio, i tan fuera de lo que pide la misma arte, que no es para niños i requiere suma atención en los más adultos. Tan profundo es su juicio.

25. Después el maestro Pedro Juan Núñez dio una perfectíssima idea de la lógica de Aristóteles, esparcida en varios libros, que, juntos en un volumen en que precede el libro de las cinco voces de Porfirio, forman el órgano, que harmoniosamente ordenó Andrónico Rhodio, peripatético ilustre. Pero el maestro Núñez afectó tanto ser aristotélico, que su mayor conato parece mostrar que lo fue, como quien estava arrepentido de aver seguido algún tiempo las novedades de Pedro Ramos.

26. Últimamente mi doctíssímo amigo de feliz memoria, el Padre dotor Thomás Vicente Tosca, presbítero de la congregación del oratorio de San Felipe Neri de Valencia, publicó una lógica que en lo que toca a las escuelas poco más ai que desear. Pero es más práctica para el uso de las disputas escolásticas, que es el fin que se propuso, que para el trato humano, que yo también deseo; porque más nos importa usar de la razón en el theatro del mundo, tan lleno de sofistas prácticos, que manifestar una gran delicadeza de ingenio en un theatro académico. Sin embargo el padre Tosca huviera hecho un gran servicio a toda la nación, si, como quería al principio, hubiera publicado su Lógica en español. Dios perdone a quien le quitó de la cabeza tan buen intento. Tenia ya escrita la Lógica en español, i, si mal no me acuerdo, para hoi en poder de mi amigo el dotor don Vicente Albiñana, pavordre de la Santa Metropolitana Iglesia de Valencia, hombre mui docto i prudente; tenía, digo, escrita, o casi del todo escrita la Lógica en español i pensaba continuar assí la filosofía; pero fueron algunos tan importunos i tanta la condecendencia del Padre Tosca el verse oponer el espantajo de la novedad, que tomó el trabajo de bolver a escrivir la Lógica en latín i proseguir lo demás en la misma lengua. I assí vemos que mui pocos leen su filosofía i muchos menos la estiman.

27. Lo contrario se experimenta en su compendio mathemático. Como está escrito en español, son muchos los que le leen i mucho el fruto que sacan. Los professores de las escuelas no tienen a mal que esté escrito en lengua común, porque las ciencias mathemáticas no son aquéllas de que más se glorían i en que pretenden reinar.

28. Siendo pues tan sólido i claro el compendio filosófico del Padre Tosca i al mismo tiempo tan acomodado al genio que domina hoi en las escuelas de España (cosa mui importante para que en su introducción aya menos resistencia) a mí me parece, i creo que no me engaño, que el traducirlo es cosa tan fácil, que no podrá un oficial de imprenta componer tanto de él, quanto uno de mediana habilidad, sin cansarse mucho, puede traducir. En el estado presente no ai que esperar que se publique en España otra mejor filosofía, como no sea copiando algún curso filosófico i mejorando el estilo. Porque ésta es una ciencia que pide larga contemplación i experiencia, libertad en professarla i genio modesto que [Pg. 249] sepa contenerse donde convenga, sin dejarse llevar ni de las preocupaciones de la antigüedad; ni mucho menos de los halagos de las novedades modernas: partes que tenía el padre Tosca además de una santa sencillez a todas luces admirable i un amor a la verdad indecible. De suerte que, preguntándole yo una vez a quién seguía en su compendio filosófico, que estava entonces trabajando, abrió el tomo primero de las Obras Filosóficas de Juan Bautista Duhamel, donde avía una estampa de la libertad filosófica i enseñándome la verdad, a la qual el juicio estava señalando, me respondió con gracia: A ésta sigo. Con que me dio a entender que era amigo de elegir de cada secta filosófica lo que le parecía mejor. Aunque esto no quita que aya tomado de una más que de otras.

29. Pero en caso de traducirse este compendio de la filosofía racional, natural i sobrenatural, es menester que se añadiessen unas Instituciones morales: obra que hasta ahora no la tenemos en nuestra lengua i nos hace gran falta. Verdaderamente causa gran admiración que la filosofía moral, que entre las ciencias humanas es la reina i fue la que los hombres principalmente aprendían antes que en el mundo huviesse escuelas, esté hoi desterrada de las universidades de España. ¿Para qué son en ellas las cáthedras de Filosofía Moral, si no se enseña? Se lee un tratado del último fin, o otro semejante, i con esto sólo se quedan los discípulos a buenas noches. Después que se tolera que qualquiera maestro enseñe lo que se le antoja, van las cosas assí. Aya en hora buena varias sectas filosóficas (i las avrá mientras en el mundo aya filósofos) pero quando se trate de dar las primeras instrucciones, sígase en cada una un autor príncipe, que aya escrito breve, clara i methódicamente. I esto no impide que se dege a cada uno de los maestros la facultad de notar con la viva voz algunas opiniones, como se practica en el estudio de los primeros elementos de la gramática i jurisprudencia. Bien que es menester advertir que el compendio filosófico, que hoi es el mejor, quizá no lo será mañana: cosa que la ha de sentenciar, no tanto éste o el otro maestro particular, como el consentimiento de los más peritos en cada secta filosófica. I assí no sucedería lo que ahora en el Arte regia que, después de averse adelantado tanto la gramática, se está enseñando como la mejor del mundo, con notable perjuicio de los pobres niños. Pero bolviendo a lo que decía, juzgo que serían mui útiles unas Instituciones morales donde se expusiessen todos los principios i dogmas de la moral christiana, con tal brevedad i claridad, que en medio año se pudiessen aprender, con una mediana aplicación.

30. No piense U. E. que porque deseo que estas artes liberales se enseñen en español, pretendo por esso que dege de aprenderse i cultivarse la lengua latina: antes bien quiero que el conocimiento de la gramática española prepare i facilite para comprehender mejor la latina, i que se aproveche la infancia i edad proxima a ella, aplicándolas por sus grados a la perfeta inteligencia de ambas lenguas i también de la griega; lo qual se conseguiría repartiendo las tareas de un modo proporcionado a la capacidad que comúnmente suele tener la mayor parte de los niños.

[Pg. 250]

31. Yo no quiero insistir en que el orden de las Artes, i la repartición del tiempo, que se ha de emplear en ellas, sean de una i no de otra manera. En esto cada uno tiene su idea. Yo apuntaré la que por ahora se me ofrece i es la siguiente. De tres a cinco años, además de las claras i distintas ideas de las cosas expuestas a los sentidos i de las primeras reflecciones, deve el niño instruirse en la religión cathólica i en las obligaciones propias de un hombre racional. En aquella primera edad no se deven imprimir otras máximas. Únicamente las racionales i christianas se deven repetir millares de veces con la mayor sencillez i claridad, para que se impriman mejor i con la mayor tenacidad. De cinco a siete años deve el niño aprender a leer, escrivir i contar, sin olvidar lo passado, que siempre importa mucho más que todo lo demás. De siete a ocho la gramática i rhetórica española, sin gastar más papel que ocho o diez pliegos en ambas artes. De ocho a nueve las gramáticas latina i griega, incluyendo en ellas la prosodia i a lo último unos paralelos de los preceptos de dichas lenguas, o por decirlo más claro, unas reflecciones, que denotassen la diferencia de ellos, deviendo todo esto escrivirse en español. I no parezca este tiempo demasiadamente corto, porque el maestro Antonio de Lebrija, que en la enseñanza de las lenguas tuvo mayor experiencia que qualquier otro en España, llegó a decir, hablando con la Reina Doña Isabel, de gloriosa memoria, *b que era suficiente mucho menos tiempo. Sus palabras son éstas: Por la qual forma de enseñar (esto es suponiendo sabida la gramática española) no sería maravilla saber la gramática latina, no digo yo en pocos meses, mas aun en pocos días; i mucho mejor que hasta aquí se deprendería en muchos años. I que esto sea assí, lo manifestó la experiencia en la misma Reina Doña Isabel, heroína gloriosíssima, que, según refiere Lucio Marineo Siculo, autor coetáneo, ** siendo mui deseosa de lo saber (esto es pronunciar bien el latín, en cuya lengua holgava en gran manera de oír oraciones i sermones) fenecidas las guerras en España (aunque estava de grandes negocios ocupada) comenzó a oír lecciones de gramática (por el Arte en español, que le escrivió el doctíssimo maestro Antonio de Lebrija). En la qual aprovechó tanto, que no sólo podía entender los embajadores i oradores latinos; mas podiera fácilmente interpretar i transferir libros latinos en lengua castellana.

32. Pero es menester advertir que una cosa es saber gramática i otra estar expedito en el uso de ella. I assí, para que el niño perficionasse su razón i lenguage, devería de los nueve años hasta los diez estudiar por la mañana la lógica escrita en español, i por la tarde, interpretar libros latinos i una media docena de sentencias griegas. De diez a once devería estudiar arithmética i sucessivamente geometría por la mañana, i proseguir en interpretar autores latinos por la tarde, egecutando lo mismo en algunas piezas escogidas de autores griegos. De once a doce [Pg. 251] i medio avía de aprender la metafísica i física por la mañana, e interpretar algunos poetas latinos i griegos por la tarde. De doce i medio a trece avía de aplicarse a la filosofía moral por la mañana, i a la historia por la tarde; procurando el maestro hacerle ver por los fines, causas eficientes i circunstancias de los hechos, la naturaleza de las virtudes i vicios; modo por el qual de la observación de los egemplos de la historia, comparados entre sí, se fue formando la filosofía moral. De trece a catorce años se avía de aprender la oratoria por la mañana i leer oraciones griegas i latinas por la tarde. De catorce a quince todo avía de ser egercitarse en la oratoria i poética, doblando el egercicio en la oratoria, para que el amor a la poética no distragesse demasiado i encantarse los ánimos con aquel dulce embeleso. Aviendo destinado un buen maestro para cada una de estas artes, podrían hacerse todos eminentes en su professión, i si algún muchacho cayesse enfermo, como cada año se repetiría un mismo méthodo, fácilmente se podría resarcir lo perdido.

33. El que no pudiesse seguir a este passo, si fuesse mui débil, devería aplicarse a hacer sogas, en cuyo egercicio se camina acia tras, i si fuesse robusto, a la agricultura, o a otro género de empleo proporcionado a su condición i talentos; porque, siendo las instituciones de las dichas artes breves y methódicas, el que no fuesse capaz de aprenderlas en el tiempo prescrito, daría indicios de tener cortíssimo ingenio; pues el méthodo propuesto nada añade al que comúnmente se practica, sino el conocimiento de la lengua griega, arithmética, geometría i filosofía moral, acompañada de la lección de la historia, i el tiempo que se deve a estas artes, que bien computado es poco más de un año, le supongo ganado con la brevedad i fácil méthodo de las otras. Yo sé que hablo con U. E. que, como tan altamente comprehensivo, sin que yo me explique más, estará mui al cabo de lo que quiero decir. Por esso no me alargo, aunque pudiera; porque tengo escrito un librito del Fácil modo de instruir la primera edad.

34. Pero, como no es lo mismo decir las cosas que egecutarlas, i esto, siguiendo el común méthodo de enseñar, no se pudiera conseguir; considerando yo la multitud de preceptos, su confusión i el universal abuso que ai en España de darlos en latín, haciendo instrumento para adquirir la lengua latina la misma lengua latina que se ignora; me acuerdo que aún siendo yo de edad de catorce, o quince años, quise tentar hasta qué término podría reducir (escriviendo en español) la gramática latina, i formé, de la manera que podía entonces, una arte que no llegava a dos pliegos; la qual creo que hoi aún se conserva en poder de un curioso. Después, estando en Salamanca, aviendo visto en el año 1720 la docta Minerva de Francisco Sánchez de las Brozas, formé para socorro de mi memoria una gramática latina (bien que escrita en latín) en que procuré juntar con la copia la brevedad i claridad, siguiendo un camino medio, ni tan largo como el de la Minerva, ni tan corto como el resumen que hizo de ella, meramente preceptivo, el mismo Brocense. Está escrita esta gramática en unos seis pliegos. Pero ni aun es esto lo [Pg. 252] que yo deseo; porque fuera de que desde el año 20 hasta éste, en que contamos treinta i quatro, he observado algo más, quisiera que la gramática, por la qual se aya de enseñar la lengua latina, se escriviesse en español, cosa mui fácil, estando ya trabajada en latín. En español escrivieron los preceptos de la lengua latina, Antonio de Lebrija, Francisco Sánchez de las Brozas, Pedro Simón Abril, Gonzalo Correas i otros muchos, que sin controversia han sido los primeros maestros de toda la nación. En sus lenguas propias enseñan hoi la latina las naciones más cultas. I yo quisiera ver cómo los que se oponen a este méthodo aprenderían (aunque sean hombres mui hechos) la lengua griega en griego, la hebraica en hebreo, i assí otras estrañas. I también quisiera que me digessen cómo llegaron a saber la latina, sino por medio de la interpretación castellana de las reglas latinas. ¿Pues para qué sirve este rodeo? Si Lebrija, Sánchez i otros grandes maestros también escrivieron en latín sus artes de gramática, fue por querer aprovechar a todas las naciones, dejando a cada una la diligencia de acomodarlas a su lengua, como ellos mismos lo practicaron en la nuestra, con tan notable fruto como admiró el orbe literario; pues sus escuelas fueron seminarios de varones sapientíssimos. Pero siempre ha sido desgracia mui lamentable que la preocupación de los juicios de los que no se acuerdan de que fueron niños, i por eso se tienen por mui hombres, perjudique mucho al aprovechamiento de la primera edad.

35. Hasta ahora, Señor Excelentíssimo, he apuntado algo de lo que por diversión he escrito i tal qual cosa, que me parece, que fácilmente podría escrivir como me obligasse a ello el precepto de U. E.

36. En lo que toca a la jurisprudencia, siendo esta mi professión, no sé cómo hablar. Decir aquí todo lo que tengo observado no se conforma con el respeto que devo tener a las ocupaciones de U. E. ni con la moderación que devo guardar, mientras no llega el caso de que lo atestigue la misma experiencia, la qual me permitiría otro lenguage más libre. Pero si yo doi por principal obligada a la misma experiencia, fácil es reconvenirme en ella. Con todo esso no dejaré de apuntar que diez años ha que tengo escrito un proporcionado tomo en folio, que intitulé Jurisconsultus, en cuyo libro propuse la idea del verdadero jurisconsulto i los medios fácilmente practicables para que cada qual lo sea según su capacidadi aplicación, siendo certíssimo que, siguiendo el méthodo que se practica hoi, es tan poco lo que se aprende en las escuelas, que los que se aplican a la jurisprudencia no hacen la décima parte del progresso que con el mismo, o menor trabajo, pudieran hacer; no por otra causa, sino porque ni saben el modo de manejar los libros con fruto ni (lo que es mucho peor) conocen quáles deven manejar. Vicio que claramente procede de los mismos maestros. Quál hallaremos entre éstos (exceptúo siempre algunos pocos de extraordinario ingenio i habilidad) que si es hombre modesto i le preguntamos, si con sólo e1 cuerpo del derecho civil, i tres o quatro intérpretes, se atreve a escrivir dentro de quince días un tratado sobre qualquier assunto, más copioso que qualquiera [Pg. 253] de los que don Juan de Puga, o otro professor de esclarecido nombre, sabemos que trabajava en el espacio de un año. Quál maestro, digo, hallaremos que si le hacen una propuesta semejante no exclame luego que esso es impossible. Pues fuera de toda arrogancia, es tan fácil que sólo por no estar ocioso lo he practicado muchas veces, i, si no temiera yo parecer jactancioso, proponiendo una cosa que es más propia para unas apuestas familiares que para el fin que tengo de ser empleado mui de propósito en lo que corresponda a aquello que yo pueda hacer en beneficio público, diría, por cierto, que si U. E. me lo mandasse me hallaría pronto a egecutarlo de mucha mejor gana, i ofrecería dar dentro de quince días un tratado completo sobre qualquier assunto, ciñéndome en él a la theórica civil. I si (como digo) estas cosas mereciessen proponerse a U. E. tan seriamente ocupado, me ofrecería a esto; no porque yo piense tener mayor ingenio, ni aun igual al de otros muchos professores, sino porque he hecho estudio particular de elegir los mejores libros de mi professión, i con larga i atenta meditación me he formado una arte (que assí la quiero llamar) de manejarlos con expedición i provecho, la qual arte enseño en mi referido Jurisconsulto.

37. Por el beneficio de esta arte, aunque como, duermo, paseo, visito i soi visitado, sin cerrar a nadie la puerta, sino solamente a los ociosos, en pocas acometidas (porque el trabajo continuo a poquíssimos gusta) he escrito cosas que juzgaron algunos que por el poco tiempo en que se escrivieron, ni eran mías, ni podían serlo. Assí en el año 23 quando sólo tenía otros tantos de edad ya cumplidos, en el corto espacio de quatro meses en que devía prevenirme para la oposición que hice a la cáthedra del código, que obtuve entonces i mantengo aún, interpreté i publiqué los fragmentos de cinco jurisconsultos, que fueron Publio Rutilio Rufo, Quinto Cornelio Máximo, Rutilio Máximo, Campano i Tarrunteno Paterno. Comenté i defendí en las mismas oposiciones los fragmentos de quatro jurisconsultos más, es a saber, Sexto Papirio, Cinna, Julio Aquila i Granio Flacco, i también trabagé i defendí en aquellas mismas oposiciones seis tratados legales: dos de los quales salieron después a luz en el año 1725 en que publiqué diez Disputas del Derecho, ofreciendo en el prólogo noventa más. Pero éstas todavía están por publicar por falta de patrón: como también los comentarios que tengo escritos i ahora se ponen en limpio sobre muchos jurisconsultos, cuyo número, incluyendo los que tengo impressos, llega a treinta; no siendo ni aun quince los que otros han interpretado. Verdad es, que yo he procurado elegir los que tienen menos fragmentos; porque siempre he sido inclinado a emprender obras que antes las acabasse yo que ellas conmigo.

38. Hemos echado ya las velas al viento, i no es fácil recogerlas. U. E. me permita que siga yo este derrotero i que prosiga en dar las noticias de lo que he descubierto, por si acaso importare a la república literaria.

39. Considerando yo lo mucho que comúnmente se ignora la chronología legal, tan importante para saber el progresso del derecho, escriví [Pg. 254] las vidas de más de cien jurisconsultos, i de la manera que las he escrito darán bastante testimonio, no tanto las cinco primeras, que publiqué once años ha tumultuariamente trabajadas, como la respuesta que di en el Libro IV de mis Epístolas Latinas Ep. XI a las curiosíssimas dudas que me propuso el más ingenioso i erudito professor que hoi tiene España, el dotor don Josef Finestres, cathedrático de vísperas de leyes en la Universidad de Cervera, cuya modestia i virtudes son superiores a todo lo que sabe.

40. Dejaré en el silencio la relación por menor de otras obras sueltas que por varias casualidades he trabajado; como muchas cartas sobre assuntos legales, observaciones particulares sobre varios textos, lecciones de puntos (de las quales se me han desparecido más de treinta, quedándome sólo diez o doce) i todos los argumentos que he argüido, que juntos forman un proporcionado tomito en quatro, que he intitulado: Disputas públicas, en las quales se verá el méthodo de argüir, que siempre he procurado guardar, presuponiendo varios principios para empezar proponiendo las dificultades por lo que en los libros suele ser último término de las controversias académicas. Cosa que me hizo en las escuelas gloriosamente odioso. En suma mis obras legales, si se juntan, pueden formar quatro tomos en folio; de los quales los dos están puestos en limpio i en disposición de darse a la estampa, sólo con que U. E. insinúe que lo quiere.

41. No alegaré por mérito (porque no sé si muchos le tendrán por tal) el aver mandado imprimir el Theófilo renovado por Daniel Galtier, para facilitar la enseñanza de los que empiezan la jurisprudencia: méthodo que se practica hoi en la Universidad de Tolosa, i que después de seis años que expliqué la Instituta por Arnoldo Vinnio (mal entendido de la mayor parte de los principiantes por falta de latín) hice seguir en la Universidad de Valencia, con tan notable fruto, que en el corto espacio de quatro o seis meses adquirían los estudiantes medianamente aplicados una clara i fundamental idea de la Instituta de Justiniano; suficiente para que qualquiera por sí pudiesse después manejar las Pandectas i el Código; no siendo culpa, antes bien alabanza de dicho méthodo (como tampoco es culpa de Vinnio) el que, satisfechos muchos de aquella primera información, obtengan después el grado de Dotor: pues las artes no se facilitan para quedarse en los principios, sino para adelantarse más i mejor en ellas. Desta suerte sirven las primeras gradas para subir mejor a las segundas, i éstas sucesivamente para llegar a lo más alto. Pero en prueva de la utilidad de dicho méthodo, baste apuntar que el dotor don Josef Finestres, por cuya sabia dirección florece hoi la jurisprudencia en la Universidad de Cervera, dio en el mismo pensamiento que yo, i luego que vio mi resolución, siguió el egemplo, mandando a sus discípulos que empezassen la jurisprudencia aprendiendo dicho méthodo desestimado como flojo solamente de aquellos que, o nunca le leyeron, o sólo gustan de alabar lo que no entienden, para convertir en alabanza su misma ignorancia. Llegando yo a este punto me acaba de decir don [Pg. 255] Blas Antonio Nassarre i Ferriz, bibliothecario mayor del Rey nuestro señor, persona de mucha i varia erudición; me acaba, digo, de decir que en Zaragoza hizo quanto pudo para dar a conocer e introducir el Thzeófilo renovado por Daniel Galtier. Si yo logro ver que toma algún cuerpo en las universidades de España, renovaré la impressión (porque la que yo mandé hacer ya no se halla) añadiendo el texto de Justiniano, como se ha hecho en Tolosa, i unas breves notas, en que pienso emendar algunos defectillos i suplir algunas noticias que echo menos.

42. Pero estas menudencias no pretendo que entren a la parte del mérito: como ni aver empleado más de quatro meses en rever, corregir i ordenar los veinte i dos tratados académicos de don Juan de Puga, professor ilustre de la Universidad de Salamanca, cuya vida escriví, i dos años ha que anda impressa en el Libro Sexto de mis Epístolas. Esta obra dividida en dos tomos en folio quanto antes saldrá a luz, según los avisos que he tenido i los pliegos impressos que he recibido de León de Francia, donde se hace la impressión, perezosamente detenida (contra mi voluntad) dos años ha. Digo que de esto no hago mérito; porque, si el trabajo que puse en restituir a su primitivo ser todas las obras de aquel gran jurisconsulto, lo huviera yo empleado en escrivir, quizá sería el fruto más visible; a lo menos para mi más glorioso. Pero en esto quise ceder a la preocupación de muchos, esperando que la mayor parte de tantos, i tan justamente apasionados a los escritos de don Juan de Puga, creerán que por aquel trabajo (en gran parte material, i que por esso mismo me consumió la paciencia) hice yo mucho más, que si de nuevo trabajasse qualquier obra.

43. Esto me ha parecido apuntar en orden a las artes i ciencias a que me he aplicado.

44. Fuera de esto veo que en España ai gran falta de historias escritas a la luz de la crítica. Observándolo yo, quando apenas empezaba a saludar a ésta, movido de una natural inclinación de hacer de mi parte lo que pudiesse, imprimí las Vidas de San Gil Abad i de San Ilefonso, metropolitano de Toledo. Pero, como entonces, aunque principalmente atendía yo a la investigación de la verdad, era demasiado solícito en querer adornarla, traspassando quizá por el amor de la eloquencia los estrechos límites de una rigurosa historia, introduciendo oraciones, bien que verosímiles; después con más luz escriví la Vida de San Juan Bautista, que deseo publicar, como obra en que pretendo manifestar lo que puedo hacer aplicándome a este género de estudio.

45. El gran deseo que tenía yo de ver impressa la continuación latina de la historia de Rebus Hispaniae del Padre Juan de Mariana, grave i elegantemente escrita por mi amigo intimo el reverendíssimo Padre presentado frai Josef Manuel Miñana, trinitario calzado, de feliz memoria, me obligó a hacer las más vivas diligencias para que saliesse a luz, como por último se logró, facilitándolo la liberalidad de don Blas Jover Alcázar, alcalde del crimen en la Real Audiencia de Valencia, el qual, ofreciendo por mi medio a Pedro de Hondt, impressor olandés, mil i trecientos [Pg. 256] pesos para ayuda de costa de la impressión, consiguió que aquél la emprendiesse a sus expensas, con la precissa condición de que don Jacinto Jover i Valdenoches, hijo de don Blas, dedicasse la reimpressión de la historia i continuación de ella al sereníssimo Señor Don Fernando, Príncipe de Asturias. I en efeto mi discípulo i amigo don Jacinto con tal obsequio se labró para con su Alteza un grande mérito, i procuró al mismo tiempo a nuestra nación una gloria tan singular, que ha merecido los aplausos de todo el orbe literario. Si esta historia del Padre presentado frai Josef Manuel Miñana ha logrado satisfacer al delicadíssimo gusto de U. E. puedo publicar algunas otras del mismo autor. Pero para algunas de ellas era menester que tuviéssemos un impressor que a lo menos supiesse el alfabeto griego.

46. Pero bolviendo a mi assunto, la causa porque en España se cuida tan poco de la perfección de la historia es por lo poco que se estudia la literaria. Yo por mi parte he procurado manifestar un buen deseo de que esta falta se supla, aviendo publicado algunas vidas de hombres doctos, como de don Nicolás Antonio i de don Antonio de Solís, que, dándome Dios salud, reimprimiré más copiosas, añadiendo algunas otras. Ahora estoi acabando de escrivir, con mucha mayor diligencia, la Vida de Don Antonio Agustín, Arzobispo de Tarragona, cuyos eruditíssimos Diálogos de las Armas i Linages de la Nobleza de España, estoi a vísperas de dar a luz.

47. Por el mismo deseo de introducir en España la historia literaria, años ha que hice (en el mayor hervor de mi adolecencía) unos apuntamientos para formar unos comentarios sobre la República Literaria de don Diego Saavedra Fajardo, i queriendo explorar cómo se recibirían anticipé una oración, al parecer en alabanza de aquel mismo autor, pero verdaderamente crítica, i se recibió de manera que escandalizándose muchos de la libertad del decir (aunque, cierto, mui moderada) me retrage del intento. Es cosa mui indigna de la gravedad de nuestra nación que, al passo que en las demás ha llegado la crítica a tal abuso, que ahora más que nunca está el cepticismo, i aun la incredulidad en su mayor vigor, en España se dé por lo común en el estremo opuesto de una facilidad tan crédula, que muchos escritores (siempre hablo en general, sin ánimo de notar algún particular) parecen niños. Tan poco es lo que muestran aver visto i leído; deviendo tomar un medio de usar del juicio con una prudente precaución.

48. Esto es, Excelentíssimo Señor, lo que tengo hecho, o, dándome Dios salud, digo que puedo hacer fácilmente. A U. E. toca resolver lo que leve mandarme. Si yo tratasse aquí de proponer un proyecto literario, según la medida de mi deseo, i proporcionado a la grandeza de ánimo que considero en U. E., diría mui por menudo casi todo lo que falta por hacer, i las personas que conozco que lo pudieran egecutar.

49. Diría que nos falta un diccionario de las voces españolas antiquadas, para que se conserve la memoria i estimación de los libros españoles antiguos, siendo cierto que la lengua de cada día irá defigurándose [Pg. 257] más, i más, i podría yo añadir, que no falta quien le aya trabajado, sino quien lo mande imprimir.

50. Diría que más ha de dos siglos que se quejava aquel gran averiguador de las causas de la corrupción de las artes i ciencias, Juan Luis Vives, de que no avía en España un diccionario español-latino, i latino-español, que no fuesse diminuto; siendo tan fácil, a lo menos para de pronto, trasladar a nuestra lengua el que pareciesse mejor de las estrañas.

51. Diría que necessitamos de diccionarios de cada una de las ciencias, i particularmente de las mathemáticas; i que de éstas sé yo quién le tiene hecho; pero no le imprime porque, aunque tuvo caudal para hacerle, no le tiene, o no le quiere gastar en imprimirle.

52. Diría que el dotor Juan Bautista Corachán, cathedrático de mathemáticas, años ha jubilado en la Universidad de Valencia, ha trabajado sin cessar por espacio de cincuenta i cinco años en las mathemáticas, con aquel magisterio i claridad que está manifestando su Arithmética demostrada, primer ensayo de sus estudios juveniles; i no se atreve a dar a luz sus excelentes obras por una pusilánime desconfianza, hija de su singular modestia, que devería ceder a superior precepto. De su Mathesis Sagrada puedo yo dar alguna muestra.

53. Diría que en España ai grande necessidad de unas Instituciones del derecho patrio, donde únicamente se alegasse la dotrina de las leyes que están en uso. Que convendría mandar a dos o tres letrados, los más hábiles de España, que cada uno por sí las trabajasse, para que después se eligiessen las más bien escritas, i dándoles pública autoridad, se mandassen leer en las escuelas. Que sería conveniente que se hiciesse una edición de todas las leyes de España, sin comentarios algunos; pero con unas notas brevíssimas, i con remisiones a los intérpretes, que las explican de propósito. I si a todo esto se añadiessen unas paratitlas de todo el derecho de España, como las que hizo Jacobo Gothofredo del Código de Justiniano, no avría más que desear en lo que toca a la jurisprudencia civil y práctica; pero sí en quanto a la canónica, en la qual, entre otras cosas echo menos unas Instituciones de las leyes eclesiásticas de España, i podría yo añadir que ai quien dice que las tiene trabajadas, i en disposición de poderse imprimir.

54. Diría que convendría hacer una junta de las historias originales de España, tanto impressas como por imprimir; siendo mengua de la nación que una sola colección que tenemos, i essa mui diminuta, la aya publicado un estrangero, i que los proyectos que hicieron Don Thomás de Vargas Tamayo i otros grandes varones no ayan llegado a tener efeto, por lo poco que estas cosas se suelen atender.

55. Diría que devía hacerse una colección de todas las obras griegas traducidas en español; de las quales tengo formada una copiosa lista en lo que toca a los historiadores griegos, i la misma diligencia he puesto en los latinos. Atestigua Pedro Simón Abril *c que don Juan de Idiáquez, [Pg. 258] comendador de Monreal, trató muchas veces con el Señor Don Felipe Segundo, se diesse orden en que se tradugessen las dotrinas de aquellos graves i antiguos filósofos en esta lengua castellana, i en efeto vemos que se tradugeron muchíssimas. Pues mucho menos es suplicar que se mande recoger i publicar lo hecho, que pedir que se hiciesse lo que sabemos i vemos que se hizo. Hecha esta colección de traducciones, después se devería pensar en ir reformando cada una de ellas; de suerte que con el tiempo se pudiesse hacer otra colección de traducciones, mucho más perfetas, e ilustradas con notas, para que por la utilidad de éstas pudiessen preferirse a los mismos originales.

56. Diría que necessitamos de tener una España eclesiástica, donde estuviessen recogidas las principales memorias eclesiásticas, como Concilios, Bulas i Privilegios, i que para esto sólo se necessita de ir peregrinando la España tres o quatro años, con autoridad real i suficiente honorario.

57. Diría que muchos hombres hábiles, que ciertamente los ai, como se escojan bien, deverían destinarse para que escriviessen algunas obras mui importantes, i tradugessen otras, las más útiles, que han salido en Europa en el siglo passado i presente.

58. Diría también que pues la poesía es más seria de lo que piensan muchos, supuesto que vemos que la religión consagró su uso, celebrando con sublimes cánticos las maravillas de Dios, aun antes que el mundo tuviesse libros sagrados, que es lo mismo que decir, antes de la memoria de los libros; sería mui útil que de tantas piezas poéticas como tenemos en español, se entresacassen las mejores, para que en cada género de composición se tuviessen a la vista las ideas más perfetas, assí de las poesías profanas (pero nada provocativas a liviandad) como de las sagradas. Pocos meses ha que hice un apuntamiento de lo que tenemos traducido en español; assí de cánticos i salmos, como de poetas griegos i latinos, i sería mui útil para unir el provecho con la recreación recoger estas traducciones en dos o tres volúmenes en quarto.

59. Diría que nos falta. Pero no quiero hacer gala de la necessidad i ostentar pobreza. Solamente diré una cosa, pero de gran importancia i que nadie me negará, i es que si España no tiene hoi hombres sabios, como piensan algunos (pero mui mal informados, porque sí que los ai, i un gran número; pero los que lo son, más cuidan de saber que de medrar) a lo menos qualquier hombre de razón me ha de conceder que esta nación ha tenido hombres eminentes en todo género de letras, reputados por tales en todo el orbe literario. Sabemos que muchos de ellos no publicaron sus obras, o por modestia, o por falta de medios, o porque la muerte los previno. Es cosa mui lastimosa que muchas obras de estas se vayan consumiendo, i que tal desgracia no se evite, procurando imprimirlas para que por medio de la estampa se perpetúen en la memoria de los hombres. Para el veneno de tantos i tan malos libros no ai remedio más eficaz que el contraveneno de muchos otros buenos. Cómo ha de reinar el buen gusto, si no se fomenta?

[Pg. 259]

60. El medio más suave, i que espero será más bien admitido, es ir publicando de nuevo o renovando algunas obras de los héroes literarios que todos conocen i estiman. En este particular, tentaré ahora qué éxito tendrá hacer algo, aunque poco, para que U. E, vea lo que importaría hacer mucho, como se puede, sólo con que U. E. dé indicios de que quiere. He dado pues una vista a mis papeles varios i de ellos he entresacado essas pocas cartas de muchos ilustres españoles, las quales, ni aun son la décima parte de las que puedo publicar. Entre ellas hallará U. E. algunas que seguramente le renovarán mui tiernas memorias, i quizá me serán con U. E. de mucha recomendación, aviéndola hecho de mí el hermano de U. E. el Excelentíssimo Señor Marqués del Castelar, que Dios tenga en su gloria. Me he atrevido añadir algunas cartas mías, i de algunos amigos, para que den testimonio de lo que tengo publicado, i por la facilidad que tuvieron en aprobarlo, sean como fiadores de que puedo hacer lo que propongo, i sus mismas cartas, unas evidentes pruevas de su erudición i eloquencia.

61. Todo esto, Señor, i quanto he dicho se reduce a suplicar a U. E. que, si por mí soi capaz de aprovechar al público, proponga U. E. al Rei nuestro señor las obras que tengo trabajadas, i no impressas, para que Su Magestad disponga de qualquiera, o de todas ellas, lo que fuere de su real servicio. I si sólo puedo contribuir a renovar las impressiones de muchas obras excelentes de que ai gran penuria, o a publicar de nuevo otras inéditas, como las de don Nicolás Antonio, Ambrosio de Morales, don Antonio Agustín, don Diego de Mendoza, i otros héroes literarios, me aplicaré gustosíssimo a semejante fatiga, mandando el Rei nuestro señor (Dios le guarde) dar las providencias necessarias para este fin: que en suma se pueden reducir a mantener un hombre de letras con la devida decencia, concediéndole el ocio que es razón, esto es, libertad de usar del tiempo sin imponerle agenas ocupaciones, i destinándole una annual i moderada pensión, para que pueda mantener dos escrivientes hábiles en leer letras antiguas (i devieran ser dos, para que con más acierto se comprobassen las copias), un corrector diligentíssimo para lo que se fuesse imprimiendo, i una prensa que continuamente estuviesse empleada en lo que tengo referido; sopena que todo esto cessasse immediatamente que se viere que no resultava una evidente utilidad.

62. Verdad es que yo, sin otras assistencias más que las de mi padre, pudiera sacar poquito a poco a lo menos mis obras, cuya sola impressión tendría de costa algunos millares de pesos. Pero no ai razón para que, qual otro Ulises Aldrovando, consuma yo el patrimonio de mis mayores (harto disminuido por la calamidad de los tiempos i continuado gasto de mis estudios) i que, siendo el beneficio ageno, todo el daño sea mío i llegue yo a quedarme tan vacío de bienes externos, como lleno de gloria que no alimenta. Por tener i mantener la honra de ser criado del Rei nuestro señor, vivo ausente de mis parientes, fuera de mi casa i patria, con un salario mui inferior a mi regulado gasto i decencia, i sin casa de aposento, que me toca por razón del empleo. No digo esto [Pg. 260] por quejarme (ni tampoco es esta la ocasión) sino por manifestar desinterés, i un deseo de servir al rei, i al público, no sólo a expensas de mis bienes, como ahora; sino también de mi salud, si fuere menester.

63. Pero supuesto que tenemos un Rei (Dios le guarde) en cuyo reinado las fábricas se han adelantado tanto, aviéndose introducido muchas que son nuevas en estos reinos; un Rei, el que en España más se ha entrañado en el conocimiento de las ciencias; un ministro como U. E. de tanta ciencia i experiencia; hagamos (no sé si lo diga por el conocimiento que tengo de mi cortedad; pero no quiero que el silencio me cause escrúpulos, i sea perjudicial a mí i a otros) hagamos, si pareciere bien a U. E., una compañía de letras, por esso mismo humana i no leonina. Yo pondré de mi parte el caudalejo de mi ingenio, i con él toda mi diligencia. U. E. vea quién ha de poner los caudales correspondientes a lo que yo i otros podemos trabajar, o parezca conveniente que trabagemos. Desde ahora (sin dolerme prendas) ofrezco al público, i singularmente a U. E., todo lo que alcancen mis fuerzas. Si U. E. las juzga capaces de alguna empressa literaria, mi ánimo está pronto a la egecución, i en testimonio de este mi deseo concluiré mi propuesta suplicando dos cosas. Una a U. E. i es que considere que hoi le cito al juicio de los hombres celosos del bien público, que viven hoi i en adelante vivirán: de cuya citación no ai fuerza que exima, ni prerogativa que valga, ni escusa que aproveche. I a Dios nuestro Señor ruego mui de corazón que inspire a U. E. lo que más convenga para beneficio de esta monarquía i gloria suya. Su divina Magestad guarde i prospere la persona de U. E. muchos años, como deseo i he menester. Madrid, día del gran Padre de la Iglesia San Agustín, año de Jesu Christo Señor nuestro, 1734.

EXC.mo SEÑOR.

Don Gregorio Mayans i Siscar.

Volver Arriba

*a Exodi 1. 8.

*b En la Dedicatoria de su Gramática sobre la Lengua Castellana.

** Lib. 21. De las Cosas Memorables de España, pág. 182, c. 2.

*c En la Dedicatoria de su Lógica, dirigida al mismo don Juan de Idiáquez.

Volver Arriba